Guerra de la Independencia. Cortes de Cádiz
Uno de los acuerdos entre españa y Francia fue el Tratado de Fon tainebleau, firmado por Godoy y Napoleón, cuyo objetivo era repartirse Portugal y sus posesiones de ultramar entre los dos Estados. Para llevar a cabo la conquista de Portugal, numerosos contingentes de tropas francesas entraron por los Pirineos. Pero, en realidad, Napoleón no pretendía solo ocupar Portugal, sino toda la Península Ibérica, con el fin de establecer un reino dependiente, del que su hermano José Bonaparte sería el monarca. La llegada de tropas francesas a Madrid, Barcelona y otras ciudades puso de manifiesto las intenciones de Napoleón de ocupar el territorio español. Godoy convencíó a la familia real para que se trasladara a Sevilla, a fin de que huyera, si fuera necesario, hacia los territoros españoles de América.
El motín de Aranjuez:
El plan del primer ministro fue considerado ofensivo por una parte de la corte, que consideraba que esta acción constituía, en la práctica, una rendición de Godoy ante las aspiraciones de Napoleón. El príncipe de Asturias, Fernando, y los sectores de la corte contrarios a Godoy instigaron un motín popular, el motín de Aranjuez, en el mes de Marzo de 1808, y que se saldó con la ocupación violenta del palacete en el que residía Godoy. Este motín provocó la caída de Godoy y obligó a Carlos IV a abdicar a favor del príncipe de Asturias, quien el 19 de Marzo de 1808 asumía el trono con el nombre de Fernando VII con el beneplácito de Napoleón. Estos hecho fueron un exponente de la debilidad de la monarquía española: padre e hijo se disputaban el poder y recurrían al arbitraje de Napoleón, mientras las tropas francesas ocupaban la Península.
Las abdicaciones de Bayona:
Ante este panorama, Napoleón aceleró sus planes para España. Convocó a Carlos IV y Fernando VII en la ciudad fronteriza de Bayona, donde los forzó a abdicar a favor de su hermano José Bonaparte. Tras estas abdicaciones, durante los meses siguientes, una asamblea de notables españoles aprobaba en esa ciudad una especie de constitución- Estatuto de Bayona- otorgada por Napoleón, proclamando a José I rey legítimo de España. Posteriormente, se reunieron algunos de los órganos consultivos del Reino, como Consejo Supremo de Castilla, que aceptaron al nuevo rey.Un grupo de cortesanos de ideas ilustradas se ofrecíó para colaborar con el nuevo monarca, José I. Eran ilustrados que vieron en la nueva situación política la oportunidad para sacar al país del vacío de poder en el que se encontraba. También creyeron que era el momento de llevar a la práctica muchas de las reformas ilustradas y liberales en la sociedad española y en su organización política que no se habían podido llevar a cabo en las décadas anteriores por la oposición de los sectores conservadores, fundamentalmente la nobleza y el clero. Estos colaboradores de José I recibieron el nombre de afrancesados y fueron su principal apoyo durante los cinco años de su precario y controvertido reinado (1808-1813)
El 2 de Mayo: inicio de la guerra:
La nueva situación política no llegó a consolidarse. El 2 de Mayo de 1808 se produjo un alzamiento popular en Madrid cuando abandonaban la corte, por orden del emperador, los últimos miembros de la familia real y de la Junta de Gobierno que encabezaba el infante Antonio Pascual. La sublevación se extendíó rápidamente a otras ciudades españolas. Los sublevados no aceptaban al nuevo rey y, ante la ausencia de un poder legítimo, en todos los territorios y ciudades de España se dispusieron Juntas provinciales de defensa, integradas por personas procedentes de los municipios o de instituciones diversas que constituyeron un poder paralelo al de la nueva monarquía. Una de las misiones que se plantearon estas juntas fue organizar un levantamiento militar contra las tropas francesas. De forma paralela, una parte del ejército español se reorganizó, y muchos oficiales que no pudieron alistarse y civiles formaron partidas guerrilleras
El militarismo en la vida política española
La intervención del ejército en la vida pública española se convirtió en arma decisiva de las grandes revoluciones políticas. El militarismo marcó la política española ya desde sus inicios de la revolución liberal, prolongando su acción durante todo el reinado isabelino. Al amparo de la ley de Ayuntamientos de 1840, los progresistas suscitaron un movimiento insurreccional. Mª Cristina se veía obligada a suspender la Ley o a abandonar su puesto. Su matrimonio secreto había trascendido a la luz pública y si se casaba debía renunciar a la tutela de su hija y con ello a la regencia. Todo ello provocó su renuncia y marcha al exilio siendo asumida la regencia por el general Baldomero Espartero. Durante estos años se prosiguió la tarea de consolidación del régimen sin embargo, la regencia fue muy inestable debido a la separación del progresismo y al retraimiento de los moderados. Después del fracaso de 1841, la revuelta de Barcelona condujo a la ruptura definitiva. Las cortes adelantaron la mayoría de edad de Isabel II, que de esta forma fue coronada reina a los trece años.
