1) LAS REGENCIAS, LIBERALISMO Y GUERRA CARLISTA
Tras la muerte de Fernando VII, su sucesora, su hija Isabel II, es todavía menor de edad, por lo que debe ocuparse de la regencia su madre, María Cristina de Nápoles. Pero su hermano, Carlos, sigue sin reconocer la sucesión en Isabel e incluso es proclamado rey por sus partidarios.
Regencia de María Cristina (1833-1840) y reinado de Isabel II (1833-1868)
La situación en 1833 era la siguiente:
Por una parte, el carlismo, formado por los tradicionalistas o apostólicos, defendía el Antiguo Régimen y la sociedad tradicional, el absolutismo monárquico, el catolicismo excluyente, la idealización del medio rural y mantenimiento del régimen señorial, el rechazo al Liberalismo y al Capitalismo (reforma agraria, subida de los contratos en dinero, venta de tierras comunales y subidas de impuestos) y el foralismo frente a la Constitución (para los vascos y navarros mantener los fueros; para los catalanes, aragoneses y valencianos, recuperarlos). Formaban parte del carlismo una pequeña parte del clero (bajo clero rural), una pequeña nobleza agraria, un pequeño campesinado propietario y los artesanos. Estos movimientos carlistas solían gozar de grandes apoyos en toda la España rural, pero sobre todo en las zonas rurales de las Vascongadas, Navarra, Aragón, Cataluña interior y el Maestrazgo.
Por otra parte, los isabelinos o cristinos representaban a las fuerzas moderadas y parcialmente reformistas del absolutismo, y a las que defendían el Liberalismo y la introducción de prácticas capitalistas, que veían en el apoyo a la regente la única posibilidad de transformar el país. Estaban constituidos por la plana mayor del ejército, los altos cargos de la Administración, el propio aparato del Estado, los sectores burgueses, una parte de la alta nobleza y la alta jerarquía de la Iglesia, consciente de la inevitabilidad de los cambios. Contaba este bando con el apoyo casi total de las ciudades, los aún escasos obreros industriales y el campesinado del sur peninsular, sin tierras y alejado de la influencia de la Iglesia rural.
En 1833, tras la muerte de Fernando VII, su sucesora, su hija Isabel II, es todavía menor de edad, por lo que se ocupa de la regencia su madre María Cristina de Nápoles. Pero a los pocos días del fallecimiento de Fernando VII, estalla la guerra civil, la Primera Guerra Carlista (1833-1839/40), isabelinos contra carlistas.
La guerra mostró la profunda división del país entre grupos sociales antagónicos, ideologías contrapuestas y concepciones irreconciliables del Estado y de la sociedad. La guerra fue mucho más que un simple conflicto sucesorio. No obstante, la cuestión sucesoria permitíó dotar a cada bando de un símbolo y de un nombre.
Los mandos carlistas contaban con Zumalacárregui y se encontraban en Cabrera. Contaban con el apoyo de las potencias absolutistas como eran Rusia, Prusia y Austria.
El bando cristino contó, por su parte, con el apoyo de Francia, Portugal y Gran Bretaña.
En 1837, se produjo una expedición real y un sitio de Madrid por los carlistas. La retirada carlista de Madrid marcó el punto y final de las esperanzas de Carlos V.
El cansancio y el desgaste hicieron mella y comenzaron a producirse disensiones en el bando carlista sobre continuar con la guerra o no.
En efecto, el desgaste de las poblaciones y del medio rural que sosténía a los carlistas, y del cansancio de las tropas ante la falta de avances importantes acabaron imponiendo el abandono de la lucha.
En 1839, el general Maroto rendía una parte importante del ejército ante el general liberal Espartero. Era el abrazo de Vergara.
Carlos V marchaba al exilio a Francia y el resto del ejército carlista acabó desapareciendo o resistiendo algunos meses.
En el convenio de Vergara se establecían dos cosas:
- Se licenciaba el ejército carlista con reconocimiento de grados y pagas, pudiendo integrarse quien lo quisiera en el ejército cristino.
- Se aceptaba el respeto a los fueros vascos y navarros.
La insatisfacción del clero y de Carlos V fue total. Carlos VI respaldaría y protagonizaría, posteriormente, levantamientos carlistas hasta la década de los 60 (1846-1849 Guerra dels Matiners).
No obstante, la derrota carlista en esta primera guerra, supuso el definitivo fin del Absolutismo y del Antiguo Régimen en España.
Las consecuencias de la Guerra Carlista fueron las siguientes:
- Necesaria inclinación de la monarquía hacia el Liberalismo. (Imprescindible si se quería comprometer a la burguésía y a los sectores populares de las ciudades en defensa de su causa y hacer frente al carlismo. Esto exigía poner fin al Absolutismo y al Antiguo Régimen).
- Protagonismo político de los militares y del ejército (guardianes del Liberalismo, jefes de los partidos políticos y pronunciamientos). Destacaron los generales Espartero, O´Donnell y Narváez.
- Costes humanos y enormes gastos (problemas financieros).
A partir de este momento se produjo una evolución política en la regencia de María Cristina y el reinado de Isabel II. Se produjo una tapa de construcción y establecimiento del Estado Liberal.
El programa inicial de la regente estaba claramente en la línea de un reformismo ilustrado. Cea Bermúdez (absolutista moderado)
Se hizo cargo del gobierno en 1833. Pero lo único destacable de este gobierno fue la división provincial de Javier de Burgos de 1833 y ante el escaso perfil reformista de Cea, éste fue sustituido.
La Guerra Civil, contra los carlistas, marcaba el desarrollo de los acontecimientos y Martínez de la Rosa era elegido nuevo jefe de gobierno.
El programa inicial de la regente había arrancado, claramente, en la línea de un reformismo ilustrado o administrativo. Como hemos dicho, la Guerra Civil hizo que el programa inicial cambiara. Dado que se necesitaba apoyo de los liberales para defender la regencia y el trono de Isabel II (la mayor parte del ejército era de tendencia liberal), se decretó una amplia amnistía para los liberales exiliados.
En efecto, la Guerra Civil y la necesidad del apoyo de los liberales, hizo ceder a la regente y optar por el Liberalismo, eso sí, muy moderado.
Así, Martínez de la Rosa, buscando el entendimiento con los liberales moderados, promulgó, en plena Guerra Civil, en 1834, el Estatuto Real.
Regencia de María Cristina (1833-1840)
El Estatuto Real de 1834, promulgado por Martínez de la Rosa, era una Carta Otorgada (no reconocía la soberanía nacional), que establecía Cortes bicamerales (próceres y procuradores), prácticamente de función consultiva y de sufragio censitario muy restringido.
El Estatuto Real provocó la división definitiva del Liberalismo: los que aceptaban la situación (moderados) y los que pedían una constitución emanada del pueblo (progresistas).
La Corona y los antiguos sectores privilegiados apoyaron a los moderados.
La Guerra Civil continuaba. El ejército estaba descontento y la situación económica era desastrosa. Cada vez aumentaba más la tensión en las calles y en los sectores populares y el ambiente se inclinaba a favor de los progresistas.
En 1835, se produjeron tumultos urbanos de carácter progresista que exigían cambios reales en sentido progresista (ampliación de libertades y de sufragio).
En este momento se forman las Juntas Revolucionarias y las revueltas urbanas se van sucediendo por todo el país.
Así, la regente encarga formar gobierno a los progresistas y Juan Álvarez Mendizábal es nombrado primer ministro.
El gobierno necesitaba con urgencia dinero. El crédito exterior estaba descartado ante el riesgo, temido por los bancos, de que los fondos prestados no pudieran ser devueltos.
Mendizábal decidíó, entonces, en 1836, impulsar la desamortización de los bienes eclesiásticos. El objetivo principal era recabar amplios recursos nacionales.
