La Revolución Industrial no fue un cambio brusco y repentino, sino un largo proceso de cambios tecnológicos, económicos y sociales en Inglaterra entre 1760 y 1780. Los protagonistas no eran conscientes y hoy prefieren hablar de un proceso de industrialización.
Los antecedentes de la industria
La mayor parte de la riqueza provenía de la tierra. En el campo predominaba la agricultura de subsistencia, mientras que en las ciudades las actividades artesanales estaban muy limitadas por la tecnología de la época. La producción de alimentos y bienes era muy baja y el comercio a gran escala tenía aún muchos obstáculos. En algunos lugares empezaron a notarse cambios económicos, a esto lo conocemos como Revolución Industrial.
La primera fase del trabajo autónomo fue el Domestic System y su posterior el Putting Out System. El Domestic System permitía que los campesinos, cuando lo permitían las labores del campo, realizaran en sus hogares trabajos artesanales con sus propios instrumentos y vendieran en los mercados manufacturas. El Putting Out System implicaba el control del proceso productivo y se convertía en un pequeño empresario, proporcionando a los campesinos las materias primas y los instrumentos. Con el paso del tiempo surgió el Factory System, la concentración del capital, los trabajadores, las materias primas y las herramientas originó muchas fábricas urbanas.
Gran Bretaña, pionera de la industrialización
La primera región del mundo donde se produjo el proceso de industrialización fue en Europa Occidental. Gran Bretaña controlaba un gran imperio colonial y los beneficios del comercio exterior proporcionaban parte del capital necesario para la inversión industrial. La expansión del mercado exterior iba unida al crecimiento de un mercado interior. El país contaba con una importante demanda progresiva de bienes debido al crecimiento demográfico y al poder adquisitivo. La monarquía parlamentaria proporcionaba un contexto político estable que favorecía los intereses comerciales y empresariales. El espíritu de innovación era un factor tanto cultural como científico.
Las transformaciones agrarias
La revolución agrícola sentó las bases que permitían el crecimiento industrial. Los cambios en la estructura de la propiedad y la explotación de la tierra, las leyes de cercamiento perjudicaron a los pequeños propietarios y campesinos sin tierra, privados del acceso a los recursos comunitarios. Muchos tuvieron que vender sus propiedades y emigrar a las ciudades. Los cambios tecnológicos incluyeron la mejora de los arados de hierro, la sembradora de hilera o las trilladoras mecánicas. En cuanto a los sistemas de cultivos, destacó la implantación del sistema Norfolk, que consistía en combinar la plantación para proporcionar nitrógeno al suelo. La rotación permitía aumentar la productividad gracias a la abundancia de forraje, ofrecía alimento para la ganadería y aumentaba la producción de carne y leche.
Los cambios demográficos
Durante los siglos XVIII y XIX, en toda Europa vivió un crecimiento demográfico sin precedentes. En 1700 contaba con 5 millones de habitantes y en 1900 llegó a los 37 millones. El aumento de la población se debió al mantenimiento de una tasa de natalidad elevada y la disminución de la tasa de mortalidad. La caída progresiva de la tasa de mortalidad se debió a la mejora de la alimentación y de la higiene, enriquecida gracias al crecimiento de la producción agraria. Los avances en la higiene se debieron al jabón y al agua potable, al alcantarillado y al uso de ropa interior de algodón, así como al progreso de la medicina.
La producción industrial
El nacimiento de la industria moderna está vinculada a la aparición y extensión del sistema fabril, un nuevo modelo de producción que concentraba en el espacio de la fábrica el capital, los trabajadores, la maquinaria y la energía.
Los sectores pioneros
La industria textil algodonera fue el sector más importante de la industria británica. La prohibición de importar tejidos de algodón estimuló la producción interior. Hubo innovaciones tecnológicas, como el invento de la lanzadera volante, un telar que permitía tejer piezas más grandes en menos tiempo. Aumentó la demanda con la Spinning Jenny, una máquina de hilar que multiplicaba la capacidad de las antiguas ruecas manuales. Cartwright patentó el telar mecánico y James Watt inventó la máquina de vapor. En las minas ya se empleaban bombas para aprovechar la fuerza del vapor producido. En la industria textil fomentó el desarrollo de la siderurgia. El proceso de producción de hierro mejoró con la difusión de los altos hornos y el coque, inventaron el pudelado y el laminado de hierro.
Los transportes
Al mismo tiempo que evolucionaba el proceso de industrialización, se produjo una verdadera revolución de los transportes. En Gran Bretaña se dio un extenso programa de construcción de canales y carreteras, pero el cambio llegó cuando se consiguió aplicar la energía de la máquina de vapor al transporte. George Stephenson construyó la primera locomotora de vapor entre Liverpool y Manchester. El ferrocarril se convirtió en el motor principal de la industrialización, se triplicó la producción de hierro y carbón, creció el capitalismo financiero. La navegación a vapor tuvo un proceso más lento.
El comercio y el capital
La revolución de los transportes hizo posible la integración y propició el incremento del comercio exterior a larga distancia. El proceso de industrialización necesitaba grandes inversiones de capital. Se crearon sociedades mercantiles formadas por varios inversores, siendo el tipo más conocido la sociedad anónima, empresas con un capital dividido en participaciones.
La expansión de la Revolución Industrial
Gran Bretaña fue el primer país industrial del mundo. La industrialización del continente europeo fue más tardía debido a la escasez de algunos factores de la producción. Solo dos países, Estados Unidos y Japón, iniciaron el proceso de industrialización. Gran Bretaña se convirtió en la primera potencia económica mundial y cambió las relaciones económicas de todo el mundo. Se regían por el liberalismo económico. Después se unieron Bélgica, Francia, Alemania y los últimos en llegar fueron Italia, España, Portugal, Austria-Hungría y Rusia.