El resultado de la Guerra Civil fue la consolidación del régimen dictatorial que los sublevados contra la República habían empezado a construir desde octubre de 1936. El régimen implantado por Franco en España perduró hasta su muerte en 1975.
En sus casi cuarenta años de existencia, el franquismo se mantuvo siempre como una férrea dictadura y se caracterizó por la represión de sus opositores, aunque sus instituciones fueron evolucionando.
Se considera que el franquismo tuvo dos grandes etapas.
La primera se desarrolló hasta 1959, aproximadamente, y se caracterizó por el intento de establecer un estado totalitario inspirado en el fascismo y de dotar al país de una autarquía económica.
La segunda etapa se gestó en la década de 1950, cuando el fracaso de la política económica y la necesidad de reconocimiento internacional comportaron la liberalización de la economía y la atenuación de sus rasgos más claramente fascistas.
El franquismo instituyó un Estado caracterizado por un autoritarismo extremo.
Sus rasgos más relevantes fueron:
- El totalitarismo.
El franquismo nació como una dictadura inspirada en el modelo fascista italiano y alemán.
Se suprimió la Constitución de 1931 y, con ella, todas las garantías individuales y colectivas, se clausuró el Parlamento y se prohibieron todos los partidos políticos y los sindicatos.
Sólo se permitió la existencia de un partido único y de un único sindicato oficial.
- El caudillismo.
Franco, investido con el título de Caudillo de España, era el jefe del Estado y, durante muchos años, también fue el presidente del gobierno.
Además era Generalísimo de todos los ejércitos y jefe nacional del partido.
- La concepción unitarista y centralista del Estado.
El franquismo abolió los estatutos de autonomía y fomentó la españolización de la población de los territorios influidos por los nacionalismos catalán, vasco y gallego.
- La represión de la oposición.
Se inició con la persecución de los simpatizantes con la causa republicana y continuó durante todo el franquismo de una manera constante y planificada.
- El control de los medios de comunicación, que estaban sujetos a una rígida censura y eran utilizados como un aparato de propaganda franquista.
Los tres grandes pilares institucionales de la dictadura fueron el ejército, el partido único y la Iglesia católica.
El ejército fue el más destacado sostén del régimen y participó activamente en el poder, ya que una buena parte de los ministros y los gobernadores civiles eran militares de carrera.
El partido único, llamado Falange Española Tradicionalista y de las JONS, se encargó de dotar al régimen de sus bases ideológicas, de controlar los medios de comunicación y de suministrar una buena parte de los cargos de la administración.
Para procurar el apoyo social al régimen, el partido constituyó cuatro organizaciones de masas:
El Frente de Juventudes, dedicado a la formación y adoctrinamiento de la juventud; la Sección Femenina, cuya misión era la de formar a la mujer con sentido cristiano y nacionalsindicalista; el Sindicato Español Universitario, que pretendía ser un instrumento de control político de los universitarios, y la Central Nacional Sindicalista (CNS), que integraba a patrones y trabajadores en una misma organización.
La Iglesia católica tuvo un papel destacado en la legitimación y construcción del régimen franquista, que se definía como un Estado confesional católico. A cambio de este apoyo, la Iglesia obtuvo una financiación pública muy generosa, el control casi total del sistema educativo y el predominio de los valores y la moral católica en el conjunto de la sociedad española.
Las diversas actitudes sociales respecto del franquismo se han definido a partir de tres tipologías:
El apoyo, la pasividad y el rechazo.
Desde sus inicios la dictadura contó con el apoyo de las élites económicas y sociales (terratenientes, empresarios, financieros, comerciantes, profesiones liberales…), que recuperaron el poder económico, social y político perdido durante la Segunda República. También contó con la adhesión de los propietarios agrícolas pequeños y medianos del Norte de España.
El trauma de la guerra convirtió a la clase media en mayoritariamente pasiva y apolítica.
Finalmente, una buena parte de los sectores populares se consideraban perdedores de la Guerra Civil y fueron los primeros protagonistas de la oposición al franquismo. Sin embargo, la represión, el miedo y el control policial, junto con el hambre, la miseria y el afán de supervivencia, condujeron a la mayor parte de las clases populares a la pasividad política.
