Al morir Carlos III, le sucedió en el trono su hijo Carlos IV. Poco después estalló la Revolución Francesa y, tras la ejecución de Luis XVI, España declaró guerra a Francia. La guerra fue negativa para España y el ministro Godoy firmó la paz de Basilea, llevando a una alianza con Francia contra Gran Bretaña. Más tarde, se dio la derrota de la flota hispanofrancesa en la batalla de Trafalgar y se firmó el tratado de Fontainebleau, que autorizó al ejército napoleónico a invadir Portugal. Esta decisión desencadenó el motín de Aranjuez, tras el cual Godoy fue obligado a dimitir y Carlos IV tuvo que abdicar en su hijo Fernando VII. Napoleón aprovechó la rivalidad entre padre e hijo y los hizo firmar las abdicaciones de Bayona, por las que ambos renunciaban al trono y aceptaban el nombramiento de José Bonaparte como rey de España.
La guerra de independencia
La entrada de tropas francesas originó un levantamiento popular en Madrid el 2 de mayo de 1808, lo que provocó la guerra de independencia. Ante la ausencia del monarca, se formaron juntas de defensa encargadas de organizar la resistencia y coordinadas por la Junta Suprema Central. Los sublevados lograron derrotar a los franceses en la batalla de Bailén, además de que grupos guerrilleros ofrecían tenaz resistencia. En 1812 se produjo un cambio decisivo, Napoleón tuvo que desplazar parte de sus ejércitos a Rusia y el apoyo británico permitió a los españoles vencer en las batallas de Arapiles, Vitoria y San Maricial. Por el tratado de Valençai, Napoleón reconoció a Fernando VII como rey.
Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812
José Bonaparte contó con escaso apoyo entre los españoles, como consecuencia, en el país se vivió un vacío de poder. La Junta Suprema Central se convirtió en la institución que asumió la legitimidad política. En 1810, la junta se trasladó a Cádiz, allí convocó la reunión de las Cortes, y estas se autoproclamaron representantes legítimas de la nación española. La presencia de una mayoría de diputados liberales provocó que las Cortes adquirieran un componente revolucionario, en el que se planteó acabar con el antiguo régimen. El 19 de marzo de 1812, las Cortes aprobaron la primera Constitución española.
La restauración de la monarquía absoluta
Finalizada la guerra de independencia, Fernando VII regresó a España en 1814 y los partidarios del antiguo régimen hicieron que el monarca instaurase la monarquía absoluta, iniciando así la llamada sexenio absolutista, durante la cual se establecieron instituciones del antiguo régimen. En 1820, triunfó la sublevación del teniente coronel Riego, quien proclamó la Constitución de Cádiz y obligó a Fernando VII a acatarla.
El trienio liberal
Con el pronunciamiento de Riego, comenzó un periodo de tres años de gobierno de los liberales. Se dictó una amnistía, se eligieron nuevas Cortes y se restableció la Constitución de 1812 y las reformas de las Cortes de Cádiz. Fernando VII no aceptaba el régimen constitucional y empezó a conspirar contra él. En el Congreso de Verona se decidió la intervención militar de la Santa Alianza en España, en 1823 el ejército francés dirigido por el duque de Angulema, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, penetró en España, derrotó a los liberales y restableció a Fernando VII como rey absoluto, poniendo fin al trienio liberal.
El fin del absolutismo
La restauración del absolutismo dio paso a un periodo conocido como la década ominosa (época negativa en la historia de España). La monarquía llevó a cabo una severa represión contra el liberalismo y suprimió la obra legislativa del trienio liberal, algunos liberales fueron ejecutados. La guerra contra Napoleón había provocado la bancarrota de la Real Hacienda. Los sectores más radicales del absolutismo consideraban que el rey era demasiado moderado y comenzaron a apoyar a Carlos María Isidro (hermano del monarca), lo que dio origen a un conflicto sucesorio, ya que el rey había tenido dos hijas y la ley sálica impedía a las mujeres reinar en el país. Fernando VII estaba muy enfermo y anuló la ley sálica mediante la Pragmática Sanción y concedió el derecho de sucesión a su hija Isabel. En 1833 murió Fernando VII, Isabel, siendo menor de edad, fue proclamada reina de España y la regencia fue asumida por su madre, María Cristina, quien tuvo que enfrentar la oposición de los partidarios del infante Carlos, denominados carlistas.
Las causas de la emancipación
Las causas de la emancipación fueron el descontento de los criollos, la creciente autonomía económica, la difusión de ideas ilustradas y liberales, el ejemplo de las colonias inglesas de Norteamérica y el vacío de poder.
La primera guerra carlista
Tras la muerte de Fernando VII, su esposa María Cristina asumió la regencia porque Isabel, su hija, era menor de edad. María Cristina recurrió al apoyo de los liberales, lo que provocó la primera guerra carlista. El carlismo era un movimiento diverso que luchó en defensa de la monarquía absoluta y la religión católica. El carlismo adquirió gran implantación en el norte y noreste de la península, siendo apoyado por la pequeña nobleza, el campesinado y parte del clero. Bajo la dirección del general Zumalacárregui, el carlismo tomó la iniciativa y las partidas carlistas fueron obligadas a firmar el convenio de Vergara, poniendo fin a la guerra.
La implantación del liberalismo
María Cristina tuvo que contar con los liberales en el gobierno. Primero contó con el apoyo de los moderados y promulgó el Estatuto Real. En 1836, los progresistas accedieron al poder y redactaron la Constitución de 1837, que establecía la soberanía nacional. Las diferencias personales entre María Cristina y el general progresista Espartero provocaron que este asumiera la regencia.
La época isabelina
En 1843, las Cortes proclamaron la mayoría de edad de Isabel II. El periodo estuvo dominado por dos partidos políticos: los moderados, liderados por Narváez, que representaba a la alta burguesía y parte de las clases medias, y los progresistas, dirigidos por Espartero, que agrupaba a la pequeña burguesía y las clases populares. A lo largo del reinado predominó el gobierno de los moderados. Se distinguen dos etapas políticas: la década moderada, en la que se promulgó la Constitución de 1845, se elaboró el Código Penal y se creó la Guardia Civil, y el bienio progresista. La crisis de la monarquía isabelina llevó a la proclamación de la Primera República.
La Primera República
La Primera República se dividió en varias etapas: la República Federal, marcada por conflictos bélicos, oposición monárquica e inestabilidad social; la República Unitaria y el Directorio Republicano.