1. La Prehistoria
Es el periodo histórico que se encuadra desde la aparición de los primeros homínidos hasta la invención de la escritura. Podemos dividirla en estas etapas:
1.1. Paleolítico
Los primeros pobladores peninsulares eran depredadores y su supervivencia se basaba en la caza, pesca y recolección. Eran nómadas, ya que se desplazaban siguiendo a los rebaños de animales. Los individuos se reunían en pequeños grupos con una organización social muy elemental, sin una clara jerarquización social.
- Paleolítico inferior (1.2 millones de años-90000 a.C.): Las muestras más antiguas de la existencia de los primeros grupos del género Homo en la Península han aparecido en el yacimiento de Atapuerca (Burgos), con 1,2 millones de años. Los paleontólogos han determinado que los restos allí hallados son de una nueva especie, denominada el Homo antecesor. Se trataba de un antepasado común tanto para nuestra especie como para los neandertales. También en Atapuerca han aparecido restos del Homo heidelbergensis, hace unos 350.000 años.
- Paleolítico medio (90000-35000), con el neandertal como especie del género homo existente, mucho más extendido por la Península (Cova Negra en Játiva, Bañolas en Gerona, Gibraltar, etc). Se caracterizaban por su robustez, baja estatura y elevada capacidad craneal. Conocieron el fuego y practicaron ritos funerarios.
- Paleolítico superior y Epipaleolítico (35.000-5000): Cuando llegó a la Península el Homo sapiens sapiens convivió con los neandertales hasta que se extinguieron. El Homo sapiens se extendió por toda la Península, incluso a los archipiélagos balear y canario. Están asociados a una especialización de las industrias líticas, uso de nuevos materiales como el hueso y la aparición del arte rupestre y mobiliar. Destacan los yacimientos de Tito Bustillo (Asturias), Altamira (Cantabria), Parpalló (Valencia), etc.
1.2. El Neolítico
Hacia el 5000 aparecieron en la Península las primeras comunidades neolíticas, caracterizadas por la producción de alimentos (agricultura y ganadería) y de la alfarería y esto provocó el sedentarismo. Los cambios sociales y económicos fueron muy importantes porque a esto se unió la aparición del comercio, una organización social más compleja, determinada por la división del trabajo y el control del excedente alimentario. Estos factores contribuyeron al surgimiento de una primera jerarquización social. Destaca la cultura de la cerámica cardial (cueva de Nerja), la cultura de Almería y la de los Sepulcros de Fosa (Cataluña)
1.3. La Edad de los Metales
La aparición de la metalurgia marcó un hito tecnológico esencial.
- Edad del Cobre o Calcolítico, entre el 3000-1700 a.C. las comunidades neolíticas con cierto grado de desarrollo y cercanas a yacimiento de minerales desarrollaron la metalurgia del cobre. Este descubrimiento supone paralelamente otros inventos como la rueda y un cambio notable en las relaciones sociales, con una jerarquía social mucho más clara. Destacan la cultura de los Millares (Almería), la proliferación de los monumentos megalíticos y aparecieron los poblados amurallados.
- Edad del Bronce (1700-1000 a.c.): El bronce es una aleación de cobre y estaño, siendo el resultado un metal más resistente, con lo que supuso un avance importante, de ahí que en los yacimientos encontremos abundantes armas y piezas de orfebrería. Los grupos sociales se hicieron más complejos. Destacan la cultura del El Argar (Almería) y la megalítica de las Baleares, representada por talayot, navetas y taulas.
- Edad de hierro o bronce final: Entre el 1000-500 a.C. floreció en la zona occidental de Andalucía una cultura o civilización de orígenes legendarios, Tartessos. En la actualidad los historiadores consideran a Tartessos como una cultura nacida del contacto entre los pueblos del sur de la Peninsula y los colonos de oriente (fenicios y griegos). Estos colonos fundan establecimientos comerciales para obtener metales (oro, plata, cobre, estaño), que no sólo se obtiene en zonas mineras del sur de la Península Ibérica, sino que también llega a Tartessos desde el noroeste e incluso, el estaño principalmente, de las Islas Británicas). La posición geográfica, de puente entre el Mediterráneo y el Atlántico, es determinante para el desarrollo comercial de Tartessos.
Los pueblos colonizadores:
- Fenicios, pueblo mercantil procedente del actual Líbano y Siria fundaron Cádiz en el s.IX a.C. desde donde se expandieron por el territorio de la actual Andalucía y sur de Portugal (Sexi- Almuñécar; Malaca-Málaga; Abdera-Adra, etc).