La desamortización consistía en la expropiación de los bienes de la Iglesia (su nacionalización) y su posterior venta en subasta pública.
Los objetivos de la desamortización eran: recabar amplios recursos con la venta de bienes nacionales, obtener el respaldo necesario para la petición de créditos en el exterior y acabar con la guerra, superar el déficit de la Hacienda y amortizar la deuda pública, mermar la influencia contrarrevolucionaria de la Iglesia, vincular sectores sociales con el Liberalismo, y, a largo plazo, fomentar el desarrollo de la agricultura.
Además se suprimíó el pago del diezmo, como medida para atraerse al campesinado, pero el campesinado no se vio beneficiado por la desamortización, ya que los lotes de tierras fueron comprados por los ricos propietarios, sectores capitalistas y especuladores.
Mendizábal propónía, además, cambios políticos (ampliación del sufragio y ampliación de los derechos fundamentales).
Pero la regente intentó frenar la desamortización y el resto del programa de Mendizábal, por considerarlo demasiado radical, por lo que Mendizábal se encontró sin el apoyo necesario y, en 1836, fue destituido y la desamortización quedó aplazada.
En este momento, la regente encarga la formación de gobierno al moderado Istúriz, en 1836.
La división entre moderados y progresistas, se hace, entonces, más aguda.
En este mismo año, se producen sublevaciones progresistas en las ciudades y los pronunciamientos de los sargentos de la guardia real en la Granja.
Con estas sublevaciones y pronunciamientos, se produce el triunfo del progresismo, que hace que María Cristina encargue la formación de gobierno al progresista Calatrava.
Al mismo tiempo, el Estatuto Real de 1834 es anulado y se proclama la Constitución de 1812.
Pero, en 1836, las nuevas cortes eran constituyentes y dominadas por progresistas, el objetivo era elaborar una nueva constitución y desmantelar el Antiguo Régimen.
Así surgíó la Constitución de 1837 y se implantó definitivamente el Régimen Liberal.
La Constitución progresista establecía la soberanía nacional, los derechos y libertades individuales, la división de poderes, las Cortes bicamerales y el importante papel de las Cortes, pero también amplias prerrogativas para la Corona y una ley electoral de sufragio censitario algo más amplio.
Mendizábal fue repuesto como ministro de Hacienda y se procedíó a la reforma agraria liberal, llevando a cabo la desamortización eclesiástica de Mendizábal, en 1837.
Además el programa progresista se completó con la supresión de los mayorazgos y vinculaciones (los propietarios fueron libres para poder vender sus patrimonios en el mercado sin trabas) y la abolición del régimen señorial
(la jurisdicción paso totalmente a la nacíón y las tierras (señorío territorial) se transformaron en propiedad privada del antiguo señor. El antiguo señor se convirtió en el nuevo propietario pleno y muchos campesinos pasaron a la condición de arrendatarios o jornaleros).
La regente intentó impedir la aplicación de las reformas progresistas, convocando, en 1837, elecciones en las que ganaron los moderados, y consiguiendo paralizar las reformas.
Comenzó, entonces, el liberalismo moderado (1837-1840).
Los moderados intentaron controlar la actividad política aplicando una nueva Ley Electoral que elevaba el nivel de renta necesario para poder votar. Además, el gobierno se atribuyó el derecho de nombrar a los alcaldes (Ley de Ayuntamiento o Municipal).
Los progresistas quedaban imposibilitados para acceder al poder por las vías legales. El poder empezó a ser un monopolio permanente de los moderados y el único recuso que les quedaba a los progresistas era la insurrección. Así, una oleada de protestas recorríó el país en 1840. La agitación continuó y acabo en una insurrección generalizada.
Así, en 1840, con los levantamientos progresistas, se organizaron Juntas Revolucionarias Progresistas en las principales ciudades.
La regente ató de recurrir al general Espartero para controlar el movimiento progresista, sin embargo, Espartero se negó a utilizar el ejército contra los ayuntamientos progresistas y las Juntas pidieron a Espartero que anulase la Ley Municipal, pidiendo también la destitución de María Cristina.
Fue así como, en 1840, ante la presión popular, y sin el apoyo del ejército, María Cristina renuncia a la regencia.
En este momento, comienza la regencia del general Espartero con dominio de los progresistas (1840-1843).
Espartero convocó elecciones que dieron la mayoría parlamentaria a los progresistas y su regencia permitíó la conclusión, e incluso ampliación, de la desamortización eclesiástica iniciada por Mendizábal en 1836.
En efecto, un decreto de 1841 establecía la desamortización de los bienes del clero secular, bienes principalmente urbanos.
Como unos años antes, esta ampliación de la desamortización, benefició a grupos financieros, ricos propietarios, sectores capitalistas y especuladores.
Pero la política que hacía Espartero era personalista y autoritaria, sin someterse al Parlamento, por lo que el regente fue perdiendo, incluso, el apoyo de los progresistas y distanciándose de un sector del ejército.
En 1841, fracasaba una conspiración del ejército dirigida por generales moderados, el general Narváez y el general O´Donnell.
Se estaba produciendo, además, la división del Progresismo:
- Por un lado, progresistas (clases medias).
- Por otro lado, demócratas (sobre todo republicanos, con sufragio universal y soberanía popular. Intentaban conectar con los sectores populares).
En 1842, se produjo una revuelta en Barcelona con el objetivo de Espartero de instaurar el Librecambismo y malestar obrero por la política liberalizadora del Gobierno. Se produjo un asedio y un bombardeo a la ciudad, en el que el prestigio de Espartero cayó por los suelos. Se acentuaba, además, la división del Progresismo.
Fue así como la oposición contra Espartero se generalizó y se extendíó a otras ciudades, apareciendo incluso en las Cortes. A principios de 1843, la situación era caótica, muchos progresistas descontentos, dirigieron la oposición contra Espartero, al que consideraban un tirano que pisoteaba la Constitución. Además, un sector importante del ejército, dirigido por el general moderado Narváez, se pasó abiertamente a la insurrección. Las ciudades, los demócratas, los progresistas, parte del ejército y los moderados, formaban, ahora, un frente unido contra Espartero.
Finalmente, en 1843, se produjo un pronunciamiento triunfante del general Narváez.
Espartero, sin apoyos, abandona el país en este mismo año.
Con Espartero al exilio se produce la definitiva división y hundimiento de los progresistas.
En efecto, los progresistas, a pesar de sus intentos, perdían el poder.
En 1843, Isabel es declarada mayor de edad.
Comienza, en este momento, el reinado personal de Isabel II (1843-1868).
Reinado personal de Isabel II (1843-1868)
La ausencia de Espartero y el hundimiento de los progresistas dejó el camino libre a los moderados, en cuyas manos quedó el Gobierno, contando, además con el apoyo de la Corona y gran parte del ejército.
Se restablecíó la Ley Municipal de 1840, la prensa progresista fue cerrada y los levantamientos progresistas fueron aplastados.
En las elecciones de 1844, a Cortes Constituyentes, ganaron los moderados.
En 1844, con Narváez como jefe de gobierno, se desmanteló definitivamente la rebelión urbana y progresista y se inauguró una década de férreo dominio de los moderados, destacando, en ella, los generales Narváez y Bravo Murillo.
2) LA DÉCADA MODERADA (1844-1854)
Como hemos dicho, en 1844, en las Cortes Constituyentes dominaban los moderados y Narváez ocupaba la jefatura de gobierno.
Se comenzaron a producir detenciones progresistas, cierres de prensa progresista, aplastamientos de intentos de insurrección y represión en las calles. Se pretendía con ello acabar con la etapa revolucionaria anterior. Asistimos, por tanto, aun control absoluto del poder político por parte de los moderados. Su objetivo era conseguir el orden social y la autoridad, alejándose tanto de la reacción carlista como de la revolución popular y progresista.
