Cuando se producen las dos etapas del reinado de Isabel II, la minoría de edad con la regencia de María Cristina y Espartero, y el reinado efectivo con su mayoría de edad, se realizan reformas económicas liberales y a la vez se produce una revolución social. La regencia de María Cristina coincide con la Primera Guerra Carlista. La guerra agravó la situación de la economía, ya que a los problemas estructurales se le une el esfuerzo para financiar la guerra contra los carlistas. Las desamortizaciones se encuentran dentro de las reformas económicas liberales que se acometieron en el reinado de Isabel II, y estas formaban parte de las medidas para liberalizar la tierra, junto a la supresión del mayorazgo y abolición del régimen señorial.
Desamortizaciones en el reinado de Isabel II
Las desamortizaciones consisten en la expropiación por parte del Estado de tierras eclesiásticas y municipales para su venta en subasta pública. En compensación a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos de culto y del clero. Las desamortizaciones se realizaron desde finales del siglo XVIII, pero el verdadero proceso de desamortización se realiza con Mendizábal y Madoz, tras el fracaso de la etapa moderada 1833-1835 y el inicio de la Revolución Liberal de 1835 a 1840.
Desamortización de Mendizábal 1837-1849
Consiste en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la iglesia o desamortización eclesiástica. Los objetivos fueron sanear la hacienda, financiar el ejército y convertir a los nuevos propietarios en aliados a la causa liberal frente al carlismo. También pretendía aumentar el número de propietarios, la producción y la riqueza.
Desamortización de Madoz 1855-1867
Bienes municipales, del Estado y eclesiásticos. La ley de 1855 se inicia durante el bienio progresista y pretendía, además de reducir la deuda pública, financiar la constitución de infraestructuras necesarias para modernizar la economía, fundamentalmente el ferrocarril. Esto provoca la ruptura con la Santa Sede y los conflictos con la reina. La venta de las tierras supone un incremento en los recursos para el Estado, ya que duplicó los ingresos con respecto al anterior desamortización. Sus consecuencias fueron el incremento del número de terratenientes y puesta en cultivo de numerosas tierras abandonadas. Los grandes perdedores fueron la Iglesia y municipios sin campesinos, ya que vieron frustradas sus expectativas y apareció un numeroso campesinado sin tierra, convirtiéndose en un foco de conflictividad. También supusieron el distanciamiento con los moderados, una vez en el poder no disolvieron los bienes de la Iglesia, pero sí ralentizaron su venta.
Transformación de la sociedad
Se produjo el paso de una sociedad estamental a una de clases, con la configuración del Estado liberal, los estamentos desaparecen en el momento que se impone la igualdad jurídica, poniendo fin a los privilegios. Todos pagaban impuestos y eran juzgados por las mismas leyes y teóricamente con los mismos derechos políticos, así la población constituía una sola categoría jurídica, la de los ciudadanos. La nobleza disminuye y pierde su influencia, pero se adapta a las circunstancias y sigue presente en los altos cargos de la Administración, el ejército y política. En el clero cambia la revolución liberal, pierde su principal fuente de ingresos, el diezmo y el monopolio de la enseñanza. La Iglesia pierde parte de sus bienes con las desamortizaciones y las órdenes religiosas disminuyen, se muestra enemiga del liberalismo, contraria a la tolerancia religiosa y separación de la Iglesia y el Estado. La burguesía fue la gran protagonista, ya que la supresión de los privilegios permitió legalmente la movilidad social y las desamortizaciones la posibilidad de conseguir bienes. El progreso económico favorece la aparición de una burguesía de negocios fuera de las grandes urbes, se desarrolló una burguesía más modesta, las clases medias constituían entre cinco y el 10% de la sociedad y eran propietarias de tierras, empleados públicos, comerciantes, constituyeron un grupo influyente en el país. A finales del XIX, el sector primario era la mitad del PIB y el 70% de la población activa. Había diferencias entre la minoría de grandes propietarios y la mayoría de pequeños y medianos propietarios, arrendatarios, aparceros y jornaleros. La industrialización aportó una nueva clase social, el proletariado industrial, en aumento y se alimentaba del éxodo rural y de los artesanos arruinados.