HISPANIA ROMANA
CONQUISTA DE LA PENÍNSULA POR Roma
La lucha por la hegemonía del Mediterráneo occidental entre Cartago y Roma y concretamente la Segunda Guerra Púnica, desarrollada en suelo peninsular, situará a Roma en Hispania, que tras derrotar a Cartago, la conquistará e integrará en el mundo romano. La primera etapa de la conquista coincide con la Segunda Guerra Púnica (218-206 a.C.), tras la toma de Sagunto por Aníbal y su amenaza sobre Roma. Escipión derrota a los cartagineses y conquista Gades y Cartago Nova, incorporando para Roma la costa mediterránea y los valles del Ebro y Guadalquivir. La segunda etapa (206-123 a.C.) supone la conquista del interior peninsular y las islas Baleares. La resistencia de estos pueblos se refleja en dos casos significativos, como los del caudillo lusitano Viriato y la defensa de Numancia, finalizando con el asesinato del primero y la toma de la segunda (133 a.C.). La última etapa (29-19 a.C.) supuso la conquista definitiva de la Península tras la Guerras Cántabras, realizadas por Augusto frente a galaicos, astures y cántabros.
LA ROMANIZACIÓN
Con la conquista romana de la Península Hispania quedaría integrada en el Imperio romano durante casi cinco siglos, iniciándose un proceso de asimilación conocido como romanización. Fenómeno económico, social, cultural y político por el cual se difundieron la cultura, la lengua, las leyes y costumbres romanas sobre los pueblos autóctonos. La romanización se producirá muy lentamente y de forma desigual y fue favorecida por la imposición de la administración romana, la red de calzadas, el uso del latín, el ejército, la religión, el derecho romano, la creación de ciudades, el comercio o la concesión del derecho de ciudadanía romano.Las zonas más ricas de la Península, Levante, valles del Ebro y Guadalquivir, se romanizaron rápidamente, mientras que en el norte fue un proceso más tardío, lento y menos uniforme.
ORGANIZACIÓN POLÍTICA ADMINISTRATIVA
Roma creó el primer orden institucional para la Península, estructurando el territorio en provincias dirigidas por gobernadores (pretor, cónsul, legado…). A lo largo del tiempo hubo varias divisiones. Durante la República se dividíó en dos provincias, Citerior y Ulterior ; durante el Imperio, con Augusto, en tres : Tarraconense, Lusitania y Bética. Y a finales del siglo III ,con Diocleciano, en siete provincias: Tarraconensis, Bética, Lusitania, Gallaecia, Cartaginense, Baleárica y Mauritania Tingitana. Y la administración local se basaba en un sistema de colonias y municipios romanos, civitates (ciudades indígenas) y pueblos o aldeas, con distintos derechos de ciudadanía, hasta la concesión por Caracalla (212 d.C.) del derecho de ciudadanía romana a todos los habitantes del Imperio.
ECONOMÍA
La economía de Hispania se integra en la del Imperio romano alcanzando un importante desarrollo, basándose en el empleo de la mano de obra esclava en las labores agrarias, domésticas, artesanales y mineras. La economía se basaba en también en los intercambios comerciales, favorecidos por una extensa red de comunicaciones terrestres y marítimas, y por el desarrollo urbano, todo ello completado por un sistema monetario y el cobro de impuestos, de donde se obténían los recursos estatales y municipales.La agricultura se basaba en la producción y comercio de cereales, vid y olivo, con la introducción de innovaciones técnicas como los animales de tiro, el barbecho o el regadío. Todas las tierras eran propiedad del Estado, que se reservaba una parte de ellas y el resto eran repartidas entre particulares (nobleza, veteranos del ejército) o eran destinadas al uso comunal. El sector agropecuario fue el más importante por la abundancia de rebaños ovinos, la caza y la pesca (salazón, garum, sal). De gran importancia fueron las actividades mineras, con minas de plata y plomo en Cartagena, cobre en Río Tinto y Asturias, Mercurio en Almadén, oro en León (las Médulas) o estaño en Galicia.
SOCIEDAD
El modelo social hispanorromano quedó definido por la integración de las élites indígenas, principalmente a través de la concesión de la ciudadanía latina (derechos políticos) por Vespasiano y por Caracalla (212 d.C.) la ciudadanía romana (plenos derechos) a todos los habitantes del Imperio. Existían desigualdades jurídicas entre la población, basadas en la distinción entre hombres libres y esclavos, diferenciándose varios grupos sociales: el orden senatorial en la cúspide, ciudadanos romanos muy ricos y latifundistas. Debajo estaban los caballeros, procedentes de la aristocracia local, comerciantes y cargos públicos locales y provinciales. El grupo más bajo era la plebe, pequeños propietarios agrícolas, artesanos y trabajadores libres. Y finalmente los que no tenían derechos ni eran libres: los esclavos. Los ciudadanos libres se dividían, a su vez, en patricios y plebeyos. Los ciudadanos romanos tenían privilegios como el derecho al voto, el acceso a cargos públicos y exenciones de algunos impuestos y ventajas fiscales. Los foederati eran indígenas dirigentes con ciudadanía itálica por su fidelidad a Roma. Finalmente estaban los incolae, indígenas libres pero sin derechos políticos.
CRISIS DEL SIGLO III Y FIN DEL DOMINIO ROMANO
A partir del siglo III d.C. El Imperio romano inició su decadencia, afectado por una crisis de causas económicas, políticas y militares, que supondrían su fin en el 476 y que traerían a Hispania a los visigodos. La crisis y las tensiones en las fronteras del Imperio permiten a los pueblos bárbaros (germánicos) su penetración en las fronteras del Imperio, hasta darle fin. Uno de estos pueblos, los visigodos, se instalará en Hispania, poniendo fin al dominio romano y creando el primer estado peninsular unificado.
