1.2. El gran impulso de los transportes y de las comunicaciones
El ferrocarril. Los progresos técnicos de la segunda mitad del Siglo XIX convirtieron al ferrocarril en el «rey de los transportes». La sustitución del hierro por el acero permitíó aumentar la resistencia de los raíles y la capacidad de los vagones. Se incrementó la velocidad y la seguridad, al tiempo que se abarataron las tarifas, con lo que se generalizó el uso del ferrocarril. Hacia 1870 se hallaban en pleno funcionamiento las grandes redes ferroviarias continentales que unificaron los mercados nacionales tanto en Europa como en Estados Unidos.
La navegación a vapor
En el transporte marítimo, los buques de vapor acabaron imponiéndose a los barcos de vela a causa de las innovaciones técnicas. La sustitución de los cascos de madera por los de hierro y acero y de las palas por la hélice disminuyeron los costes de mantenimiento y aumentaron el espacio reservado a mercancías y pasajeros. Por otra parte, la apertura de los canales de Suez (1869) y de Panamá (1914) acortó las distancias y redujo las tarifas.El automóvil y la aviación
El nacimiento del automóvil está ligado al desarrollo de dos inventos: el motor de explosión movido por gasolina y el neumático. Pronto, el liderazgo en la fabricación de coches con motor de gasolina pasó a Estados Unidos. Sin embargo, el automóvil no alcanzó su auge definitivo como medio de transporte hasta después de 1945. También en esta época, la aviación dio sus primeros pasos con la invención del aeroplano por los hermanos Wright a comienzos del Siglo XX. Su desarrollo no llegó hasta la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que estimuló el progreso de la aeronáÚtica por razones militares.2.4. La expansión imperialista en Asía
La expansión imperialista del último tercio del Siglo XIX se completó con la acción colonial europea en Asía.
El Imperio ruso
Rusia había ocupado Asía septentrional en el Siglo XVII y se dirigíó a mediados del XIX hacia las fértiles tierras del Turquestán. A partir de 1880-1890, con la construcción del ferrocarril Transiberiano hasta Vladivostok y del ramal transmanchuriano, la presencia rusa en Extremo Oriente se extendíó hacia Manchuria. Los avances rusos incrementaron la hostilidad con el Reino Unido. Ambos países manténían disputas sobre Persia y las tierras fronterizas de la India (Afganistán, Tíbet). Por otro lado, la penetración rusa en Manchuria originó el choque con Japón, que desembocó en la guerra ruso-japonesa de 1904- 1905, en la que Rusia fue derrotada.El Imperio británico
La India constituyó el objeto preferente del colonialismo británico en Asía. Desde el Siglo XVIII, la Compañía Inglesa de las Indias Orientales fue ocupando gran parte del territorio, con el apoyo del Gobierno británico. Para ello dispónía de un ejército de soldados indios encuadrados en el ejército británico: los cipayos. Pero en 1857-1858 los cipayos, ante el desprecio de los oficiales británicos por sus creencias religiosas, se sublevaron. La revuelta obligó al Gobierno británico a reorganizar la administración colonial. La Compañía fue suprimida y la India pasó a depender directamente de la Corona y a ser gobernada por un virrey. El recelo británico ante la expansión colonial francesa en Indochina impulsó la ocupación de Birmania, convertida en protectorado desde 1886, y de los sultanatos del centro y sur de Malasia entre 1870 y 1885. Reino Unido también había establecido desde hacía tiempo colonias de poblamiento en Oceanía (Australia y Nueva Zelanda), que se constituyeron en dominios en 1901 y 1907, respectivamente.El Imperio francés
La conquista francesa de Indochina se inició en 1858-1860 con la ocupación del delta del río Mekong y la firma de un tratado con el rey de Annam, que cedíó a Francia las tres provincias orientales de Cochinchina. Francia deseaba controlar el delta del Mekong y del río Rojo para hallar una vía de penetración en el mercado chino. En 1887 se constituyó la Uníón General de Indochina (Annam, Tonkín, Cochinchina y Camboya), a la que se incorporó Laos en 1893.El caso de China
China fue el gran objetivo comercial de las potencias europeas, Estados Unidos y Japón. La rivalidad entre ellas era tan grande que China pudo conservar su independencia, al menos en teoría. La prohibición del Gobierno chino a la entrada del opio indio que se intercambiaba por té y seda originó las llamadas «guerras del Opio». Tras estas guerras, Reino Unido y Francia obligaron a los chinos a negociar una serie de tratados, cuyos resultados más importantes fueron dos:–
