Evolución demográfica de España 1800-1900 pau

La evolución demográfica de España, 1800-1930


La población española pasó en el s. XIX de unos 10.5 a 18.5 millones. El aumento demográfico se debíó a la desaparición de determinadas epidemias, mejoras en la dieta alimenticia o expansión de nuevos cultivos como la patata y el maíz. Sin embargo, la demografía española del s. XIX respondía a un modelo demográfico tradicional. Si comparamos las tasas demográficas españolas de natalidad, mortalidad y mortalidad infantil con las de los países del Norte de Europa, las españolas en son más elevadas, además de ser menor la esperanza media de vida de los habitantes peninsulares.

Durante el s. XIX continuó la tendencia de la centuria. También se observó un crecimiento constante, aunque lento, de la población urbana, consecuencia del retraso relativo de la industrialización. El crecimiento urbano fue más palpable desde 1860 y el éxodo rural se dirigía a las capitales de provincia, sobre todo a Madrid, centro político, y a Barcelona, núcleo industrial.  A principios del s. XX la mayor parte de la población continuaba siendo rural y un 70% vivía en núcleos de menos de 20.000 habitantes.

En las décadas finales del s. XIX el desajuste entre aumento de población y las escasas oportunidades de empleo explica la emigración exterior a Ultramar. Los principales focos migratorios estuvieron en la cornisa cantábrica, Canarias y Cataluña. Los países de destino eran Argentina, Méjico, Cuba y Brasil.

En el primer tercio del s. XX España comienza un proceso en que sus parámetros demográficos se acercan a los considerados como propios de países modernos. En el primer tercio de esta centuria España experimenta un proceso de transición demográfica que arrojó  descensos significativos de la tasa mortalidad y un aumento considerable de la esperanza de vida. El descenso de la natalidad, fue un proceso más lento y. El resultado de esta evolución fue un considerable incremento de la población española que pasó de 18.5 mill. A 23.5 mill. De habitantes en 1930.

La emigración exterior española alcanza un máximo histórico entre 1900 y 1914, que descenderá posteriormente debido a la Primera Guerra Mundial. El incremento de la población, el retraso económico y las mejoras en la navegación explican estos movimientos migratorios dirigidos.

Una vez ralentizada la emigración exterior, tomó el relevo la migración interior. En el primer tercio del s. XX disminuyó en un millón la población activa agraria que fue atraída por Madrid y Barcelona y, en menor medida, por Bilbao y Sevilla. La intensificación de este proceso de urbanización se dio entre el final de la I Guerra Mundial y el crack del 29, y aunque fue más lento que en Europa, apuntaba un camino que se consolidará a partir de los años sesenta.


El Sexenio Democrático (1868-1874) es un período de la Historia de España, abierto con la Revolución de 1868 conocida como la “Gloriosa”, intenta implantar una corriente del liberalismo democrático, pactada en principio por los liberales progresistas, unionistas y demócratas.

La Constitución de 1869, obra de la coalición de partidos que sale vencedora de las Cortes Constituyentes de ese año, es la primera Constitución democrática de toda la Historia del constitucionalismo español del s. XIX. Se reconoce el sufragio universal masculino, la soberanía nacional, la división de poderes y una amplia declaración de los derechos y libertades individuales. A ellos se une la libertad de pensamiento y la libertad de culto.

 La coalición en el poder había diseñado en la Constitución un régimen político monárquico aunque faltaba elegir una Casa Real. La Casa elegida por Prim,, fue la Casa de Saboyá. La monarquía de Amadeo de Saboyá fue una monarquía elegida por su concepción democrática del poder.

 Enseguida llegaron los problemas. En las Cortes había partidos contrarios al nuevo régimen, carlistas y alfonsinos, por la derecha, el naciente P. Republicano por la izquierda. En segundo lugar, los propios partidos gubernamentales se habían polarizado en dos: el P. Constitucional y el P. Radical  y se mostraban divididos a la hora de resolver los problemas del nuevo régimen.

Entre los problemas más urgentes que debía afrontar estaba la nueva insurrección carlista en el P. Vasco, Navarra y Cataluña, la Guerra de los Diez Años iniciada en Cuba (1868-1878) y las insurrecciones de los republicanos federales. 

Todo ello condujo a una inestabilidad gubernamental. En dos años que duró la Monarquía de Amadeo hubo seis Gobiernos. La coalición de partidos gubernamentales se desintegró y el Rey, presentó su renuncia al trono.

Las Cortes volvieron a asumir  la soberanía y decidieron someter a votación la proclamación de la República. La República fue recibida con expectación en las ciudades.

Las elecciones a cortes constituyentes fueron ganadas por los federales, pero con una elevada abstención electoral. Las nuevas Cortes definieron al régimen como una República Federal y redactaron un proyecto de Constitución que reconocía la existencia de quince Estados federales más Cuba y Puerto Rico. No obstante, si la Monarquía de Amadeo duró dos años, la recién proclamada I República española no iba a durar más,porque heredaba el problema político anterior.

La República aceleró el conflicto carlista, que se extendíó por Cataluña y se consolidó en el P. Vasco y el Maestrazgo. En Cuba, la guerra iniciada en 1868 continuaba y el partido españolista de la isla se mostraba partidaria de la restauración de los Borbones en la Península y actuaba al margen, cuando no en contra del Gobierno central

Pi y Margall dimitiría como Presidente de Gobierno para evitar el uso de la fuerza en la represión de las revueltas. Fue sustituido por Salmerón, quien promovíó una acción militar contra el movimiento cantonal, pero dimitiría también al no querer firmar las penas de muerte impuestas por los tribunales militares. Para sustituirle fue elegido Castelar, quien cerró las Cortes y gobernó de forma autoritaria. El gobierno paso a manos del general Serrano.

El golpe definitivo para la I República vino de otro pronunciamiento militar, el protagonizado en Diciembre de 1874 por Martínez Campos, quien en Sagunto proclamó Rey de España al joven Alfonso XII, el hijo de Isabel II. 

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