11.3 Hacia 1969 se produjo un escándalo de corrupción en el seno del franquismo, el llamado caso MATESA, en el que se vieron implicadas instituciones públicas.
Franco cesó a los ministros tecnócratas y puso un gobierno nuevo monocolor del Opus Dei encabezado por el Almirante Carrero Blanco. También en 1969 Franco nombra como su sucesor a título de rey al príncipe Juan Carlos de Borbón teniendo éste que jurar la Ley de Principios del Movimiento Nacional. El objetivo era que mantuviera la dictadura a la muerte del Caudillo.
Sin embargo, la crisis se agravó más todavía cuando el nombrado presidente Carrero fue asesinado en un espectacular atentado de la banda terrorista ETA (1973). Su sucesor, Arias Navarro propuso una tímida apertura hacia el derecho de asociación política (“espíritu del 12 de Febrero”), que mostró la división de ideas dentro del gobierno del dictador:
- Los aperturistas de Pío Cabanillas, que deseaban una reforma del franquismo desde dentro
- Los antirreformistas (“el búnker”), que deseaban dejar las cosas igual, con Girón de Velasco.
A nivel internacional, el régimen encadenó un fracaso tras otro en sus últimos años de existencia: la Comunidad Europea no permitió la entrada de España en su sede, teniendo que conformarse ésta con un Acuerdo Preferencial (1970). Asimismo, los intentos franquistas de hacerse con Gibraltar no llegaron a nada, y España cerró el paso fronterizo con la colonia británica como protesta. Por último, en el periodo 1973-74 desaparecían las dictaduras griega y portuguesa, con lo que la España franquista se quedaba como la última dictadura de la Europa Occidental, más aislada que nunca.
A nivel interno, España sufrió los embates de la crisis económica internacional de 1973, a lo que se sumó la enfermedad de Franco. En un contexto de grave crisis social con condenas a muerte de terroristas de ETA y el FRAP, el dictador moría el 20 de Noviembre de 1975. La ejecución final de cinco condenados provocó la repulsa internacional. Marruecos aprovechó el contexto de crisis española para llevar a cabo una marcha popular hacia el Sáhara Occidental, la última colonia africana en poder español.
El gobierno decidió abandonar el territorio en manos de Marruecos y Mauritania, que se la repartieron. La ONU condenó esta actitud española, puesto que se había dejado en sus manos la tutela del territorio sahariano hasta alcanzar su independencia. El eco de este conflicto llega hasta el día de hoy.
Respecto a la oposición al franquismo, este movimiento estaba formado por:
- El movimiento obrero. Destacó la aparición de Comisiones Obreras, sindicato liderado por Marcelino Camacho. Otros sindicatos destacados de la época fueron USO (ideología cristiana) y ELA-STV (nacionalismo vasco). Las huelgas fueron un fenómeno recurrente desde finales de los años 60.
- Las huelgas estudiantiles, a las que se sumaron los profesores desde principios de los años 70.
- El movimiento vecinal, que pedía mejoras en los barrios obreros de nueva construcción.
- La Iglesia católica, que desde el Concilio Vaticano II (1965) dejó de lado el apoyo incondicional a Franco de sus primeros años. Destacaron la actitud crítica del obispo Tarancón así como del clero nacionalista catalán y vasco sin olvidar a los sacerdotes de ideología obrera, llamados despectivamente por el régimen “curas rojos”.
- La oposición surgida dentro del ejército, encabezada por la llamada Unión Militar Democrática (UMD).
- En cuanto a los partidos políticos destacó el PCE dirigido por Santiago Carrillo, el cual lideró la Junta Democrática en 1974. Otro grupo político destacado fue el PSOE dirigido por Felipe González desde el congreso de Suresnes. Los socialistas lideraron la Plataforma de Convergencia Democrática en 1975. Entre los grupos nacionalistas estaban la tendencia moderada de PNV en el País Vasco y CDC y ERC en Cataluña.
- Dentro de las organizaciones terroristas surgidas en el final del franquismo, destaca la aparición de ETA (“Euskadi y Libertad”). Este movimiento al principio pedía de forma pacífica una revitalización de la cultura y la raza vasca. Sin embargo, a finales de los años 60, empezó a atentar, exigiendo la independencia del País Vasco. Aunque con la caída de Franco llegara la democracia, ETA no dejó de atentar hasta su disolución en 2018, provocando más de 800 muertos. Otros grupos terroristas de extrema izquierda que provocaron numerosos atentados fueron el GRAPO y el FRAP.
