A finales del Siglo XIX España era una potencia de tercer orden en el contexto internacional. Al fracaso de la revolución industrial en el país, con el consiguiente subdesarrollo económico y conflictividad social, se unía un sistema político, el de la Restauración, muy poco democrático, con las consecuencias de una fuerte conflictividad política interna y un alto grado de corrupción. Además, el país se encontraba aislado internacionalmente, no contando en ninguna de las alianzas entre las potencias europeas de la Europa de la Paz Armada. (No debéis anticipar acontecimientos posteriores en la introducción) (Todo ello explica que cuando se enfrente a EEUU, una potencia económica y militar emergente, por la posesión de Cuba, España sufra una humillante derrota que la hará consciente de su debilidad. Frente a los intentos de continuar con el sistema político imperante por parte de las clases dirigentes encuadradas en los partidos dinásticos, surgen las tesis regeneracionistas que intentan una reforma profunda de la estructura política, económica y social del país. Su fracaso supondrá el reforzamiento de las fuerzas políticas situadas al margen del sistema)
A principios del Siglo XIX España contaba con algunas colonias, como Cuba, Puerto Rico o Filipinas.
Cuba era una de las principales posesiones españolas, la cual concentraba numerosos intereses y negocios para España. La economía de la isla se basaba en la agricultura, más específicamente en la plantación de caña de azúcar, café y tabaco.
España impuso una política arancelaria que convertía las islas en mercados cautivos (era un monopolio), esto obligaba a elevar los precios de los productos españoles.
En Filipinas la población española era muy minoritaria y los intereses económicos se basaban en la explotación de tabaco; estaba controlada por un contingente de ejército y con una gran presencia religiosa.
Tras la guerra larga (1868-1878) se firmó la paz de Zanjón, que supuso la abolición de la esclavitud, la presencia de diputados cubanos en el Parlamento español y el llamado Arancel Cánovas, que impónía unos elevados impuestos a la importación de productos no españoles, lo que afectó especialmente a Estados Unidos, quien adquiría gran parte del azúcar y tabaco cubanos, pero que debía pagar elevados aranceles por venderle sus productos. Por lo tanto, a pesar de la intención de la Guerra de los Diez Años de poner fin a la tiranía española y de las promesas de la Paz de Zanjón, Cuba permanecíó esclavizada por España, por lo que el malestar y la tensión aumentó por momentos, hasta el estallido de la guerra.
Tras el incumplimiento de los compromisos de la paz de Zanjón, el nuevo arancel y el apoyo de Estados Unidos a Cuba hicieron que estallara la guerra en 1895 con el llamado Grito de Baire, movimiento liderado por José Martí, fundador del Partido Revolucionario Cubano.
En un primer momento, el General Martínez Campos intentó poner fin al conflicto mediante el diálogo, pero su sustituto, el General Weyler, adoptó unas medidas brutales que pretendían aislar a los rebeldes, concentrado a los campesinos en las aldeas y castigando a los rebeldes prisioneros. Sus decisiones conllevaron increíbles pérdidas humanas y económicas: se enviaron casi 200.000 soldados, muchos de los cuales murieron a causa de las epidemias y la falta de medios sanitarios. Además, las tropas cubanas estaban mejor adaptadas a combatir en un paisaje tropical y a la guerra de guerrillas.
Por su parte, Estados Unidos envió al acorazado Maine como táctica intimidatoria y de provocación a España, que se negaba a venderle el territorio cubano y puertorriqueño. Este mismo acorazado explotó de forma inexplicable el 15 de Febrero de 1898 (con la muerte de 260 marinos), lo que fue aprovechado por los americanos para desprestigiar a España mediante la prensa. Finalmente, Estados Unidos también le declaró la guerra a España.
Esta situación de tensión coincidíó con el asesinato de Cánovas del Castillo (1897), Sagasta lo relevó y emprendíó estrategias de conciliación, como decretar la autonomía de Cuba, el sufragio universal masculino, la igualdad de derechos y la destitución de Weyler, pero las medidas llegaron demasiado tarde.
Estados Unidos derrotó fácilmente a España en la batalla naval de Santiago de Cuba, lo que desembocó en la firma del Tratado de París de 1898 (que coincidíó con la derrota española en Filipinas), en el que se acordó la independencia cubana y la cesión a Estados Unidos de Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam.
En conclusión, la incapacidad del sistema canovista para transformarse en un sistema verdaderamente democrático y el golpe que supuso la crisis de 1898, implicaron a corto plazo un crecimiento de las opciones políticas situadas al margen del turnismo pacífico. (No anticipéis acontecimientos de bloques posteriores: Frente a ello, las bases sociales del canovismo (clases altas y parte de las clases medias), intentarán seguir manteniendo su predominio político y social con ayuda del Ejército, lo que explica la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), cuya caída supondrá también la de la Monarquía, proclamándose en 1931 la II República, un nuevo intento de establecer un régimen político democrático en España.)