Que sectores sociales apoyaron a rosas

La dictadura de Primo de Rivera:


 El Golpe de Estado de Primo de Rivera se produjo un año después del acceso de Mussolini al poder en Italia, y precedíó a otras dictaduras que se implantaron en el sur y el este de Europa. Pero la dictadura de Primo de Rivera no era fascista y procedía, en gran parte, del regeneracionismo, teoría que planteaba la posibilidad de un «cirujano de hierro» que pusiera orden en el país. Primo de Rivera justificó su acción por la necesidad de combatir los viejos males de la Restauración, en especial la política caciquil y oligárquica.

Apoyos y oposiciones:

La buena acogida que tuvo Primo de Rivera al principio fue disminuyendo con el paso del tiempo, pero se mantuvo hasta el final en la España rural, controlada por los caciques, y entre los terratenientes y los miembros de la burguésía industrial y financiera. La oposición a la dictadura surgíó, sobre todo, entre las clases medias urbanas, los estudiantes y los intelectuales, como José Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno y Vicente Blasco Ibañez. Esta aumentó progresivamente, ampliándose a las fuerzas republicanas y socialistas. Primo de Rivera tuvo que hacer frente a la oposición de los nacionalismos periféricos, gallego, vasco y catalán. Al principio, no mostró demasiada hostilidad hacia ellos, pero en el transcurso de su gobierno fue cada vez más represivo contra sus manifestaciones, lo que empujó a sus representates hacia el republicanismo y contribuyó a radicalizar y a potenciar los nacionalismos. Dentro del movimiento obrero, la CNT y los comunistas veían a la dictadura como una amenaza, dada su vinculación a los sectores más reaccionarios. Sin embargo, el PSOE y la UGT optaron por una actitud inicialmente expectante y después de colaboración con primo de rivera, en una especie de estructura corporativa similar a la de la Italia fascista, en la que la UGT desempeñaba el papel representante de la clase obrera. Esta colaboración duró hasta 1928, año en que el PSOE pasó la oposición.

La obra de los directorios:

El régimen primorriverista duró siete años y el dictador presidíó dos gobiernos: un directorio militar, formado exclusivamente generales, y un directorio civil.
Si los logros económicos y sociales de la dictadura contaron con cierto reconocimiento popular, no se consiguió, en cambio, la reconstrucción política, de forma que pudiese superarse el régimen transitorio que se pretendía que fuese la ditadura: «Era y sigue siendo nuestro propósito constituir un leve paréntesis en la marcha constitucional de España», fueron las palabras con las que iniciaba Primo de Rivera su gobierno.

Directorio militar:

Durante el directorio militar se suspendieron las garantías constitucionales y el funcionamiento de la administración quedó en manos del ejército. Se intentó organizar políticamente el Estado sobre la base de un partido nacional: «reunión de hombres libres de todas las ideas». La uníón Patriótica fue fundada en 1924 como partido nacional a imitación del fascismo italiano. Fue promulgado un Estatuto Municipal, que regulaba las competencias de los ayuntamientos, y se intentó llevar a cabo una reforma fiscal con un impuesto sobre la renta que provocó la reacción de los sectores conservadores. La acción más relevante de la dictadura de Primo de Rivera fue la resolución del problema de Marruecos. En 1925, de acuerdo con Francia, España consiguió vencer a las tropas del caudillo rifeño Abd el-Krim, tras unas operaciones militares en la bahía de Alhucemas. También conviene destacar la disminución de la conflictividad social, hecho que se explica por tres motivos: la prosperidad económica de la década de 1920, la falta de libertad y la represión del sector más radial del movimiento obrero.


Directorio civil:


Durante el directorio civil, la acción política de la dictadura se centró en la creación de la Asamblea Nacional Constitutiva, elegida no democráticamente por medio del voto corporativo, es decir, de los representantes municipales y de un censo oficial de asociaciones con derecho a voto. Los miembros de esta Asamblea procedían, sobre todo, de la oligarquía agraria, bloque que tambíen había sido dominante durante la Restauración. Los intentos regeneracionistas iniciales no se tradujeron, pues, en hechos concretos. Liberado el Gobierno de la carga económica que supuso la guerra de Marruecos, se preocupó por la política educativa: se aumentó el número de escuelas primarias y se crearon escuelas de trabajo para satisfacer las necesidades de mano de obra de la industria. Respecto a las infraestructuras, durante la dictadura se prepararon varios proyectos para la construcción de carreteras, se modernizó la red ferroviaria y se inició una política hidráulica con la construcción de embalses y canales de riego. Las obras públicas, que contribuyeron a rebajar la cifra del paro, se financiaron a través de un ingente aumento de la deuda pública. Por otra parte, se potencio desde el Estado la creación de monopolios en sectores básicos de la economía: Campsa, telefónica, etc.

La caída de Primo de Rivera:

Además de la creciente oposición al régimen, en la caída de Primo de Rivera resultaron decisivos sus enfrentamientos con el estamento militar. Por ejemplo, ya en 1926, durante la noche de San Juan, tuvo lugar la llamada «Sanjuanada», conspiración militar contra la dictadura. La hostilidad hacia el catalanismo y la concesión de privilegios a la Iglesia en la enseñanza universitaria provocaron respuestas sociales importantes. Otra razón que explica el final de la dictadura fue la crisis económica de 1929, que provoco la devaluación de la peseta y un déficit progresivo de la balanza comercial. La oposición generalizada a su gobierno hizo que en 1930 Primo de Rivera consultara a los mandos militares qué decisión debía tomar. Ante la falta de apoyos explícitos, el dictador dimitíó el 28 de Enero y se exilió en París. Para sustituir a Primo de Rivera, el rey encargó al general Dámaso Berenguer la formación del nuevo gobierno. Berenger prometíó vlver a la normalidad constitucional, pero lo hizo de forma tan paulatina que la oposición interpretó que pretendía evitar las reformas. Paralelamente, la CNT empezaba a reconstruirse, la UGT y el PSOE se opónían a la monarquía, y el republicanismo y los nacionalismos periféricos se aglutinaban en un frente común para instaurar la República con la firma del Pacto de San Sebastián. Fue promovido por niceto Alcalá-Zamora y Miguel maura, quienes se reunieron en San Sebastián con representantes de casi todas las fuerzas políticas. En esta reuníón se constituyó un comité revolucionario presidido por Alcalá-Zamora, que, en contacto con grupos militares, estudió un ponunciamiento militar para traer la República. También tomaron partido por el republicanismo una parte del ejército y muchos intelectuales.

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