5.1. La guerra de la independencia: antecedentes y causas. Bandos en conflicto y fases de la guerra
La guerra de la independencia (1808-1814) fue la culminación de la profunda crisis que atravesó España durante el reinado de Carlos IV. En 1808 España estaba en crisis política, militar, económica y social. En Francia, Floridablanca (primer ministro) y pone fin a la reformas ilustradas y cierran las fronteras. Godoy (primer ministro de Carlos IV) se convierte en válido y se acerca cada vez más a Napoleón provocando la ira de la nobleza. Anteponer los intereses de Francia a los de España. En 1796 Godoy firma el tratado de San Ildefonso con Francia para defender los intereses españoles en América frente a los británicos, está yendo la guerra un año después. La superioridad británica en el mar culminó con el desastre de Trafalgar (1805), que dejó a España sin flota para defender el comercio y las comunicaciones con las colonias americanas. La deuda pública, los gastos militares y la caída de ingresos americanos hace tomar medidas extraordinarias como las de naciones y desamortizaciones de los bienes eclesiásticos, provocan un descontento en la nobleza y la iglesia, que se alejan de Carlos IV y Godoy.
El tratado de Fontainebleau (1807) es la invasión y el reparto de Portugal entre Francia y España. Godoy permite el paso de las tropas de Napoleón por España hacia Portugal, por su apoyo a Gran Bretaña.
El motín de Aranjuez (Marzo de 1808), donde un sector de la alta nobleza opuesto a Godoy provocaron la destitución de este y dos días después Carlos IV abdicó en su hijo Fernando VII. Napoleón, viendo la debilidad de la monarquía decide hacerse con el trono español.
La abdicación de Bayona, Napoleón provoca en Bayona a la familia real y a Fernando VII, y le presiónó para que devuelva el poder a su padre, Carlos IV, y éste se lo entrega Napoleón que se lo cede a su hermano José Bonaparte.
El levantamiento del 2 de Mayo, en Madrid estalla una sublevación al la familia real partir hacia Bayona, que fueron duramente reprimidas por el ejército francés, dando lugar a la guerra de la independencia.
La guerra supuso un enfrentamiento tanto militar como político, posiciónándose en dos bandos: los afrancesados, encabezados por José I Bonaparte, apoyado por la minoría de ilustrados que querían una modernización de España pacífica. José I promulgó el estatuto de Bayona, que liquidó las bases del antiguo régimen; y los patriotas, gran parte del pueblo, rechaza a José I Bonaparte y apoya a Fernando VII en el trono, pero estas estaban divididas en dos grupos enfrentados, los liberales que eran partidarios de un cambio político (monarquía parlamentaria) y los absolutistas, que eran partidarios del régimen anterior (monarquía absoluta).
La guerra fue larga y fría, la resistencia de las guerrillas y el apoyo de los británicos decantó el conflicto a favor de los sublevados. La guerra atravesó tres etapas:
Mayo – Noviembre (1808), la resistencia española gana protagonismo, consigue la victoria de la batalla de Bailén, lo que frenó la ocupación francesa dirigida por Murat y consigue que José I Bonaparte abandone Madrid y se establezca en Vitoria.
Noviembre 1808 – Enero 1812, la llegada de Napoleón con su Gran Armée acabó con el ejército español en varias batallas, acelerando la ocupación. Pero esto no supuso el fin de la guerra, las guerrillas resistieron ayudados por la armada británica.
Enero 1812 – Diciembre 1813, la situación se invirtió ya qué Napoleón tuvo que retirar las tropas de España hacia Rusia y el desembarco del ejército británico forzó a qué Francia se replegara. En Diciembre de 1813 Napoleón devolvíó el trono a Fernando VII (Tratado de Vençay) y a principios de 1814 los franceses abandonaron definitivamente España.
En los españoles crecíó un sentimiento de pertenencia a la misma nacíón. En España operaron ejércitos franceses, españoles y británicos. Este conflicto desencadenó condiciones favorables para el cambio y establecíó una monarquía constitucional (Constitución de Cádiz 1812).
