TEMA 6.EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-74)
6.4-LAS GUERRAS COLONIALES Y LA CRISIS DE 1898
La llamada Guerra de Cuba tendrá sus antecedentes en las anteriores de “los Diez Años (1868-78) y “Chiquita” de 1879 y se enmarca en un contexto de auge del imperialismo de los E.U.A. Que mediante compras se habían hecho con Alaska y Hawai además de de ejercer la Doctrina Monroe.
Siguiendo el modelo bipartidista de la Península, se crearon en Cuba dos grandes partidos, el Partido Autonomista, integrado en su mayoría por criollos ricos, que pedían librecambio para sus producciones de azúcar, café y tabaco y la Uníón Constitucional, un partido españolista que contaba con una fuerte militancia de los peninsulares instalados en la isla: burócratas ,militares, comerciantes y artesanos.
En 1891, el gobierno español elevó las tarifas arancelarias para los productos importados a la isla que no procediesen de la Península por lo que los EEUU que eran el principal cliente amenazaron con cerrar su mercado si no se cambiaba la política arancelaria
Sagasta intentó introducir reformas en la isla pero solo llegó a concretar la abolición de la esclavitud en 1886 lo que, por un lado, acarreó la enemistad de los hacendados y, por otro, estimuló el independentismo materializado en la creación por José Martí del Partido Revolucionario Cubano que de inmediato consiguió apoyo exterior, especialmente de EEUU y que amplió rápidamente su base social.
Con el Grito de Baire y la muerte de Martí en 1895 se inicia una insurrección en Santiago de Cuba que se extendíó rápidamente hasta la capital, la Habana. Cánovas envió un ejército al mando del general M. Campos, que infructuosamente intentó pacificar la isla combinando las acciones militares y políticas de conciliadoras con los sublevados por lo que fue sustituido por el general Weyler que entre los años 1896 y 1897 ejercíó una dura represión aplicando la pena de muerte y encerrando a la población civil en campos donde será víctima del hambre y las epidemias.
Pero la guerra sigue adversa para los españoles pues desarrollaba en un medio hostil, la Manigua, selva y contra un enemigo, los mambises, que practican la guerrilla pues no estaban entrenados para una guerra de este tipo ni equipados y bien dirigidos. Esto unido a las enfermedades tropicales eran causas de gran mortandad y morbilidad entre las tropas.
En 1897 el nuevo gobierno liberal lo sustituyó por el general Blanco e intentó la conciliación decretando la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos entre insulares y peninsulares y la autonomía arancelaria buscado mantener la soberanía española. Pero las reformas llegaron demasiado tarde pues los independentistas, que contaban con el apoyo estadounidense, se negaron a aceptar el fin de las hostilidades.
EEUU había intentado comprar la isla varias veces lo que España siempre había rechazado. La ocasión para intervenir en la guerra la dio el incidente del acorazado estadounidense Maine, que estalló en el puerto de la Habana. EEUU culpó falsamente a España del incidente y envió un ultimátum en el que exigía la retirada española de Cuba. El gobierno español negó cualquier vinculación con el incidente del Maine y rechazó el ultimátum estadounidense, amenazando con declarar la guerra en caso de invasión de la isla. Comenzaba así la guerra hispano-norteamericana.
Una escuadra mandada por el almirante Cervera partíó hacia Cuba, pero fue rápidamente derrotada en la batalla de Santiago. EEUU derrotó igualmente otra escuadra española en Filipinas, en la batalla de Cavite. Paralelamente al conflicto cubano se produjo una revolución en las islas Filipinas donde había poca presencia militar y de población española y que tenían un interés económico relativo. El independentismo fraguó en la formación en 1892 de la Liga Filipina de José Rizal y en la organización clandestina Katipunan de Andrés Bonifacio. La insurrección arrancó en 1896 y se extendíó por la provincia de Manila donde el general Polavieja llevó a cabo una política represora. El nuevo gobierno liberal de 1897 nombró capitán general a Fernando Primo de Rivera, que promovíó una negociación indirecta con los jefes de la insurrección logrando una pacificación momentánea. En Diciembre de 1898 se firmó la Paz de París por la cual España se comprometía a abandonar Cuba, Puerto Rico y Filipinas, que pasaron a ser un protectorado norteamericano.
A pesar de la envergadura de la crisis de 1898 sus repercusiones inmediatas fueron menores de lo esperado. Aunque la guerra comportó notables pérdidas materiales en la colonia, no fue así en la metrópoli, donde la crisis económica fue mucho menor y que se benefició de la repatriación de capitales cuyos titulares emprenderán negocios bancarios, comerciales e industriales a su vuelta. La necesidad de hacer frente a las deudas contraídas por la guerra cubana promovíó una reforma de la Hacienda con la intención de incrementar la recaudación a partir de un aumento de la presión fiscal.