En este mismo año, se creó la Guardia Civil con el objetivo del mantenimiento del orden público, sobre todo en el medio rural.
Se creó la Constitución de 1845, una Constitución moderada que recogía el liberalismo doctrinario, la soberanía compartida entre la Corona y las Cortes (más poder para el Ejecutivo, en manos del rey que designa a los ministros, y menos atribuciones para el Legislativo), Cortes bicamerales, fuertes recortes a las libertades y declaración de derechos muy teórica, sufragio censitario muy restringido, Estado católico (el Estado mantiene el culto y el clero) y además, ayuntamiento y diputaciones sometidos a la administración central.
La Constitución del 45 excluía a los progresistas del poder y el pronunciamiento se convirtió en su única posibilidad de acceder a él.
Isabel II juró esta Constitución, producíéndose una sintonía y un apoyo entre la reina y el moderantismo constante durante todo el reinado.
En 1845, se produce también la reforma de Mon-Santillán de la Hacienda Pública. Se trató de una reforma fiscal, que racionalizaba el sistema impositivo, centralizaba su recaudación en manos del Estado y combinaba impuestos directos e indirectos. Su vigencia perduró hasta bien entrado el Siglo XX.El objetivo era aumentar los ingresos de la Hacienda Pública y equilibrar la balanza presupuestaria.
Otras leyes unificadoras fueron en 1845 la Ley de Administración local (control desde el gobierno central) y en 1848 el Código Penal y la elaboración del proyecto del Código Civil. Se abordó, también, la reforma de la administración pública, de la administración territorial y la adopción del sistema métrico decimal. Se establecíó, asimismo, un sistema nacional de instrucción pública completado en 1857 con la Ley Moyano.
Se mejoraron las relaciones con la Iglesia, firmando el Concordato de 1851. De esta manera, la Iglesia perdía sus facultades territoriales y jurisdiccionales pero obténía el reconocimiento del Estado en su papel en la enseñanza y del matrimonio canónico como único legítimo. El Estado establecía una dotación de culto y clero en sus presupuestos.
Pero los gobiernos moderados actuaron de forma arbitraria, manipulando las elecciones y reduciendo la importancia de las Cortes. La vida política se desarrolló alrededor de la Corona y de las camarillas. En 1851, el moderado Bravo Murillo, cuya política era aún más derechista, ocupó la jefatura de gobierno. Y en 1852, pretendíó hacer una reforma constitucional con la intención de otorgar mayor poder a la Corona y de limitar los derechos y libertades individuales (prácticamente volver al Estatuto Real de 1834). Pero en ese mismo año,1852, sin apoyos, ni siquiera de los moderados, presenta su dimisión.
Se suceden, después, varios gabinetes moderados con claros signos de debilidad y descomposición.
Los gobiernos moderados eran ineficaces y autoritarios, y estaban cada vez más alejados de la situación real del país, desprestigiados y solo sostenidos por el apoyo de la Corona y parte del Ejército.
Progresistas y demócratas pensaron, en este momento, en unir sus fuerzas, pensando en la conspiración y en el pronunciamiento frente al gobierno, como única solución.
De esta manera, en 1854, la situación para el gobierno moderado era insostenible. En las calles había descontento, tensión política y agitación social.
Se produjo, entonces, un pronunciamiento dirigido por O´Donnell y Serrano. Y en este mismo momento, en Vicalvaro, se produce un choque entre las fuerzas gubernamentales y los sublevados al mando de O´Donnel y Serrano. Fue la llamada Vicalvarada.
Se publica, en este momento también, el manifiesto de Manzanares, hecho por Cánovas, consiguiendo un respaldo masivo de los progresistas. Las movilizaciones populares comienzan a sucederse en varias ciudades españolas y el movimiento se extiende también a los demócratas. Es la Revolución de 1854.
Es entonces cuando Isabel II acepta la caída del gobierno moderado y llama a formar gobierno a Espartero, el cual pacta con O´Donnel.
Espartero sería el presidente del gobierno y O´Donnel, ministro de la guerra. Poder se encontraría, por tanto, en manos de O´Donnel y Espartero.
EL BIENIO PROGRESISTA (1854-1856)
El progresismo estaba de nuevo en el poder gracias a la movilización popular. El nuevo gobierno intentó restablecer los principios del progresismo, y, para ello, se reinstauró la Constitución de 1837 y, con un censo electoral menos restringido, se convocaron Cortes Constituyentes, en las cuales se produjo una mayoría progresista.
En estas nuevas Cortes, se formó un nuevo grupo político conocido como la Uníón Liberal, con vocación de centro, a cuyo frente se colocó O´Donnell, y cuya influencia fue creciendo a lo largo del tiempo hasta convertirse en un partido conservador, pero manteniendo formas centristas.
Demócratas y republicanos se manténían en la oposición.
Los principales partidos españoles o, más bien, agrupaciones políticas alrededor de personalidades eran el carlismo y los liberales.
Dentro de los liberales se podían encontrar las siguientes divisiones:
Moderados
: eran conservadores. Defendían el Liberalismo doctrinario, la soberanía compartida entre el Rey y las Cortes, las Cortes bicamerales, el limitado ejercicio de derechos políticos y el fuerte gobierno central, el orden social y la defensa de la propiedad, la oligarquía, el acercamiento a la Iglesia y el sufragio restringido censitario. Sus representantes eran Narváez y Bravo Murillo.Progresistas
: eran antiguos exaltados. Defendían la soberanía nacional, el predominio de las Cortes, el Sufragio menos restringido, los derechos y las reformas menos limitadas, la libertad de cultos, los intereses de la clase media y sectores populares urbanos y la reforma agraria. Pero dado el moderantismo de la Corona, solo podían alcanzar el poder por medio de pronunciamientos. Sus representantes eran Mendizábal, Espartero y Prim.
Dentro de los progresistas, en 1849, surgieron los demócratas, que defendían la soberanía popular, los derechos y libertades individuales y colectivos, el sufragio universal, la libertad de cultos y el abrir el sistema a clases a populares.
Algunos moderados y progresistas, a su vez, formaron la Uníón Liberal, con vocación de centro. En ella se defendía el eclecticismo político y eran los descontentos del moderantismo pero sin llegar al progresismo. Su objetivo era mejorar lo presente sin destruirlo y contaba con el apoyo de la clase media. Sus representantes eran O´Donnel y Serrano.
En 1855, se produjo la desamortización de Madoz, la cual afectó a bienes del Estado, del clero y municipales. Afectó a todos los bienes que permanecían amortizados. Sus objetivos eran amortizar la deuda, equilibrar el presupuesto estatal y subvéncionar obras públicas como el ferrocarril.
Y sus consecuencias sociales fueron el definitivo deterioro de la economía campesina por la liquidación de bienes propios comunales y baldíos, y el surgimiento de una tensión con la Santa Sede por la violación del Concordato (liquidación del patrimonio de la Iglesia).
Se creó la Ley General de Ferrocarriles en 1855. Su objetivo era promover la construcción y extensión de la red ferroviaria, pero el resultado fue una construcción acelerada de vías y estaciones, resultando una infraestructura que no pudo rentabilizarse después, y cuya implantación no benefició ni a la industria ni a los capitales españoles.
Y se creó un nuevo marco constitucional, creándose la Constitución de 1856, que no llegó a ser promulgada, y es, por tanto, una constitución non nata, que recogía los postulados del pensamiento progresista: la soberanía nacional, las Cortes bicamerales, la limitación de los poderes de la Corona y del Gobierno, controlados, además, por las Cortes,amplios derechos individuales, autonomía para los ayuntamientos y libertad religiosa.
Además, la nueva Ley Electoral rebajaba la cuota censitaria.