5.2. Las cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
Al estallar el conflicto, los patriotas se reorganizaron en Juntas locales (representados todos los grupos sociales), encargados de gobernar el territorio y dirigir la guerra, para coordinarse crearon la Junta Central Suprema que asume el poder. Un sector de la junta propone un cambio político y convocó en 1809 unas cortes generales y extraordinarias. Jovellanos presidirá la comisión que organice y que acordará seguir el modelo de las Cortes del antiguo régimen (representación estamental). Mientras que la junta central se disuelve por su mala gestión de la guerra y es sustituido por el Consejo de Regencia (Cádiz).
El origen de los diputados de las cortes era muy diverso, tanto social (sin clases populares), como territorial (americanos, filipinos). Los diputados no se agrupan en partidos, pero se distinguen tres grupos:
Los absolutistas (nobleza y clero), defendían unas Cortes Estamentales limitadas a dirigir la guerra
Los reformistas (Jovellanos), partidarios de unas Cortes Estamentales con reformas ilustradas, manteniendo el Antiguo Régimen.
Los liberales (burguésía, militares, funcionarios y profesionales liberales) Coma perseguían unas cortes constituyentes.
La mayoría de los diputados eran liberales. En la sesíón inaugural de las Cortes (Septiembre 1810), los liberales aprovecharon su mayoría para imponer el voto individual. El primer decreto de las cortes de Cádiz promovíó un cambio político radical: reconocieron a Fernando VII como rey legítimo; la soberanía pertenece a la nacíón; las cortes representaban a la nacíón y ejercían el poder legislativo en el que se reconocían los derechos y libertades individuales; la eliminación de instituciones de tradición feudal; y la desamortización de bienes municipales.
Los liberales aprovecharon la ausencia del rey para aprobar la primera constitución del 1812 (“La Pepa”) qué establecíó la soberanía nacional dentro de una monarquía parlamentaria.
*Los aspectos más importantes son:
La proclamación de la soberanía nacional, que reside en las cortes
El reconocimiento de los derechos individuales: el político, la libertad de expresión e imprenta (no censura) y la seguridad jurídica (no torturas); el social, la igualdad ante la ley (no privilegios estamentales); y los económicos, la iniciativa individual.
La división del poder: El ejecutivo, como jefe del ejecutivo, el rey nombra a los ministros, declara la guerra y la paz, y dirige el ejército (limita su autoridad); el legislativo, una sola cámara, el gobierno y las cortes proponen las leyes, pero las cortes son las que lo aprueban o rechazan; y el judicial, los jueces son independientes, establecen garantías procesales y un fuero único para todos los españoles.
El sufragio: universal, masculino e indirecto, que obligaba a tener una renta para ser diputado. *
El sistema liberal se reforzó por la creación de la Milicia Nacional (cuerpos armados para defender la Constitución). Las cortes y la Constitución tuvieron una vigencia muy corta por tres motivos: la guerra, impidió su aplicación efectiva en todo el territorio, la falta de apoyo social, y Fernando VII abolíó la Constitución y restauró el absolutismo cuando recuperó el poder.
La Constitución de 1812 fue la primera de la historia de España y se convirtió en la bandera del liberalismo nacional, estuvo vigente hasta 1814.
5.3. El reinado de Fernando VII: liberalismo frente absolutismo. El proceso de independencia de las colonias americanas.
El reinado de Fernando VII (1814-1833) estuvo marcado por los diputados entre absolutismo y liberalismo, cuyos sistemas políticos, sociales y económicos eran incompatibles. Distinguimos tres etapas en su reinado:
El sexenio absolutista (1814-1820), en Diciembre de 1813 tras la expulsión de las tropas francesas Napoleón devolvíó el trono a Fernando VII. Cuando regresó pronto comprobó que el absolutismo podía ser restaurado sin apenas oposición, en Abril de 1814 parte del ejército, diputados de la aristocracia y el clero apoyaron el absolutismo así que en Mayo Fernando VII restablece el antiguo régimen, y dió comienzo a la persecución de los liberales. Los que no se exiliaron fueron apresados y ajusticiados, o pasaron a la clandestinidad. Durante estos años Fernando VII fue incapaz de asumir los problemas interiores (crisis hacendística) y exteriores (emancipación de las colonias). La debilidad de los liberales les llevó a buscar ayuda al ejército para cambiar el régimen absolutista. Aunque muchos de ellos fracasaron, triunfó el liderado por el coronel Rafael de Riego en 1820 en Cabezas de San Juan, comenzando el Trienio Liberal.
