Causas de la guerra
El orden surgido en Europa tras la Primera Guerra Mundial se caracterizó por una gran inestabilidad, con profundos problemas sociopolíticos que terminaron preparando el camino para una nueva guerra:
La Gran Depresión. Una honda recesión siguió al crash de 1929. En ese contexto, las naciones europeas, en general, aplicaron medidas proteccionistas y riwalizaron por los mercados. En casos como el alemán, más complicado aún por las reparaciones que tenía que pagar tras la guerra, la autarquía no dio resultados. Así, Alemania dirigió su mirada hacia Europa oriental, a la búsqueda de mercados para comprar materias primas y vender sus productos.
Auge de los regímenes totalitarios. Desde su llegada al poder, los nazis emprendieron una política exterior agresiva que buscaba resarcir a Alemania de la «humillación» a la que había sido sometida por el Tratado de Versalles. Los países vecinos optaron, sin éxito, por una política de apaciguamiento.
El militarismo y el rearme. Alemania desobedeció el Tratado de Versalles en lo relativo al desarme, poco a poco, los discursos agresivos, desfiles y uniformes regresaron a Europa con el auge totalitario la crisis económica. El temor a un conflicto bélico arrastró también a los países democráticos a este rearme.
Los conflictos territoriales y el expansionismo. Los territorios que habían pasado de unas naciones a otras tras la Primera Guerra Mundial reavivaron los viejos conflictos. Alemania reivindicaba sus derechos sobre Austria y la región de los Sudetes (dividida entre la República Checa, Alemania y Polonia, y con mayoría de población alemana), en tanto disputaba con Francia la zona de Alsacia y Lorena, y la región del Sarre. A su vez, Italia reclamaba parte de Albania y los territorios irredentos de los Balcanes. La URSS no cesaba en su empeño de expansión hacia el oeste a costa de algunos territorios de Europa oriental y, en Asia, proseguía el conflicto entre Japón y China por su hegemonía en la región.
El desarrollo de la guerra
La invasión e incorporación de Austria al Estado alemán en 1938 y la anexión de la región de los Sudetes ese mismo año fueron los precedentes expansionistas alemanes que llevaron a la Segunda Guerra Mundial. En 1939, Alemania y la URSS firmaron el pacto germano-soviético de no agresión. Hitler quedó así con las manos libres para exigir la devolución del corredor de Danzig, territorio alemán que había sido entregado a Polonia por el Tratado de Versalles. Ante la negativa polaca, el 1 de septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. Dos días después, Gran Bretaña y Francia declararon la guerra a Alemania: había comenzado la Segunda Guerra Mundial.
El dominio alemán sobre Europa (1939-1941)
En menos de un mes, Polonia se rindió y su territorio fue dividido entre Alemania y la URSS. Durante unos meses el frente de guerra estuvo contenido pero, en la primavera de 1940, Alemania emprendió un avance imparable sobre Europa occidental. El desarrollo de la guerra durante estos dos primeros años estuvo marcado por una serie de hechos:
Cejen la primavera de 1940, Alemania invade Dinamarca y Noruega para asegurarse el acero de Suecia e intentar aislar a Gran Bretaña.
Al mismo tiempo, Alemania despliega sobre Francia una veloz ofensiva, denominada blitzkrieg o «guerra relámpago», e invade dos países neutrales: Bélgica y los Países Bajos. El ejército francés es derrotado y, en junio, tropas alemanas ocupan París. En Francia se forma un Gobierno colaboracionista con los nazis, con sede en Vichy liderado por el mariscal Pétain.
En julio de 1940 comienza la batalla de Inglaterra. Las fuerzas aéreas alemanas (Luftwaffe) y británicas (RAF) combaten duramente. El primer ministro británico Churchill, llama a la resistencia movilizando el país y sus colonias.
A principios de 1941, las tropas alemanas desembarcan en África para expulsar a los ingleses de Egipto y controlar el canal de Suez.
En abril de 1941, con ayuda de Italia, el ejército alemán invade Yugoslavia, Albania y Grecia, lo que hace que las potencias del Eje controlen el sur del continente europeo.
En junio de 1941, Hitler ordena la Operación Barbarroja y ataca a la URSS sin previa declaración de guerra, por lo que se abre el frente oriental.
