Felipe II y la defensa del catolicismo

El reinado de Felipe II


Carlos V había abdicado en 1556, dos años antes de su muerte, y dividíó su herencia en dos Partes: -A su hijo Felipe le entregó España, América, Italia y Flandes. -A Fernando, su hermano, le otorgó el título imperial y Austria.
Felipe II tuvo que soportar desde el principio las comparaciones con su padre. Su carácter Más reservado y prudente, su escasa afición a los viajes y algunos episodios oscuros de su Vida (como la muerte del príncipe Carlos) sirvieron a sus enemigos exteriores para construir La leyenda negra, un conjunto de imágenes negativas tanto sobre el propio monarca como Sobre España en general (fanatismo religioso, conservadurismo extremo, arrogancia, Crueldad). A partir de hechos ciertos, se puso en marcha una exitosa campaña de Propaganda y difamación cuyos efectos perduraron durante siglos. En política interior, Felipe II destacó por su capacidad de trabajo y dedicación minuciosa A todos los asuntos de gobierno, que resolvía con la ayuda de sus secretarios. Para ello, Consolidó y reestructuró las instituciones de gobierno de la época de los Reyes Católicos, Poniéndolas al servicio del poder real, aunque sin caer en el absolutismo de los monarcas Franceses. Sus viajes fueron escasos, no abandonó prácticamente la Península y fijó una Sede permanente para la corte, estableciendo la capitalidad en Madrid (centro geográfico de La península) en 1566. En 1580, añadió Portugal a sus dominios al quedar vacante el trono Portugués y presentarse al frente de un gran ejército como el heredero con más derechos. Fue su única expedición importante. Acabó retirándose al monasterio de El Escorial, que él Mismo había hecho construir, desde donde ejercíó el gobierno hasta su muerte. La monarquía de Felipe II se convirtió en defensora de los principios del catolicismo y de Los dogmas establecidos por el Papado. En 1564, para defender la ortodoxia católica e Impedir la expansión de las nuevas ideas, se promulgó una pragmática que declaraba estos Principios obligatorios en el territorio peninsular. También se promulgaron leyes para vetar La importación de libros y se impidió cursar estudios en el extranjero. Mientras, la Inquisición publicaba un índice de libros prohibidos. Controlados los judíos conversos y los protestantes por la Inquisición, la única minoría Religiosa importante eran los moriscos, concentrados sobre todo en Valencia y en el Antiguo Reino de Granada. Eran aproximadamente 320.000 y despertaban recelos por su Lengua y sus costumbres (teóricamente eran cristianos). Además, se les acusaba de Colaborar con los ataques berberiscos y turcos en las costas mediterráneas. Su situación Empeoró al aumentar los impuestos sobre la seda, una de sus actividades tradicionales, y al Expropiarles las tierras que cultivaban. En 1566 se promulgó un decreto prohibíéndoles el Uso de su lengua, su forma de vestir y sus tradiciones. Los moriscos intentaron negociar, Pero la Corona rechazó la propuesta. En respuesta, los moriscos, dirigidos por Aben Humeya, protagonizaron una insurrección en 1568. La revuelta fue sofocada dos años Después por Juan de Austria, hijo de Carlos I.
Otro problema de la política interior fueron las facciones y conspiraciones cortesanas. El Partido agrupado en torno a los príncipes de Éboli estuvo permanentemente enfrentado Con el partido del duque de Alba. Debido a la muerte temprana de Éboli, su viuda, Ana de Mendoza, siguió dirigiendo el partido hasta su encarcelamiento definitivo. Otra Conspiración en 1568 terminó cuando el rey Felipe II mandó encarcelar a su primogénito y Heredero, don Carlos, que murió durante el encierro, una tragedia que alimentó la Leyenda Negra antihispánica. La represión de la disidencia religiosa se utilizó como castigo a cualquier forma de Oposición a la autoridad real. Éste fue el caso del secretario Antonio Pérez, implicado en Un complot político, que huyó a Aragón y reclamó la protección del Justicia. Éste se negó a Entregarlo, aduciendo que los naturales de Aragón tenían el derecho a ser juzgados por los Tribunales de ese reino. Felipe II acusó de herejía a Antonio Pérez ante la Inquisición, único Tribunal común a todos los reinos. Aun así, el Justicia, apoyado por las autoridades de Zaragoza, se negó a entregarlo. Felipe II envió un ejército que puso fin a la sublevación y Ejecutó al Justicia en 1591, aunque Pérez escapó con muchos documentos Comprometedores, que vendíó en el extranjero. La Corona de Aragón mantuvo sus leyes e instituciones, pero la monarquía impuso una Mayor centralización, a la vez que sometíó a las instituciones tradicionales al poder real. En política exterior, Felipe II heredó los enemigos de su padre, añadiendo otros nuevos. Durante su reinado, los conflictos con Francia se liquidaron tras la victoria de los tercios Españoles en San Quintín (1557) y la firma de la Paz de Cateau-Cambresis (1559). Aprovechando las guerras de religión que se produjeron en Francia, Felipe II apoyó a los Católicos frente a los hugonotes, manteniendo la debilidad de los monarcas franceses. Inglaterra había sido aliada tradicional de la Corona española frente a Francia. Sin Embargo durante el reinado de Isabel I, deseosa de competir por el dominio del Atlántico y El control del comercio americano, protegíó a los corsarios que atacaban los barcos Españoles y apoyó a los protestantes flamencos. Felipe II decidíó enfrentarse al problema y Preparó una gran flota (la Armada Invencible) para invadir Gran Bretaña y forzar un Acuerdo. La expedición (1588) fue un desastre, pero el balance general de los Enfrentamientos con los británicos es bastante favorable para la Monarquía hispánica. Por otra parte, Felipe II coincidíó con el máximo esplendor turco bajo Solimán el Magnífico, cuando los otomanos amenazaron todo el Mediterráneo al apoderarse de Chipre y Túnez. Ante ello, se coaligaron la Monarquía hispánica, Venecia y el Papado (Santa liga) y armaron una gran escuadra dirigida por Juan de Austria. El enfrentamiento se Dio en el golfo de Lepanto (1571), y significó la victoria de los cristianos, que alejó el Problema turco del Mediterráneo occidental durante años. La rebelión de Flandes fue el problema más serio del reinado. Se originó por el Descontento de los sectores burgueses ante los fuertes impuestos, por el surgimiento de un Sentimiento nacionalista, por el conflicto religioso (al extenderse el calvinismo en la zona Norte) y por el apoyo exterior de Inglaterra. La primera rebelión se produjo en 1566 y contó Con el apoyo de Francia e Inglaterra. Al frente de los rebeldes estuvieron los condes de Horn y de Egmont, finalmente ejecutados, y después Guillermo de Nassau, príncipe de Orange. Para combatirles Felipe II se movíó entre dos estrategias, una de ellas era más Negociadora y la representaron los gobernadores Requesens y Juan de Austria. En cambio La otra era más represiva y fue llevada a cabo por el duque de Alba y después por Alejandro De Farnesio. Finalmente en 1579 se produjo una división: la parte sur era católica y aceptó la obediencia A Felipe II, pero la parte norte, las futuras Provincias Unidas de Holanda, mayoritariamente Calvinistas, continuaron la lucha por la independencia. Felipe II acabó designando a su hija Isabel Clara Eugenia gobernadora con derecho a sucesión.

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