Las Oleadas Revolucionarias en Europa (1815-1848)

LAS OLEADAS REVOLUCIONARIAS

En 1815, las dinastías tradicionales europeas pretendían detener los cambios políticos surgidos a raíz de la Revolución Francesa, un empeño destinado al fracaso. Fueron necesarias tres oleadas revolucionarias para derribar el edificio del Antiguo Régimen y edificar en su lugar los nuevos estados liberales.

LA RESTAURACIÓN

Después de la derrota de Napoleón, los representantes de las grandes potencias vencedoras se reunieron en Viena para definir un nuevo orden político en Europa. Austria, Rusia, Prusia y Gran Bretaña se unieron a los diplomáticos enviados por Francia y aliados menores como Suecia, España y Portugal. El objetivo principal de las resoluciones aprobadas en el Congreso de Viena era la restauración del orden político tradicional: la alianza entre los defensores del absolutismo, la Iglesia y la aristocracia.

El sistema político de la Restauración, ideado por el canciller austriaco Metternich, buscaba la creación de un equilibrio de poderes que evitara la guerra y pusiera freno a los movimientos revolucionarios. El mapa de la Europa de Viena se mantuvo sin grandes modificaciones durante casi un siglo, hasta la Primera Guerra Mundial. Pero el frente reaccionario de las potencias absolutistas tuvo una vida mucho más corta que las fronteras territoriales que trazaron. Fue derrumbado en el periodo 1815-1848. Las ideas revolucionarias de la soberanía nacional y los derechos ciudadanos habían calado hondo. Los principios políticos liberales y las identidades nacionalistas se difundían a través de la imprenta, de la actividad de los grupos exiliados y de la extensión de las sociedades clandestinas.

MOVIMIENTOS REVOLUCIONARIOS DE 1820

La primera oleada revolucionaria comenzó en España. Las revueltas independentistas de las colonias americanas obligaron a Fernando VII a aceptar la Constitución liberal de 1812. Las revueltas estallaron en Nápoles, en Piamonte y Portugal. Estos movimientos fracasaron debido a la reacción de las fuerzas absolutistas. El único que acabó triunfando fue el levantamiento de los griegos contra el dominio turco.

LAS REVOLUCIONES DE 1830

En julio de 1830, la insurrección popular que estalló en París inició una serie de movimientos revolucionarios en Europa con un claro carácter liberal y nacionalista.

Francia

La revolución tuvo su origen en la política reaccionaria impuesta por Carlos X. Las masas populares que levantaron las barricadas de París contaron con la complicidad de una parte del ejército. La insurrección se extendió por todo el país y obligó al rey a marchar hacia el exilio. El trono fue ocupado por Luis Felipe de Orleans, un monarca dispuesto a favorecer los intereses de la burguesía.

Bélgica, Polonia, Módena, Parma, Bolonia, Estados Pontificios

En 1834 se produjo la Cuádruple Alianza.

LA PRIMAVERA DE LOS PUEBLOS (1848)

El movimiento revolucionario de 1848 fue un fenómeno de dimensiones europeas, aunque de nuevo fue en Francia donde saltó la chispa. Fue el final del ciclo revolucionario abierto en 1815 contra la hegemonía de las monarquías absolutistas. Lo ocurrido en 1848 demostró la fuerza de las identidades nacionalistas, y también los límites del liberalismo político, dividido entre las constituciones moderadas y apoyadas por la alta burguesía y la presión popular en favor de la democracia. Las clases trabajadoras empezaron a tener voz propia, cada vez más crítica con el orden social capitalista.

El malestar social generalizado que existía en toda Europa en 1848 estaba motivado en parte por la crisis de subsistencia producida en los años anteriores. Las malas cosechas de cereales y la carestía de los alimentos de primera necesidad empeoraron las condiciones de vida de las clases populares. La crisis agraria afectó también a la industria, empobreciendo a los artesanos y a los obreros.

Ante el malestar y las protestas sociales, el gobierno había prohibido las reuniones políticas. La presión de las barricadas, el sufragio universal masculino, abolió la pena de muerte y la esclavitud y reconoció los derechos sociales de los trabajadores. Luis Napoleón Bonaparte, dos años más tarde, dio un golpe de estado y se proclamó emperador con el nombre de Napoleón III.

La mayoría de las revoluciones que se llevaron a cabo en 1848 terminaron ahogadas en sangre, pero su fracaso no fue absoluto. En toda la Europa del Este, excepto en Rusia, desapareció la servidumbre del campesinado y las herencias del feudalismo. El sistema parlamentario constitucional se impuso en la mayoría de los países del continente, aunque triunfó el liberalismo moderado. Las demandas democráticas quedaron incorporadas. Las protestas populares demostraron la capacidad de actuación de las masas en las calles y la fuerza creciente de una nueva clase social, el proletariado. Y la derrota de los nacionalismos fue solo temporal, ya que dio inicio a un largo proceso de luchas y de movilizaciones políticas.

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