La invasión musulmana de la península ibérica se enmarca dentro del proceso de expansión del Islam a partir del s.VIII. En el año 711, Tarik , lugarteniente Muza, gobernador del norte de África, cruza el estrecho de Gibraltar con unos 12000 hombres, en su mayoría bereberes. En el reino visigodo existe una Guerra Civil que dividía al reino y que enfrentaba a los partidarios de Don Rodrigo y a los partidarios de witizanos. En este contexto los musulmanes se enfrentarán a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete, donde vencerán y provocarán la desintegración del ejercito visigodo y la del propio estado visigodo. El final de Don Rodrigo es incierto, según algunas crónicas muere en batalla y otras afirman su huida.
Tras la Batalla de Guadalete los musulmanes se dirigen hacia Toledo y el norte peninsular reforzados por otros 18000 hombres. Así, en el año 714, prácticamente toda la península estará bajo el dominio musulmán, a excepción de los Pirineos y el
norte cantábrico. Es por lo tanto un proceso rápido en el que se irán controlando las ciudades y los puntos estratégicos, y en la mayoría de los casos de manera pacífica, estableciendo pactos y capitulaciones con la élite visigoda que aceptarán la autoridad de los musulmanes. La mayoría de la población, hastiada de la inestabilidad de los visigodos, acepta también casi sin resistencia a los musulmanes, que aunque deban pagar tributos, se les permite seguir practicando su religión.
Durante siglos, con grandes diferencias según las zonas, Al-Ándalus aportó formas de vivir y producir distintas a las de los reinos cristianos de Europa Occidental.
La aportación musulmana a la agricultura fue determinante para la conformación del paisaje agrícola de grandes regiones: introdujeron el regadío (norias, acequias), una gran variedad de árboles frutales (naranja, limón, lima) y verduras (espinacas, berenjenas, zanahorias, sandías) y la agricultura intensiva que generó excedentes orientados a los mercados urbanos, especialmente.
El comercio interior aprovechaba las viejas calzadas romanas. El comercio exterior
se realizaba por rutas marítimas mediterráneas gracias a una potente marina mercante y militar. Los puertos del sur, Almería, Algeciras y Cádiz se convirtieron en una zona de contacto entre Oriente, África y Europa. Allí llegaban productos de lujo orientales y especias, marfil, oro, esclavos y pieles de África y se reexportaban a Europa.
Una parte fundamental del auge de la economía se debíó al mantenimiento de una economía monetaria. Los califas centralizaron la emisión de moneda en las cecas y vigilaron con sumo interés el mantenimiento de la ley de sus monedas: el dinar de oro y el dírhem de plata. La reforma monetaria llevada a cabo por Abd-Al Rahman III fue imitada en toda Europa.
Las ciudades no decayeron como en el resto de Occidente. Eran el mercado de
productos agrícolas y donde se ubicaba una activa industria artesanal (vidrio, cuero, joyas, cerámica, etc.), especialmente textil. Algunas ciudades andalusíes eran las más grandes del Occidente medieval (Córdoba) y contaban con mercados, mezquitas, alcazabas, baños, bibliotecas públicas, etc.
Además la lengua árabe (aljibe), arquitectura, las costumbres islámicas y los
conocimientos aportados por su relación con territorios de Bizancio y Oriente pasaron a formar parte de nuestro patrimonio cultural.
Desde el punto de vista religioso, la mayoría de la población hispanogoda de la península acabó convirtiéndose al Islam y recibieron el nombre de muladíes.
El respeto de los musulmanes por las otras “religiones del Libro” les llevó a practicar cierta tolerancia religiosa y permitieron la existencia de minorías religiosas de cristianos y judíos; no obstante, esa tolerancia no implicó la ausencia total de conflictos religiosos.
Tan importante como la conquista de un territorio es su ocupación poblacional ysu
explotación económica. Según fueron extendíéndose hacia el sur, los reinos cristianos aplicaron diferentes fórmulas de ocupación. Estas son:
1.- Repoblación POR PRESURA: Se llevó a cabo al norte del Duero, en el norte de Navarra y norte de Cataluña. Se desarrollaron entre los siglos VIII y X. Consistía en la libre ocupación de tierras por parte de los repobladores-campesinos, animados por los nobles y la monarquía. Se les concedía la tierra que cultivasen y eran hombres libres. Las zonas cultivadas con este sistema dieron lugar a la aparición de pequeños y medianos propietarios, y a pueblos realengo.