Tampoco aconteció la crisis política que se había vaticinado, y el sistema de la restauración sobrevivíó aunque no tal como lo había diseñado Cánovas y aparició de una nueva generación de políticos, intelectuales, científicos… que empezaron a actuar en el nuevo reinado de Alfonso XIII. Sin embargo, la política de tono regeneracionista que intentaron aplicar los nuevos gobiernos tras la crisis del 98 no llevó a cabo las profundas reformas anunciadas, sino que se limitó a dejar que el sistema siguiese funcionando con cambios mínimos.
La crisis política estimuló también el crecimiento de los movimientos nacionalistas. De este modo, la crisis del 98 fue fundamentalmente una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población generalizándose la pesadumbre y el pesimismo.
Algunos intelectuales formados en la institución libre de enseñanza consideraban que la sociedad y la política españolas, en exceso influidas por la doctrina católica, no favorecían ni la modernización de la cultura ni el desarrollo de la ciencia. Esta corriente que hablaba con insistencia de la regeneración de España enterrando las glorias pasadas acabó conocíéndose como regeneracionismo.
J. Costa junto a Lucas Mallada y a Macías Picavea será el más claro representante del Regeneracionismo. Clamaba contra la oligarquía y el caciquismo en nombre de las clases productoras o neutras, ni explotadoras ni explotadas, la pequeña burguésía rural y urbana de comerciantes y empleados. Algunos de sus lemas encierran su ideología:”cerrad con siete llaves el sepulcro del Cid”, alusión a la necesidad de olvidarse de glorias pasadas;”revolución desde arriba” y necesidad de un “cirujano de hierro” referida a la necesaria limpieza y democratización de la política y “pan y despensa”.Por tanto, las soluciones que plantea para los males de la patria pasan por la mejoras de la vida material con la creación de regadíos y comunicaciones y de la formación con la generalización de la enseñanza elemental y la promoción de las útiles: agraria o artes y oficios.
TEMA 9: LA DICTADURA DE Primo de Rivera
LA QUIEBA DE LA MONARQUÍA PARLAMENARIA Y EL Golpe de Estado
A partir de la crisis de 1917 se produce la quiebra de la monarquía parlamentaria y del sistema político de la Restauración. La inestabilidad política fue la norma, continuos cambios de gobierno y fragmentación cada vez mayor de los dos partidos dinásticos. Al margen de estos partidos dinásticos, la oposición fue reforzándose:El republicanismo se amplió con la aparición de nuevos partidos, convirtiéndose en la principal fuerza de coalición.En el movimiento obrero se fueron consolidando el socialismo y el anarcosindicalismo. Los nacionalismos también crecieron. La derecha carlista mantuvo sus posiciones.A la vez se producía la exaltación del fascismo italiano de Mussolini. Por otro lado se agudizó la conflictividad social en una situación de crisis económica, inflación, aumento de paro y salarios insuficientes, lo que dio lugar a una importante conflictividad campesina, sobre todo en Andalucía, y a una importante agitación obrera en Barcelona que terminó por adoptar expresiones de violencia social con atentados de los anarquistas y episodios de pistolerismo a sueldo de los patrones. Los estados de excepción y la supresión de las garantías constitucionales fueron la norma. Este clima de tensión y violencia fue agravado por la Guerra de Marruecos, el descontento del ejército tras el descontento de Annual en 1921 cuya responsabilidad alcanzó al propio monarca y el asunto del Expediente Picasso. En este contexto de crisis, en Septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, capitán general de Cataluña dio un Golpe de Estado que acabó con el régimen constitucional. El Manifiesto dirigido al país en nombre del ejército expónía los motivos y objetivos de la sublevación, pretendía acabar con la situación de desgobierno, con los conflictos sociales, con el anticlericalismo, con la amenaza de separatismo y poner orden en el país, desterrando los vicios políticos de la Restauración. . El apoyo de Alfonso XIII y de parte del ejército fue definitivo para el éxito del Golpe de Estado. La fórmula política que se establecíó fue la de una dictadura militar con Rey, se trató de una solución anticonstitucional para frenar la posible reforma del sistema que podía resultar amenazadora para ciertos sectores sociales. En general, en el país se produce una cierta aceptación indiferente debido al clima de inestabilidad y el desprestigio de los políticos del turno. Los socialistas mantuvieron una actitud de cautela que derivó en la colaboración de la UGT con la política social de la dictadura.