China cedíó Hong Kong a Reino Unido./ -Se otorgaron ciertos derechos a los comerciantes extranjeros, a los que permitían establecer colonias propias en una serie de ciudades y controlar las aduanas. Entre estas ciudades estaban Shanghái y Cantón. China se convirtió así en un mercado abierto para los productos europeos, lo que causó la ruina de los comerciantes autóctonos. Esta penetración forzada de las potencias occidentales alteró el orden social y político del Imperio y motivó el estallido de varias insurrecciones populares. Sin embargo, fue la década de 1880 la que marcó el comienzo del reparto del territorio chino en cinco zonas de influencia. El punto de partida fueron las derrotas ante Francia (1884-1885) y Japón (1894-1895), tras las cuales los emperadores chinos cedieron el control a británicos, franceses, alemanes, estadounidenses y japoneses de una serie de puertos y áreas de influencia para la explotación de ciertos recursos (minas y ferrocarriles). Ante la pasividad con la que China se doblegó a las exigencias extranjeras, surgieron movimientos ultranacionalistas radicales, como la revuelta de los bóxers, en 1900-1901. Su derrota afianzó el sistema de concesiones, pero también reforzó el papel de los sectores conservadores en la corte imperial China. La situación siguió siendo inestable y en 1911 una revolución desembocó en la proclamación de la república en China, que puso fin a la dinastía manchú. La república tampoco trajo la estabilidad política deseada por las potencias beneficiarias del sistema de concesiones.
1.4. La primera mundialización de la economía capitalista, 1870-1914
En esta etapa, la economía empezó a funcionar a escala mundial. Las nuevas formas de organización de las empresas, la libertad de los movimientos de capital y de los intercambios, y la implantación del patrón oro fueron las claves de la «mundialización» de la economía.
La nueva organización de la producción
La aparición de nuevos países y potencias industriales incrementó la competencia. -Las empresas necesitaban crecer y ser más fuertes para tener éxito, y esto lo hicieron de tres formas: Las pequeñas empresas carecían de los medios económicos necesarios para invertir en innovaciones técnicas y abrir nuevos mercados. Para lograr más financiación, muchas se convirtieron en sociedades anónimas. -Se produjo un proceso general de concentración empresarial, con mayor intensidad en Alemania, Estados Unidos y Japón. Esta concentración adoptó dos formas: horizontal y vertical. Las diferentes formas de concentración (cártel, trust, zaibatsu, holding) fueron un intento de las grandes empresas para imponer prácticas monopolistas de control de los precios y los mercados y de eliminación de la competencia. Esto supuso una gran amenaza para la libre competencia, principio básico del liberalismo económico. -Los bancos se especializaron cada vez más en el préstamo a largo plazo a empresas. La uníón del capital industrial y del capital bancario abríó paso al denominado capitalismo financiero.Integración de los mercados de capital y desarrollo del comercio internacional
El desarrollo de un sistema bancario especializado y de las instituciones financieras posibilitó un gran movimiento de capitales y de inversiones a escala mundial. Las exportaciones de capital procedieron de Europa occidental, principalmente de Reino Unido. Los capitales se invertían en países en los que se obténían mayores rendimientos, por lo que se dirigieron a América, Rusia y los imperios coloniales.Entre los factores que favorecieron el desarrollo del comercio destacan:
El descenso de los precios de los productos, lo que favorecíó el aumento del número de consumidores. -La revolución de los transportes, que posibilitó la llegada de diversos productos a todos los rincones del mundo y la reducción del precio del transporte. -El desarrollo de un sistema monetario internacional, que descansó en la aceptación por las principales potencias económicas de Europa occidental y Estados Unidos del oro.1.3 las nuevas potencias industriales
Estados Unidos Estados Unidos experimentó en el último tercio del Siglo XIX una rápida industrialización, que lo convirtió en la primera potencia industrial del mundo. Ello se explica por la conjunción de varios factores: -Un enorme mercado interior: la población aumentó muy rápidamente lo que estimuló la demanda de todo tipo de productos. -La abundancia de recursos minerales, otras materias primas y tierra fértil. -La rápida construcción de una amplia red ferroviaria que atravesó el país de este a oeste -Una especialización regional posibilitada por la división geográfica del trabajo. El país se dividía en un oeste agrícola, un noreste industrial, y un sureste que producía materias primas (algodón, tabaco). – «el sistema manufacturero americano», basado en los métodos de producción en masa y en la fabricación estandarizada de productos.
