La Restauración: Introducción
La palabra restauración se aplica para denominar la vuelta al trono de la monarquía que reinaba en un periodo anterior. En España hace referencia a la vuelta de los Borbones, y abarca desde 1875 a 1931, cuando comienza la II República. La restauración puede ser dividida en dos fases: la correspondiente a Alfonso XII y la regencia de María Cristina (1875 – 1902), y la que da comienzo con la mayoría de edad de Alfonso XIII (1902 – 1930). En este periodo se da de nuevo la estabilidad que hubo en la etapa moderada de Isabel II, ya que el poder vuelve a depositarse sobre el rey y las cortes, además de la reaparición de la burguesía latifundista. El programa político de la nueva monarquía está trazado por el manifiesto de Sandhurst, elaborado por Cánovas. Algunos rasgos importantes son la prosperidad económica, la centralización del poder legal y administrativo, la pacificación de las guerras civiles aún sin finalizar, la estabilidad y la relativa tendencia a la democracia. Los tres pilares del sistema político de la restauración son: Cánovas y el sistema canovista, la Constitución de 1876 y el turnismo político.
Cánovas y el sistema canovista
La obra de Cánovas, base de la restauración, es, a pesar de sus fallos, una obra de convivencia para los dos bandos separados por la revolución de 1868: el sistema canovista se fundamenta en la búsqueda de un método político que procure la convivencia pacífica de las fuerzas políticas de mayor protagonismo en España: moderados y liberales. Está orientado a crear un sistema social y político estable, asimilando los logros del sexenio revolucionario y cimentando el poder del régimen en la figura de las cortes y del rey, de quien resaltaba su función de mandatario máximo del ejército, además de ser figura clave del sistema parlamentario. Antonio Cánovas del Castillo fue el hombre clave de este periodo. Su ideología destaca por ser realista y positivista, planteando la política como “el arte del compromiso” y prestando más atención al fin de los hechos que a los principios de los mismos. La síntesis de conservadurismo y liberalismo que representa viene dada por la importancia que da al pasado histórico, tomando de cada tendencia los aspectos más positivos. Son elementos clave de su doctrina la libertad, la propiedad, la monarquía dinástica y el gobierno conjunto de esta con las cortes. Toma el nuevo sistema de gobierno como una “continuación histórica” de la etapa moderada de Isabel II. Los principales sustentos de este sistema residen en la Constitución del 76, que recoge sus principios fundamentales, y el turnismo político, realización de su idea de convivencia pacífica.
La Constitución de 1876
Desechadas las opciones de volver a la Constitución moderada de 1845 y la de respetar la progresista de 1869, se afrontaba la creación de un nuevo texto que sentara las bases del nuevo sistema político y que englobara a los partidarios de una y otra. El principio del que se partía era la plena aceptación de las cortes y el rey en gobierno conjunto como máximo órgano de poder. Cánovas emprendió el proyecto de combinar las líneas maestras de la Constitución del 45 con algunas reivindicaciones de la del 69. Ejemplo de ello es la proclamación del catolicismo como religión oficial del estado, al tiempo que se permitía el libre culto privado. Se reconocían los derechos del texto del 69, recortándolos y estableciendo un arbitraje entre los defensores de los mismos y sus detractores. El poder ejecutivo pertenecía en su totalidad al rey, aumentándolo al otorgarle el mando supremo del ejército. Las cortes, formadas por el congreso y el senado, se componen de miembros por derecho o nombrados por el rey; senadores con carácter vitalicio. El poder legislativo reside en las cortes, si bien pertenece al rey la voluntad de convocarlas o disolverlas. Esto implica un predominio del monarca sobre todo el sistema político. Durante los primeros gobiernos conservadores se mantuvo la legislación económica del sexenio revolucionario, y se revisó la jurídico-legislativa. Se estableció el sufragio censitario limitado a propietarios y titulados académicos. La distinción entre partidos legales e ilegales se mantuvo hasta 1881. Quienes no aceptaran la monarquía quedaban excluidos de la vida política. Diversas leyes administrativas y la reforma del código penal restringían ciertas libertades y coartaban el teórico derecho de organización de los trabajadores.
Los partidos políticos y la dinámica del turnismo
La puesta en marcha de la constitución hacía necesario el funcionamiento de los partidos políticos. Cánovas pretendía crear grandes partidos que engloben a todos aquellos que acepten a la monarquía. La extrema derecha y la extrema izquierda no se veían representadas; era un gobierno “de centro”, con distinción entre la inclinación a una u otra tendencia. Así, la “derecha” quedaba constituida en el partido liberal conservador, que presidía el mismo Cánovas. Estaba formado por los antiguos moderados. La “izquierda” se veía representada en el partido liberal constitucional, encabezado por Sagasta. Comprendía a los antiguos progresistas, partidarios de Amadeo I, demócratas y radicales. Sagasta será pieza clave en el mantenimiento del equilibrio en el sistema. Fuera del sistema quedaban los carlistas y los republicanos, además del naciente partido socialista obrero. El entendimiento entre los dos líderes hizo posible el funcionamiento de la dinámica del turnismo, que implicaba que de los dos grandes partidos, el que lograra la mayoría gobernaba y el otro formaba la oposición. La idea era sencilla, pero no lo era su realización. Pronto se dio una corrupción del sistema que originó lo que conocemos por el nombre de caciquismo.
