Al-Ándalus:
Se denomina Al-
Andalus a todos los territorios de la Península Ibérica bajo dominio y gobierno musulmán en la Edad Media. Su inicio se sitúa en el año
711 d.C. Con la invasión de árabes y bereberes y su rápida expansión, llegando a conquistar la mayor parte de la península, excepto algunas zonas del Norte, en apenas siete años. Quedó la Península así dividida en la Edad Media en dos sociedades muy diferenciadas: el mundo musulmán por una parte y los reinos cristianos por otra.La extensión geográfica de Al-Ándalus fue variable en el tiempo y se pueden diferenciar varias etapas en cuanto a su gobierno: el Emirato dependiente de Damasco (714-756) con la dinastía Omeya; en el 756, el último superviviente de la dinastía Omeya, Abd al-Rahmán I, convirtió el territorio en el Emirato independiente de Córdoba (756-929); en el año 929, Abd al-Rahmán III se proclama califa y se forma así el Califato de Córdoba (929-1031), época de gran esplendor; pero duró poco, porque se disgregó en el año 1031 en más de veinticinco reinos de taifas.Esta debilidad fue aprovechada por los cristianos que comenzaron a avanzar y a conquistar tierras que estaban en el poder musulmán y, a pesar de la ayuda norteafricana de los almohades y los almorávides, en el año 1212 los musulmanes fueron derrotados en las Navas de Tolosa, lo que abríó el valle del Guadalquivir y la costa mediterránea a los cristianos, reduciendo el territorio musulmán a un único reino, el Reino de Granada. La etapa andalusí finaliza con la conquista del reino de Granada por los Reyes Católicos en 1492. Finalizó pues una periodo de esplendor económico, social y cultural caracterizado por la pluralidad étnica que se dio en el territorio. Los musulmanes introdujeron importantes cambios en la agricultura, como el sistema de regadío y nuevas prácticas hortícolas. Aumentó el número de ciudades, se desarrolló la artesanía y un importante comercio exterior con la gran novedad de la circulación de la moneda. También se produjo un gran desarrollo cultural y científico que llegó también al Occidente cristiano.
La lengua árabe dejó huella en la lengua castellana y el desarrollo del arte se notó, sobre todo, en la arquitectura y en las artes decorativas.
Repoblación:
La repoblación fue el proceso por el cual la población de los reinos cristianos del norte de la península ibérica ocuparon los territorios arrebatados a los musulmanes de Al-Ándalus en la Edad Media en el proceso de expansión militar conocido como “Reconquista” (e incluso, posteriormente, como tras la expulsión de los moriscos en el Siglo XVII). A lo largo de este periodo histórico se diferencian varios tipos de repoblación. Durante los siglos IX y X los territorios fueron ocupados por campesinos libres, propietarios de sus nuevas parcelas, aunque muchos las perdieron con el paso del tiempo. Durante los siglos XI Y XII se extendíó la repoblación concejil, en la que se crearon ciudades fronterizas a las que se les otorgaba una serie de derechos y fueros mediante las cartas pueblas. En el Siglo XIII se refuerza la repoblación señorial: el monarca entrega a los nobles, órdenes militares y el clero las mejores tierras, y así los campesinos quedaron sometidos a un señor feudal en grandes latifundios.
La repoblación no fue el único modo de poblamiento de los territorios conquistados, ya que se permitíó a los musulmanes (ahora “mudéjares”) y a los judíos quedarse en los territorios y mantener su religión y forma de vida, con el fin de mantener de manera rápida una población suficiente en la zona. Como consecuencias destacables, la mezcla de culturas en los reinos cristianos medievales y la consolidación de una organización política, social y económica de tipo feudal.
Mudéjares y moriscos:
Los mudéjares eran los musulmanes que vivieron en los reinos cristianos tras la Reconquista. Por ejemplo, tras la reconquista de la ciudad de Saraqusta (1118) se hizo un pacto que les dejaba seguir en sus viviendas durante un año, pero luego tenían que trasladarse a barrios extramuros. Se les permitíó seguir practicando su religión, poseer sus bienes muebles, utilizar su lengua materna y mantener sus costumbres y administración. Cuando los cristianos toman Granada en 1492, los Reyes Católicos establecen que sólo puede haber una religión en España, por lo que los mudéjares tienen que convertirse al cristianismo, y se producen bautismos masivos, bien voluntarios, bien forzados. La palabra “mudéjar” significa “vasallo” o “sometido”, lo que nos indica que gran parte de ellos vivían en zonas de señorío, dedicados a la agricultura, aunque no es difícil encontrarlos como artesanos o en la construcción.
Romanización:
Es el proceso de aculturación que experimentaron las diversas regiones conquistadas por Roma, por el que dichos territorios incorporaron los modos de organización político-sociales, las costumbres y las formas culturales emanadas de Roma o adoptadas por ella. Fue un proceso, desigualmente asimilado por los diversos territorios y pueblos, quienes al recibir el legado romano aportaron sus propios particularismos. Este proceso cultural fue posible por la unidad política del Imperio, por la fuerza ordenadora de su Derecho, por la base lingüística de un idioma común y hasta por la red de vías y comunicaciones que formaron la infraestructura del gigantesco mundo romano. La conquista de España por Roma y la colonización subsiguiente constituyen un fenómeno capital que determinará el sentido de la vida y cultura hispánicas hasta la actualidad.La romanización de Hispania fue más intensa en el sur y el este de la península Ibérica y de menor intensidad y más tardío en el oeste y norte peninsulares. Se inicia año 218 a. C. Cuando las legiones del generalCneo Cornelio Escipión Calvo desembarcaron en Ampurias para enfrentarse a los cartagineses en el desarrollo de la Segunda Guerra Púnica.Una de las consecuencias del prestigio de Roma y de lo romano será la aspiración a obtener la ciudadanía romana, en premio a su fidelidad, y que llevaba aparejado el régimen municipal romano. Este movimiento llegó a culminarse cuando, en 212 d.C., el emperador Caracalla otorgó por una Constitución Imperial el derecho de ciudadanía a todos ciudadanos no romanos libres del Imperio. En Hispania, el edicto de Caracalla fue precedido y preparado por la concesión del Derecho Latino por Vespasiano, en el año 71 d.C. La ciudadanía latina comportaba un estatuto equivalente al que tuvieron las antiguas ciudades latinas, aunque con menos derechos que la ciudadanía romana. En la época altoimperial (siglos I-III d.C), y en el territorio que actualmente corresponde a Aragón, obtuvieron la ciudadanía romana antes del 212 d.C. Los municipios de Bílbilis, Celsa, Osca, Turiasso, Iaca, Bursao, Segia y Labitosa. Determinante para el proceso jurídico, cultural y económico de la romanización fueron la llegada de inmigrantes de origen romano e itálico, que se fueron estableciendo en ciudades, creando así focos tanto de difusión cultural como de control político y administrativo: Itálica (Sevilla), Corduba (Córdoba), Emérita Augusta (Mérida), Caesar Augusta (Zaragoza) Tarraco (Tarragona) Barcino (Barcelona), pero también estableciendo grandes propiedades agrícolas (latifundium) dedicadas a la producción intensiva para su exportación al resto del Imperio de vino, aceite y trigo. En conclusión, la organización territorial de la Península, la relevante importancia de las ciudades y la creación de una red de comunicaciones fueron los instrumentos que aseguraron la romanización de Hispania.