El Ascenso Económico de Estados Unidos
Los Inicios
Mientras Gran Bretaña lideraba la Revolución Industrial, las Trece Colonias americanas, si bien con cierta industria de tipo tradicional, se centraban en la actividad agraria. Su población apenas alcanzaba los 2 millones de habitantes.
Un Crecimiento Acelerado
A partir de su independencia en 1776, Estados Unidos experimentó un crecimiento económico sin precedentes. A finales del siglo XIX, su PIB se equiparaba al británico, aunque el PIB per cápita seguía siendo ligeramente inferior. Sin embargo, para 1913, este indicador se disparó, convirtiéndose en el más alto del mundo y superando ampliamente al británico.
Factores del Éxito
- Amplio Territorio con Recursos Abundantes: Estados Unidos poseía un vasto territorio rico en recursos naturales como madera, carbón, petróleo, oro y plata.
- Nuevo Comienzo: Al ser un país nuevo, tuvo la oportunidad de establecer instituciones innovadoras.
- Inmigración Masiva: Atrajo a una gran cantidad de inmigrantes europeos, esclavos africanos y, posteriormente, inmigrantes asiáticos, lo que impulsó su fuerza laboral.
- Alto Capital Humano: Estados Unidos priorizó la educación, con bajas tasas de analfabetismo y escuelas obligatorias, lo que resultó en una fuerza laboral altamente capacitada.
- El Auge del Algodón: Como principal proveedor de algodón para Gran Bretaña y otros países europeos, Estados Unidos experimentó un gran ingreso de capitales.
- Salarios Elevados: La relativa escasez de población impulsó los salarios, incentivando la mecanización y la productividad.
- Gran Mercado Interno: Su creciente población y alto poder adquisitivo crearon un mercado interno de gran envergadura.
- Surgimiento de Grandes Empresas: La expansión del mercado fomentó la aparición de grandes empresas, aumentando la competitividad.
La Revolución Industrial en Japón
Una Economía Atrasada
A diferencia de Occidente, Japón se encontraba rezagado en términos industriales a finales del siglo XIX. Su economía, similar al feudalismo europeo, se basaba en la agricultura y estaba dominada por una clase rentista (samuráis) que menospreciaba las actividades industriales y comerciales. El país mantenía un estricto aislamiento comercial, con aranceles bajos y una profunda desconfianza hacia el mundo exterior.
La Apertura Forzada y la Revolución Meiji
En 1853, la llegada de una flota naval estadounidense obligó a Japón a poner fin a su aislamiento comercial. Este evento, considerado humillante, despertó en la nación un deseo de modernización para equipararse a Occidente. En 1868, la ascensión del Emperador Meiji trajo consigo la Revolución Meiji, un período de cambios radicales que incluyeron el desmantelamiento del feudalismo, reformas agrarias y la implementación de políticas industrializadoras.
Intervención Estatal y Industrialización
El Estado japonés jugó un papel fundamental en la industrialización del país. Directamente, a través de la creación de empresas y la construcción de ferrocarriles, e indirectamente, mediante la inversión en educación y la contratación de técnicos extranjeros. La exportación de seda, de la cual Japón era el principal proveedor mundial, generó importantes ingresos.
Expansionismo Imperialista
En busca de recursos, Japón adoptó una política imperialista. Entró en guerra con China, conquistando Taiwán, y posteriormente derrotó a Rusia, adquiriendo diversas áreas de influencia, incluyendo Corea.
Desarrollo Industrial y Empresarial
La industria textil y pesada experimentaron un crecimiento, aunque lento y a pequeña escala. Se construyeron ferrocarriles, se expandió la electricidad y la renta per cápita aumentó a tasas comparables a las europeas. Durante este período, surgieron conglomerados empresariales (zaibatsu) que operaban sinérgicamente, con un banco en el centro que proporcionaba respaldo financiero. A finales del siglo XIX, Japón se encontraba en la senda de la industrialización, un proceso que se aceleraría tras la Primera Guerra Mundial, marcado por el imperialismo y el militarismo.