Economía durante el final del franquismo
Tras la Guerra Civil, la economía española estaba en una situación catastrófica: destrucción de un gran número de viviendas (250.000), ruina de carreteras y puentes, sin reservas de oro en el Banco de España y sin posibilidad de obtener créditos extranjeros debido a las circunstancias de la 2ª Guerra Mundial, descenso de la producción agraria e industrial (en torno a un 25% de media entre las dos)… La solución dada por el franquismo fue la autarquía: que España fuera un país autosuficiente en recursos, lo que llevó al racionamiento de los mismos. Se creó el INI (Instituto Nacional de Industria) con el fin de impulsar este sector económico (astilleros, fertilizantes, electricidad…), con éxitos como la creación de la compañía automovilística SEAT y la metalúrgica ENDESA.
Durante los años 40 la situación fue de crisis económica: inflación galopante (hasta un 13% anual), descenso de la cotización de la peseta y hambrunas. Sin embargo, a partir de los 50 se inicia una leve recuperación: fin del racionamiento, llegada de la ayuda económica norteamericana (Pactos de Madrid de 1953), integración de España en el comercio internacional. Ello permitió importar bienes de consumo y modernizar la agricultura. Sin embargo hacia finales de los años 50 se veía que el modelo autárquico estaba agotado.
Para ello la economía franquista dio un giro de timón: Franco quitó a los falangistas del gobierno y en su lugar puso a los tecnócratas, reformistas pertenecientes al Opus Dei que pretendían que España se acercara al modelo económico de Europa Occidental.
Para llevar a cabo sus fines, el gobierno tecnócrata creó el llamado Plan de Estabilización Económica (1959), basado en:
- Reducción de los gastos del Estado, congelación de los salarios y devaluación de la peseta
- Liberalizar la economía, con una menor participación del Estado en la economía
- Abrir a España los mercados extranjeros, favoreciendo la instalación en nuestro país de las empresas extranjeras.
La explosión de riqueza española fue altísima, favorecida por la mano de obra barata que llegaba del campo a la ciudad, el boom del turismo, la inversión de capitales extranjeros en España, las remesas de dinero de los españoles que empezaron a trabajar en el extranjero y el aumento de la industrialización en nuestro país, concentrada esta en Madrid, Cataluña, País Vasco, Asturias y Valencia.
Otra famosa reforma tecnócrata fue la aparición de los llamados “Planes de Desarrollo”, creados bajo la dirección del ministro López Rodó. Cada uno duraba cuatro años, y llegaron a desarrollarse tres. Sus objetivos eran desarrollar la industria, especialmente en aquellas zonas con poca base industrial (los llamados “Polos de Desarrollo”, en Burgos, Huelva, Valladolid, Vigo….), así como modernizar la agricultura (con la introducción de tractores, regadío).
Dichos planes incluían directrices obligatorias para las empresas públicas e indicativas para las privadas.
Pese a los grandes éxitos que sin duda se cosecharon en la economía española de los años 60 (España llegó a ser la 10ª potencia industrial del mundo), estos planes tuvieron sus limitaciones: industria muy dependiente del exterior y con escasa tecnología, un gran número de españoles tuvieron que salir de nuestras fronteras para encontrar trabajo, no se alcanzó el nivel de renta media de los europeos occidentales y era relativamente fácil eludir los impuestos, con el perjuicio que ello creaba para la Hacienda pública.
A nivel social la emigración del campo a la ciudad que ya hemos comentado (éxodo urbano) hizo crecer las áreas urbanas a base de un creciente chabolismo en sus zonas periféricas, el cual no se pudo erradicar ante la falta de una reforma de los planes urbanísticos así como el surgimiento de un movimiento especulador del precio del suelo. A su vez el impacto del turismo y la televisión cambió los hábitos culturales y sociales de los españoles, alejándolos de los que quería imponerles el régimen franquista (familia tradicional, visión religiosa conservadora), y acercándolos a los de los países democráticos.
Uno de los aspectos más destacados del periodo social fue el incremento de las llamadas clases medias, reforzados ahora con la integración en ellas de obreros cualificados, profesiones liberales (aumento de médicos, profesores, abogados…), así como con un aumento de los empleados en el comercio, la banca y la administración. Este nuevo grupo social pedirá una mayor participación en el mundo laboral y político, aspecto que el franquismo les negaba, y que hará que su aparato de gobierno entre en crisis.