La Monarquía Absoluta de los Borbones
1. La guerra de sucesión
El último monarca de la Casa de Austria, Carlos II, murió sin descendencia directa. Los principales candidatos para ocupar el trono por sus vínculos familiares eran Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, y el archiduque Carlos de Hasburgo, hijo del emperador de Austria. El testamento de Carlos II designaba al candidato borbón, que fue proclamado rey Felipe V. Este nombramiento provocó un conflicto grave en el equilibrio de poder entre las potencias europeas. El acceso de Felipe V al trono español fortalecía la influencia de los Borbones en Europa. Gran Bretaña, Holanda y Portugal dieron su apoyo al candidato austriaco y entraron en guerra contra Francia y España. De esta manera, la sucesión al trono español pasó a ser un conflicto internacional. En España, la cuestión sucesoria también había dividido los territorios peninsulares. Castilla se mostró fiel a Felipe V, a excepción de una parte de la gran nobleza. En cambio, en la Corona de Aragón, especialmente en Cataluña, las instituciones representativas de los diversos sectores sociales y las clases populares respaldaron al candidato austriaco. En el plano internacional, las fuerzas de ambos candidatos estaban bastante equilibradas y los Borbones se mostraron incapaces de derrotar a los ejércitos aliados. La paz entre los contendientes se firmó en los Tratados de Utrecht y Rastadt.
1.2 La imposición del absolutismo borbónico
La monarquía de los Austrias ya había iniciado en el siglo XVII un proceso de concentración del poder en Castilla. Sus cortes no se reunían desde 1666 y desde el siglo XVI solo lo habían hecho para aprobar impuestos. Al instalarse los Borbones en el trono español a principios del siglo XVIII, impusieron el modelo de absolutismo implantado en Francia por Luis XIV.
1.3 Centralización y uniformidad
Felipe V y Fernando VI asumieron la tarea de unificar y reorganizar los diferentes reinos peninsulares. Felipe Quinto mediante los llamados Decretos de Nueva Planta impuso la organización político-administrativa de Castilla a los territorios de la Corona de Aragón, que perdieron su soberanía y se integraron en un modelo uniformador y centralista. Aunque legalmente conservaban sus facultades legislativas y judiciales, los Austrias pasaron a ser meros órganos consultivos y perdieron peso en el gobierno. Por encima de cualquier institución se situaba el poder del monarca, que intervenía y decidía en todos los asuntos del estado. Los Borbones también reorganizaron el territorio y crearon demarcaciones provinciales gobernadas por capitanes generales con atribuciones militares, administrativas y judiciales. Por último, se generalizó la institución de los corregidores castellanos. En los años siguientes se intentó extender a toda España, pero las fuertes resistencias de los privilegiados lo impidieron.
El Reformismo Borbónico
Carlos III
3.1 Las nuevas ideas ilustradas
La nueva corriente de pensamiento ilustrado se expandió rápidamente por Europa. Al siglo XVIII se le conoce como el siglo de las luces. La característica básica es una ilimitada confianza en la razón, que no puede ser sustituida ni por la autoridad, ni por la tradición, ni por la revelación. Los ilustrados creían que los hombres, conducidos por su inteligencia, podrían alcanzar el conocimiento que constituía la base de la felicidad. Eran firmes partidarios de la educación y del progreso. Los ilustrados sometieron a crítica los principios en los que se basaba la sociedad estamental, afirmando la igualdad y el derecho a la libertad de todos los seres humanos. También criticaron la organización económica y la falta de libertad para comprar y vender. Se opusieron al dominio ideológico de la iglesia y se enfrentaron al absolutismo monárquico, defendiendo la necesidad de un contrato entre gobernantes y gobernados. Montesquieu planteó la separación de poderes y Rousseau defendió el principio de soberanía popular.
3.2 La Ilustración española
La introducción y difusión de las nuevas ideas ilustradas en España fue lenta y difícil. La ausencia de amplios grupos burgueses y el anquilosamiento de muchos de los ilustrados, que eran miembros de la pequeña nobleza, hicieron de la educación un objetivo prioritario. La segunda preocupación básica de los ilustrados fue la cuestión económica. Todos eran conscientes de que el atraso del país en relación a otras potencias europeas provenía de la gran cantidad de tierras amortizadas en manos de la nobleza y el clero.
3.3 El despotismo ilustrado de Carlos III
Carlos III accedió al trono español al morir su hermanastro Fernando VI sin descendencia directa. El monarca ya había gobernado en Nápoles y había estado en contacto con las ideas ilustradas. Se mostró partidario de seguir algunas de las ideas de progreso y racionalización ilustradas, siempre que no atentaran contra el poder de la monarquía absoluta. En el inicio de su reinado, tuvo que enfrentarse a la fuerte oposición de los grupos privilegiados a su programa de reformas. Así, se produjo el motín de Esquilache, una revuelta de causas complejas en las que se unieron el malestar de la población por la escasez y el elevado precio de los alimentos, el rechazo al excesivo poder de los altos cargos extranjeros, etc. Carlos III, atemorizado, destituyó a Esquilache, paralizó las reformas y tomó medidas populares como bajar el precio de algunos productos básicos. Para llevar adelante su programa, contó con una serie de ministros y colaboradores españoles, entre ellos cabe destacar a Pedro Rodríguez Campomanes, Conde de Floridablanca, y Conde de Aranda, Pablo de Olavide, etc.