La estructura política del Estado franquista se sustentaba en los grupos que habían mostrado su adhesión incondicional al Caudillo y que de una manera u otra integraban el llamado Movimiento Nacional.
Sin embargo, dentro del franquismo coexistieron diferentes ‘’familias’’ o grupos de influencia.
Los primeros en formar parte del Estado franquista fueron los grupos que habían dado apoyo incondicional a la rebelión de 1936:
falangistas, carlistas, ultracatólicosy monárquicos alfonsinos.
Así mismo tuvieron un cierto reconocimiento los sectores incorporados a la causa franquista durante la guerra, como algunos republicanos radicales, miembros de la CEDA y catalanistas de la Lliga Catalana.
La Iglesia también creó asociaciones o grupos de presión de inspiración católica que gozaron de influencia como la Asociación Católica Nacional de Propagandistas o el Opus Dei.
Durante la Guerra Civil, los sublevados habían manifestado su voluntad de eliminar a todos aquellos que se habían opuesto a la sublevación militar y a los que calificaban de enemigos de España.
El fin del conflicto no comportó el fin de la violencia, sino que se procedió a la institucionalización de la represión.
La primera ley represiva de carácter general fue la Ley de Responsabilidades Políticas con la que se pretendía la depuración total de las personas que habían colaborado con la República. En 1940 se añadió la Ley de Represión del Comunismo y la Masonería.
El ejército fue el principal brazo ejecutor de la política represiva. La mayoría de las causas fueron juzgadas por tribunales militares en Consejo de guerra, ante los cuales la indefensión de los procesados era casi total.
En cuanto a las cifras de la represión franquista, se calcula que las personas ejecutadas por razones políticas fueron aprox. 150 000, de las cuales 50 000 durante la posguerra. En cuanto a la población reclusa, se ha estipulado que en 1940 había en España 280 000 presos.
El hacinamiento en las cárceles y en los campos junto a unas pésimas condiciones higiénicas y alimenticias provocaron una elevada mortalidad entre los presos.
Una parte considerable de los condenados, e incluso de los detenidos no procesados, fueron enviados a los Batallones de Trabajadores, se dedicaban a la realización de obras de reconstrucción de carreteras, puentes…
Las medidas represivas contra los vencidos fueron acompañadas de un amplio proceso de confiscación y expolio de su patrimonio.
Por una parte, se requisaron las propiedades de la mayoría de exiliados y de los políticos republicanos; por otra, los bienes de todos los partidos, sindicatos, asociaciones, y entidades vinculadas a los republicanos fueron confiscados y pasaron en buena parte a engrandecer el patrimonio de las instituciones del régimen.
Se llevó a cabo una depuración generalizada de los funcionarios y trabajadores de las administraciones públicas y se presionó para que se procediera de igual forma en el sector privado.
La consolidación del régimen franquista y su evolución política estuvieron muy condicionadas por los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias más inmediatas.
Al inicio de la Segunda Guerra Mundial (septiembre de 1939), el franquismo mostró su apoyo a las potencias del Eje.
España no entró en guerra, aunque colaboró en el esfuerzo bélico enviando material estratégico y aprovisionamientos. Además, en 1941, una unidad de voluntarios (División Azul)
Fue enviada a la URSS para combatir junto a las tropas alemanas y unos españoles fueron enviados a trabajar a Alemania.
El fin de la Segunda Guerra Mundial supuso para el franquismo una etapa de aislamiento y rechazo internacionales
En los años 1945 y 1946, cuando las recién creadas Naciones Unidas condenaron explícitamente el régimen de Franco, impuesto por la fuerza gracias a la ayuda de las potencias fascistas derrotadas.
Además, el gobierno de Francia cerró la frontera con España y un acuerdo de la Asamblea General de las Naciones Unidas recomendó la retirada de los embajadores de Madrid.
Así, la España de Franco no pudo beneficiarse del programa de ayuda norteamericana a Europa, el llamado Plan Marshall.
A partir de 1947, la configuración de dos bloques antagónicos (URSS y EE. UU.) y el inicio de la Guerra Fría alteraron significativamente la situación internacional. En este nuevo contexto era más importante para EE. UU. y los países occidentales contar con un buen aliado en la lucha contra el comunismo, el gran enemigo, que presionar al régimen franquista para forzar la democratización de su sistema político.
