La Restauración Borbónica
El Reinado de Alfonso XII y la Regencia de María Cristina
El periodo de la Restauración abarca el reinado de Alfonso XII (1875-1885), la Regencia de María Cristina (1885-1902) y el reinado de Alfonso XIII (1902-1931). Un pronunciamiento militar puso fin a la I República y dio paso al régimen político de la Restauración, también conocido como sistema canovista.
El Sistema Político de la Restauración
La Restauración tenía un carácter conservador y un sistema parlamentario liberal, pero escasamente democrático. Los fundamentos del nuevo sistema quedaron fijados en la Constitución de 1876.
La Constitución de 1876
La Constitución de 1876 establecía una soberanía compartida entre las Cortes y el rey. El monarca, como poder moderador, gozaba de amplios poderes, mientras que las Cortes eran bicamerales (Congreso y Senado). La Constitución proclamaba la confesionalidad católica del Estado, toleraba otras creencias y expresaba una declaración de derechos cuyo contenido debía ser concretado en leyes posteriores.
El Bipartidismo y el Turnismo
El sistema de gobierno se basaba en el bipartidismo y en la alternancia de poder «turnism») de los dos grandes partidos dinásticos: el Conservador de Cánovas y el Liberal de Práxedes Mateo Sagasta. El turno se garantizaba mediante el fraude electoral, manejado por los caciques locales.
El Pacto del Pardo
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Durante la regencia de su viuda, María Cristina, el Partido Liberal gobernaría durante más tiempo. El resultado del acuerdo (el referido Pacto del Pardo) fue el acceso al poder de Sagasta, que formó gobierno en 1885, el llamado “Parlamento Largo”, y llevó a cabo una amplia legislación, entre la que destacan: Libertad de Imprenta, Libertad de cátedra, Libertad de asociación, Abolición de la esclavitud en 1888, Nuevo Código Civil en 1889, Restablecimiento del juicio por jurados en 1889, Reformas hacendísticas y militares y la Implantación definitiva del sufragio universal masculino en 1890.
En 1897 moría asesinado Cánovas, mientras que el personalismo del sistema empezaba a provocar disidencias internas y la descomposición progresiva de ambos partidos. La oposición al sistema político viene representada por el carlismo (derrotado una vez más en 1876), los republicanos (divididos), los nacientes nacionalismos periféricos (Cataluña, País Vasco…) y el movimiento obrero (anarquismo, socialismo), relegado a la oposición sin que llegaran a tener fuerza parlamentaria suficiente y perseguidos intermitentemente.
En cuanto al problema colonial, La Paz de Zanjón puso fin a la Guerra de los Diez Años (1868-1878). La frustración independentista y el incumplimiento acordado por parte del gobierno llevó poco tiempo más tarde a una nueva guerra, la Guerra Chiquita, en 1895 se produjo el Grito de Baire y en 1896 se producía el levantamiento en Filipinas.
Tras el asesinato de Cánovas en 1897, Sagasta intentó un nuevo proyecto de autonomía. El gobierno de Washington propuso primero comprar la isla y después, ante la negativa de España, le declaró la guerra, a la que derroto España con facilidad.
Como consecuencia de la pérdida colonial se desencadenó una crisis nacional y al conjunto de estos acontecimientos se le dio el nombre de “Desastre del 98”.
En 1898 la pérdida de las últimas colonias españolas, Cuba y Filipinas, sumió a la Restauración en una grave crisis política y moral, y planteó la necesidad de realizar un proceso de régimen; esta demanda de cambios y modernización será llamada regeneracionismo.