2.- Repoblación CONCEJIL POR FUEROS: Se llevó a cabo en las zonas comprendidas entre el Duero y el Guadiana, en el valle del Ebro y en el norte del Levante. Se desarrollaron en los siglos XI, XII y XIII. Consistía en la concesión por parte del rey de una serie de leyes particulares (privilegios) a ciudades y villas amuralladas que dominaban un amplio territorio agrícola. Todo esto se gobierna mediante un concejo o ayuntamiento. Estas leyes (FUEROS) se les concedían a los territorios para animar a la población a asentarse y repoblar. Las zonas repobladas
con el sistema concejil vieron aparecer ciudades importantes con artesanía, comercio y servicios. El tipo de propiedad de la tierra era mediana. La mayoría de sus habitantes eran hombres libres de donde surgirá una pequeña burguésía.
3.- Repoblación POR DONADIOS REALES (GRANDES LATIFUNDIOS): Las zonas repobladas por este sistema son: La Mancha, la Baja Extremadura y Andalucía. Fue en los XIII y XIV. Consistía en la entrega de grandes latifundios en las zonas rurales a las Ordenes Militares, a la Iglesia o a la nobleza. Estos latifundios se van a dedicar fundamentalmente a pastizales y producción de cereales. La densidad de población, sobretodo cristiana, era escasa y con un hábitat muy concentrado. Va a haber muy pocos propietarios y una gran cantidad de jornaleros y asalariados.
4.-Repoblación POR REPARTIMIENTO: Se repuebla con este sistema las ciudades conquistadas a partir de 1212 y consistía en el repartimiento entre los conquistadores de las viviendas dentro de las murallas y las tierras circundantes. A
estas ciudades se les suele conceder fuero. El tipo de propiedad va a ser muy variado: desde el gran latifundista al pequeño y mediano propietario dependiendo según su aporte a la conquista. Era un premio por su participación en la conquista.
Como en el resto de Europa, entre los siglos VIII al XIII se fue produciendo una feudalización de la sociedad hispánica. Sin embargo, el hecho de que en ese tiempo en la Península Ibérica se estuviese llevando a cabo una repoblación en las zonas fronterizas mediante el asentamiento de pequeños propietarios libres, hizo que no se siguiese el modelo francés, salvo en la zona de la Marca Hispánica, donde la influencia franca era mayor. No obstante, para el Siglo XIII prácticamente todo la sociedad del territorio cristiano peninsular estaba regida por una red de relaciones señoriales, según las cuales los nobles obténían rentas de sus propiedades y ejercían derechos jurisdiccionales, mientras los campesinos dispónían del dominio útil de la tierra, pero estaban sometidos a la jurisdicción señorial.
La sociedad feudo-vasallática estaba basada en la existencia de unos vínculos de dependencia hacia un señor a cambio de un beneficio. La debilidad económica de los reyes en esta época, los llevó a conceder a nobles y eclesiásticos señoríos territoriales (feudos) para su explotación económica, que podían llevar aparejado unos derechos jurisdiccionales sobre la población allí asentada (señorío jurisdiccional), con el fin de que éstos ejercieran el control del territorio en su nombre. Por otra parte, con el avance de la reconquista, los campesinos libres poco a poco vieron la necesidad de ponerse bajo la protección de los señores a cambio de entregarles sus tierras, convirtiéndose así en siervos.
Por otra parte, la sociedad feudal era una sociedad fuertemente jerarquizada, dividida en estamentos y de estructura piramidal. Así, en la cúspide estaba el rey, a
continuación los estamentos privilegiados, nobleza y clero, que eran los propietarios de la mayor parte de las tierras, estaban exentos del pago de impuestos y gozaban de leyes especiales. Por último, en la base se encontraba el llamado estado llano formado por campesinos y la incipiente burguésía de las ciudades, todos ellos pagaban impuestos (pecheros) y estaban sometidos por relaciones de dependencia al rey o a los señores.
Al margen de esta sociedad existían dos minorías que a menudo fueron perseguidas:
los judíos y los mudéjares. Los primeros vivían preferentemente en las ciudades, en unos barrios específicos (juderías o aljamas) y se dedicaban a la artesanía y al préstamo. Los mudéjares, musulmanes en territorio cristiano, se dedicaron a la agricultura y se localizaban principalmente en Navarra y la Corona de Aragón.