Alemania
A partir de 1900, Alemania se convirtió en la segunda potencia industrial del mundo. Entre los factores de la rápida industrialización alemana cabe destacar: -Un desarrollo considerable de los medios de transporte. -Una rápida aplicación de las nuevas técnicas y de la organización científica de la producción. -La política proteccionista del Gobierno alemán que favorecía los intereses de los grandes terratenientes y de los empresarios siderúrgicos, e impulsó la concentración industrial y financiera. -Un alto grado de concentración industrial y financiera que contribuyó a la creación de grandes empresas y a la formación de cárteles.El Japón Meiji
Su industrialización fue pareja a los cambios sociales y políticos que desmantelaron las estructuras feudales en el último tercio del Siglo XIX, auspiciada por la institución imperial . Las primeras fases de la industrialización nipona fueron asociadas esencialmente a la actividad textilLa transformación se fundamentó en: -El patrocinio del Estado que sustituyó la actividad empresarial privada, impulsando la construcción de ferrocarriles, creando bancos, etc. -La existencia de una cuantiosa mano de obra barata y muy disciplinada que junto a la sobreexplotación del campesinado permitíó la acumulación de capitales que financiaron la industria. -La rápida asimilación de la tecnología occidental y la utilización de la educación. -La creación de grandes grupos industriales (Zaibatsu), muy competitivos, orientados a la masiva exportación de manufacturas.2.1. Causas de la expansión imperialista
El imperialismo fue un fenómeno complejo en el que influyeron diferentes causas: económicas, políticas, ideológicas, religiosas y científicas.
Causas económicas
El auge del librecambio permitíó que las potencias vendieran su producción industrial en otros países. Pero a raíz de la depresión comercial de 1873 se acentuó el nacionalismo económico y la mayoría de los grandes países industrializados adoptaron políticas proteccionistas. Este giro proteccionista coincidíó con la aparición de nuevas potencias económicas (Estados Unidos, Alemania, Japón), lo que aumentó la competencia. Por tanto, era necesario encontrar nuevos mercados para dar salida a los excedentes de la producción industrial. En las colonias, las metrópolis buscaban el suministro de los recursos económicos de los que carecían, principalmente materias primas y fuentes de energía baratas, y un lugar en el que invertir sus capitales a un interés más elevado que en la metrópoli. Se pensaba que este intercambio entre las metrópolis y las colonias permitiría a las primeras un crecimiento ininterrumpido.Causas políticas
Los Gobiernos de las grandes potencias coloniales mostraron un interés permanente por el control y el dominio de rutas cuya importancia estratégica era esencial tanto desde el punto de vista comercial como militar, como los canales de Suez y de Panamá. A las razones estratégicas se añade el deseo de prestigio o de poder o el de evitar el fortalecimiento de países rivales. Por tanto, se justificó la expansión imperialista como una defensa de los intereses nacionales y se tradujo en la extensión del dominio político sobre otros territorios. Para el Reino Unido, por ejemplo, el interés nacional se concretó en la defensa de su posición hegemónica, amenazada por la creciente industrialización de otras naciones, como Alemania. De ahí que, en buena medida, la carrera imperialista fuese un factor más en las rivalidades entre las grandes potencias.Causas ideológicas