Y se crearon también las Leyes financieras en 1856.
El gobierno pretendía acabar con la escasez de dinero en circulación y con la insuficiencia del marco jurídico financiero, para ello se regularon las instituciones destinadas a préstamos, se hizo una recaudación de impuestos y se produjo una promoción de empresas industriales.
Estas leyes permitieron desarrollar un sistema financiero, integrado por sociedades anónimas y con una concentración de capital en Madrid y en la periferia.
Surgía de esta forma un mercado financiero moderado, promoviendo la entrada de capitales y un clima de euforia en las bolsas.
No obstante, toda esta legislación progresista no satisfacía a las capas bajas de la sociedad, ni a los obreros, ni a los campesinos, cuyo nivel de vida no había mejorado en absoluto. Se produjeron, entonces, motines urbanos y rurales. La represión de estos motines provocó la escisión de los progresistas y unionistas y la crisis de la coalición gubernamental. El gobierno progresista había perdido el apoyo de las Cortes.
En estos años, 185571856, aumentó la conflictividad social y se produjo la sublevación de la Milicia Nacional (milicia progresista).
Finalmente, en 1856 se produjo la dimisión de Espartero, y O´Donnell, por medio de un Golpe de Estado, ocupa la presidencia del gobierno, reprimiendo las protestas, controlando la situación en las calles y paralizando las reformas. En Septiembre de 1856, un decreto restablecía la vigencia de la Constitución de 1845. El Bienio Progresista quedaba liquidado y los moderados vuelvían a ocupar el poder.
4) LA UníÓN LIBERAL Y LA CRISIS
Comenzaba de nuevo un Bienio Moderado (1856-1858) en el que destacaban Narváez, Armero Peñaranda e Istúriz. El objetivo político era conciliar la libertad y el orden. Pero en 1858, la Uníón Liberal retoma el poder.
Los partidos españoles que había en este momento eran los mismos que en el Bienio Progresista, con la diferencia de que dentro de los progresistas, además de los demócratas, se encontraban también los republicanos, los cuales se dividían en Unitarios, con Castelar al frente, y Federales, con Pi y Margall al frente.
Gobierno de la Uníón Liberal (1858-1863)
Este gobierno se caracterizó por la estabilidad política y el orden.
La Uníón Liberal se había convertido en un partido conservador convencido de la necesidad de mantener el orden y partidario de retomar una vida parlamentaria que devolviese el prestigio a las instituciones. El gobierno de O´Donnell fue flexible y tolerante, preocupándose por cuestiones prácticas. Éste fue un periodo de prosperidad económica. Pero en 1863, con el unionismo en crisis, O´Donnell abandonará el poder.
El objetivo del gobierno de la Uníón Liberal era unir a los partidos en sentido patriótico y dejar a un lado la problemática interior. Las colonias que poseíamos hasta el momento eran Cuba, Puerto Rico, Filipinas, Marianas, Carolinas y Palaos. Y teníamos una presencia en el norte de África, el Río de Oro y el Golfo de Guinea.
Durante este gobierno hubo una activa política exterior: Guerras de Prestigio, México, La Conchinchina y el Pacífico.
En África hubo una política marroquí: Victoria de los Castillejos, Tetuán y Ward Ras. Tratado de Ward Ras en Tetuán y ocupación de Ifni. Prestigio del general Prim.
– Gobiernos moderados 1863-1868
Los gobiernos moderados tenían al frente a Narváez y a González Bravo. Estos gobiernos marginaron a los progresistas, que acabaron pasándose al insurreccionalismo. Este periodo supone la ruptura de la estabilidad y la imposición del más reaccionario moderantismo.
En este momento se llevó a cabo una actuación subversiva de progresistas y demócratas contrarios al gobierno y a la propia reina y se produjo el levantamiento estudiantil de la Noche de San Daniel (1865) y el levantamiento de los sargentos del cuartel de San Gil (1866). Esta intentona había sido provocada por los progresistas y demócratas pero acabó en un fracaso. Este suceso supuso la caída de O´Donnell en 1866, el cual moría un año más tarde.
Los moderados en el poder iniciaron una política reaccionaria y autoritaria. Ante este giro inesperado, los unionistas acabaron separándose de Isabel II, que se quedó sola con el apoyo de los moderados.
En este momento, se produjo la crisis de 1866:
- Crisis financiera: Crisis de los ferrocarriles.
- Crisis agraria: Miseria, hambre, problema de la tierra, revueltas campesinas.
- Crisis industrial: Aumento del paro.
- Crisis económica: El gobierno responde con una represión durísima a las protestas.
- Crisis política: Dominio del moderantismo. Carácter ultra-conservador y descrédito de la monarquía.
En 1868, además, muere el general Narváez, un apoyo fundamental del trono, que solocontaba con el apoyo de los moderados, que ejercían un auténtico monopolio del poder.
El sexenio democrático (1868-1874)
1) LA REVOLUCIÓN DE 1868
En 1866, durante la crisis de la Uníón Liberal, se firma el Pacto de Ostende. Era un pacto entre demócratas y progresistas monárquicos, cuyo líder era Juan Prim, sumándose los unionistas comandados por Serrano, en el que se comprometían a acabar con el moderantismo y derrocar a Isabel II. Se convocarían por sufragio universal unas Cortes Constituyentes que decidirían el futuro de España: monarquía o república.
Los firmantes de este Pacto eran la llamada coalición revolucionaria,1868.
Hasta el momento, Isabel II solo se había granjeado antipatías. La monarquía estaba desprestigiada como institución y solo contaba con el apoyo de los moderados, que ejercían un auténtico monopolio del poder. El aislamiento y desprestigio del gobierno y del trono eran absolutos. La crisis económica espoleaba las ansias revolucionarias, al igual que lo hacían la alianza de los partidos para la forma de gobierno.
En 1868, se produce La Gloriosa o Septembrina.
La fórmula elegida y llevada a cabo fue el pronunciamiento de la escuadra mandada por el almirante Topete en la bahía de Cádiz (Proclama de Cádiz).
Un poco más tarde se incorporan al pronunciamiento el general Serrano y Juan Prim, firmando todos ellos un manifiesto, en el que explican las razones de la insurrección y proclaman “Viva España con honra”. La rebelión gaditana se fue extendiendo por toda España.
Progresistas, demócratas y unionistas apoyaban el pronunciamiento. El objetivo de Prim, Serrano y Topete era el cambio político.
Así, en 1868, se producen levantamientos populares urbanos y rurales y se crean las Juntas Revolucionarias. Se produce una radicalización social y propuestas revolucionarias (sufragio universal, descentralización de la política y república), las cuales van mucho más allá que las de los militares sublevados.
Son los sectores demócratas y republicanos.
En este momento, hay una dualidad de poderes (militares sublevados y Juntas) con objetivos distintos.
Desde Madrid, el gobierno moderado envía fuerzas para acabar con los sublevados producíéndose el enfrentamiento de Alcolea, en Septiembre de 1868, en el cual las tropas gubernamentales son derrotadas por los sublevados al mando de Serrano. Así, Madrid se suma al levantamiento e Isabel II pierde el trono, y ella y su familia se ven obligados a abandonar España.
En Octubre de 1868, se formó un gobierno provisional, que intentó suavizar la revolución y cuyo presidente fue Serrano.
En este momento, se encuentran por un lado los republicanos y por el otro, la coalición gubernamental formada por progresistas, unionistas, demócratas y monárquicos.
Las Juntas revolucionarias fueron disueltas y el gobierno provisional garantizó el orden social y aseguró el control político del país, además de decretar la libertad de imprenta, de asociación y el sufragio universal. También se creó la peseta como unidad monetaria. Pero la cuestión de la forma política estaba pendiente, por lo que el gobierno provisional convocó elecciones a Cortes Constituyentes para el 15 de Enero de 1869.
