El Legado de Stalin y la Formación del Bloque Soviético
El Surgimiento del Imperio Soviético
Tras la Primera Guerra Mundial y la desaparición de los grandes imperios europeos, surgió un nuevo poder en el escenario mundial: la Unión Soviética bajo el liderazgo de Stalin. Este nuevo imperio buscaba no solo recuperar los territorios perdidos por Rusia, sino también expandir su influencia en Europa Central, creando un conjunto de países satélites bajo su dominio.
La expansión comunista se vio impulsada por la ocupación soviética de gran parte de Europa Central y la ideología que presentaba a la URSS como la patria del proletariado y líder de la lucha por la justicia social.
El Régimen Totalitario de Stalin
A pesar de las esperanzas de libertad tras la Segunda Guerra Mundial, Stalin instauró un régimen totalitario caracterizado por la represión, el culto a la personalidad y el control absoluto del Estado sobre todos los aspectos de la vida. Se promovió una identidad nacional soviética, mientras que las minorías y la oposición, como Trotsky, fueron perseguidas y eliminadas.
La política agraria de Stalin, basada en la colectivización forzosa, llevó a la ruina del sector. La economía se centró en la industria pesada y la defensa, convirtiendo a la URSS en una potencia hegemónica a costa del bienestar de la población.
La Era Post-Stalinista y la Desestalinización
Kruschev y las Contradicciones de la Liberalización
Tras la muerte de Stalin en 1953, Nikita Kruschev asumió el poder e inició un proceso de desestalinización, denunciando los crímenes del dictador y promoviendo una coexistencia pacífica con Estados Unidos. Sin embargo, su política estuvo llena de contradicciones, como su participación en la Crisis de los Misiles de Cuba y la construcción del Muro de Berlín. Estas inconsistencias llevaron a su destitución en 1964.
El Triunfo de la Nomenclatura bajo Breznev
Leónidas Breznev, sucesor de Kruschev, lideró un período de centralización del poder y control estricto sobre los países satélites. Se priorizaron los gastos militares y el comunismo ortodoxo, lo que tuvo consecuencias negativas para la economía y el bienestar de la población. Los problemas en Polonia y la invasión de Afganistán en 1979 evidenciaron la necesidad de un cambio de rumbo.
Movimientos Disidentes y la Fragmentación del Bloque
La Herejía Yugoslava
Yugoslavia, bajo el liderazgo de Tito, se convirtió en un ejemplo de disidencia dentro del bloque soviético. A pesar de ser comunista, Tito se opuso a la influencia de Moscú y promovió políticas de autogestión, lo que llevó a la expulsión de Yugoslavia de la Kominform en 1948.
El Neostalinismo Albanés
En Albania, Enver Hoxha mantuvo una postura crítica hacia la URSS, rompiendo relaciones en 1961 y adoptando una línea neostalinista. Albania también mantuvo tensas relaciones con Yugoslavia, a la que consideraba imperialista.
Estos movimientos disidentes, junto con las dificultades económicas y políticas, contribuyeron a la fragmentación del bloque soviético y sentaron las bases para su eventual colapso.