El Trienio Liberal (1820-1823), Riego obliga a Fernando VII a firmar la Constitución de 1812, restaurando el liberalismo. Se tomaron medidas liberales como abolir el régimen social, los mayorazgos y la Inquisición. Fue una época de inestabilidad por la división de los liberales en moderados (doceañistas) y exaltados (veinteañistas); la deslealtad del rey; la sublevación de la guardia civil; y la proclamación de la Regencia de Urgell. En 1822, los absolutistas solicitaron la intervención militar de la Santa Alianza en el Tratado de Verona 1823, que acordó enviar un ejército francés. Su fácil triunfo permitíó la restauración del absolutismo en 1823.
La Década Ominosa (1823-1833), se restauran todas las instituciones del antiguo régimen, excepto la inquisición y se creó un cuerpo de voluntarios realistas. La persecución de los liberales hizo que tuvieran que elegir entre la cárcel, el exilio y la muerte. Sin embargo, esto llevó al grupo a los absolutistas más radicales, conocidos como ultrarealistas, liderados por Carlos Mᵃ Isidro, hermano mayor del rey. En 1830 quedó embarazada la reina Mᵃ Cristina y en previsión de que fuera niña Fernando VII derogó la Ley Sálica promulgando la Pragmática Sanción. El nacimiento de la princesa Isabel planteó un problema sucesorio por el apoyo de los absolutistas. A los derechos de Carlos Mᵃ Isidro, la respuesta de Fernando VII fue
buscar el apoyo de los liberales moderados a los derechos de su hija, nombrando primer ministro al moderado Cea Bermúdez. En 1833 Fernando VII murió, y las cortes proclamaron heredera a Isabel II, y regente a su madre Mᵃ Cristina de Borbón. Sin embargo, Carlos no reconocía a Isabel como heredera y con el apoyo de los absolutistas Ultra realistas (ahora carlistas), se autoproclamó rey legítimo, comenzando poco después la Primera Guerra Carlista.
Otros hechos significativos durante el reinado de Fernando VII fueron la independencia de las colonias americanas por diversas causas: el rechazo al monopolio del comercio; la centralización política, impuesta por los Borbones; la ilustración; la independencia de EEUU; la debilidad de España; y el malestar criollo.
Etapas del proceso de la independencia: primera etapa (1808-1814), se forman las Juntas tanto en las colonias como en la Península, aunque algunas no reconocen a las autoridades; segunda etapa (1814-1824), se restablece el absolutismo en España, el movimiento de liberación se extendíó por toda América Sur y Norte. En 1825 América quedó totalmente independizada.
Las consecuencias por un lado en España fueron: económicas, pérdida del mercado americano y fin de materias primas baratas; y políticas, España quedó en una potencia secundaria en el plano internacional. Por otro lado en América: y se produjo la fragmentación en repúblicas, guerras, entre las nuevas naciones, predominio de los criollos y marginación de la población indígena, y la entrada de Iberoamérica en la órbita comercial de Gran Bretaña.
6.1. El reinado de Isabel II (1833-1868). La primera guerra carlista. Evolución política, partidos y conflictos. El estatuto real de 1834 y las constituciones de 1837 y 1845.
Los primeros acontecimientos durante su reinado fueron: la Primera Guerra Carlista y la instauración del sistema liberal que liquidó el antiguo régimen.
La Primera Guerra Carlista (1833-1839): el origen fueron los problemas sucesorios de Fernando VII tras la abolición de la Ley Sálica. Isabel, su hija, no fue reconocida por su hermano mayor Carlos Mᵃ Isidro, por lo que Fernando se acercó al liberalismo moderado. A su muerte en 1833 deja viuda a su esposa Mᵃ Cristina de Borbón como regente de Isabel II de tres años de edad. Carlos no reconocía a Isabel como heredera y se autoproclamó rey legítimo (Manifiesto de Abrantes).