En diciembre de 1941, los japoneses atacan por sorpresa la flota estadounidense atracada en Pearl Harbor (Hawái) e invaden las colonias europeas en el sudeste asiático. El ataque a sus barcos provoca la entrada de EE UU en la guerra como parte del bando aliado.
Bloques en la Segunda Guerra Mundial
Países aliados: Gran Bretaña, Francia, Bélgica, URSS, EE UU, Canadá, Egipto.
Países del Eje: Alemania, Italia, Japón, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Bulgaria
Países neutrales: España, Portugal, Suiza, Irlanda, Suecia, Albania, Turquía, Mónaco, Vaticano
La contraofensiva aliada (1942-1944)
Con la entrada de EEUU la guerra dio un vuelco decisivo:
En junio de 1942, comienza la batalla de Stalingrado, considerada como una de las más cruentas de la historia, que marca el comienzo de la derrota alemana en Rusia.
En noviembre de 1942, las tropas de Estados Unidos y el Reino Unido desembarcan en Casablanca (Marruecos). Ese mismo mes, el ejército italo-alemán, al mando del mariscal Erwin Rommel, es derrotado en la batalla de El Alamein, cerca de Alejandría.
En la primavera de 1943 se produjo la capitulación de ejército alemán en el norte de África, el África Korps, y los aliados pasaron a controlar esta zona de Mediterráneo.
En 1943 el ejército anglo-estadounidense desembarca en Sicilia y su avance provoca la caída del régimen de Mussolini y la firma de un armisticio de Italia con el bando aliado. Durante los primeros meses de 1944, los aliados avanzan hacia Roma. Durante su avance se produjo uno de los episodios más cruentos de la guerra, la batalla de Montecasino.
En 1944 se produce el decisivo desembarco de Normandía. Los aliados avanzan hacia París y, a su paso, liberan Bélgica y los Países Bajos. La resistencia alemana se desmorona en el frente oriental y los soviéticos se dirigen hacia Polonia y los Balcanes. En el Pacífico, Japón es incapaz de detener a las tropas estadounidenses, que liberan las islas Filipinas.
La derrota del Eje (1944-1945)
En esta fase de la guerra, el avance aliado resultó imparable. En poco tiempo, el ejército nazi y sus aliados fueron derrotados:
Tras el desembarco de Normandía, el ejército alemán comienza a replegarse y sufre sucesivas derrotas. El 24 de agosto de 1944, las tropas aliadas liberan París y la ofensiva se dirige a Alemania. En otoño, los aliados llegan a orillas del Rin e intensifican los bombardeos sobre las ciudades alemanas, muchas de las cuales quedan destruidas. Mientras tanto, Hitler confía en la capacidad de su ejército para contener a los aliados y pone en práctica nuevas armas. Con el fin de terminar la guerra, varias conspiraciones intentan acabar con la vida de Hitler. Finalmente, la resistencia alemana es vencida y las tropas angloamericanas ocupan Alemania occidental.
Tras las derrotas en el flanco occidental, el ejército alemán centra sus esfuerzos en contener el avance de las tropas soviéticas por la zona oriental. En verano de 1944, tras la retirada de las tropas alemanas, los rusos ocupan Polonia, Hungría, Bulgaria y Rumanía. En Yugoslavia, los guerrilleros partisanos, liderados por Josip Broz, Tito, liberan Belgrado del nazismo.
En abril de 1945, Hitler se suicida en su búnker de Berlín y, horas después, los soviéticos entran en la capital alemana. A primeros de mayo, Alemania se rinde de forma incondicional.
La derrota de Japón (1945)
El avance del ejército de Estados Unidos en el Pacífico fue muy lento. Con todo, en 1942 una serie de victorias estadounidenses en las batallas del Mar de Coral, Midway y Guadalcanal detuvieron la embestida japonesa hacia Australia. Desde ese momento, el avance se hizo más rápido y, en 1944, tras las derrotas alemanas en Europa y el norte de África, Estados Unidos pudo concentrar a gran parte de su ejército en esta zona:
En 1944, las tropas estadounidenses al mando del general Douglas MacArthur fueron recuperando terreno hasta expulsar a los japoneses de las islas Marshall, Birmania, Nueva Guinea y Filipinas.
