El bienio radical-cedista (1933-1936)
Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido.
La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento.
Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la paralización de las reformas iniciadas:
-Paralización de la reforma agraria, con la consiguiente expulsión de las tierras que habían ocupado de miles de jornaleros.
-Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política fue completada con una amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo en 1932.
-Paralización de las reformas educativas
Parón en el programa de construcciones escolares y anulación de la enseñanza mixta.-Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos
Freno al proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde Enero de 1934.Revolución de Octubre de 1934
La creciente tensión entre los dos polos políticos culminó con la entrada de tres ministros de la CEDA en el gobierno en Octubre de 1934. Esta remodelación del gobierno fue interpretada por la izquierda como el anuncio del triunfo inminente del fascismo en nuestro país. La cada vez más radicalizada izquierda, PSOE, UGT, CNT, PCE, llamó a la huelga general contra el gobierno. El seguimiento fue muy desigual. El movimiento fracasó en Madrid.
El gobierno acuarteló a las tropas y detuvo a los principales dirigentes socialistas y comunistas.
En Barcelona, Companys, desde la presidencia de la Generalitat, dirigíó una insurrección con claro matiz independentista.
La revuelta fue rápidamente reprimida por del Ejército.
Lo peor ocurríó en Asturias.
Aquí la huelga general triunfó y degeneró en una verdadera revolución organizada por la UGT y la CNT. La persistencia de la insurrección llevó al gobierno a optar por la represión más brutal. La Legión, dirigida por el general Franco, fue la encargada.
El balance de la Revolución de Octubre de 1934 fue aterrador: más de mil trescientos muertos, el doble de heridos, treinta mil detenidos, entre ellos Companys, Azaña, que no había apoyado el levantamiento, y los principales dirigentes del PSOE.
Sin embargo, las disensiones en el seno del gobierno eran crecientes.
Las diferencias entre el Partido Radical y la cada vez más extremista CEDA eran evidentes. Los nombramientos que hizo Gil Robles, como nuevo ministro de Defensa, militares claramente contrarios a la república y la democracia fueron designados para puestos clave en la estructura del Ejército.
Franco fue nombrado jefe del Estado Mayor.
La crisis definitiva vino con un escándalo de corrupción, el escándalo del
Estraperlo, que afectó a altos cargos gubernamentales. Lerroux y el Partido Radical cayeron en un descrédito total. La aparición de nuevos escándalos precipitó el fin de la legislatura y la convocatoria de nuevas elecciones a Cortes en Febrero de 1936.
Las elecciones de 1936 y el Frente Popular
En un ambiente de creciente radicalización, se presentaron las siguientes candidaturas a las elecciones de Febrero de 1936:
Frente Popular:
Pacto del Frente Popular firmado en Enero de 1936 por Izquierda Republicana, PSOE, PCE, POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) y Esquerra Republicana de Catalunya.
Este pacto agrupaba a todas las izquierdas. La CNT no pidió la abstención como en otras ocasiones.
La coalición se formó entre el Bloque Nacional, de predominio monárquico y la CEDA.
La Falange y el PNV se presentaron por su cuenta.
La victoria fue para el Frente Popular, que basó su triunfo en las ciudades y las provincias del sur y la periferia. Mientras, la derecha triunfó en el norte y el interior del país. Tras las elecciones, Manuel Azaña fue nombrado Presidente de la República.
De Febrero a Julio de 1936 España se vio convulsionada por desórdenes de todo tipo: atentados, saqueos, asesinatos, incendios en sedes sindicales, periódicos y edificios religiosos:
-Se abrieron las cárceles y de ellas salieron los presos políticos de la revolución del 34.
-Se volvíó a acelerar la Reforma Agraria y el IRA fue autorizado a ocupar fincas que consideraran de utilidad social.
-En las ciudades el PSOE, con Indalecio Prieto en cabeza, y la UGT, exigieron a los empresarios la readmisión de los despedidos por motivos políticos.
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Enfrentamientos violentos callejeros entre grupos falangistas y milicias socialistas, comunistas y anarquistas.
Además de estos sucesos, hubo conspiraciones:
-Una conspiración civil: las organizaciones de derechas se armaron. Destacaron:
+Los carlistas: partidarios de los derechos al trono de España de Alfonso Carlos de Borbón, organizaron una milicia armada, el requeté.
+La falange: engrosada por jóvenes violentos y desengañados de la CEDA.
+Calvo Sotelo junto a Gil Robles se levantaban como portavoz de la derecha en el Parlamento.
-Una conspiración religiosa: salvo en el País Vasco, apoyaría la sublevación militar y la legitimaria dándole el carácter de cruzada contra el comunismo ateo.
-Una conspiración militar: los generales Sanjurjo, Mola, Goded, Varela y Franco querían restablecer el orden social tradicional, mediante un Golpe de Estado. El gobierno enterado de la conspiración, tomo la medida de alejarlos de la Península. El General Mola tras la muerte de Sanjurjo, tomo el mando de la sublevación, siendo llamado el “Director” de la misma.