* Poco después comienza la guerra, con dos bandos:
Por un lado, los isabelinos/cristinos en torno a la regente, liberalismo basado en una monarquía constitucional. Apoyados por la alta nobleza, la jerarquía eclesiástica, la burguésía, las clases urbanas y gran parte del Ejército, firmaron la Cuádruple Alianza con Gran Bretaña, Francia y Portugal (1834).
Por otro lado, los carlistas, absolutistas con el lema “Dios, patria, rey y fueron” defendían el antiguo régimen. Apoyados por la baja nobleza rural, el bajo clero, militares, reaccionarios y gran parte del campesinado. *
^ Etapas de la guerra:
Ocupación de zonas rurales (1833-1835): los carlistas se hicieron con el control de la regíón vasconavarra (no las grandes ciudades) y amplias zonas rivales de Aragón, Cataluña y Valencia. Zumalacarregui organizó un fuerte ejército, pero fracasó en el sitio a Bilbao, en el que murió.
Ofensivas carlistas (1835-1837): los carlistas querían extenderse por España, pero fracasaron por su falta de apoyo en las ciudades. Espartero (cristino) levanta el segundo sitio carlista a Bilbao, derrotando a los carlistas en la batalla de Luchana.
Fin de la guerra (1837-1839): finalmente, el general carlista Maroto firmará el convenio de Vergara en 1839 con el isabelino Espartero. A cambio de su rendición y reconocer a Isabel como reina, los carlistas no sufrían represalias e incluso incorporar al Ejército nacional los oficiales carlistas que lo deseasen.
Las consecuencias del conflicto fueron: el establecimiento de una monarquía constitucional; el elevado número de muertos y pérdidas materiales; la absorción de los recursos económicos; y el aumento del protagonismo de los militares en la vida política.
El reinado de Isabel II se divide en las regencias durante su minoría de edad (1833-1868) y el reinado efectivo (1843-1868), en los cuales se implantó el sistema liberal en España. Las regencias (1833-1843):
Regencia de Mᵃ Cristina (1833-1840): mantuvo hacia Bermúdez, como jefe de gobierno, quien atrajo a los liberales, pero se levantaron los carlistas, para reforzar el apoyo de los liberales cambio hacia Bermúdez por Martínez de la Rosa (liberal moderado), que en 1834 publicó el Estatuto Real. En 1836, los sargentos de La Granja se pronunciaron forzando a la regente a restaurar la Constitución de 1812 y nombrar presidente al progresista
José María Calatrava, cuyo ministro de Hacienda, Mendizábal, promovíó un conjunto de reformas económicas destinadas a liquidar el Antiguo Régimen. En 1837 se aprobó una nueva constitución entre progresistas, moderados y la Corona que acepta renunciar al absolutismo a cambio de mayor poder. Aprobada la constitución, se sustituyó el gobierno progresista por uno más moderado, provocando movilizaciones y cediendo la regencia a Espartero, líder de los progresistas.
Regencia de Espartero (1840-1843): era un gobierno autoritario con medidas de carácter progresista. Destacó por la desamortización de los bienes del clero, la limitación de los derechos forales vasco-navarros, ley librecambista para el sector textil que provocó alterados en Barcelona y el cierre de las Cortes. En 1843, la revuelta hizo que los moderados O’Donnell y Narváez actuaran, y Espartero marchó al exilio, anticipando la mayoría de edad de Isabel II (tenía 13 años).
Reinado efectivo de Isabel II (1843-1868): los 25 años de esta etapa marcados por el conservadurismo, se distinguen en tres etapas:
La Década Moderada (1844-1854): por su conservadurismo y afán centralizador destacan los Gobiernos de Narváez y Bravo Murillo: Constitución de 1845, conservadora, limita el reconocimiento de los derechos individuales; Política centralizadora, produjo una unificación jurídica (códigos débiles y penales), administrativa (gobernadores, provinciales y alcaldes) y fiscales (establecíó impuestos directos sobre inmuebles, e indirectos o consumos); Reforzamiento del orden público, fundación de la Guardia Civil; Recuperación del poder de la iglesia, gracias al Concordato (1851), a cambio de reconocer el régimen isabelino, la iglesia recibiría sostenimiento económico del Estado. La centralización y el fracaso de la boda entre Isabel II y Carlos VI dió lugar a la segunda guerra carlista (1846-1849). Los isabelinos se impusieron sobre los carlistas, muy activos en Cataluña.