El caciquismo
A pesar de los intentos por establecer una política de consenso, el poder lo seguían ejerciendo unos pocos, y los partidos políticos estaban formados por clases altas. En las elecciones solo importaba lograr unas actas impecables, si bien no importaban tanto la autenticidad de las mismas. El fenómeno del caciquismo representaba la diferencia entre la intención de las bases legales escritas y la variación existente en la realidad. Para entender qué es el caciquismo deben tomarse en cuenta las microestructuras políticas que representan las pequeñas localidades. El aislamiento y la incomunicación de muchos pueblos españoles implica el surgimiento de la figura del cacique, que no eran sino miembros de una élite local, que por su influencia y su función de intermediario con el poder, dispensaba favores a cambio de votos. Para obtener un favor del cacique, a cambio debía darsele el voto. Estos votos individuales veían luego su repercusión en el resultado colectivo. En consecuencia, cuando un partido perdía el poder no lo hacía por perder las elecciones, ya que estas estaban “manipuladas”, sino porque dicho partido perdía fuerza e influencia o simplemente se pactaba el turno.
Republicanismo y Movimiento Obrero – Nacionalismo y Regionalismo
El sistema oligárquico de la Restauración funciona durante un tiempo, hasta que la progresiva decadencia que irá sufriendo durante la Regencia de María Cristina y el reinado de Alfonso XIII, acompañados de la derrota ante Estados Unidos en 1898, comiencen a marcar el declive del mismo. Ante esto, numerosos grupos intentarán hacer caer definitivamente la monarquía: republicanos, socialistas, regionalistas… todos tratan de reemplazar el sistema actual, si bien ninguno es capaz de plantear una alternativa mejor. La monarquía encontrará su vía de prolongación momentánea en la figura del militar Primo de Rivera. Sin embargo, la evidente imposibilidad de una reforma interna del sistema hace prever la unión de estos grupos para lograr sus propósitos. Dicha unión será fruto de un proceso lento, ya que la represión del gobierno moderado tras el completo fracaso de la I República hace que la asociación y organización de fuerzas liberales sea extremadamente complicada. El movimiento obrero constituye el mejor ejemplo: en el paso del Sexenio a la Revolución desaparecieron todos los esfuerzos de organización política. Fue necesario empezar casi desde cero. Debe tomarse en cuenta también la actuación de los partidos republicanos y la influencia del regeneracionismo, además del auge del nacionalismo y el regionalismo, para comprender la crisis de la monarquía.
El Movimiento Obrero
La trayectoria política de los trabajadores pasa por una fase de costosa reconstrucción. El sector anarquista está muy debilitado; el núcleo marxista de Madrid evoluciona hacia la creación del futuro Partido Socialista Obrero Español (PSOE), vinculado a la creación del sindicato de Unión General de Trabajadores (UGT), cercano a su ideología. La Federación de Trabajadores de la Región Española sigue fiel a los principios anarquistas. La idea de que el sindicato obrero debe ser la base de la futura sociedad toma forma en la creación de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). El partido socialista contempla cómo los múltiples obstáculos que le pone la Restauración le impiden dar una alternativa democrática a la monarquía vigente. En 1921, la influencia de la Revolución Rusa y la Tercera Internacional provocarán una división interna en el PSOE que dará lugar al nacimiento del partido comunista.
Republicanismo y Regeneracionismo
La principal oposición a la monarquía estaba representada por los grupos republicanos. Seguían considerando la Restauración como una forma violenta de supresión del constitucionalismo, y defienden los valores del texto de 1869. El proyecto republicano puede resumirse en cuatro puntos fundamentales: superioridad de la república frente a la monarquía; separación de Iglesia y Estado; Sufragio Universal y preocupación por los problemas de las clases populares. Este programa tuvo problemas para llegar a los ciudadanos por la escisión de los republicanos en cuatro grupos: federales, progresistas, centralistas y posibilistas. Los últimos se aliaron a Sagasta y aceptaron la monarquía. Los otros tres se aliaron en varias ocasiones y comprobaron que tenían un considerable apoyo popular. El surgimiento de los radicales es fruto no ya de restos históricos sino de las contradicciones del sistema. Los radicales partirán de posiciones antimonárquicas extremas e irán evolucionando hacia un republicanismo conservador. El partido reformista llega a considerar posibles reformas bajo el marco monárquico. Se componía de desencantados con el sistema y republicanos moderados. Regeneracionistas es el nombre con el que se conoce a una serie de intelectuales, como el escritor Benito Pérez Galdós o el filósofo Ortega y Gasset, que realizan una crítica constante a la política que mantiene al país en la miseria.
Regionalismo y Nacionalismo
La existencia de estos movimientos viene dada por la forma artificial e improvisada en que se unificó el estado español. Los distintos gobiernos monárquicos llevaron a cabo una centralización y unificación de todos los territorios sin identificarse con cada uno de ellos. La falta de alternativas a la Restauración y el conservadurismo de la misma impulsaron los movimientos regionalistas primero, y los nacionalistas después. El catalanismo político surge por el sistema de partidos propio que tiene Cataluña, que desplaza a los partidos del gobierno central. Con las Bases de Manresa inician una serie de proyectos destinados a alcanzar la autonomía. La fuerza del catalanismo viene dada por la implicación de todas las clases sociales. El nacionalismo vasco fue generado por la pervivencia de la “conciencia de fuero” tras la abolición de estos. Nace desde el principio como una formulación elaborada por Sabino Arana, basada en lo que él llama “hechos diferenciales”, como la raza, la lengua y las costumbres. Estos movimientos se dan también en Galicia, donde el rechazo al centralismo dará origen a la creación del “Partido Nazonalista Galego”, y en menor medida en Valencia, con el concepto de “País Valenciá”.