Paralelamente al auge del nacionalismo se expandíó una mística imperialista, mezcla de exaltación de los valores que representaba cada nacíón, de voluntad de poder y de sueños de grandeza. Para ello, las potencias apelaron a la historia. Italia recurríó al recuerdo de la grandeza de la Roma antigua; Reino Unido ensalzó la misión civilizadora británica; y Francia se erigíó en la difusora de los grandes principios revolucionarios. A este patriotismo exaltado y cargado de sentimientos nacionalistas, a menudo agresivos, se añadieron connotaciones racistas. En toda Europa proliferaron postulados racistas que afirmaban la superioridad de la raza blanca y su misión «civilizadora», frente a las «razas inferiores» de los países colonizados. Era una ideología derivada de la aceptación del darwinismo social. Políticos, escritores, filósofos y «científicos» defendieron esta idea e influyeron en amplias capas de la población.
Causas religiosas
El imperialismo también se justificó a través de la necesidad de llevar el cristianismo a pueblos que manténían prácticas religiosas ancestrales. Las misiones católicas y protestantes protagonizaron una intensa labor evangelizadora y humanitaria (por ejemplo, promovieron el rechazo de la esclavitud). Pero también fueron un medio de legitimación de la expansión imperialista y de aculturación, es decir, de la imposición de la cultura occidental en los países colonizados por los europeos.Causas científicas
También se consideró que el avance de la ciencia exigía la exploración de todas las regiones de la Tierra. Los viajes de exploración y el descubrimiento de zonas inexploradas del interior de África mediante el reconocimiento de sus grandes ríos como vías de penetración prepararon el camino para la colonización. Las sociedades geográficas, que con frecuencia apoyaron estas expediciones, fueron uno de los focos de propaganda colonial. A través de sus informes y revistas familiarizaron a la opinión pública con los asuntos coloniales. A ello se uníó la popularidad de la literatura de viajes, como las obras de Rudyard Kipling, entre otros, que también difundieron esta ideología.3.1. El expansionismo Japónés
El Japón Meiji experimentó un rápido crecimiento económico y aplicó medidas modernizadoras siguiendo el modelo occidental. Esta política vino acompañada por un agresivo afán expansionista cuyo objetivo era hacerse con el dominio de Corea y China. Las razones del imperialismo Japónés fueron: la presión demográfica, la búsqueda de mercados exteriores para sus productos y de recursos de los que carecía (hierro, carbón, petróleo, cobre, estaño, etc.) para consolidar su industrialización. Sin embargo, en el imperialismo Japónés también influyeron las corrientes nacionalistas muy en boga en la época, como la idea de un «Gran Japón». Una vez conquistados los archipiélagos cercanos, Japón forzó a Corea a abrir tres puertos y permitir el asentamiento de emigrantes japoneses. China, que era la potencia hegemónica en la zona, se opuso a esta injerencia y se declaró la guerra entre ambos países. Entre 1894 y 1895 entraron en Manchuria y, tras una fácil victoria naval, desembarcaron en Port Arthur y otros puntos en el golfo de Pekín. China cedíó Formosa (Taiwán), las islas Pescadores y la península de Liaodong con el enclave de Port Arthur. La presencia japonesa en el sur de Manchuria fue considerada intolerable por Rusia. Pero Japón atacó a Rusia en 1904, sin previa declaración de guerra (guerra ruso-japonesa), y aniquiló la flota rusa anclada en Port Arthur. Japón obtuvo el sur de la isla de Sajalín se anexiónó Corea, y consolidó su dominio sobre Manchuria. Esta expansión continuó durante la Primera Guerra Mundial a costa de Alemania.