En la primavera de 1945, la resistencia japonesa cede y el ejército americano conquista algunas posiciones dentro del territorio japonés, como Iwo Jima y Okinawa. Mientras tanto, los bombardeos sobre ciudades japonesas como Tokio se intensificaron.
Tras la rendición de Alemania, Japón siguió en guerra a pesar del imparable avance de los EEUU. En agosto, el presidente estadounidense, Harry S. Truman, ordenó lanzar dos bombas atómicas sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki; ambas bombas dejaron más de 240000 fallecidos. La destrucción provocada entre la población civil terminó con cualquier resistencia y Japón se rindió incondicionalmente. Así concluía la guerra más terrible de la historia.
Las consecuencias de la guerra
Pérdidas humanas y materiales
En la Segunda Guerra Mundial se llegó a la guerra total, en la que los dos bloques utilizaron todos sus recursos humanos, militares y económicos para destruir la capacidad del otro. Murieron alrededor de 60 millones de personas, de las cuales más de 30 millones fueron víctimas civiles. Además, hubo más de 30 millones de heridos y 3 millones de desaparecidos.
Entre estas víctimas se cuentan los cinco o seis millones de judíos europeos asesinados por el régimen nazi, en lo que constituyó un verdadero genocidio. También se produjeron deportaciones en masa en Europa y Asia.
En cuanto a las pérdidas materiales, se contabilizaron por millones las casas destruidas, así como las fábricas, infraestructuras y campos de cultivo asolados.
Cambios políticos, socioeconómicos y territoriales
Uno de los efectos más significativos de la guerra fue la decadencia política y económica de Europa. A las pérdidas humanas y materiales, se unió el trauma moral al conocerse los crímenes y el holocausto cometido por los nazis en los campos de concentración.
EE UU se confirmó como la primera potencia del mundo capitalista. Además, se vio beneficiada por el hecho de que en su territorio no se librasen batallas, por lo que pudo mantener intactas sus industrias e infraestructuras.
[PX] Las conferencias de paz
Tras el fin de la guerra, el nuevo orden internacional puso de manifiesto la división del mundo en dos grandes bloques, liderados por EEUU y la URSS.
Ya en 1941, los presidentes de Estados Unidos, Roosevelt, y de Gran Bretaña, Churchill, firmaron la Carta del Atlántico, en la que coordinaron sus acciones de guerra y sentaron las bases para buscar la finalización del conflicto.
Esta reunión fue seguida por otras muchas, como la Conferencia de Casablanca (Marruecos, 1943). En ella, además de británicos y americanos, participó el líder de la Resistencia francesa, el general De Gaulle. La principal decisión allí tomada fue la de proseguir la guerra hasta lograr la rendición incondicional de Alemania y Japón.
En la Conferencia de El Cairo (Egipto, 1943), los aliados hablaron de la guerra en Asia con la asistencia del líder chino Chiang-Kai-shek. Ese mismo año se celebró en Irán la Conferencia de Teherán, en lo que sería el primer encuentro de Roosevelt y Churchill con el dirigente soviético Stalin. Esta cumbre resultó fundamental porque en ella se decidió el desembarco de Normandía, la constitución de la ONU y la declaración de guerra de la URSS a Japón.
La conferencias de Yalta y Potsdam
En febrero de 1945 se celebró la Conferencia de Yalta. A esta ciudad de Crimea (URSS) acudieron Roosevelt, Churchill y Stalin, quienes decidieron las líneas fundamentales para la paz y para el nuevo orden internacional: juicios a los principales dirigentes nazis responsables de la guerra y de crímenes contra la humanidad, celebración de una conferencia para fundar la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y fomento de las elecciones democráticas en todos los países de Europa.
Poco antes del fin de la guerra, en julio y agosto de 1945, se celebró en la ciudad alemana de Potsdam la última conferencia. Asistieron los mismos protagonistas de Yalta, con la excepción de Roosevelt, que tras su muerte, había sido sustituido por Truman en la presidencia de los Estados Unidos. En Potsdam se decidió la división de Alemania en cuatro zonas de ocupación dirigidas por las potencias vencedoras: Estados Unidos, Reino Unido, Francia y la Unión Soviética. También se dividió Austria y la capital alemana, Berlín. Durante esta conferencia se puso de manifiesto la rivalidad entre Estados Unidos y la URSS por extender su influencia internacionalmente, lo que sería el preludio de la Guerra Fría.