La vida política, económica y social de Extremadura dependíó en buena parte de la cuestión agraria. La agricultura extremeña había conocido un proceso de expansión a lo largo del primer tercio del Siglo XX que hizo que a la altura de 1930 se labraran más de un millón de hectáreas en la regíón, cifra nunca alcanzada hasta entonces.
En Extremadura, las tensiones en el campo se comprobaron con los periódicos procesos de invasiones de fincas durante el invierno de 1931 a 1932, otoño de 1934 y Marzo de 1936. No se trataba de invasiones violentas, sino de ocupaciones de fincas para roturarlas con la intención de que los hechos consumados permitieran a los yunteros obtener algún fruto de ellas. Sin embargo, en varias ocasiones, la tensión de los acontecimientos llevó a duros enfrentamientos entre la Guardia Civil y los campesinos, saldándose incluso con varios muertos, como ocurríó en Castilblanco en Enero de 1932 o en Miajadas en Agosto de 1933.
Aunque la Ley de Reforma Agraria se aprobó en Septiembre de 1932, el complejo sistema burocrático para su puesta en marcha provocó el desencanto entre los campesinos. En otoño de 1932, el paro alcanzaba en Extremadura sus cotas más altas. Azaña optó por recurrir a la vía del decreto mediante la intensificación de cultivos de Noviembre de 1932. Esta medida se aplicó en las provincias latifundistas y tuvo especial importancia en Extremadura, donde fueron asentados más de 300.000 campesinos. La agilidad de su aplicación en la regíón se debíó a la labor del Gobernador General de Extremadura, Luis Peña Novo, que durante los dos últimos meses de 1932 se encargó de conseguir tierras prácticamente pueblo a pueblo par los yunteros extremeños.
Durante el Bienio de Derechas, cuando se acaban los contratos de los yunteros, éstos eran expulsados por los propietarios de las fincas.
El triunfo del Frente Popular en las elecciones de 1936 hizo que se volviesen a asentar a yunteros en las fincas extremeñas. En la madrugada del 25 de Marzo de 1936, más de 25.000 campesinos extremeños se lanzaron a roturar dehesas que no se estaban labrando.
La Guerra Civil frustró las esperanzas de una verdadera reforma agraria que, como tal, no volvería a darse nunca.
Tras las elecciones, Lerroux formó un gabinete conformado exclusivamente por miembros de su partido. La CEDA apoyó al gobierno desde el Parlamento. Lerroux se vio así obligado a iniciar lo que los grupos de derecha reclamaban, una política de rectificación de las reformas del bienio anterior. Esta nueva política se concretó en la paralización de las reformas iniciadas:
Paralización de la reforma agraria, con la consiguiente expulsión de las tierras que habían ocupado de miles de jornaleros.
Paralización de la reforma militar y designación para puestos clave de militares claramente antirrepublicanos como Franco, Goded o Mola. Esta nueva política fue completada con un amnistía para los participantes en el golpe de Sanjurjo en 1932.
Conciliación con la Iglesia Católica
Paralización de las reformas educativas
Parón en el programa de construcciones escolares y anulación de la enseñanza mixta.
Enfrentamiento a los nacionalismos periféricos
Freno al proyecto de Estatuto de Autonomía vasco, presentado por el PNV y enfrentamientos con la Generalitat catalana, que presidía Lluis Companys, dirigente de ERC, desde Enero de 1934.
Derechas
- La CEDA de Gil Robles agrupaba a las clases medias y populares católicas. Las Juventudes de Acción Popular (JAP), organización juvenil del partido, tenían ya en aquel momento rasgos claramente fascistas.
- En Renovación Española, dirigida por Calvo Sotelo, se agrupaban los monárquicos con posturas cada vez más extremistas y antidemocráticas.
- Finalmente, la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera se fusiónó en 1934 con las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista (JONS) de Ledesma. Quedaba así constituido el núcleo político de ideología fascista en España.
Izquierdas
La Izquierda Republicana de Manuel Azaña agrupaba el centro-
izquierda que había optado por una política de reformas y de alianzas con el movimiento obrero.
El PSOE, el mayor partido obrero, estaba dirigido por un grupo de líderes a menudo enfrentados. Indalecio Prieto y Largo Caballero representaban el ala más moderada y más radical del partido. En general, el PSOE vivíó un claro proceso de radicalización.
El PCE seguía las nuevas directrices de la Komintern y buscaba una alianza de la izquierda contra el fascismo. La experiencia alemana y el ascenso de Hitler en Enero de 1933 habían hecho rectificar a Stalin y buscar alianzas con todas las fuerzas de centro-izquierda.
La CNT seguía ligada a la acción revolucionaria, aunque había quedado muy mermada tras el fracaso de la insurrección de Diciembre de 1933.
Los continuos enfrentamientos del gobierno de la Generalitat catalana con el gobierno de derechas de Madrid habían propiciado que la Esquerra Republicana de Catalunya dirigida por Lluis Companys girara a la izquierda en sus posiciones políticas. Por último, cabría referirnos al breve gobierno del Frente Popular, que se extenderá de hecho entre Febrero de 1936 y el comienzo de la Guerra Civil en Julio del mismo año. Inicialmente, obviando que se trataba de una coalición, se constituyeron gobiernos exclusivamente republicanos en los que Azaña sustituirá a Alcalá-Zamora al frente de la presidencia de la República. La heterogeneidad de la formación no solo fue palpable entre partidos, sino a nivel interno dentro de los mismos. El caso más llamativo en este sentido es sin duda el socialismo de la época, dividido entre los colaboracionistas con los republicanos, liderados por Indalecio Prieto, y los no colaboracionistas, con Largo Caballero al frente. Durante el escaso tiempo con el que contó el nuevo gobierno destacaron medidas como la concesión de amnistías a los implicados en la Revolución de Octubre de 1934, el restablecimiento del Estatuto de Cataluña y los fallidos intentos por rescatar el programa reformista del primer bienio. Un nuevo error cometido en materia militar contribuirá también a facilitar la conspiración de los sectores opuestos a la República. Concretamente fueron alejados de los centros de poder los militares sospechosos y estos, desde la distancia, conspiraron con mayor facilidad, a saber, Franco desde Canarias, Goded en Baleares y Mola desde Pamplona. En las últimas semanas de este efímero gobierno la situación se volvíó ciertamente tensa, pudiendo reséñar hasta 200 huelgas agrarias en apenas el mes de Mayo y un clarísimo incremento del terrorismo por parte de las dos facciones que acabarán combatiendo en la Guerra Civil. Los pistoleros falangistas intentaron los asesinatos de Jiménez de Asúa y Largo Caballero, mientras que las milicias armadas de la izquierda consumaron el 13 de Julio el asesinato de Calvo Sotelo, líder de la extrema derecha. Era el preludio de un infructuoso Golpe de Estado que derivará en contienda civil entre Julio de 1936 y Abril de 1939.