- Griegos desembarcaron en la Península obre el S. VIII a.C. donde fundaron Rhode (Rosas), Emporion (Ampurias), Mainake (cerca de Málaga).
- Cartagineses, ya en el s.VI, comenzaron a controlar el sur de la Península, continuando el dominio que habían iniciado los fenicios. Su colonización tuvo primero un carácter de búsqueda de alianzas y pactos con los indígenas y a partir del s.III a.C. cambió y adquirió rasgos de conquista militar. Fundaron Ebyssos (Ibiza) y QuartHadasht o Cartago Nova (Cartagena)
TARTESSOS:
De estos contactos surgió, a caballo entre el Bronce Final y la Edad del Hierro, una civilización que tenía rasgos orientalizantes y que aportó fuertes cambios en las costumbres de los pueblos indígenas. Así, la religión tartésica parece haber tenido grandes influencias fenicias, que se manifiestan en el culto a Astarté. La agricultura, la ganadería y una notable producción y comercialización minera constituyen la base de su economía. Destacando especialmente por el comercio de metales (importan estaño, plata y otros, de la Península e incluso de las Islas Británicas; exportan a todo el Mediterráneo).
Su organización política parece tener un alto grado de centralización en torno a una monarquía que se mantiene con el apoyo de los oligarcas locales. Esta nobleza local se enriquece gracias al comercio con los fenicios: buena muestra de ello son los tesoros de La Joya en Huelva, el Carambolo en Sevilla o La Aliseda en Cáceres.
Sociedad tartésica: fuertemente jerarquizada, con gran importancia de una aristocracia que domina el comercio y la producción minera. A cambio, estas oligarquías reciben productos de lujo con los que marcarán su elevada posición social en su entorno.
Son muchas las fuentes históricas que nos hablan de Tartessos como la Biblia donde aparecen referencias a un lugar llamado ‘Tarshish’, también conocido como ‘Tarsis’. «En efecto, el Rey Salomón tenía naves de Tarsis en el mar junto con las naves de Hiram. Las naves de Tarsis venían una vez cada tres años y traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales. Otro ejemplo sería la Historia deHeródoto, del siglo V a. C., que habla del rey Argantonio (significa Hombre de plata y se dice que gobernó cien años) y su incontable riqueza, sabiduría y generosidad. En la mitología griega, uno de los 12 trabajos de Hércules también se desarrolla en el entorno de Tartessos: el robo de los bueyes del gigante Gerión. Más autores que hablan de Tartessos serían Estabrón y Avieno.
Hacia el siglo VI a.C. Tartessos comenzó a debilitarse hasta desaparecer, posiblemente como consecuencia del agotamiento minero y del dominio cartaginés, que intentó adueñarse del comercio de la zona e impidió los intercambios por el estrecho de Gibraltar, el principal punto de salida del metal de las minas onubenses. En cualquier caso, la decadencia de las estructuras políticas y sociales tartésicas terminarían dando lugar a la llamada “cultura turdetana”, que está en el origen del mundo ibérico.
2. Historia Antigua
Es el periodo histórico que abarca desde la aparición de la escritura hasta la caída del imperio romano (en España se suele incluir la etapa visigoda, haciendo llegar la Edad Antigua hasta la llegada de los musulmanes en el año 711).
2.1. Los pueblos prerromanos.
Desde el principio de s.V a.C. la Península se dividía en dos zonas culturales: la celta y la ibera. El contacto entre ellos fue importante, lo que ha dado lugar a que aquellos que habitaban en la zona central se les denominara celtíberos.
- Los celtas (cántabros, astures, vascones, etc) llegaron a la Península a inicios del I milenio procedentes de Centroeuropa y se asentaron en el Norte. La economía era de base ganadera (y agricultura cerealística), eran expertos metalúrgicos del hierro y sus asentamientos más representativos fueron los castros. Las referencias romanas nos los presentan con unas formas de vida muy primitivas, organizados en tribus y sin escritura.
- Los celtíberos (vacceos, vetones, carpetanos, lusitanos, etc.), en la zona de confluencia entre el mundo celta y los íberos. Economía: agricultura cerealística y ganadería. Viven en castros de influencia celta, de donde también toman una organización social con preponderancia de la aristocracia guerrera. Por influencia ibérica usan el torno de alfarero, la rueda y la moneda, y comienzan a usar un alfabeto.