En Octubre de 1868, estalla también en Cuba una sublevación de carácter autonomista con la proclamación del Grito de Yara. El líder de este movimiento fue Carlos Manuel de Céspedes. La Insurrección enseguida se extendíó por toda la isla. Ésta sería la Guerra de los Diez Años.
En las elecciones de 1869, las Cortes Constituyentes obtuvieron una amplísima mayoría los integrantes gubernamentales, obteniendo 236 diputados monárquico-democráticos (progresistas, unionistas y demócratas monárquicos).
2) LA CONSTITUCIÓN DE 1869
La nueva Constitución de 1869, fue una Constitución democrática que defendía la monarquía constitucional y parlamentaria, la soberanía nacional y la división de poderes, las Cortes Bicamerales con poder legislativo, la Corona que reina pero no gobierna (gobierno en manos de sus ministros), los Tribunales independientes, amplios derechos individuales y libertades, sufragio universal, elecciones para ayuntamiento y diputaciones, la libertad religiosa aunque el Estado debe mantener el culto y clero católicos.
Promulgada la Constitución quedó establecida una Regencia temporal, dado que había que buscar un rey para España.
Así comenzó la regencia de Serrano (1869-1870), con Prim como jefe de gobierno.
A pesar del carácter democrático de la Constitución, su naturaleza monárquica no satisfacía a los republicanos y, en Septiembre y Octubre de 1869, se produjeron insurrecciones republicanas, con bastante repercusión en las zonas periféricas de España, pero que fueron fácilmente desactivadas. La tradicional división de los republicanos (unionistas y federalistas) ya estaba planteada, aunque la cuestión más importante de la Regencia era encontrar un rey.
3) EL REINADO DE AMADEO DE Saboyá
Finalmente, las Cortes españolas eligieron a Amado de Saboyá, hijo de Víctor Manuel II rey de Italia y candidato de Prim y de los progresistas, como rey de España.
Así comienza el reinda de Amadeo I (1871-1873), con Prim como el principal valedor de la monarquía, el cual morirá unos días antes de la llegada de Amadeo a España.
Reinado de Amadeo I. Monarquía democrática (1871-1873)
La muerte de Prim dividíó a la coalición gobernante (unionistas-progresistas-monárquica), y dejó al rey en una débil posición. Su muerte había escindido a los progresistas, los cuales eran el único apoyo de la Corona. Estos se dividirían en constitucionalistas, Partido Constitucionalista con Sagasta al frente, unido a los unionistas, y radicales, Partido Radical con Ruiz Zorrilla al frente, eran los descontentos con la monarquía y cercanos a los republicanos.
Entre ambos grupos se producían continuos enfrentamientos, lo que provocó una fuerte inestabilidad y crisis política durante el periodo. La evolución política de todo el reinado se caracterizó por la agitación, la división, el desgaste y la inestabilidad. Las crisis de gobierno se sucedieron sin solucionar ningún problema y la aristocracia, el clero, muchos artesanos, parte del ejército, los moderados y amplios sectores populares negaron su apoyo del rey.
Pero esto no era todo, surgieron más problemas durante el reinado de Amadeo I. La guerra en Cuba continuaba. En la isla se estaba desarrollando una auténtica guerra de desgaste impuesta desde España. Ni los españoles ni los autonomistas fueron capaces de inclinar la balanza a su favor, pero además, los sublevados cubanos contaban con el apoyo norteamericano.
Por si eso fuera poco, en 1872, Carlos VII entra en España y da la orden para un levantamiento general, dando lugar a la Tercera Guerra Carlista.
Con la libertad de asociación aparecieron también las organizaciones y movimiento obrero vinculados a la I Internacional. Este movimiento obrero rompía sus lazos con los partidos burgueses salvo con el republicanismo. Así se formaron los grupos anarquistas y marxistas (socialistas), predominando la corriente anarquista. Estos iban contra el Capitalismo, el dominio de la burguésía, la propiedad privada y la miseria obrera y campesina.
Por un lado, la opción republicana, divididos en unitarios y federalistas, era una amenaza real para el régimen.
Por otro lado, la opción de la Restauración monárquica en la persona de Alfonso de Borbón, iba cobrando cada vez más fuerza y contaba con el apoyo de la nobleza, Iglesia, Ejército y con una cada vez mayor base política. Aquí estaban Cánovas del Castillo y el partido alfonsino.
Todos estos problemas y la crisis política desgastaron el reinado de Amadeo I. El rey se sentía aislado y sin apoyos políticos, y las fuerzas políticas opuestas al régimen (republicanos y alfonsinos) iban ganando cada vez más adeptos. De esta manera, en 1873, en un ambiente de crisis y conspiración, Amadeo de Saboyá renuncó al trono.
4) LA PRIMERA REPÚBLICA
Las propias Cortes monárquicas del reinado de Amadeo proclamaron de forma ordenada y pacífica la República el 11 de Febrero de 1873, en la que se eligió como presidente a Estanislao Figueras.
Fracasada la monarquía, la opción republicana fue considerada la solución más fácil y el camino más viable hacia la organización democrática de España. Sin embargo, gran parte de la cámara seguía siendo monárquica y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los Borbones al trono español.
La Primera República Española, desde el punto de vista internacional contó con escasos apoyos, por lo que se la aisló internacionalmente.
En 1873, el horizonte económico de España era de crisis, a lo que había que sumar las destrucciones por las guerras carlistas y las continuas revueltas sociales. La República, más preocupada por los cambios políticos que socioeconómicos, decepciónó a los sectores populares que identificaron República con revolución social. Esta decepción condujo a estos sectores hacia el movimiento obrero (anarquismo o socialismo) o hacia el carlismo, y en ambos casos hacia acciones violentas contra el gobierno. Por su parte, el campesinado, también decepcionado con la República, también protagonizó varias revueltas.
Únicamente una exigua clase media apoyó a la República. Las clases altas y el Ejército no la apoyaron en ningún momento por considerar que amenazaba sus privilegios.
La situación era la siguiente:
- Tensiones dentro de la 1º República entre unitarios y federalistas.
- La guerra en Cuba.
- Carlos VII, Tercera Guerra Carlista.
- Malestar de los sectores populares y de las clases obreras y campesinas.
En este momento, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes en las que obtuvieron una amplísima mayoría los republicanos federalistas.
Así, las nuevas Cortes definieron el nuevo régimen como una República federal.
Pero, abrumado por los problemas (falta de recursos, desorganización del ejército), Estanislao Figueras dimite.
Se formó, entonces, un nuevo gobierno bajo la presidencia del federalista Pi y Margall.
Se procedíó también a la elaboración de una constitución republicana de carácter federal. El gobierno pretendíó establecer una estructura federal desde arriba, siguiendo y respetando las leyes y el orden. Se proyectó así una nueva Constitución: Constitución republicana federal de 1873, que se quedó en un simple proyecto. Era de carácter democrático y defendía la ampliación de la declaración de derechos, la separación Iglesia-Estado y la organización federal del Estado en la que la Nacíón estaba compuesta por 17 estados y tenía una estructura descentralizada.
Sin embargo, muy pronto se produjeron movimientos radicales e insurreccionales que intentaron implantar el federalismo desde abajo, y que desestabilizaron el nuevo régimen. Fue el movimiento cantonalista o revolución cantonal, que quería establecer el federalismo de abajo hacia arriba. Desde la federación de unidades más pequeñas hasta la conformación del Estado.
Se formaron cantones libres, como poderes locales independientes, que no reconocían el poder central y que deseaban avanzar en las reformas sociales y económicas. El movimiento fue protagonizado por estudiantes, políticos locales, tenderos, artesanos y obreros.
El punto fundamental del cantonalismo fue Cartagena.