Reinado de Isabel II. Constitución de 1845
El tránsito hacia el Modernismo culminó cuando el 2 de Mayo de 1844 la reina nombraba un gobierno presidido por Ramón María Narváez. La constitución de 1845 llevó a la práctica la concepción doctrinal del liberalismo moderado, según la cual, la Corona y las Cortes son conjuntamente depositarias de la soberanía nacional compartiendo el poder legislativo. Se otorgaban a la Corona más prerrogativas de las que se e atribuían. En el Concordato de 1851 la Santa Sede aceptó el hecho consumado de la desamortización eclesiástica y ratificó el Patronato Regio, es decir, el derecho del Estado a presentar a los candidatos a obispos para las sedes vacantes. España, por su parte, reconocía la unidad católica y la confesionalidad del Estado, al tiempo que concedía la protección civil a la Iglesia y reconocía su intervención en la enseñanza. Los moderados configuraron un régimen político basado en el control total de la Corona sobre los mecanismos reguladores de la acción política. Su actuación se llevó a cabo bajo el signo de centralismo político-administrativo, sus principales acciones fueron: · La Ley de Organización de los Ayuntamiento de 1845 donde la Corona no podía designar a alcaldes de capitales d provincias · La reforma del sistema tributario de “Alejandro Mon”, impuestos más uniformes y equitativos mediante la supresión de las particularidades regionales · Elaboración del Código Penal de 1848 · Creación de la Guardia civil por el duque de Ahumada en 1844 La principal amenaza del Modernismo venía de sus propias filas debido a facciones internas de partido. El general Leopoldo O’Donnell líderó un pronunciamiento militar contra el gobierno- la “Vicalvarada”- en Junio de 1854. Así la reina decidíó llamar a Espartero: la Revolución había triunfado. Antonio Cánovas del Castillo redactará el Manifiesto de Manzanares que recoge las principales pretensiones de los sublevados para captar la atención del pueblo, tiene un carácter progresista en 1854. Durante el bienio progresista ocurrieron 4 hechos importantes: · El texto constitucional de 1856 que no llegó a ser promulgado (Constitución Non nata de 1856)· La ley de Desamortización General de 1855, la propuso Pascual Madoz y completaba la obra de Mendizábal. Afectaba al clero secular y a los bienes municipales · La Ley General de Ferrocarriles de 1855· El inicio de conflictos de tipo social como la consecuencia de la grave situación económica. El desmoronamiento de la monarquía isabelina (1856-1868) estuvo presidida por la inestabilidad:·
BIENIO MODERADO (1856-58):
Tras un breve gobierno de 0’Donnell, la Reina llamó a los moderados, dirigidos por Narváez. Se produjo un retorno a las instituciones anteriores a 1858, así que O’Donnell creó un partido de centro llamado la Uníón Liberal ·
EL GOBIERNO DE LA UníÓN LIBERAL (1858-63):
La vuelta de O’Donnell expresaba el deseo de ampliar las bases políticas y sociales del régimen para atraer a los progresistas y evitar s aislamiento. Quiere acrecentar el prestigio internacional. Todo fue posible gracias a la prosperidad económica del momento junto con la estabilidad política del régimen. Pero las divisiones internas del partido y los levantamientos campesinos y republicanos provocarán si caída del poder.·
FINAL DELRÉGIMEN ISABELINO (1863-68):
La actuación autoritaria acrecentó la oposición al régimen isabelino. En 1866 acordaron un programa mínimo en Ostende: el destronamiento de Isabel II y la convocatoria de Cortes constituyentes por sufragio universal para decidir el futuro. La muerte de ‘Donnell en 1867 empujó a los unionistas a la causa revolucionaria culminando en la revolución de 1868.