MONARQUÍA VISIGODA
LOS VISIGODOS EN HISPANIA (409-711)
En plena crisis del Imperio romano, en el año 409, los pueblos germanos de suevos, vándalos y alanos cruzan los Pirineos y se asientan en la Hispania romana. Los suevos en Gallaecia, los alanos en Lusitania y Cartaginense y los vándalos en la Bética. Para expulsarlos de la Península Roma recurre a otro pueblo germano aunque aliado (foederarti), los visigodos, que procedentes del norte del Danubio estaban establecidos en la Galia, donde constituyeron el reino de Tolosa (Toulouse). En el año 416 entran en la Península con ese objetivo, derrotando a alanos y vándalos y reduciendo a los suevos a Gallaecia. Y tras la derrota de los visigodos ante los francos en la batalla de Vouillé (507) fueron expulsados de la Galia, establecíéndose en la Península, donde formaron el reino visigodo de Toledo. Este sería el origen de la monarquía visigoda en Hispania, que habría de durar hasta la invasión musulmana del 711.
EL REINO VISIGODO DE Toledo
Los visigodos representaban una minoría (unos 200.000) frente a la población hispanorromana, por lo que buscaron su integración y control con el establecimiento de una monarquía fuerte y centralizada. Y crearon el primer Estado unificado en la Península desde el punto de vista político-territorial, jurídico-administrativo, religioso y cultural. *
Unificación territorial
Dada la fragmentación del reino, con la presencia de suevos, astures, cántabros, vascones y bizantinos, era necesaria una labor de unificación territorial para consolidar un estado fuerte y duradero. Esta labor fue llevada a cabo por Leovigildo (569-586) conquistando el reino suevo, dominando prácticamente a cántabros y vascones y enfrentándose en el sur a los bizantinos, cuya total expulsión fue obra de Suintila en el 620. *
Unificación legislativa
Los monarcas visigodos fundamentaron el Estado en el derecho romano, ya en tiempos de Leovigildo. Y Recesvinto, en el 654, promulga el “Líber Iudiciorum”, código legislativo para visigodos e hispanorromanos, que supuso la unificación jurídica de ambos pueblos. *
Unificación religiosa
La minoría visigoda practicaba la fe cristiana del arrianismo, mientras la mayoría hispanorromana era fiel al catolicismo y contaba con el importante apoyo de la Iglesia. Ello hizo necesaria la unificación religiosa del reino, siendo Recaredo quien abandonó el arrianismo para convertirse al catolicismo en III Concilio de Toledo, en el año 589. La monarquía visigoda era de carácter electiva, donde el rey era ayudado en sus tareas de gobierno por el Aula Regia (consultivo y legislativo) y los Concilios (asambleas político-religiosas). Instituciones formadas por la aristocracia militar visigoda, la nobleza terrateniente hispanorromana y los obispos.
ECONOMÍA
La economía era eminentemente rural, decayendo las ciudades desde la crisis final del Imperio romano y, aunque se mantuvieron como centros de poder político y religiosos, la vida se ruralizó, siendo la tierra prácticamente la única fuente de riqueza y los cereales la base de la alimentación y la producción, junto a la vid, olivo frutas y hortalizas. La tierra estaba en manos de la nobleza visigoda e hispanorromana. Y la debilidad del Estado y la seguridad que ofrecían los señores del campo, llevó a muchos pequeños propietarios a ceder sus tierras a cambio de protección, iniciándose un proceso que culminaría con el feudalismo medieval.
SOCIEDAD
En un principio existíó una distinción jurídica entre visigodos e hispanorromanos, diferencia que desaparecíó tras la adopción del catolicismo (Recaredo), la autorización de matrimonios mixtos (Leovigildo) y la unificación legislativa (Recesvinto). La estructura social mantuvo un carácter militar, pues una minoría guerrera, la aristocracia visigoda, sometía a su autoridad a la enorme masa de campesinos hispanorromanos. En el otro extremo se situaba el campesinado, formado por humildes visigodos, antiguos colonos romanos, libertos, siervos y esclavos. Todos dependientes de los grandes señores en cuestiones administrativas, jurídicas y militares, a los que se acogían en busca de protección, en un proceso de protofeudalización.
FIN DEL REINO VISIGODO
A finales del siglo VII la monarquía visigoda había entrado en crisis: epidemias de peste, malas cosechas, bandolerismo, decadencia de la moralidad. Y el carácter electivo y no hereditario de esta monarquía fue una fuente constante de inestabilidad, donde más de la mitad de los reyes visigodos fueron asesinados o depuestos violentamente. Las grandes familias nobiliarias se disputaban el trono y los últimos años del reino visigodo transcurrieron en medio de conspiraciones y muertes violentas de reyes y miembros de la familia real. Por lo tanto, esas luchas por el poder debilitaron el reino y cuando en el año 710 fallecíó el rey Witiza, sus seguidores no aceptaron el nombramiento de Rodrigo como rey, estallando una Guerra Civil. Aprovechando estas luchas nobiliarias por el trono, los musulmanes, que habían llegado desde Arabía hasta el estrecho de Gibraltar, pasaron a la Península llamados por los rivales del rey Rodrigo, al que derrotaron en la batalla de Guadalete en 711. Ello supuso el fin del reino visigodo de Toledo, con la rápida ocupación de casi toda la Península y el inicio de una nueva etapa histórica de presencia musulmana (Al-Ándalus) que duraría siete siglos y que daría como reacción la Reconquista por los diversos reinos cristianos que fueron surgiendo durante este proceso.