El anarquismo español apoyó al cantonalismo y le proporciónó sus aspiraciones de revolución económica y social.
El Cantonalismo supuso la dimisión de Pi y Margall. El nuevo presidente, Nícolás Salmerón endurecíó la postura de gobierno, utilizó al ejército y procedíó a someter a los cantones. La República rectificó el rumbo y optó por una posición más centrista y defensora del restablecimiento del orden público. El nuevo presidente representaba esta política. El ejército se constituyó en el único garante del orden y barrera contra la revolución social.
El gobierno de Salmerón supuso un giro conservador. Su objetivo fue sofocar el cantonalismo y recuperar el orden social, como frenar el avance carlista. Pero l rechazo de Salmerón a firmar penas de muerte supuso su dimisión y el nombramiento del presidente Emilio Castelar.
Castelar buscó el apoyo de las clases conservadoras y del Ejército para solucionar el problema cantonalista y carlista. Debido a la inestabilidad reinante, establecíó una política autoritaria y de orden recortado, y las libertades individuales. El giro a la derecha de la República estaba claro. Castelar reinó con plenos poderes y llegó a hacerlo con el Parlamento cerrado.
Finalmente, los últimos cantones fueron sometidos, producíéndose en 1873 el fusilamiento de los cantones sublevados.
El Rechazo de parte de los diputados y una moción de censura a la política de Castelar provocaron la derrota y la dimisión del presidente.
En este momento, comenzaron a producirse enfrentamientos entre los propios republicanos. Surgíó la posibilidad de toma de poder por parte de los federalistas y temor al cantonalismo. Era inminente la formación de un gobierno de izquierdas.
De esta manera, el general Pavía ordena el asalto al Parlamento. En Enero de 1874, la ocupación de los principales puntos estratégicos de Madrid completó la acción. Apenas hubo resistencia ni política ni popular. El general Pavía puso fin a la Primera República. El Ejército rechazó la postura federal y asumío el papel de mantenedor del orden y salvador de la Patria.
El Golpe de Estado de Pavía y disolvíó el Parlamento y comenzó la República militar de Serrano (1874-1875), de carácter conservador.
El gobierno de Serrano restablece el orden público, produciendo represiones sobre los republicanos, que sofocaron los rescoldos de la agitación cantonalista e intentando aplacar la guerra carlista.
El gobierno de Serrano decretó, también, la ilegalidad de las asociaciones obreras, obligándolas a entrar en la clandestinidad.
A medida que toda esta situación se complica en España, desde sectores moderados y unionistas, incluso los demócratas, se va ampliando la base social del partido monárquico alfonsil. Le apoyaron la Iglesia, la Aristocracia y el Ejército. Su líder es Cánovas del Castillo y cada vez son más los sectores políticos y sociales que entienden que España debe restaurar la monarquía en la persona del Príncipe Alfonso, hijo de Isabel II.
El cansancio de la burguésía conservadora y el miedo a la radicalización política y social producen el anhelo de un gobierno estable, moderado y defensor del orden.
Esta nueva situación, las expectativas que había y este cansancio van a ser explotados por Cánovas del Castillo para restaurar la monarquía en Alfonso de Borbón.
Cánovas del Castillo intentó atraerse al ejército, ya que comprendíó que era un elemento fundamental de la situación, intentando atraerse a Serrano. Pero también era consciente de que lo que en definitiva convertiría a Alfonso en rey de España sería un movimiento de opinión favorable. En este contexto se publica, a finales de 1874, el Manifiesto de Sandhurst.
LA RESTAURACIÓN (1875-1902)
1) EL SISTEMA POLÍTICO
La burguésía estaba cansada de la inestabilidad del Sexenio Democrático y tenía miedo a la radicalización política y social. Por lo que se produjo un viraje de la burguésía hacia posiciones conservadoras y moderadas.
El fracaso republicano había despertado el anhelo de la restauración monárquica, del orden y de la estabilidad.
Esta nueva situación, las expectativas que abría y ese cansancio fueron explotados por Cánovas del Castillo, el artífice de la RestauraciónMonárquica
Cánovas del Castillo intentó atraerse al Ejército, ya que comprendíó que era un elemento fundamental en la situación, intentando atraerse a Serrano. Pero también era consciente de que lo que en definitiva convertiría a Alfonso en rey de España sería un movimiento de opinión favorable. Su proyecto se basaba en el principio de la conciliación. Cánovas deseaba que su opinión se impusiera como resultado de un estado de opinión y no por un pronunciamiento militar más. Deseaba la vuelta de la monarquía de una manera pacífica.
De esta manera, presentó al príncipe Alfonso como el candidato idóneo al trono buscando el mayor apoyo posible e intentando crear una corriente de opinión favorable para él. En este contexto y para estos fines se publicó, a finales de 1874, el Manifiesto de Sandhurst. En este manifiesto expónía Alfonso sus ideales conciliadores y sus ideas políticas.
En este manifiesto la propuesta consistía en integrar al mayor número de fuerzas políticas, se dejaba claro que la solución alfonsina no era la de un rey absolutoy que era posible la coincidencia en una constitución, se aseguraba que en Alfonso coincidían el liberalismo y el cantonalismo, Alfonso garantizaba una monarquía dialogante y constitucional y una voluntad de integrar en su nuevo régimen buena parte de los progresos políticos recogidos en el Sexenio pero eliminando sus aspectos más radicales y ofrecía pues, estabilidad política y orden social.
El 29 de Diciembre de 1874, se produjo un pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos proclamando rey de España a Alfonso XII, el cual fue acogido por el Ejército y las fuerzas políticas conservadoras. El pronunciamiento militar solo precipitó los acontecimientos.
Cánovas mostró su desacuerdo, pero admitíó los hechos consumados.
El general Serrano tomó el camino del exilio y el 31 de Diciembre de 1874, quedó formado un Ministerio de Regencia, presidido por Cánovas para aguardar la llegada del nuevo rey.
En 1875, el nuevo monarca llega triunfante a España. Comienza así su reinado y la Restauración.
RESTAURACIÓN (1875-1931)
Alfonso XII (1875-1885)
Regencia de María Cristina (1885-1902)
Alfonso XIII (1902-1931):
Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930)
Fin al reinado de Alfonso XIII (1930-1931)
La Restauración, supuso la vuelta a la continuidad dinástica, al orden social, a la paz y a la estabilidad política y al predominio de los principios del liberalismo moderado, todo ello bajo la burguésía conservadora y con el apoyo de la Iglesia y el ejército.
Alfonso XII (1875-1885)
Se produjo un periodo de pacificación y de construcción y consolidación del sistema político canovista.
Después de algunas acciones militares en Cataluña y Valencia, en 1875, se concentraron todas las fuerzas gubernamentales en el Frente Norte (Vascongadas y Navarra).
En 1876, las tropas gubernamentales ocuparon Montejurra y Estalla. Las tropas carlistas tuvieron que rendirse y Carlos VII tuvo que cruzar la frontera francesa. La Tercera Guerra Carlista había terminado.
El fin de la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), supuso la derrota del carlismo, que desaparecíó como amenaza militar, producíéndose la consolidación del sistema canovista.
Cánovas diseñó, entonces, el sistema político de la Restauración: un sistema estable y sólido. La Restauración no debía tener ni vencedores ni vencidos. Su inspiración, el modelo inglés.
Cánovas, al copiar el modelo inglés pretendía que, al igual que en la Gran Bretaña, existiera en España un sistema de dos partidos que se turnasen en el poder y que hubiese un equilibrio entre la Corona y el Parlamento, entendiendo que España necesitaba una constitución moderada y flexible.