2.5 Las consecuencias del imperialismo. El impacto social y político
La introducción de la medicina europea (higiene, vacunas, etc.) en los territorios colonizados permitíó reducir la mortalidad, mientras la natalidad se mantuvo elevada. El crecimiento de la población y el rápido proceso de urbanización, producto de la miseria rural, provocaron un hambre crónica y un incremento de las tensiones sociales. Se crearon fronteras artificiales que supusieron la uníón o división forzada de grupos tribales y étnicos diferentes, lo que ocasiónó innumerables conflictos políticos, sociales y étnicos que persisten hoy día. La acción imperialista impactó profundamente en las mentalidades de las comunidades tribales más primitivas. Las misiones y la extensión de la enseñanza impusieron la preeminencia de la lengua metropolitana y amenazaron la cultura autóctona, tratando de atenuar la propia identidad. Ello dio lugar a un fenómeno de aculturación. Por otra parte, en el seno de la administración colonial se forjó una élite indígena en la que se difundieron ideas liberales o socialistas que generaron un creciente nacionalismo, que aspiraba a la independencia.Los conflictos internacionales
Ni la Conferencia de Berlín ni otros acuerdos posteriores evitaron los conflictos. Uno de ellos derivó de los llamados imperios continuos. El Reino Unido pretendía formar un Imperio africano que uniese el norte con el sur del continente, enlazado con una línea de ferrocarril desde El Cairo hasta El Cabo. Este proyecto entró en colisión con el propósito francés de crear un eje colonial de oeste a este, desde la costa del Sáhara y Guinea al mar Rojo. Ello dio lugar a un grave incidente en 1898 en la localidad sudanesa de Fachoda, que finalmente se resolvíó por vía diplomática. En el África austral se enfrentaron los intereses de los portugueses, establecidos desde el Siglo XVI en Angola y Mozambique, los de los colonos holandeses y alemanes (bóers o afrikáners) asentados en la regíón de El Cabo, con los británicos, que habían ocupado El Cabo en 1806. A estas rivalidades se sumó, desde 1884, la presencia de Alemania en África del Sudoeste. Las tensiones entre los británicos y los colonos holandeses se agravaron desde el descubrimiento de yacimientos mineros de oro y diamantes en las repúblicas bóers independientes de Orange y Transvaal, desencadenando la llamada guerra anglo-bóer de 1899-1902. Tras la derrota de los bóers, las repúblicas de Transvaal y Orange fueron anexionadas por Reino Unido. No obstante, se les otorgó cierta autonomía dentro de la Uníón Sudafricana, que desde 1910 pasó a ser un dominio.
La Conferencia de Berlín
Las rivalidades entre Francia y Bélgica por el Congo y el creciente interés de los comerciantes alemanes por África central impulsaron al canciller alemán Bismarck a celebrar una Conferencia Internacional en Berlín entre 1884 y 1885. En ella se adoptaron una serie de acuerdos que debían regular la ocupación del territorio africano: La libertad de comercio y de navegación por los ríos Níger y Congo. La prohibición de la esclavitud. El reconocimiento del «Estado Libre del Congo» como una colonia a título personal del rey de Bélgica, Leopoldo II. El principio de la ocupación efectiva, es decir, era necesario ocupar de verdad un territorio para considerarlo como propio. Este principio aceleró el «reparto de África», pues las potencias se lanzaron a conquistar aquellas tierras que aún no pertenecían a otro país. A finales del Siglo XIX, nuevas potencias se incorporaron al reparto de África. Las más importantes fueron Italia y Alemania. Italia se apoderó de Somalía y Eritrea, pero fracasó en su intento de conquistar el reino de Abisinia (Etiopía), al sufrir la derrota de su ejército colonial en la batalla de Adua (1896). Alemania fue la última en participar en la carrera colonial. A partir de 1884 establecíó colonias en la costa oriental (África Oriental), en la costa occidental (Togo y Camerún) y en el área desértica del sudoeste de África, a la que luego se llamó África del Sudoeste alemana.