En 1953, Franco obtuvo el definitivo reconocimiento internacional del régimen con la firma de los acuerdos con Estados Unidos y del concordato con la Santa Sede.
El Vaticano exigía a cambio el restablecimiento explícito de la confesionalidad del Estado y un considerable estatus de privilegio para la Iglesia. Los estadounidenses obtuvieron el derecho a establecer y utilizar una serie de instalaciones militares en territorio español.
La dictadura franquista pretendió dar una imagen de legalidad con la promulgación de una serie de Leyes Fundamentales que ocupaban el lugar de una Constitución inexistente y con la creación de unas Cortes que daban apariencia de un sistema parlamentario.
El primer rasgo del nuevo Estado fue la concentración de poderes en la persona de Franco, hecho que se mantendría hasta su muerte. Franco era jefe del Estado, del partido y Generalísimo de los ejércitos. También era el jefe de gobierno y gozaba de poderes excepcionales para promulgar leyes en casos de urgencia.
Se estableció el Fuero del Trabajo, una primera Ley Fundamental de clara inspiración fascista.
En 1945, con las derrotas de las potencias del Eje, el régimen de Franco se vio forzado a promulgar nuevas Leyes Fundamentales que le congraciasen con los aliados. De este modo, se instauró el Fuero de los Españoles, que pretendía aparentar que en la España de Franco también los ciudadanos gozaban de ciertas libertades políticas, y la Ley del Referéndum Nacional.
La Ley de Sucesión permitió a Franco designar a su sucesor “a título de Rey”.
El franquismo rechazaba el sistema democrático, basado en la voluntad popular, el sufragio y la separación de poderes. Para la construcción del nuevo Estado se inspiró en el Estado corporativistaitaliano, que organizaba la participación popular a partir de tres unidades básicas: la familia, el municipio y el sindicato, que el régimen consideraba superiores a los partidos políticos. El sistema fue denominado democracia orgánica.
La representación popular en las instituciones del Estado se reguló a partir de las Cortes.
Todos sus representantes, llamados procuradores eran designados por el poder.
También había procuradores por razón de su cargo, entre otros, los alcaldes de las mayores ciudades, los rectores de las universidades y los representantes de la jerarquía eclesiástica.
Estas Cortes franquistas no resultaban elegidas democráticamente, se trataba tan sólo de un órgano de colaboración con la jefatura del Estado, ya que Franco controlaba el poder legislativo y tenía derecho a vetar las leyes.
Otro poder del Estado fueron los Sindicatos Verticales, empresarios y trabajadores se integrarían en un mismo sindicato por ramas de producción.
El Estado ejercía una férrea tutela sobre la clase obrera y dictaba las condiciones laborales, anulando toda posibilidad de negociación colectiva e ilegalizando la huelga.
El resultado de este control fueron unas condiciones de trabajo extremas que comportaron el mantenimiento de salarios bajos para los trabajadores y permitieron unos amplios beneficios empresariales.
El franquismo pretendió imponer sus valores ideológicos y morales ejerciendo un exhaustivo control sobre las actividades privadas y públicas de todos los españoles.
En consecuencia, se impusieron unas formas de comportamiento basadas en la más estricta moral cristiana, se prohibían el matrimonio civil y el divorcio y se penalizaba el aborto.
El franquismo instauró una rígida censura sobre todas las actividades sociales, culturales y lúdicas de los españoles. Los guiones de las películas, las obras teatrales, los libros, la prensa, etc., debían pasar por una comisión de censores.
En el ámbito familiar, se impuso el modelo patriarcal, que preconizaba el completo sometimiento de la mujer al hombre. La nueva moral pretendía imponer el regreso de la mujer al hogar, y su educación la orientaba hacia el matrimonio y la familia, lo cual dificultaba su entrada en el mundo universitario y laboral.
La educación se convirtió en un importante medio de adoctrinamiento político y religiosos.
La enseñanza primaria y media quedó mayoritariamente en manos de la Iglesia, se prohibió la enseñanza mixta y se impuso la obligatoriedad de la religión y la Formación del Espíritu Nacional.