2) LA CONSTITUCIÓN DE 1876
La constitución de 1876 fue de carácter moderado y flexible. A finales de 1875, se habían convocado elecciones, con sufragio universal, para Cortes constituyentes. Los resultados electorales dieron una cómoda mayoría canovista.
La Constitución de 1876 era un texto flexible y ecléctico, permitía el ejercicio del gobierno a los partidos que aceptaran el sistema y la monarquía, era una síntesis entre la constitución de 1845 y 1869, tenía una amplia declaración de derechos pero sin concretar, no se fijaba el tipo de sufragio a utilizar (voto censitario), la soberanía era compartida entre la Corona y el Parlamento, el poder ejecutivo estaba en manos de la Corona, que eligía y revocaba al jefe de gobierno, las Cortes eran bicamerales, se abolían los fueros vascos y navarros, se fijaba la oficialidad de la religión católica y obligación para el Estado del mantenimiento del culto y del clero, se fijaba la libertad a escala privada de cultos y se ponían las diputaciones y los ayuntamientos bajo control gubernamental, Estado centralizado.
Respecto a la pacificación, se enviaron tropas españolas a la Guerra de los Diez Años en Cuba. Estas tropas provénían de los estratos más humildes de la sociedad española. Pero se podía evitar ser militarizado siempre y cuando se tuviera el capital suficiente para pagar la redención en metálico. Esto fue provocando un mayor rechazo popular que fue progresivamente en aumento.
Se produjo una actuación militar, con una victoria española y la paz de Zanjón en 1878. Se consiguió una amplia amnistía para los insurrectos, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas autonomistas.
El sistema canovista se hizo más fuerte, pero la resolución del sistema no fue definitiva. Entre 1879 y 1880 estalla la Guerra Chiquita por el retraso o incumplimiento de las reformas, y los intereses norteamericanos sobre la isla de Cuba seguían ahí.
En 1880, se formó el partido liberal y se creó el sistema bipartidista. Los partidos dinásticos, eran los partidos conservador y liberal. Ambos se alternaban en el poder, estableciendo un turno pacífico.
Estos grupos políticos no representaban a la sociedad real, ni a los colectivos sociales concretos, ya que marginaban a grupos sociales enteros como el proletariado. Eran partidos de minorías, de notables, parlamentarios, que obedecían a un líder y que eran cantera para la promoción personal de sus militares.
El funcionamiento del sistema era el siguiente: Cuando el partido en el gobierno sufría un proceso de desgaste político y perdía la confianza de las Cortes y del rey, el monarca llamaba al jefe de gobierno del partido de la posición a formar gobierno. Entonces el nuevo jefe de gobierno convocaba elecciones, que siempre acababa ganando, con el objetivo de conseguir el número de diputados necesarios para formar una amplia mayoría parlamentaria que le permitiese gobernar.
Era el llamado turno pacífico (alternancia en el gobierno) de los partidos dinásticos.
Pero la práctica política comenzó a basarse en el fraude y la manipulación electoral (adulteración del voto). Se usaban:
- El encasillado: Candidatos electorales bien vistos por el gobierno (candidatos oficiales, que serían elegidos sí o sí).
- El pucherazo: Falsificación del censo, voto de personas muertas, no permitir votar a las vivas, manipulación de las actas electorales, compra de votos, amenazas, violencia.
La práctica política se basó, principalmente, en la oligarquía y el caciquismo (orientación del voto).
El cacique era un miembro de la élite local o comarcal, con un fuerte arraigo en ese medio geográfico, económico y social, con un absoluto predominio e influencia personal y con una marcada función de intermediario entre esa sociedad local y el Estado. El cacique como agente político se convertía en dispensador de favores a cambio de votos. Era el amo y señor de los pleitos rurales.
Pero la consecuencia fue la falta de veracidad de los resultados electorales. Además, al llegar el gobierno no tenía nada que ver con ganar las elecciones, sino con ser el partido escogido por el rey para formar gobierno.
La capacidad de manipulación y de fraude electoral era mucho mayor en el campo que en la ciudad.
Los partidos dinásticos eran los partidos del sistema, y estos eran el Partido Conservador y el Partido Liberal. Quedaban fuera del sistema por la izquierda el anarquismo, el marxismo o socialismo (1879 fundación del PSOE) y el Republicanismo, mientras que por la derecha se quedarían fuera los nacionalismos catalán, gallego y vasco; y el Carlismo.
Hasta ahora, gracias a la pacificación, se ha conseguido que Cánovas sea el gran protagonista del momento. Ha conseguido:
- La restauración de la monarquía borbónica.
- Un sistema político estable y basado en el orden social. Tenía el apoyo de la burguésía.
- El fin de la intervención política de los militares y de los pronunciamientos. Tareas militares exclusivamente en el ámbito castrense. El ejército se convierte en uno de los grandes pilares del régimen.
- La Constitución de 1876 que era suficientemente elástica.
- La creación de dos partidos y la práctica del turno pacífico del poder.
- La consolidación del poder civil.
La consecuencia del sistema canovista: un sistema estable, que ofrece paz y orden social, pero basado en el caciquismo, el fraude y la corrupción.
En 1885, muere Alfonso XII, por lo que en ese mismo año Mª Cristina de Habsburgo jura la constitución.
Regencia de Mª Cristina (1885-1902)
En 1885, se produce el Pacto de El Pardo.
Su objetivo era dar apoyo a la regencia y garantizar la continuidad de la monarquía. Es un pacto entre el Partido Liberal y el Conservador. Los dos partidos dinásticos de turno acordaron la continuación de la rotación del poder. Ambos partidos continuarían turnándose pacíficamente, cediendo el poder cuando perdían la confianza regia, y respetando la obra legislativa de los anteriores. El pacto supónía la consolidación por ambos del turno pacífico del poder. Confirmaba la alternancia pacífica en el poder y garantizaba la estabilidad del régimen. El Pacto de El Pardo contribuyó a agudizar la corrupción política y a continuar falseando la voluntad popular, cada vez más ajena al régimen parlamentario.
3) LAS OPOSICIONES AL SISTEMA: CARLISMO Y REPUBLICANISMO
El sistema del turno pacífico continuaba como estaba pactado sucedíéndose gobiernos liberales y conservadores.
Pero también existían los excluidos del sistema, los cuales eran (siempre relegados a la oposición y sin constituir una minoría parlamentaria influyente):
- Republicanismo: Desencanto tras el Sexenio. Represión, división interna y reorganización continuas. Alzamientos esporádicos. A finales del Siglo XIX mayor unidad e influencia política (cierta influencia y fuerza en los medios urbanos).
- Carlismo: Crisis tras la derrota del 76. Reorganización en un nuevo partido político (catolicismo, fuerismo y monarquía tradicional) con fuerza en Vascongadas, Navarra y Cataluña. Alzamientos esporádicos, pero apoyo mayoritario a la vía política. Fundación de milicia propia: el Requeté.
- Nacionalismos periféricos (Políticas contrarias al uniformismo y al centralismo central): en su origen, cabe destacar la presencia de una lengua y costumbres propias. En su desarrollo, se encuentran procesos de Renacimiento cultural que pretendían extender el uso del idioma y recuperar la historia propia. A esto hay que añadir una respuesta regional al modelo de Estado centralista, defendido por el Liberalismo, el desarrollo de la industrialización, el surgimiento de una fuerte burguésía, la riqueza económica de la zona y su protección, y la mayor o menos participación de las clases populares en estas formulaciones.
- Nacionalismo catalán: Renaixença en la primera mitad del Siglo XX, se realizó un Movimiento cultural. Suponen los Juegos Florales en 1859, otro movimiento cultural. Estaba también un catalanismo político. 1882 Centre Catalá de Valentí Almirall (def. Auton.). En 1885 se funda la Lliga Catalana. En 1891 la Uníó Catalanista y Bases de Manresa (primer programa del nacional del nacionalismo catalán dirigido hacia la descentralización y la autonomía). En 1901 se crea la Lliga regionalista (nacionalismo conservador, de derechas y monárquico) con Prat de la Riba y Franciso Cambó al frente. Pretenden defender los intereses del catanalismo y conseguir la autonomía dentro del Estado Español.
