La protesta obrera comenzó a canalizarse a través de sindicatos ilegales como CCOO y USO (Uníón Sindical Obrera). A partir de 1967, las huelgas se hicieron cotidianas a pesar de estar prohibido el derecho de huelga. En la Universidad los conflictos volvieron a estallar a partir de 1965 y se convirtieron en una revuelta permanente que obligó al Gobierno a declarar el estado de excepción en 1969. En los barrios populares comenzaron a surgir numerosos movimientos vecinales y ciudadanos que reivindicaban infraestructuras básicas y que, en ocasiones, derivaron en la protesta política, exigiendo democracia y cambio.
La Iglesia católica, hasta el momento aliada con el régimen franquista, cambió su orientación política, imbuida por el espíritu modernizador del Concilio Vaticano II (1962-65). Proliferaron las declaraciones contra el franquismo, sobre todo entre el clero catalán y vasco y los “curas obreros”. El cardenal Vicente Enrique y Tarancón, arzobispo de Madrid y presidente de la Confederación episcopal española fue la autoridad eclesiástica
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más crítica con el régimen, que exprésó su perdón a la sociedad española por la postura de la Iglesia en la Guerra Civil y la postguerra.
A partir de 1970 y ante la inminencia de la muerte del dictador, se incrementó la actividad de los partidos políticos de la oposición. El PCE, dirigido por Santiago Carrillo desde 1960, el de mayor implantación, desarrolló la política formulada en 1956 de “reconciliación nacional”, fomentando la unidad de clases contra el franquismo y a través de la doctrina llamada del “eurocomunismo” rompíó la dependencia del comunismo soviético después de la invasión en Checoslovaquia en 1968.
El radicalismo del nacionalismo vasco cristalizó en la formación de ETA como organización terrorista, que tras el asesinato del Jefe de la Brigada Político-Social, fue protagonista del famoso Juicio de Burgos ETA (1970) en el que por las presiones internacionales y protestas interiores se conmutaron hasta cinco penas de muerte. La escalada terrorista antifranquista de ETA culminó con el atentado al Presidente del Gobierno Carrero Blanco (20-XII-1973), coincidiendo además con el sonado proceso a CC.OO. (Proceso 1001). A partir de este momento se produce un camino sin retorno entre los cada vez más partidarios de encontrar una salida hacia la democracia frente al inmovilismo del “búnker” franquista.
Franco nombró presidente al representante de la línea dura del franquismo Carlos Arias Navarro. El nuevo gobierno fue incapaz de conciliar los propósitos aperturistas (Espíritu del 12 de Febrero), con una represión práctica que decepciónó tanto a los franquistas conservadores como a los aperturistas. La sucesión de Arias Navarro simbolizaba la línea dura del régimen y el desplazamiento del poder de López Rodó (Opus Dei) y los tecnócratas.
La revolución de los “claveles” en Portugal, llevada a cabo por el MFA (movimiento de las Fuerzas Armadas) dejaba a España como única dictadura de Europa occidental. Este hecho generó tensiones dentro del propio ejército español, producíéndose la constitución de asociaciones democráticas de militares como la Uníón Militar Democrática (UMD), otro factor desestabilizador para el régimen.
Durante este periodo se produjo un aumento de la conflictividad social y se hizo más visible la oposición al régimen en el entorno obrero, universitario e intelectual.
El PSOE no se renovó hasta 1972, cuando los grupos del interior, el sevillano de Felipe González, Alfonso Guerra y Manuel Chaves, el vasco de Nícolás Redondo (dirigente de UGT) y madrileño de Pablo Castellanos se hicieron con el mando del partido, ratificado en el Congreso de Suresnes en 1974.
Los partidos de izquierda, PCE y PSOE, constituyeron el eje de dos coaliciones democráticas y unitarias (Junta Democrática y Plataforma Democrática) a las que se incorporaron sectores liberales, demócrata-cristianos, monárquicos próximos a D. Juan de Borbón, nacionalistas, desafectos del régimen y amplios movimientos sociales entre los que destacaban los sindicatos UGT y CCOO y la Asamblea de Cataluña.
Las formaciones de extrema izquierda ETA, FRAP y GRAPO derivaron en grupos terroristas que junto a los de extrema derecha (Guerrilleros de Cristo Rey) tensaron la situación social y política. En Noviembre de 1975 fallecía el dictador, dejando al régimen en una profunda crisis, no sin antes haber firmado 5 penas de muerte contra activistas de ETA y GRAPO.
Durante la enfermedad del dictador, Hassan II rey de Marruecos aprovechó la debilidad española para anunciar la “Marcha Verde” en la que se invitaba a miles de civiles a invadir el Sáhara español. El régimen, asustado, presidido el Consejo de Ministros por el futuro rey Juan Carlos de Borbón, decidíó abandonar la colonia cedíéndosela a Mauritania y a Marruecos en el Acuerdo de Madrid de Noviembre de 1975
Significación histórica.
El texto resalta la diferente visión dentro del propio régimen franquista entre el “núcleo duro”, el denominado búnker franquista, encabezado por Carrero Blanco, partidario de la continuidad del mismo, donde se agruparon los sectores más extremistas y violentos, contrarios a cualquier cambio. Por otro lado, los que se empezaron a llamar «aperturistas», estos, sin cuestionar la figura de Franco, defendieron la necesidad de aplicar pequeñas reformas en un sentido democrático y parlamentario. Este texto abre paso a un periodo clave en la historia de España, la Transición Democrática, tras la muerte del dictador el 20 de Noviembre de 1975 hasta 1982, llegada del primero gobierno de Felipe González (28 de Octubre de 1982), con el intento fallido de Golpe de Estado de Tejero (23 de Febrero de 1981).