Bienio progresista (1854-1856): debido al conservadurismo, la crisis económica y los escándalos financieros (de los que rodeaba a Isabel II), entran los progresistas al gobierno. La Vicalvarada (1854) fue iniciada por los generales moderados O’Donnell y Serrano. Fracasa inicialmente, pero consigue triunfar al sumarse los progresistas y demócratas a los que se atraen con promesas de reformas, firma el Manifiesto de Manzanares, forzando a Isabel II a nombrar jefe de gobierno a Espartero. Se aprobaron importantes medidas económicas, como la desamortización de Madoz, la Ley de Ferrocarriles, la Ley de Crédito o la creación del Banco de España. En 1856, la conflictividad social, la aparición de la uníón liberal, y la hostilidad de los moderados y la retirada de apoyo de los demócratas, facilitó a Isabel II, sustituir a Espartero por O’Donnell.
Vuelta al moderantismo (1856-1868): alternaron en el poder el Partido Moderado (Narváez) y la Uníón Liberal (O’Donnell). Lo más destacado fue el crecimiento económico, una política exterior colonialista (que buscaba la popularidad del gobierno y prestigio internacional) y la reforma educativa de la Ley Moyano. Desde 1866, el régimen entra en crisis por el descrédito de la reina, la muerte de Narváez y O’Donnell, la crisis económica y el aumento de la conflictividad social. En 1866, Prim (progresista), Serrano (unionista) y Martos (demócrata), firmaron el Pacto de Ostende para derrocar a los Borbones y establecer un sistema democrático. Tras varios levantamientos fracasados, triunfó en 1868, la Revolución Gloriosa, que provocó el exilio de Isabel II en Francia, y el inicio del Sexenio Democrático.
Se asentó el liberalismo en España, marcado por dos tipos de conflictos:
Las guerras carlistas: liberales contra absolutistas
Los pronunciamientos militares: ni Mᵃ Cristina, ni Isabel actuaron con la neutralidad que exige una monarquía constitucional (apoyaba a los liberales moderados y los progresistas se pronunciaban).
Los partidos políticos decimonónicos eran agrupaciones lideradas por militares. Durante la minoría de edad de Isabel II se produce la división del liberalismo en dos corrientes:
Partido Progresista, defendía la soberanía nacional, el límite de los poderes de la Corona, los amplios derechos individuales y la libertad religiosa (liderado por Espartero y apoyado por la pequeña burguésía y los artesanos); Partido Moderado, defendía la soberanía compartida (Rey y Cortes), amplios poderes para el trono, derechos individuales, limitados y la confesionalidad del Estado (liderado por Narvaez y apoyado por Isabel II, los terratenientes y la alta burguésía);
Y en la segunda mitad del reinado de Isabel II, surgieron dos nuevos partidos:
Uníón liberal, entre progresistas y moderados, optó por la soberanía compartida y el centralismo (O’Donnell y Serrano); Partido Demócrata, división del Partido Progresista que defiende el sufragio universal, la limitación del poder de la corona, la reformas sociales y la ampliación de los derechos individuales (Rivero).
Durante el reinado de Isabel II se aprobaron tres constituciones:
El Estatuto Real (1834): carta otorgada de carácter muy conservadora, aprobada por Martínez de la Rosa. Las Cortes bicamerales, divididas en Estamento de los Próceres (designaban la Corona) y de los Procuradores (elegidos por sufragio censitario). Los poderes de las Cortes limitados, solicitaban la elaboración de leyes a la Corona. La ausencia de reconocimiento de derechos individuales.
La Constitución de 1837: progresistas, fue consensuada con los moderados y la Corona. La soberanía nacional. El reconocimiento amplio de derechos individuales (expresión, imprenta, igualdad jurídica…). El poder ejecutivo, recaía en la corona, que lo ejercía por delegación a través del presidente y sus ministros, además el rey sancionaba las leyes y convoca y disuelve las Cortes. El poder legislativo, Cortes bicamerales divididas en el Congreso de los Diputados y Senado. Y el poder municipal, elección democrática de los alcaldes.