- Nacionalismo vasco: 1876 Fin de la Guerra Carlista y supresión de los fueros vascos. Finales del Siglo XIX, industrialización e inmigración amenazaban la cultura y la tradición vasca. Nacionalismo cultural. 1876 sociedad Euskalerria y Juegos Florales. Surge el fuerismo, que aspira a la recuperación de los fueros vinculados con el carlismo y con una visión idealizada y pretérita del País Vasco. En 1895 Sabino Arana funda el PNV, defensa de la raza, de la tradición y cultura vasca, catolicismo, antiespañolismo e independencia. Posteriormente, Arana, suavizaría su postura, renunciando a la independencia pero manteniendo la defensa de los derechos e interés de los vascos y la autonomía. En 1903, Ángel Zabala sucede a Arana. El PNV va logrando un fuerte crecimiento desde principios del Siglo XX.
- Nacionalismo gallego: en 1889 Manuel Murguía funda la Asociación Regionalista Gallega, con un carácter más político que cultural. En 1890 se crea la Lliga Gallega de Alfredo Brañas. El nacionalismo gallego defendía la autonomía. Hubo también a principios del Siglo XX movimientos nacionalistas en Valencia (Valencia Nova) y Andalucía (Blas Infante), con reivindicaciones autonomistas.
Seguimos con los excluidos del sistema. Hemos visto el republicanismo, el carlismo, los nacionalismos (sobre todo el vasco y el catalán). Ahora veremos el movimiento obrero, que también está fuera del sistema.
En 1874, se prohibieron las asociaciones obreras. Sin embargo, en 1887 se aprobó la Ley de Asociaciones Obreras (sacado adelante por el Partido Liberal).
- Anarquismo, es la corriente mayoritaria. Campo andaluz y proletariado catalán. Acción sindical (sin sindicatos locales y de rama) y huelgas. Supresión del Estado, colectivización, apoliticismo y propaganda por el hecho. Revolución social por la vía de la acción directa. Propaganda por el hecho (atentados contra el Estado, la burguésía y la Iglesia). Espiral de violencia de acción-represión-acción. Además de la represión, disensiones internas de los propios anarquistas. No obstante, fuerte crecimiento del anarquismo desde finales de siglo.
- Socialismo. Marxismo. Necesidad de conquista del poder político por la clase obrera. Necesidad de fundar partidos políticos obreros y de participar en las luchas electorales sin renunciar a la vía revolucionaria. Dictadura del proletariado y socialismo. Corriente minoritaria. En1879, fundación en la clandestinidad del PSOE. Partidario de la Revolución obrera, presentaba también un amplio programa de reformas sociales. En 1888, fundación de la UGT. Tanto el PSOE como la UGT eran a comienzos del Siglo XX grupos minoritarios, en comparación con los anarquistas. Sin embargo, desde finales del Siglo XIX, el PSOE estaba limando la base electoral popular del republicanismo y experimentaba un apreciable crecimiento. Los focos de importancia del socialismo estaban en Asturias, Madrid, Vascongadas, Cataluña y Valencia.
La Ley de sufragio universal masculino fue incorporada en 1890 (el caciquismo y el fraude electoral anulaban los efectos de la extensión del voto)(Partido Liberal: Sagasta).
4) LAS GUERRAS COLONIALES Y LA CRISIS DE 1898
Pero Cuba seguía siendo un problema para España. España no había realizado reformas y no era partidaria de conceder ningún tipo de autonomía, ya que en estos años autonomía e independencia eran sinónimos.
Así, en 1895 estalló la insurrección en Cuba y comenzó la Guerra de la Independencia (1895-1898). Los dirigentes de la revuelta fueron Martí, Gómez y Maceo y los independentistas cubanos contaban con el apoyo de EE.UU.
En 1896 estalló una rebelión independentista en las Filipinas (José Rizal y Emilio Aguinal).
En 1897, se produjo el asesinato del presidente Cánovas del Castillo, víctima de un atentado anarquista. Francisco Silvela, fue nombrado nuevo líder del Partido Conservador.
Sagasta, en el poder, concedíó finalmente una Ley de Autonomía a Cuba, pero ya era demasiado tarde.
En 1898, el hundimiento del crucero de guerra U.S.S Marie provoca la intervención de EE.UU en la guerra de Cuba. Los norteamericanos acusan a España de haber sido causante, con una mina, del hundimiento de su barco de guerra, que estaba fondeado en la bahía de la Habana. Este suceso será aprovechado como Casus Bella por los norteamericanos.
EE.UU declaró, entonces, la guerra a España. Se produjo el bloqueo de Cuba y las tropas norteamericanas invadieron Cuba y Puerto Rico, atacando Filipinas. Fue entonces cuando se produjeron las derrotas españolas en Cuba y Filipinas.
Se produce, finalmente, en 1898, la capitulación de España, 3 meses después de la guerra contra los norteamericanos. Es el fin de la guerra. Se firma el Tratado de París, en el que España acepta las condiciones norteamericanas de paz.
Las consecuencias fueron Cuba independiente, pero ocupada provisionalmente por EE.UU, Puerto Rico, Guam y Filipinas cedidas a EE.UU y Marianas, Carolinas y las Palaos vendidas a Alemania en 1899.
El ejército atribuyó la derrota a la ineficacia y corrupción de los políticos.
Comienza, en este momento, la Crisis del 98. Existe una sensación de desastre, de país sin pulso, de decadencia, de frustración y de tristeza (destrucción del mito del Imperio Español en pleno imperialismo y la relegación de España a potencia secundaria). Es la autentica crisis de la conciencia nacional. El desastre colonial, el “Desastre del 98”, demostraba para los críticos del sistema de la Restauración, la incapacidad de la monarquía, la inoperancia de los partidos dinásticos, los desequilibrios entre el centro y la periferia y la marginación de la opinión pública.
Así mismo, el desastre del 98 provocó un mayor protagonismo de los nacionalismos periféricos. En este contexto de crítica general del sistema surge el Regeneracionismo.
Se pretendíó pensar críticamente sobre la problemática del país, como paso previo para realizar las necesarias reformas con el objetivo de emprender la regeneración de la nacíón. Se hicieron evidentes los grandes males de la nacíón, “el problema de España”: el aislamiento del cuerpo electoral, la corrupción de los partidos dinásticos y el atraso económico de España respecto de los países europeos más avanzados. El regeneracionismo impregnará con su crítica todo el reinado de Alfonso XIII.
Tras la Crisis del 98, hubo un regeneracionismo dentro del sistema: revisionismo o reformismo. Maura, se pondrá al frente del Partido Conservador, y Canalejas al frente del partido liberal.
Pero también hubo un regeneracionismo fuera del Sistema en el que tendrá un importante papel Joaquín Costa. Para Costa se necesitaba una reorganización política, la limpieza del sistema electoral, la dignificación de la vida parlamentaria, la reforma educativa, obras públicas, mejoras en el campo… en resumen, una actuación encaminada al bien común y no en beneficio de los intereses políticos en España. Toda esta reforma requería un cirujano de hierro que supiera conducir a la nacíón hacia el progreso. Este cirujano de hierro sería una especie de gobernante autoritario temporal, destinado a salvar a España de sus males. Sin embargo, este regeneracionismo apenas tuvo influencia política concreta. Por ello, su crítica, a pesar de ser un revulsivo válido, que dejó una profunda huella en el pensamiento político nacional, fue estéril porque no transcendíó en un movimiento político importante con capacidad de acción.