El Ascenso de la Derecha y la Radicalización Política
Tras las elecciones de 1933, la derecha española, liderada por la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), ascendió al poder. Su política se tornó cada vez más conservadora, buscando contrarrestar las reformas del anterior gobierno de izquierdas. Se intentó un Concordato con la Santa Sede, se financió al clero rural, se devolvieron propiedades a la nobleza y los militares recuperaron protagonismo.
El ascenso de Hitler en Alemania en 1933 y el afianzamiento de su dictadura influyeron en la política española. El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) optó por una lucha frontal contra el fascismo y, aunque buscó una Alianza Obrera, preparó una insurrección armada como respuesta a la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno en octubre de 1934.
La Revolución de Asturias de 1934
La insurrección, conocida como la Revolución de Asturias, solo triunfó en esa región. Socialistas, anarcosindicalistas y comunistas formaron la Unión de Hermanos Proletarios (UHP) y tomaron el control de la cuenca minera, fábricas de armas y la ciudad de Oviedo. La revuelta duró dos semanas y fue sofocada por tropas del ejército lideradas por el general Francisco Franco, resultando en más de mil muertos.
En Madrid, la huelga general fracasó y el intento de asalto al poder por parte de las Milicias Socialistas fue detenido. En Cataluña, el gobierno autónomo se alzó en defensa de la democracia, proclamando el «Estado Catalán de la República Federal Española». El gobierno central declaró el estado de guerra y la revuelta fue sofocada, resultando en la suspensión del Estatuto de Autonomía y el encarcelamiento del gobierno catalán.
La Primavera Trágica y el Camino hacia la Guerra Civil
La represión del gobierno tras la Revolución de Asturias fue dura, con miles de encarcelados y expulsados de sus trabajos. La tensión política y social se intensificó, dando lugar a la llamada Primavera Trágica de 1936. Se produjeron violentos enfrentamientos callejeros entre militantes de partidos obreros y falangistas, y ardieron conventos e iglesias.
En este contexto, Alcalá Zamora fue destituido como presidente de la República y sustituido por Manuel Azaña. Santiago Casares Quiroga fue nombrado presidente del Gobierno. Mientras tanto, un grupo de generales, liderados por Emilio Mola, conspiraba para un golpe de Estado.
El asesinato del teniente José Castillo de la Guardia de Asalto, seguido del asesinato del líder derechista José Calvo Sotelo, fue el detonante de la insurrección militar. El 17 de julio de 1936, la guarnición de Melilla se sublevó, dando inicio a la Guerra Civil Española.