LA DICTADURA: DESARROLLO Político E INSTITUCIONAL
Se suelen distinguir dos etapas en la dictadura. Hasta 1925 gobernó el Directorio Militar cuyos miembros eran militares y estuvo presidido por Primo, a partir de ese año se pasó al Directorio Civil. Las primeras medidas del Directorio Militar mostraron su carácter dictatorial. Primo abordó los problemas que denunció en su manifiesto adoptando una serie de medidas, como la lucha contra el caciquismo llevando al Directorio a establecer una reforma de la administración local para impedir la manipulación que los caciques realizaban de los poderes locales. Para resolver la corrupción política, trató de impulsar, a modo de partido único fascista italiano, el partido de la Uníón Patriótica. . Primo no derogó la Constitución de 1876, pero con la declaración del estado de guerra suspendíó su vigencia. Llevó a cabo una política social inspirada en el reformismo católico y trató de poner fin al problema de Marruecos, realizando una acción militar junto a Francia y se vencíó en Alhucemas, que supuso la pacificación del protectorado español en 1925. En 1925 se pasó al Directorio Civil El peso de los militares siguió siendo importante y el carácter del régimen no abandonó su estilo totalitario. Primo le encargó la tarea de preparar un anteproyecto de Constitución. Dicho documento fue terminado en 1929 cuando la dictadura estaba en plena decadencia.
LA DICTADURA: Política ECONÓMICA Y SOCIAL
En el contexto de una situación económica internacional favorable, el régimen puso en marcha un programa de fomento de la economía española en el terreno industrial y en las infraestructuras. La idea fue la nacionalización de importantes sectores de la economía y el aumento de la intervención estatal para fomentar la producción nacional. El Estado tuvo un gran protagonismo gracias a las obras públicas: ferrocarriles, carreteras y plan hidráulico. En el terreno industrial concedíó subvenciones y practicó el proteccionismo arancelario. También se concedieron monopolios, como el de Telefónica y Campsa. Todo ello fue financiado mediante los presupuestos extraordinarios, de forma que se iba acumulando una gran deuda. En el mundo agrario no se emprendieron reformas, el campesinado continuó teniendo un bajo poder adquisitivo lo que dificultó la expansión industrial al mantener débil el mercado interior, aunque sí se promulgó el regadío a través de la creación de las Confederaciones Hidrográficas. En el terreno social se integró a obreros y patrones en Comités Paritarios. Su objetivo era regular las condiciones laborales, controlar el movimiento sindical y evitar la conflictividad social. Se produce, además, un cierto reformismo que introdujo mejoras en la situación de los trabajadores: seguros de enfermedad y viviendas protegidas, pero también se ilegalizaron los sindicatos, a excepción de la UGT.
EL FINAL DE LA DICTADURA Y LA Monarquía
A partir de 1928, los sectores sociales e institucionales que habían apoyado al régimen dictatorial dejaron de hacerlo. Simultáneamente, las fuerzas de la oposición se organizaron e iniciaron una intensa actividad opositora (la universitaria fue muy importante con su sindicato FUE, se produjo una pérdida de apoyo en el ejército y el PSOE cambió su posición, rechazando al régimen). Otros factores que explican la decadencia del régimen de Primo son: El deterioro de las relaciones de Primo con Alfonso XIII: el Rey y su camarilla se convencieron de que la dictadura era el peligro para la permanencia de la monarquía. La reaparición de los conflictos sociales y de las huelgas. Las crecientes dificultades financieras y presupuestarias del Estado. La enfermedad del dictador.
Primo dimitíó en Enero de 1930 y marchó a París. Murió dos meses más tarde. La caída de la dictadura de Primo arrastró consigo la de la monarquía parlamentaria de Alfonso XIII. El Rey disolvíó la Asamblea Nacional y nombró jefe de gobierno al general Berenguer con la idea de celebrar una elecciones que permitieran retomar la normalidad constitucional (dictablanda). La oposición alcanzó un acuerdo para la unidad de acción, el denominado Pacto de San Sebastián (republicanos, catalanistas de izquierda y socialistas), un programa para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debía convertirse en el gobierno provisional de la futura república.
Berenguer fue sustituido por Aznar, que convocó elecciones municipales para Abril de 1931. Estas elecciones constituyeron un verdadero plebiscito en torno a la cuestión de la forma de gobierno (monarquía o república). El 14 de Abril de 1931 se proclamó la Segunda República.
