La Sublevación Militar
Aunque las reuniones conspirativas habían comenzado a finales de 1935, el triunfo electoral del Frente Popular precipitó en los cuarteles los preparativos de una insurrección armada antirrepublicana. Hay que recordar que, tras la victoria del Frente Popular, suceden las ocupaciones incontroladas de tierras, se restablecen las reformas del primer bienio, entre ellas, el estatuto de autonomía de Cataluña y se inician los trámites para los estatutos del País Vasco y Galicia; todo ello de forma paralela a un progresivo deterioro del orden público, la ‘primavera trágica’, con varios centenares de homicidios provocados por extremistas. Sólo faltaba el chispazo que encendiera el conflicto y, éste llegó el 12 de julio con el asesinato del Calvo Sotelo por un grupo de guardias de asalto
Planificación del Golpe
Fue el general Mola, relegado por el gobierno a Pamplona, el responsable de la planificación del golpe (‘el Director’). La participación de elementos civiles en la trama fue mínima, fue un golpe casi exclusivamente militar, donde éstos se reservaron en todo momento el protagonismo en la dirección y toma de decisiones. El objetivo de los conspiradores era derribar el régimen republicano mediante un golpe de fuerza rápido y rotundo y establecer un gobierno militar presidido por el general Sanjurjo, que en ese momento estaba exiliado en Portugal. Sin embargo, éste moriría a los pocos días de la sublevación en un accidente aéreo cuando se dirigía desde Portugal a Pamplona y tendría que modificarse el proyecto original
Desarrollo del Levantamiento
El 17 de julio se inicia el levantamiento en Melilla y en pocas horas se extiende a todo el protectorado español. El general Franco se sublevó en Canarias y, una vez controlada la situación, se dirigió en avión (el ‘Dragón Rapide’) a Tetuán, donde asumió el mando del ejército del norte de África, que era el cuerpo militar mejor preparado, entrenado y operativo de toda España y cuyos efectivos sumaban unos 50.000 hombres entre legionarios y mercenarios. El mismo 18 de julio se sublevaban otros jefes militares: Mola en Pamplona, Queipo de Llano en Sevilla, Goded en Mallorca, Cabanellas en Zaragoza.
- El golpe de estado triunfó en Marruecos, Canarias, Baleares (excepto en Menorca), Galicia, Oviedo, Álava, Navarra, parte occidental de Aragón con sus tres capitales, Castilla la Vieja-León, Extremadura noroccidental y algunas ciudades andaluzas: Sevilla, Cádiz, Huelva, Córdoba y Granada. Ocupaba dos amplias regiones, al Sur y al Norte de la Península, además del control total del Norte de África y de las Baleares y Canarias.
- El golpe fracasó en Madrid (rendición del Cuartel de la Montaña y del general insurrecto Fanjul), Asturias, Santander, Vizcaya, Guipúzcoa, Cataluña, Levante, Extremadura suroriental y la mayor parte de Castilla la Nueva y Andalucía oriental. La zona republicana también estaba partida en dos, si bien el núcleo principal permanecía más aglutinado que el núcleo rebelde.
En la mañana del 21 el golpe había triunfado en 29 capitales de provincia, mientras que 21 permanecían leales al Gobierno; 14 millones de habitantes poblaban el territorio republicano y 11 en las regiones sublevadas. El ejército quedó prácticamente dividido en dos partes similares, aunque sólo teóricamente, pues en la práctica el ejército sublevado siempre mostró mayor disciplina, mejores mandos y mayor abundancia de armamento. El ejército republicano carecía de oficiales superiores con experiencia y de suministro de armamento.
Respuesta del Gobierno
El gobierno, ante las primeras y confusas noticias del alzamiento, tardó en reaccionar. A pesar de las advertencias y de la gravedad de los hechos, ni el presidente Azaña, ni el jefe de gobierno Casares Quiroga, tomaron medidas los días 17 y 18 de julio, perdiendo así un tiempo vital para la defensa de la República. Parecía como si no pudiera admitir que el levantamiento tuviese posibilidades de éxito. Casares Quiroga dimitió al no poder controlar la situación. Le sucedió momentáneamente Martínez Barrio, que trató de negociar con Mola, pero este se negó a ello. Fue sustituido por José Giral, que decidió la entrega de armas a organizaciones sindicales y a los partidos proletarios, que formaron unidades de combate compuestas por voluntarios civiles denominadas milicias.
Bandos en Conflicto
Los sublevados eran militares conservadores, monárquicos de derechas, grupos católicos, falangistas, tradicionalistas (carlistas) y todos aquellos que se habían opuesto a las reformas de la República. Estaban apoyados e inspirados por el fascismo y se definían como ‘nacionales’ (por su defensa de la unidad de España) y católicos. Los organizadores del alzamiento declararon que su intención inmediata era ‘restablecer el orden’, a través de una dictadura militar y permitir, tras el tiempo necesario, la recomposición de un poder civil en forma de monarquía o república. Los falangistas pretendían imponer un régimen fascista a la italiana y los carlistas esperaban la anhelada instauración de la monarquía carlista.
Los leales a la República estaban constituidos por las clases populares: obreros y empleados, pequeña burguesía y campesinados sin tierras. En su mayoría estaban afiliados o influidos por las organizaciones socialistas, comunistas y anarcosindicalistas, y eran definidos por la derecha como ‘rojos’.