La Constitución de 1845: conservadora, aprobada por Narváez. La soberanía compartida (Corona y Cortes). El reconocimiento amplio de derechos individuales. La Corona podía nombrar y cesar al presidente, convocar y disolver las cortes y vetar leyes. El poder legislativo, Cortes bicamerales divididas en Congreso y Senado. La confesionalidad del Estado y financiación del culto. Y el poder municipal, elección gubernamental de los alcaldes.
6.2. El reinado de Isabel II (1833-1868). Las desamortizaciones de Mendizábal y Madoz. De la sociedad estamental a la nueva sociedad de clases.
El asentamiento del liberalismo exigía una reformas políticas, como la liberalización de la economía, liquidando el Antiguo Régimen y se reconoce el derecho a la propiedad y a la libertad de actividad profesional (industria y comercio). El objetivo es que la agricultura sea el motor de la modernización económica, por ello, las desamortizaciones (expropiación, nacionalización y venta de tierras en “manos muertas”) impulsadas por los progresistas fueron el principal instrumento de cambio.
* Los objetivos eran:
El aumento de rentas del Estado, generar ingresos y disminuir la deuda pública
Asegurar el apoyo social de los propietarios al régimen liberal, la compra de tierras en manos muertas caerá sobre propietarios comprometidos con el sistema isabelino.
La modernización de la agricultura, los nuevos propietarios incrementarían la productividad mediante la capitalización de la tierra. El aumento de las cosechas de mayor beneficio y disminuiría el precio de artículos de primera necesidad. *
^ La Desamortización eclesiástica de Mendizábal (1836): afectó a los bienes del clero regular (monasterios, conventos…). Se aprobó durante la Primera Guerra Carlista y los ingresos obtenidos iban para reforzar al ejército Cristiano. Espartero (1841) completó la desamortización con bienes del clero secular. Estas desamortizaciones enrarecieron la relaciones entre liberales progresistas y la iglesia.
La Desamortización civil de Madoz (1855): concluyó la venta de los bienes eclesiásticos y aprobó una desamortización civil que ponía dos tipos de tierra a la venta de los ayuntamientos: bienes comunales (todos los vecinos) y de bienes propios (arrendados a particulares). Esta desamortización súperó a los ingresos de la de Mendizábal.^
~ Las consecuencias del proceso de desamortización fueron:
Económicas: aunque disminuyó la deuda estatal, los ingresos no fueron los esperados, con la desamortización de Mendizábal se refuerza el ejército isabelino y la desamortización. Madoz, mejora las infraestructuras, especialmente del ferrocarril.
Agrarias: crecieron las cosechas pero la productividad crecíó poco, lo que daba pocos beneficios. No se produjo la modernización agraria.
Sociales: la oligarquía se enriquecíó más al adquirir las mejoras de las tierras. Se consolidó la gran propiedad (latifundismo), y se agravó el empobrecimiento del campesinado por la pérdida del uso de los bienes comunes y de propios, así como el aumento de las rentas por los nuevos propietarios.
Políticas: el fracaso del acceso campesino, a la propiedad de la tierra y los prejuicios a la desamortización, explicaron el rechazo del campesino al proyecto liberal.
Las desamortizaciones provocaron la hostilidad de la iglesia hacia el régimen isabelino hasta el Concordato de 1851. ~
De la sociedad estamental del Antiguo Régimen a la nueva sociedad de clases, cuyas carácterísticas son: la igualdad ante la ley y frente a los privilegios jurídicos; las nuevas categorías sociales (clase alta, media y baja); y la movilidad social, que permitía el paso de una clase a otra (meritocracia).
* Las sociedades está jerarquizada en:
Clase alta, son una minoría, estos son la antigua aristocracia y la alta burguésía (concentra el poder político y económico).
Clase media urbana, esta es más numerosa, pero aún así escasa, Estos son los profesionales liberales, funcionarios, militares, pequeños artesanos y comerciantes.
