Durante la República y el Alto Imperio se implanta un modelo social esclavista y muy jerarquizada. Predominaban en ella los colonos romanos (plenos derechos) y las élites indígenas romanizadas. El resto de la población libre indígena (estructurada por riqueza) precedían a libertos y esclavos. Emperadores como Vespasiano o Caracalla extenderán la ciudadanía a los pobladores de la Península. Tras la Crisis del siglo III y Bajo Imperio, la decadencia de las ciudades y la ruralización da el poder a los grandes propietarios de la tierra (villas). Los campesinos acaban siendo colonizados, lo que preludia el feudalismo medieval.
En lo que respecta a la economía, Roma organizará la explotación de los recursos económicos de la Península, especialmente los mineros (plata de Andalucía, oro norteño, cobre onubense, plomo, Mercurio…). La producción agrícola aumentó de forma prodigiosa gracias a la exportación de la trilogía mediterránea (vino, aceite y trigo), que se organizará en explotaciones esclavistas. Otros sectores importantes fueron las industrias de salazón (garum) y cerámica (terra sigilata hispánica). Tras la crisis del s. III Hispania comenzará a sentir el retraimiento del comercio mediterráneo y las villas irán cediendo lugar a explotaciones en colonato.
Otro aspecto importante fue la religión. Los romanos toleraron e incluso asimilaron los cultos indígenas, siempre que no amenazaran a Roma o al emperador (al que se le rinde culto como a un Dios tras la muerte de Augusto). Desde el s II empezaron a llegar a los medios urbanos, desde el norte de África, religiones procedentes del Mediterráneo oriental, entre ellas el cristianismo, especialmente transgresora por cuestionar la divinidad del emperador (perseguidos y ejecutados). El Edicto de Milán (313) del emperador Constantino cesará la persecución y finalmente Teodosio (380) la convertirá en religión oficial del Imperio. La Iglesia Hispánica se convertirá en una institución sólida con obispados como el de Emértica, Lucus o Tarraco.
LA MONARQUÍA VISIGODA
En el siglo III el Imperio Romano sufre una profunda crisis y acaba dividíéndose en dos mitades, la oriental y la occidental. Aprovechando esta debilidad, varios pueblos bárbaros (suevos, vándalos y alanos) entran en la Península Ibérica en el s. V (409). Los romanos recurren entonces a los visigodos (otro pueblo germánico) y firman un pacto o foedus con Roma (415) para expulsarlos y permanecer como gobernadores en Hispania. Los visigodos se instalan en el sur de las Galias y fundan el Reino de Tolosa (416-507). Vencen y expulsan a alanos y vándalos y relegan a los suevos al noroeste de la Península. Sin embargo, rápidamente son vencidos por los Francos, por lo que tienen que desplazarse hacia el sur y abandonar las Galias.
En el 507 fundan el Reino Visigodo Hispánico con capital en Toledo que perdurará hasta el 711. Durante este periodo los visigodos unifican todo el territorio de la Península Ibérica. A nivel político se organizarán como una monarquía hereditaria basada en el derecho romano y germánico (Líber Iudiciorum de Recesvinto). Para gobernar, los monarcas se ayudan de los Concilios (asamblea del estamento eclesiástico) y del Aula Regia (asamblea de los nobles).
A nivel religioso, los visigodos son cristianos arrianos (no creyentes en el dogma de la santísima trinidad), pero la conversión de Recaredo al catolicismo cambia la situación y logra el apoyo de la Iglesia. La sociedad, por su parte, continuó con la organización romana, con separación de hispanorromanos y visigodos, aunque comienzan a aparecer grupos altomedievales como la nobleza e instituciones como los vínculos de dependencia personal (clientelismo) que abrirán el camino al feudalismo medieval.
El final del Reino Visigodo de Toledo estuvo marcado por varios problemas: La explotación de la aristocracia sobre los campesinos; crisis económica en las explotaciones agrarias y comercio.
Finalmente, Akila, enfrentado a Don Rodrigo, pide ayuda a los musulmanes del norte de África, liderados por Tariq y Musa. Éstos en el 711 derrotan a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Entre el 711 y el 714 el Reino Visigodo de Toledo desaparece.
En el 507 fundan el Reino Visigodo Hispánico con capital en Toledo que perdurará hasta el 711. Durante este periodo los visigodos unifican todo el territorio de la Península Ibérica. A nivel político se organizarán como una monarquía hereditaria basada en el derecho romano y germánico (Líber Iudiciorum de Recesvinto). Para gobernar, los monarcas se ayudan de los Concilios (asamblea del estamento eclesiástico) y del Aula Regia (asamblea de los nobles).
A nivel religioso, los visigodos son cristianos arrianos (no creyentes en el dogma de la santísima trinidad), pero la conversión de Recaredo al catolicismo cambia la situación y logra el apoyo de la Iglesia. La sociedad, por su parte, continuó con la organización romana, con separación de hispanorromanos y visigodos, aunque comienzan a aparecer grupos altomedievales como la nobleza e instituciones como los vínculos de dependencia personal (clientelismo) que abrirán el camino al feudalismo medieval.
El final del Reino Visigodo de Toledo estuvo marcado por varios problemas: La explotación de la aristocracia sobre los campesinos; crisis económica en las explotaciones agrarias y comercio.
Finalmente, Akila, enfrentado a Don Rodrigo, pide ayuda a los musulmanes del norte de África, liderados por Tariq y Musa. Éstos en el 711 derrotan a Don Rodrigo en la batalla de Guadalete. Entre el 711 y el 714 el Reino Visigodo de Toledo desaparece.
Tema 6: REYES CATÓLICOS
A finales de la Edad Media la península está dividida en cinco reinos: Castilla, Corona de Aragón, Navarra, Portugal y el reino musulmán de Granada. Para buscar la unificación territorial de territorio cristiano se empleará la política matrimonial, con una boda en secreto entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469. Enrique IV, rey de Castilla y hermano de Isabel, recibe informaciones de la implicación de este hecho y nombra heredera a su hija Juana (conocida como la Beltraneja, por los rumores de ser hija ilegítima del duque Beltrán) en vez de a Isabel.
Al morir Enrique IV en 1474 se inicia la Guerra Civil entre Isabel, apoyada por Fernando, y Juana, apoyada por Alfonso V de Portugal. Tras la victoria isabelina en la batalla de Toro (1476) la guerra termina con la firma del Tratado de Alcaçovas (1479), en el que se reconoce a Isabel como reina de Castilla. En 1479 Fernando accede a la corona de Aragón y la uníón de Castilla y Aragón se consolida como una unidad dinástica en la que cada reino mantiene una amplia autonomía, con sus instituciones, sus leyes y su funcionamiento, una monarquía