La Economía y la Política Económica en la España del Siglo XVIII
Recuperación Demográfica
El siglo XVIII presenció un aumento poblacional lento pero constante en España. Si bien las tasas de natalidad y mortalidad se mantuvieron altas, la desaparición de grandes epidemias y la disminución de las crisis de subsistencias contribuyeron a este crecimiento. La mayor parte de la población residía en áreas rurales.
La medición de la población se realizaba a través de censos, aunque su fiabilidad era cuestionable debido a su carácter fiscal y a que contabilizaban “vecinos” en lugar de habitantes. El mayor crecimiento se produjo en la periferia española: Galicia, País Vasco, Cataluña y Valencia, mientras que la Meseta se estancaba, con la excepción de Madrid. También se observó un crecimiento en las ciudades debido a la inmigración y a las actividades artesanales y comerciales.
La estructura de la población era propia del ciclo demográfico antiguo, con altas tasas de natalidad (42%) y mortalidad (38%). Destaca el descenso de la mortalidad por causas catastróficas. El siglo XVIII fue, en definitiva, un siglo de recuperación, crecimiento demográfico y económico, y auge del comercio colonial.
Problemas de la Agricultura, la Industria y el Comercio
Agricultura
A pesar de coincidir con el siglo de la Revolución Industrial, la agricultura seguía siendo la actividad económica dominante en España. Sin embargo, presentaba importantes carencias:
- Deficiencias técnicas
- Inexistencia de un mercado nacional unificado
El principal obstáculo era el régimen de propiedad de la tierra, en su mayoría amortizada. Existían tres tipos de tierras amortizadas en el Antiguo Régimen:
- Eclesiásticas: convertían a la Iglesia en uno de los mayores terratenientes.
- Municipales: incluían los bienes comunales.
- Vinculadas a mayorazgos: generalmente en manos de la nobleza, aseguraban que los bienes patrimoniales pasaran intactos de un heredero a otro.
La imposibilidad de que los arrendatarios adquirieran la propiedad de estas tierras provocaba desinterés por realizar mejoras, lo que resultaba en bajos rendimientos agrícolas. Los ilustrados abogaban por la modernización de la estructura de la propiedad y el fomento del crecimiento de la producción agraria. Además, los ganaderos de la Mesta disfrutaban de enormes privilegios frente a los labradores.
Para mejorar la situación, se adoptaron diversas medidas:
- Arrendamiento de tierras municipales: propuesta por Campomanes, fracasó por estar limitada a ciertas zonas de Castilla.
- Colonizaciones de nuevas tierras: fomentadas por el ilustrado Olavide, se basaban en el ideal ilustrado de aumentar el número de pequeños propietarios campesinos.
- Proyecto de una Ley Agraria: se planteó ante la problemática de la tierra amortizada destacada por los ilustrados.
Industria
Solo el 14% de la población activa se dedicaba a la industria. Sus características más importantes eran:
- Predominio de la producción artesanal: con el pequeño taller artesano sujeto a la rígida organización gremial. Eran talleres donde la unidad familiar era dueña de los medios de producción y vivía del trabajo industrial, no de la explotación agropecuaria. La capacidad de la industria española para competir con los productos extranjeros era escasa.
- Medidas de desarrollo industrial por parte de la monarquía:
- Proteccionismo industrial: favoreció el desarrollo de la industria textil en Cataluña.
- Promoción de las»Manufacturas Reale»: subvencionadas por el Estado para reducir las importaciones, como en La Granja.
- Fomento de la construcción naval en astilleros reales: para facilitar el comercio marítimo y la flota de guerra.
En 1783 se produce la “dignificación de los oficios” considerados “viles” hasta entonces.
Comercio
El siglo XVIII supuso un periodo de expansión en la actividad comercial en comparación con el siglo anterior. El comercio interior era escaso debido al alto nivel de autoconsumo del campesinado español y a la falta de un mercado nacional unificado. Aunque en 1717 se suprimieron las aduanas interiores (excepto entre Castilla y las provincias vascas y Navarra), la demanda de productos era escasa y existían diversos problemas para su desarrollo:
- Obstáculos naturales que dificultaban las comunicaciones entre el interior y la periferia.
- Deficiente red de transportes que impedía el desarrollo de intercambios.
- Escasez de medios de transporte terrestre.
En cuanto al comercio exterior, el realizado con Europa era deficitario: España exportaba materias primas e importaba productos manufacturados caros.