Clases populares, constituían la mayoría de la población, su situación empeoró con las desamortizaciones, aumentando el número de jornaleros estacionales y la emigración a la ciudad. Estos eran los criados, aprendices, mendigos… junto con los obreros fabriles. Sus condiciones de vida eran muy precarias, bajos salarios, largas jornadas laborales… *
^ Las antiguas instituciones, vieron modificado su papel en la sociedad:
La iglesia: fue la más afectada por los cambios, la desamortización redujo su patrimonio y perdíó su influencia entre el proletariado y los intelectuales de clase media.
El ejército: adquirieron un papel central en la vida política. Sus efectivos aumentaron con las numerosas guerras.^
6.3. El sexenio democrático (1868-1874): la Constitución de 1869. Evolución política: gobierno provisional, reinado de Amadeo de Saboyá y Primera República.
El sexenio democrático es una etapa caracterizada por la inestabilidad política, provocada por la falta de consenso de la Revolución Gloriosa (progresistas, unionistas y demócratas). Causas de la revolución: Isabel II perdíó apoyos por la exclusión de los progresistas, la muerte de los moderantistas Narváez y O’Donnell, la crisis económica, y las ideas democráticas y el republicanismo. El desarrollo de la revolución: los progresistas y demócratas firmaron el Pacto de Ostende con el fin de derribar la monarquía borbónica y establecer el régimen democrático. Serrano, líder de la uníón liberal, se uníó poco después al movimiento antiisabelino.
En Septiembre de 1868 se produce en Cádiz, el pronunciamiento de lado flota (almirante Topete) y de los generales Prim y Serrano. Los sublevados forman juntas locales contra el gobierno, convirtiendo el alzamiento en una rebelión popular (la Revolución Gloriosa). Tras la derrota en la batalla de Alcolea, la reina Isabel II huyó a Francia. Serrano convocó elecciones a las Cortes constituyentes que redactaron la Constitución de 1869. Esta se caracteriza por: la soberanía nacional; la monarquía parlamentaria, que limitan los poderes del rey; las cortes bicameral es, elegidos por sufragio universal masculino; los amplios, derechos individuales; y la democracia municipal.
El sexenio democrático se divide en tres etapas:
Gobierno provisional (1868-1871): aprobada la constitución, Serrano fue nombrado regente de forma provisional hasta que el gobierno, presidido por Prim, encontrase para el trono, un miembro de una dinastía europea liberal, no Borbón. Tras arduas negociaciones se ofrecíó la Corona a Amadeo, de la dinastía italiana de Saboyá.
Reinado de Amadeo I de Saboyá (1871-1873): Amadeo intentó implantar un régimen plenamente monárquico, pero hubo muchos obstáculos. No fue muy popular, debido a su origen extranjero. Los obstáculos que tuvo fueron: el rechazo del liberalismo moderado al nuevo rey; la tercera guerra carlista (1872-1876), Carlos VII aprovechó el rechazo al monarca para provocar una nueva rebelión; la rebelión independentista cubana, quería realizar reformas políticas y abolir la esclavitud; la ruptura de la coalición de los grupos que habían producido la rebelión de 1868; y el avance del republicanismo y del movimiento obrero. En 1868 se forma el partido republicano federal, liderado por Pi y Margall, y en 1870 la Federación de la regíón española (FRE). Ante tantas dificultades y la falta de apoyo, Amadeo I de Saboyá abdicó y abandonó España (Febrero 1873).
La Primera República (1873-1874): las Cortes proclaman la República como solución de urgencia ante el vacío institucional y eligen a Figueras como presidente. Los republicanos hacen frente a sus problemas: las clases populares llevan a cabo la revolución social; el desarrollo de dos guerras, una civil (Tercera Guerra Carlista) y otra de emancipación (Cuba); y el aislamiento internacional. Figueras convocó elecciones a las Cortes que eligieron como presidente a Pi y Margall, que quería convertir el país en una República Federal, pero tuvo una enorme oposición. Pi y Margall fue sustituido por el también federalista Salmerón, que renunció poco después y hubo un nuevo presidente moderado, Emilio Castelar, que dió un giro conservador. En Enero de 1874, el general Pavía dió un Golpe de Estado y disolvíó el parlamento poniendo fin a la guerra. Tras el golpe se forma un nuevo gobierno provisional presidido por Serrano.