- Los íberos (turdetanos, bastetanos, edetanos, etc), asentados en el Sur y Levante, son pueblos indígenas que evolucionaron gracias al contacto con los pueblos colonizadores. Vivían en poblados amurallados localizados en zonas de fácil defensa, el modelo político más frecuente solía ser la monarquía o la oligarquía. Cada Estado podía comprender varias ciudades con sus territorios circundantes. Se dedicaban a la agricultura y ganadería, estableciendo profundas relaciones comerciales con griegos, fenicios y cartagineses. Destacan también por las expresiones artísticas (Dama de Baza y Elche; escultura; cerámica; Museo de Arte Ibérico de Jaén)
2.2. La Hispania Romana.
2.2.1. LA CONQUISTA (218-19 a.C.)
La conquista romana fue un proceso dilatado en el tiempo que se divide en varias etapas, interrumpidas por periodos de inactividad bélica.
- La primera etapa, entre el 218 al 197 a.C, se produjo dentro del escenario de la Segunda Guerra Púnica entre Roma y Cartago por el control del Mediterráneo occidental. Los cartagineses comienzan a dominar efectivamente el territorio tras la conquista de Cádiz en 238 a.C. La Península era vía de suministros del ejército cartaginés que, comandado por Aníbal, atacaba Italia. Roma decidió conquistar la Península para cortar esa ruta, desembarcando varias legiones en Ampurias al mando de Publio Cornelio Escipión en el año 218 a.C. Desde esa fecha y hasta 202 a.C. las tropas romanas derrotaron a los cartagineses y conquistaron la costa mediterránea peninsular, el valle del Guadalquivir y parte del Ebro, atrayéndose para ello a los íberos con distintas alianzas.
- La segunda etapa, entre 197-133 a.C. supone el control de la zona celtíbera, donde los pueblos indígenas opusieron más resistencia al dominio romano, como demuestra la actuación de Viriato (caudillo lusitano) o la resistencia de Numancia (sólo se rindió tras un largo asedio).
- Durante el siglo I a.C., la situación territorial no varía de forma significativa. Hispania es escenario de luchas dentro de las sucesivas guerras civiles que se desatan por el poder en Roma.
- La tercera etapa (29-19 a.C.) corresponde al control de las tierras del norte, en las famosas Guerras Cántabras.
2.2.2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA. ROMANIZACIÓN Y LATINIZACIÓN
La conquista y pacificación del territorio supuso la explotación de las tierras y la implantación de las formas de organización social romanas y la difusión de su religión, cultura y costumbres (romanización) y también de la lengua latina (latinización). Todo esto acabó cohesionando dentro del Imperio a los habitantes de Hispania, y consecuencia de esta integración es el hecho de que Hispania fue cuna de intelectuales como Séneca o emperadores como Trajano, Adriano o Marco Aurelio. Este proceso de romanización se produce paralelamente a la conquista y a la urbanización. Se inicia en la zona oriental y meridional de la Península y se extiende paulatinamente al conjunto de territorios conquistados, aunque en el norte fue menos evidente.
Respecto a las divisiones administrativas, variaron durante los 5 siglos de dominio romano, aunque manteniendo algunas características comunes:
- 197 a.C. Recién dominado el territorio del este y sur peninsular, los romanos establecen dos provincias (correspondientes en general a esos dos ámbitos): Hispania Citerior, con capital en Tarraco, e Hispania Ulterior, con capital en Corduba.
- 19 a.C. En época de Augusto, la pacificación del territorio y la integración efectiva del norte y noroeste llevan a una división en tres provincias: Tarraconense, Bética y Lusitania, esta última con capital en Emerita Augusta (Mérida).
- 297 d.C. Reforma de Diocleciano. Desgaja de la Tarraconense dos provincias: Gallaecia, con capital en Bracara Augusta, y Cartaginense, con capital en Cartago Nova.
2.2.3. ECONOMÍA DE LA HISPANIA ROMANA
Desde muy pronto, Hispania se convirtió en un espacio económico muy importante para Roma, siendo considerada, junto al norte de África, como el granero del Imperio.
Agricultura y ganadería fueron la base de la economía. En agricultura destaca la producción de cereal, vino y aceite de oliva, la llamada tríada mediterránea. Nuevas técnicas, como el regadío o el uso de animales de tiro, aumentan la produción, que en buena parte se exportaba a Roma, convirtiéndose Hispania en un granero para el Imperio. En ganadería, destaca el sector ovino en la Meseta. El sector primario se complementaba con una actividad pesquera muy destacada, exportándose a la capital romana tanto salazones como subproductos entre los que destacaba el famoso garum.
Minería. Actividad también de gran importancia, reorganizada (y modernizada) con las explotaciones estatales a partir de inicios del Imperio (Augusto).