El final de la Dictadura y la Monarquía
A partir de 1928, los sectores sociales e institucionales que habían apoyado al régimen dictatorial dejaron de hacerlo. Simultáneamente, las fuerzas de la oposición se organizaron e iniciaron una intensa actividad opositora (la universitaria fue muy importante con su sindicato FUE, se produjo una pérdida de apoyo en el ejército y el PSOE cambió su posición, rechazando al régimen). Otros factores que explican la decadencia del régimen de Primo son:
- El deterioro de las relaciones de Primo con Alfonso XIII: el Rey y su camarilla se convencieron de que la dictadura era el peligro para la permanencia de la monarquía.
- La reaparición de los conflictos sociales y de las huelgas.
- Las crecientes dificultades financieras y presupuestarias del Estado.
- La enfermedad del dictador.
Primo dimitíó en Enero de 1930 y marchó a París. Murió dos meses más tarde. La caída de la dictadura de Primo arrastró consigo la de la monarquía parlamentaria de Alfonso XIII. El Rey disolvíó la Asamblea Nacional y nombró jefe de gobierno al general Berenguer con la idea de celebrar una elecciones que permitieran retomar la normalidad constitucional (dictablanda). La oposición alcanzó un acuerdo para la unidad de acción, el denominado Pacto de San Sebastián (republicanos, catalanistas de izquierda y socialistas), un programa para presentarse a las elecciones y constituir un comité revolucionario que debía convertirse en el gobierno provisional de la futura república.
Berenguer fue sustituido por Aznar, que convocó elecciones municipales para Abril de 1931. Estas elecciones constituyeron un verdadero plebiscito en torno a la cuestión de la forma de gobierno (monarquía o república). El 14 de Abril de 1931 se proclamó la Segunda República.
TEMA 8: LA CRISIS DE LA RESTAURACIÓN
EL REGENERACIONISMO Político
En la última década del Siglo XIX el sistema de la Restauración había mostrado claros signos de debilidad que se agravaron con las derrotas coloniales de 1898. La crisis generada por estas pérdidas no debilitó aún la monarquía, pero mostró la necesidad de reformar el sistema para que este pudiera seguir subsistiendo. El sistema, no obstante, siguió rigiéndose por la Constitución de 1876 y por el caciquismo y se mantuvo el alejamiento de la vida política de la mayor parte de la sociedad. . Además se intensificó con la llegada de Alfonso XII que participó intensamente en las decisiones políticas y apoyó el intervencionismo militar. Los gobiernos conservadores tuvieron una iniciativa reformista que empezó durante los últimos gobiernos de la regencia dirigida por Silvela junto con el general Polivieja, pero la mayor parte de las reformas se dio durante «el gobierno largo» del conservador Maura (1907 – 1909) que pretendía hacer la revolución desde arriba, es decir, reformar el sistema para poderlo mantener. Para conseguirlo aprobó la Ley de Reforma electoral, trató de dar cierta autonomía a los poderes locales con la Ley de Administración local para contrarrestar las peticiones de los nacionalismos y regionalismos, adoptó medidas económicas para reactivar la industria y estimular la agricultura y en el terreno social también legisló con la intención de mitigar el radicalismo obrero. La dura represión que ejercíó en los conflictos sociales de 1909 (la Semana Trágica de Barcelona) provocó la destitución de su gobierno. En 1910 los liberales recuperaron el poder con Canalejas como presidente del gobierno, el cual intentó aplicar un nuevo programa regeneracionista: profundizó en la separación Iglesia-Estado, en política social sustituyó el impuesto de consumo por uno sobre la renta, reformó la Ley de Reclutamiento y leyes encaminadas a mejorar las condiciones laborales y elaboró la Ley de Mancomunidades. El asesinato de Canalejas en 1912 paralizó la aplicación de su programa reformista.