Liberalización del Comercio con América
El gobierno de Madrid decidió incrementar la explotación colonial para aumentar la rentabilidad de las colonias. El objetivo era que exportasen materias primas a la Península e importaran productos industriales españoles, intentando acabar con la competencia extranjera. En 1778 se permitió el libre comercio entre la península y las Indias, rompiendo el monopolio sevillano-gaditano. El Decreto de Libertad de Comercio de 1778 marcó un antes y un después al autorizar el libre comercio directo de los puertos peninsulares con los americanos y suprimir definitivamente el monopolio del puerto de Cádiz.
El Despegue Económico de Cataluña
Cataluña se convirtió en el siglo XVIII en la región más dinámica y avanzada de España, la única que inició una trayectoria firme hacia la revolución industrial. La industria catalana se benefició del aumento de la demanda interior gracias a los mayores ingresos y capacidad de compra del campesinado. Otro factor clave fue la política proteccionista impulsada por la monarquía, que prohibía la importación de telas asiáticas que pudieran competir con la producción local. Además, la liberalización del comercio con América en 1778 impulsó la economía catalana y el auge del puerto de Barcelona.
Cataluña experimentó un proceso particular de industrialización en el siglo XVIII. Fue el único lugar donde se estableció una relación positiva entre la agricultura y la industria. El desarrollo de la vid y de la producción y comercialización de aguardiente se vio acompañado de un impulso de la industria rural dedicada a la lana. Estos fenómenos permitieron la acumulación de capital necesaria para iniciar un proceso de industrialización. Sin embargo, la pérdida de las colonias americanas supuso un duro golpe para la economía catalana.
La Ilustración en España
Proyectistas, Novadores e Ilustrados
La Ilustración llegó a España con retraso respecto al resto de Europa. Durante los reinados de Felipe V y Fernando VI solo se pueden encontrar precedentes en grupos minoritarios que abogaban por reformas, como los proyectistas y los novadores.
Entre los precursores de la Ilustración destaca Benito Jerónimo Feijoo, autor de Teatro crítico universal. Los novadores fueron un grupo minoritario de pensadores y científicos españoles de finales del siglo XVII y comienzos del siglo XVIII, conscientes del atraso científico de España.
A partir de figuras como Feijoo, Jovellanos, Olavide o Campomanes, por primera vez en la historia de España se rechaza la cultura basada en leyendas y creencias míticas, dándose relevancia a la ciencia y la técnica. En permanente conflicto con la Iglesia y la Inquisición, las personalidades más importantes fueron:
Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764)
Realizó una gran labor divulgadora a través de su obra Teatro crítico universal (1726), en la que refleja las dificultades culturales de España en contraste con las nuevas ideas que se extendían por Europa. Fue un divulgador de las nuevas corrientes de pensamiento y sentó las bases teóricas de la Ilustración en España.
Pedro Rodríguez de Campomanes (1723-1803)
Ministro de Carlos III, abogó por la creación de un mercado nacional unificado. Intentó aumentar el número de pequeños propietarios mediante el reparto de tierras comunales entre los vecinos más pobres, luchando contra la amortización de tierras. Propuso la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País (1774) para impulsar reformas en la agricultura, la industria o la educación con la participación de la nobleza y el clero. Presidió la Mesta y contribuyó a reducir sus privilegios.
Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811)
Es la figura más representativa de la Ilustración española. Destaca su obra Informe sobre la Ley Agraria (1794), en la que defendía que el Estado debía emprender reformas desde arriba, como la derogación de leyes que permitían la continuidad de la propiedad de tierras vinculadas y amortizadas. Su famosa frase “Tantos brazos sin tierras en nuestras ciudades y tantas tierras sin brazos en nuestros campos” resume su crítica a la desigualdad en la propiedad de la tierra y a la existencia de grandes extensiones incultas por causa de la amortización y de las grandes reservas de pastos de la Mesta. Creía que la propiedad era un derecho natural y que solo el trabajo del hombre hacía productiva la tierra.
Jovellanos también reivindicó el valor de la educación: “Ya no es problema, es una verdad generalmente reconocida que la instrucción pública es la medida común de la prosperidad de las naciones y que así son ellas de poderosas o débiles según sean ilustradas o ignorantes”. Los ilustrados españoles comprendieron que la mejora de la enseñanza era un paso previo a cualquier reforma política y confiaron al Estado la mejora de la instrucción, que debería fundamentarse en el pensamiento político y en el desarrollo de la investigación. A pesar de sus esfuerzos, se encontraron con la oposición del conservadurismo de las clases dominantes y la Iglesia, decididas a impedir cualquier cambio.