Artesanía. Muy desarrollada en la Hispania romana, una zona que, por influencia de la capital, se había convertido en esencialmente urbana. En las ciudades abundan los talleres artesanales que incluso producían para la exportación (aprovechando las importantes rutas marítimas de exportación de vino, aceite o cereal). Se organizaban en asociaciones denominadas collegia, que regulaban la protección y ofrecían protección social (ej: costeaban los ritos funerarios).
Comercio. Muy importante, al integrarse el territorio en un espacio económico unificado de gran
extensión. Como corresponde a una sociedad urbana, el comercio local y regional sirve para abastecer de productos a los importantes mercados urbanos. En cuanto al comercio a larga distancia, las rutas marítimas conectan Hispania con Roma (y otras provincias) de donde llegan objetos de lujo.
2.2.4. CRISIS Y FINAL DEL IMPERIO
El Imperio romano había registrado desde el s. I d.C. una larga etapa de esplendor que comenzó a truncarse a partir del s.III, época en la que se inició la decadencia del Imperio. Las causas:
– Económica: escasez de mano de obra esclava como consecuencia de la finalización de las conquistas, que se tradujo en un encarecimiento y crisis de muchas actividades económicas, a lo que se unieron las incursiones de los pueblos bárbaros, que cortaron las relaciones comerciales. Las ciudades se resintieron y empezaron a despoblarse, ya que sus habitantes emigraban al campo en busca de trabajo y sustento. Esta situación es muy grave en un sistema que es esencialmente urbano. Comenzó así un proceso de ruralización y de creación de una economía de subsistencia que ya no se detendría.
– Políticas y militares: inestabilidad del poder imperial y un ejército incapaz de contener los asaltos de los pueblos bárbaros. Las autoridades locales y provinciales eran las únicas fuentes de gobierno y defensa, lo que lleva a la desintegración del edificio político imperial. Los bárbaros aprovecharon la ocasión para penetrar en territorio romano para quedarse definitivamente.
2.3. El reino visigodo (507-711)
En el año 409, diversos pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos) penetraron en Hispania sin encontrar apenas resistencia. Para frenar este avance el Imperio romano autorizó a los visigodos a asentarse en sur de la Galia para controlar también los territorios hispanos. Entre 416-476 acabaron con la presencia de alanos y vándalos y confinaron a los suevos en Galicia.
Al desaparecer el Imperio en el 476, el reino visigodo que se extendía desde el Loira al Tajo alcanzó su total independencia, pero en el año 507 los visigodos fueron desplazados de la Galia por los francos (victoria en la batalla de Vouillé) y establecieron definitivamente en Hispania un reino visigodo con capital en Toledo. A partir de este momento, los visigodos comienzan a dominar el territorio, sometiendo a los pueblos hispanos, estableciendo el límite estable con los francos al norte y expulsando a los bizantinos de los enclaves que controlaban en el sur de la Península.
Los visigodos eran una minoría social en comparación con la población hispano-romana. En un primer momento, las diferencias eran grandes, y potenciadas por la ley que prohibía, por ejemplo, los matrimonios mixtos. Con el tiempo se produjo un proceso de asimilación, por el que los visigodos fueron mezclándose con la nobleza autóctona de origen hispano-romano. Como elemento de cohesión se utilizó la religión, apoyándose en las instituciones eclesiásticas el control territorial del reino. La conversión del arriano rey Recaredo en el año 589 al catolicismo, y más tarde la unificación en el Fuero Juzgo de la ley, ahora válida tanto para godos como para hispanos (Recesvinto, segunda mitad del siglo VII) serán dos momentos clave de este proceso de asimilación.
La monarquía visigoda era electiva y este hecho causó una gran inestabilidad al inicio de cada reinado. A inicios del siglo VIII, los partidarios del aspirante Witiza, que disputan el trono a Rodrigo, llaman en su ayuda a los musulmanes que estaban ya establecidos en el norte de África. A partir de este momento (año 711), la entrada de este nuevo pueblo supondrá el inicio de otra etapa en la Historia de España.
La sociedad visigoda era profundamente rural como consecuencia de los efectos de la crisis final del Imperio romano. Artesanía y comercio son actividades secundarias, como corresponde a una sociedad en la que la ciudad ha perdido su antigua importancia. La tierra era el factor que determinaba la riqueza, estaba mayoritariamente a manos de la nobleza, visigoda o hispano-romana. Los nobles a menudo arrendaban sus tierras a campesinos libres (colonos) o la trabajaban con ayuda de mano de obra esclava. Pero muchos de los colonos terminan viéndose obligados a buscar la protección de los nobles, convirtiéndose en siervos, cuya situación termina asimilándose a la de los antiguos esclavos. Nobles y siervos inauguran un nuevo modelo social que terminará consolidándose con el feudalismo medieval