TEMA 10. LA CRISIS DE LOS AÑOS TREINTA: EEUU
LAS RAÍCES DE LA CRISIS EN EEUU. Los problemas agrícolas y la distribución de la renta
La agricultura americana tenía problemas estructurales, especialmente en dos sectores: en las pequeñas explotaciones productoras de trigo y en el cultivo del algodón. Los principales problemas de la agricultura americana de los años veinte estaban provocados por el desfase entre la oferta y la demanda. Al final de la guerra, la producción continuaba creciendo mientras que los precios descendían rápidamente. El cambio tecnológico desempeñó un papel crucial en el crecimiento de la producción y en la productividad industrial en EEUU tras la guerra. Entre 1920 y 1929, la producción crecíó un 50% mientras que el empleo disminuyó un 6%. Este aumento de la productividad se debíó a la difusión de las innovaciones técnicas. También influyó el crecimiento del empleo en las industrias nuevas. El aumento de la productividad tuvo un reflejo leve en los salarios. A pesar de ello, el sentimiento generalizado era de mejora salarial. El aumento de la productividad tampoco se reflejó en los precios de venta. En estas condiciones, la producción pronto empezó a crecer más deprisa que la capacidad de compra de la población, de modo que se produjo un exceso relativo de la capitalización en muchos sectores industriales. Los sectores más afectados fueron aquellos que estaban relacionados con los bienes de consumo duradero, cuya demanda es sumamente elástica. La mayoría de los empresarios optaron por paralizar las inversiones.
La especulación bursátil y el desplome de 1929
El exceso de capital disponible en los años veinte en los EEUU y en otros países es la base de la especulación bursátil que desembocó en el crac de la Bolsa de Nueva York en Octubre de 1929. Tras la guerra llegaron a EEUU grandes cantidades de oro.
El funcionamiento correcto del patrón oro habría exigido que se pusiera en circulación este oro o su equivalente en billetes, con lo cual hubiese aumentado la masa monetaria.
EEUU se opuso a los automatismos del patrón oro con el objetivo de evitar los inconvenientes que el aumento de precios habría acarreado para sus exportaciones. La solución elegida fue esterilizar el oro, retirarlo de la circulación. Los intereses de los bonos de guerra eran relativamente elevados, y se convirtieron en una inversión segura para los capitales europeos que huían de la inestabilidad o de la falta de confianza de sus monedas. Ello afectó sobre todo a la libra tras su retorno del patrón oro. La única forma de hacerlos menos atractivos era encarecíéndolos. La especulación se alimentó igualmente de otros factores como la propaganda y las facilidades para invertir en bolsa. A la difusión de los beneficios que se obténían en la bolsa se sumaron las declaraciones optimistas de políticos y grandes empresarios y se sumó también la actuación de la banca. El factor más importante de especulación fue la generalización de la inversión a crédito. Con este sistema, el dinero inyectado directamente en la bolsa tenía un efecto ampliamente multiplicador. El 9 de Agosto de 1929 se adoptó una primera decisión destinada a frenar la especulación. El martes negro, 29 de Octubre de 1929, se ofrecieron en venta 29 millones de títulos, sin prácticamente órdenes de compra. A partir de ese momento la bolsa continuó cayendo hasta mediados de 1932.
DEL CRAC DE LA BOLSA A LA DEPRESIÓN.Crisis financiera y contracción monetaria
Uno de los factores más destacados de la depresión fue la reducción de la oferta monetaria. Esta caída de la oferta monetaria estuvo relacionada con el crac de la bolsa primero, y posteriormente con el fenómeno mucho más grave de las quiebras bancarias. La primera gran oleada de quiebras se produjo a finales de 1930. Algunos bancos habían quedado en una situación muy mala tras la crisis bursátil y no se habían recuperado, otros simplemente sufrieron los efectos del pánico del público, que quiso retirar rápidamente sus depósitos. La quiebra de un banco hacía que la gente corriera a retirar los depósitos a otros bancos, lo que supuso una reducción adicional de la oferta monetaria. Los depósitos en los bancos en quiebra dejaban de ser medio de pago y los bancos que podían resistir reforzaban sus reservas en efectivo a costa de restringir el crédito. Finalmente el público en general retiraba sus depósitos. De esta manera se activaba la espiral deflacionista y se dificultaba el funcionamiento de las empresas. Ante el fenómeno de la crisis bancaria las autoridades se mostraron pasivas. Existen dos factores para explicar la pasividad de la administración: la creencia de que era necesaria una limpieza en el sector financiero y la adhesión al factor oro. Cuando Gran Bretaña salíó del patrón oro, las presiones sobre el dólar se hicieron más fuetes y la política monetaria tuvo que endurecerse más aun.
Descenso de la producción y del empleo
La recesión financiera se convierte en depresión cuando ataca a la producción. La crisis financiera hacía mucho más difícil la creación de nuevas empresas o la realización de nuevas inversiones y materias primas. Una parte de las empresas se veían obligadas a cerrar i a reducir su actividad dejando a muchos trabajadores en paro. La disminución de la capacidad de compra de los parados trasmitía la crisis al sector de los bienes de consumo, creando así un nuevo ciclo involutivo. La caída del empleo se acompañó de un incremento de los salarios reales de los trabajadores ocupados, ya que, aunque los salarios descendieron, lo hicieron con retraso respecto a los precios. El incremento de los salarios reales supónía un obstáculo para la salida de la depresión, ya que impedía que las empresas pudieran reducir sus costes al mismo ritmo que lo hacían los precios de los productos que vendían. Aumentaba así el número de parados. En el caso de la agricultura, la caída de los precios no trajo consigo una disminución de la producción. Tenían como trabajadores a los miembros de la propia familia, no podían despedirlos. Lo que intentaban era compensar la caída de los precios aumentando la producción y las ventas, con lo cual acababan provocando una caída aun más intensa de los precios.
El debate sobre la política económica
La administración Hoover solo reacciónó ante la depresión para minimizarla. Se mantuvo fiel al principio liberal de no intervención en la economía y a la ortodoxia presupuestaria. Por lo tanto, la disminución de los ingresos implicaba o una disminución de gasto público o un aumento de los impuestos. El resultado era el empeoramiento de la depresión. Mientras que los monetaristas piensan que se tendría que haber incrementado la masa monetaria y, por lo tanto, el crédito para reducir así la deflación, los keynesianos afirman que las políticas monetarias eran necesarias pero no suficientes y que la salida de la depresión exigía un aumento del gasto publico a costa de aumentar el déficit público. En ambos casos, la salida de la crisis exige inyectar dinero en la economía. El primer proceso es más rápido y más efectivo para evitar la destrucción de riqueza y el segundo para generar crecimiento, de modo que una política económica correcta debería haber actuado inmediatamente en ambas direcciones.