Carlos I: Herencia y Retos
Tras la muerte de Isabel I, su hija Juana heredó el trono de Castilla. Sin embargo, debido a su enfermedad mental, su padre Fernando se hizo cargo del imperio hasta su muerte, momento en el que heredó Carlos I, hijo de Felipe I (esposo de Juana) y Juana la Loca.
Su herencia fue inmensa: las coronas de Castilla y Aragón, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Rosellón, las Américas, el Archiducado de Austria, los Países Bajos, Franco Condado y Luxemburgo.
Carlos llegó a España rodeado de amigos extranjeros, lo que levantó recelo entre los nobles. Fue nombrado rey por las Cortes de Castilla, Aragón y Cataluña, buscando obtener fondos para sus empresas imperiales europeas. Al morir su abuelo, heredó el Sacro Imperio Romano Germánico, convirtiéndose en Carlos V de Alemania.
Carlos heredó el título de emperador en condiciones difíciles. Francia aspiraba al dominio de Italia y la expansión del Imperio Otomano era una amenaza constante. Carlos tenía la misión de mantener una monarquía cristiana y universal, lo que lo llevó a constantes guerras. Carlos I solo vivió en España 14 años, prestando más atención a los problemas de Europa que a los de España. A los 56 años, cedió su imperio a su hijo Felipe II, excepto el Archiducado de Austria y el título imperial, que fueron para su hermano Fernando.
Las Revueltas de las Comunidades y las Germanías
Al comienzo del reinado de Carlos, se produjeron dos importantes revueltas: las Comunidades en Castilla y las Germanías en Valencia.
Las Comunidades
Surgieron en Castilla debido al descontento con la falta de atención del monarca a los asuntos internos y la presión fiscal. Las ciudades se sublevaron y ofrecieron la corona a Juana, la madre de Carlos I. Los comuneros reclamaban:
- Protección de la industria nacional.
- Respeto de las leyes.
- Mayor participación política.
Fueron derrotados en la batalla de Villalar.
Las Germanías
Estallaron paralelamente a las Comunidades y afectaron a casi todos los territorios de la Corona de Aragón. Los agermanados, en su mayoría campesinos y artesanos, pedían:
- Democratización de los cargos municipales.
- Mejora de los arrendamientos.
- Protección del monarca frente a los abusos de la nobleza.
Carlos I, aliado con la nobleza, logró sofocar la revuelta tras la batalla de Gandía.
El Imperio Hispánico de Felipe II
A diferencia de su padre, Felipe II fue un monarca dedicado a las cuestiones de su reino. Resolvía todos los asuntos y consolidó las instituciones de gobierno, estableciendo la capital en Madrid.
Felipe II continuó la defensa del catolicismo, por lo que su política exterior y sus enemigos fueron similares a los de su padre. Con Felipe II, los dominios de la monarquía hispánica aumentaron con la unión de Portugal.
Intransigencia Religiosa y Autoritarismo
Felipe II se convirtió en el máximo defensor del catolicismo. Para defender la ortodoxia católica, se promulgó una ley que declaraba estos principios obligatorios en todo el territorio peninsular. La monarquía aumentó la presión sobre los moriscos, acusándolos de colaborar con los piratas berberiscos y turcos. Los moriscos intentaron negociar, pero fueron ignorados. En respuesta, protagonizaron una insurrección que fue sofocada. En época de Felipe III, se decretó la expulsión de los moriscos.
La represión religiosa se utilizó como castigo a cualquier forma de oposición a la autoridad real. Un ejemplo de ello fue el caso de Antonio Pérez, quien implicado en un complot político, reclamó la protección de la justicia de Aragón. Felipe II lo acusó ante la Inquisición y envió un ejército que puso fin a la sublevación.
Expansión Imperial en el Siglo XVI
La Lucha contra los Protestantes
La ruptura de la unidad católica fue uno de los principales problemas del reinado de Carlos I. Martín Lutero, con sus 95 tesis, pedía la reforma de la Iglesia. El protestantismo fue adoptado por diversos príncipes alemanes e Inglaterra. Carlos I se enfrentó al protestantismo en dos ámbitos: político-militar y religioso. En el ámbito militar, derrotó a la Liga de Esmalcalda en la batalla de Mühlberg.
Enfrentamientos con Francia e Inglaterra
- Francia: Carlos I y los reyes franceses se enfrentaron por el dominio de Borgoña y Flandes. Los conflictos continuaron hasta la Paz de Cateau-Cambrésis, que supuso una victoria diplomática para España.
- Inglaterra: Aliada de España hasta Enrique VIII, cambió su política exterior apoyando a los rebeldes flamencos. Con Isabel I, la rivalidad se incrementó por el control del Atlántico y el comercio americano. Felipe II decidió enfrentarse a Inglaterra con la Armada Invencible, que resultó un fracaso.
Dominio del Mediterráneo
El Imperio Otomano era una gran potencia en el Mediterráneo. Los turcos practicaban la piratería y atacaban las poblaciones costeras. Carlos I logró conquistar Túnez, pero fracasó en la conquista de Argel. Durante el reinado de Felipe II, el Imperio Otomano alcanzó su máximo esplendor bajo Solimán el Magnífico. La monarquía hispánica, Venecia y el Papado se aliaron en la Santa Liga, derrotando a los turcos en la batalla de Lepanto.
La Rebelión de los Países Bajos
Se originó por el descontento de los sectores burgueses ante los fuertes impuestos y la intolerancia religiosa de Felipe II. La primera rebelión se produjo en Flandes. El sur de los Países Bajos (actual Bélgica) aceptó la obediencia a Felipe II. Finalmente, Felipe II cedió el gobierno de los Países Bajos a su hija Isabel Clara Eugenia. Sin embargo, al no tener descendencia, los Países Bajos volvieron a la corona española en el siglo XVII, reabriéndose el conflicto.
La Liberación del Comercio Colonial
Los Borbones, especialmente Carlos III, se preocuparon por reorganizar el comercio con América. Las colonias seguían siendo una importante fuente de ingresos, pero la incapacidad de la industria y la agricultura española para abastecer la demanda americana había dado lugar a que gran parte del comercio estuviera en manos de comerciantes extranjeros.
La Corona patrocinó la fundación de compañías comerciales, como la Compañía Guipuzcoana de Caracas. Sin embargo, este nuevo sistema también se demostró ineficaz. Este fracaso abrió el camino hacia la liberación total del comercio americano. Carlos III acabó con el monopolio del comercio americano. En 1765 se abrieron una serie de puertos al libre comercio y se decretó la libertad de todos los puertos para comerciar con América. Cádiz continuó como gran puerto español, especialmente en la reexportación. En cambio, puertos como el de Barcelona se especializaron en la exportación de productos locales.