EL NACIMIENTO DE LOS NACIONALISMOS
En el último cuarto de Siglo XIX comenzó el ascenso de movimientos de carácter regionalista o nacionalista en el País Vasco, Cataluña y Galicia y con menor intensidad en otras regiones como Valencia, Andalucía y Aragón.. El catalanismo surgíó al unirse el progreso económico, que había sido superior al del resto de España, y el Renacimiento cultural. En la década de 1880 se desarrolló el catalanismo político que tuvo varias corrientes. Una de ellas estuvo basada en el tradicionalismo, otra era de carácter progresista y estuvo alentada por Almirall el cual fundó el Centro Catalán que empezó a defender la autonomía catalana. Un paso importante en la consolidación del catalanismo político fue la elaboración de las Bases de Manresa, un documento redactado por la Uníón Catalanista que propónía la consecución de un poder catalán como resultado de un pacto con la Corona y, por lo tanto, la consideración de Cataluña como una entidad autónoma dentro de España. La crisis del sistema político de la Restauración en 1898 aumentó el interés de la burguésía catalana por tener su propia representación política al margen de los partidos dinásticos. En 1901, se creó la Lliga Regionalista liderada por Prat de la Riba y Cambó. Este partido defendía un catalanismo moderado distanciado de posiciones independentistas que aspiraban a participar activamente en la política y tener representantes en las instituciones que defendiesen sus intereses. Este catalanismo republicano fue derrotado electoralmente por la Lliga hasta 1931, cuando su uníón en un nuevo partido, Esquerra Republicana de Catalunya, lograría el triunfo en las elecciones. El nacionalismo vasco surgíó en la década de 1890. En sus orígenes hay que considerar la reacción ante la pérdida de una parte sustancial de los fueros con el centralismo de la Restauración, pero también el desarrollo de una corriente cultural en defensa de la lengua vasca (el euskera) y un importante componente religioso y de defensa de las tradiciones culturales. Su gran propulsor fue Arana ,creyó ver un gran peligro para la subsistencia de la cultura vasca con la llegada de inmigrantes procedentes de otras regiones de España a la zona industrial y minera de Bilbao como resultado de la enorme expansión de la minería y la siderurgia vasca en el último tercio del Siglo XIX. Pensaba que esta población de maketos ponía en peligro el euskera, las tradiciones y la etnia vasca. Las propuestas de Arana prendieron en diversos sectores como la pequeña burguésía y los campesinos y en 1895 se creó el Partido Nacionalista Vasco (PNV).. A partir de 1917 el nacionalismo vasco empezó a tener una representación parlamentaria notable.
EL PROBLEMA DE Marruecos
Al comenzar la década de 1920, en la zona oriental del protectorado de Marruecos, en torno a Melilla, las tribus rifeñas hostigaban al ejército español de forma permanente. En 1921 se intentaron varias operaciones con el fin de controlar a los rebeldes, y para dirigir el ejército de la zona se nombró al general Silvestre, relacionado con el rey Alfonso XIII, partidario de atacar a las cabilas rifeñas. El general inició una ofensiva hacia el interior del territorio que acabó en un verdadero desastre. El ejército fue derrotado en Annual, se perdíó todo el territorio ocupado y se produjeron unas 13.000 bajas, incluida la de Silvestre.
En 1923, con gobiernos inestables y una grave tensión social, el anuncio de que sería discutido en el Parlamento el caso de Annual y de que se iban a pedir responsabilidades que podrían implicar al propio monarca movilizó a sectores del ejército y de la derecha, que desde hacía tiempo veían la solución de la crisis en una dictadura militar.
El protectorado español en Marruecos era una zona de escaso valor económico cuyo dominio solo atraía a algunos grupos empresariales (compañías mineras), que pronto perdieron el interés ante las escasas expectativas económicas. Las clases populares, que aportaban la mayoría de los soldados, estaban totalmente en contra de la guerra colonial, mientras que el propio ejército se hallaba dividido a causa del problema de los ascensos por méritos de guerra, por tanto, los defensores de la política colonial eran, casi exclusivamente, los llamados “africanistas”, un sector del ejército muy vinculado al círculo de la Corona y con el propio Alfonso XIII.
Desde 1909, la guerra en Marruecos no había dado tregua, excepto en el período de la Primera Guerra Mundial (1914 – 1918). Al terminar ésta, Francia y España reactivaron sus actuaciones al controlar el territorio. Aparecieron entonces los grandes cabecillas rifeños como Al-Ruisuni y, sobre todo, Abd el-Krim, quienes se enfrentaron con éxito a los ejércitos coloniales.
La derrota de las tropas españolas en Annual (1921) produjo una enorme indignación pública y originó un intenso debate sobre la deficiente organización y preparación del ejército español. A los rifeños se les había enfrentado un ejército integrado por soldados sin preparación militar, que desconocían el terreno y no estaban interesados en la expansión colonial. El propio general Silvestre dirigíó las operaciones con torpeza y desconocimiento. El debate se trasladó al Parlamento, y el ejército, el gobierno y la administración colonial en Melilla fueron acusados de negligencia y corrupción. La investigación sobre las responsabilidades por la derrota de Annual fue encargada a una comisión parlamentaria cuyo informe (Expediente Picasso) revelaba cuestiones de especial gravedad y relacionaba al propio rey con la mala gestión del problema marroquí. El informe apenas fue discutido en las Cortes. Se opónían a ello el ejército, el sector conservador y el monarca. El intento de impedir que ese informe se difundiera y debatiera fue el detonante que instigó a Primo de Rivera a encabezar un Golpe de Estado para poner fin al sistema parlamentario. La dictadura no depuró la responsabilidad alguna por la derrota de Annual.