nombramiento de Adolfo Suárez (Julio de 1976) como nuevo Presidente de Gobierno. Desde el primer momento
Suárez manifestó una clara voluntad de avanzar hacia un régimen de libertades y sus hechos no lo desmintieron: decretó una amplia amnistía con la Ley de Amnistía (30 de Julio) que sacó de la cárcel a millares de presos políticos y de conciencia; y establecíó contactos periódicos para convencer e implicar a la oposición en su proyecto, estableciendo tres pilares intocables: el rey, la unidad de España y el ejército; llegado el momento procedería a la legalización del Partido Comunista, lo que levantó ampollas en amplios sectores del viejo régimen y del ejército .
La Ley de Reforma Política, impulsada por el gobierno, fue la clave de todo el proceso de la transición española hacia la democracia. Se partía afirmando que “Los derechos fundamentales de la persona son inviolables y vinculan a todos los órganos del Estado”, se declaraba el objetivo de la convocatoria de elecciones y se pretendía configurar un marco institucional que permitiera llevarlas a cabo con la conformidad de todos. Se creaban dos cámaras, Congreso y Senado, elegidas por sufragio universal excepto un corto número de senadores de nombramiento real; esas cámaras estaban llamadas a la elaboración de una nueva Constitución. El rey tenía la potestad de convocar un referéndum.
El problema es que esa ley tenía que ser aprobada por las Cortes franquistas y que aprobar la ley supondría su disolución. La Ley de Reforma salíó adelante (18 de Noviembre de 1.976) merced a varios factores: la tradicional docilidad de los procuradores del régimen, la habilidad de Fernández Miranda al dirigir el debate, la presión ejercida desde el gobierno sobre los procuradores y, en fin, el acuerdo al que se llegó con Alianza Popular, grupo parlamentario en el que se integraban 200 procuradores de las viejas Cortes.
De acuerdo con el propio texto de la Ley de Reforma Política lo aprobado por las Cortes debía, además, ser sometido a referéndum. Éste se llevó a cabo el 15 de Diciembre y ofrecíó como resultados una participación del 77 % y la aprobación por abrumadora mayoría.
Las elecciones a Cortes Constituyentes se llevaron a cabo el 15 de Junio de 1.977 con una elevada participación electoral (78%). Ningún grupo consiguió la mayoría absoluta. El partido más votado fue UCD, Uníón de Centro Democrático con 165 escaños y el 34 % de los votos. En segundo lugar, se situó el PSOE con un total de 118 escaños y el 29% de los votos. Muy lejos estaban el Partido Comunista con 20 escaños y Alianza Popular con 16. El Partido Socialista Popular de Tierno Galván consiguió tan sólo 6 diputados y la Democracia Cristiana, excepto en Cataluña, sólo logró situar a un reducido número de senadores. En cambio, los partidos nacionalistas lograron una veintena de puestos en el Congreso de los Diputados (13 los catalanes en dos coaliciones diferentes y 8 el Partido Nacionalista Vasco). La ultraderecha apenas si obtuvo el 2 % de los votos emitidos.
El pacto de la transición. Quedaba claro que los electores se habían inclinado definitivamente por el procedimiento reformista, a la vez que expresaban su deseo de que se produjera una transformación profunda de la que era expresión la magnitud lograda por el voto socialista. En definitiva, el resultado de las elecciones impónía un gobierno monocolor minoritario y, por tanto, débil y obligado a intentar llegar a un consenso con otras fuerzas políticas que resultaría muy positivo.
A partir de este momento, gobierno y Parlamento hubieron de hacer frente, mientras se elaboraba el texto constitucional, a los graves problemas de la reivindicación autonómica, la conflictividad social y la crisis económica. Los problemas de orden público, en particular los provocados por el terrorismo de la ETA, fueron frecuentes y, a veces, dieron la sensación de poder provocar una situación involucionista. Precisamente, esto es lo que constituyó durante todos estos años el principal peligro para la transición, ya que siempre se vivíó bajo la amenaza de un Golpe de Estado militar de los sectores ultraconservadores, muchos aún veteranos de la guerra, pese a que en ningún momento se les iban a exigir responsabilidades por los críMenes de la represión franquista. Especialmente peligrosos eran los momentos de máxima actividad terrorista de ETA, y para amortiguar este peligro Suárez contó con la figura del General Gutiérrez Mellado, como Vicepresidente del Gobierno.
La tensión en el plano social se neutralizó mediante los Pactos de la Moncloa, que en el terreno socioeconómico eran un testimonio de consenso político. Con estos acuerdos las fuerzas sociales de izquierda y los sindicatos se comprometieron a aceptar cierta austeridad en los salarios a cambio de una serie de contrapartidas que abarcaban desde el inicio de la reforma fiscal, mediante el establecimiento de nuevos impuestos, hasta la creación de un elevado número de puestos escolares y la extensión de las prestaciones de la Seguridad Social. Mediante estos acuerdos se lograron disminuir las tensiones políticas a la vez que se iniciaba una profunda transformación de la sociedad española.