En 1895 se produce un levantamiento independentista en Cuba que se convirtió en insurrección en toda la isla. En 1896 sucedió lo mismo en Filipinas. En 1898 España pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas, tras una derrota militar. Esto desencadena una crisis nacional, ante la desmoralización, el escándalo, la debilidad militar y política, a todo esto, se le denominó el desastre del 98.
Antecedentes
En 1820, durante el reinado de Fernando VII, España perdió el imperio de América, pero permanecía con el poder de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La economía de Cuba y Puerto Rico se dedicaba a la agricultura de plantación, sometida a duras leyes arancelarias, constituyendo un mercado cautivo. El ejército español se aseguraba de la explotación esclavista en beneficio de una reducidísima oligarquía.
En Filipinas, la población española era escasa y los capitales invertidos no eran relevantes. La soberanía se mantenía gracias a la fuerza militar y a las órdenes religiosas. José Rizal fundó la Liga Filipina basada en la expulsión de los españoles, de las órdenes religiosas y en la confiscación de los latifundios para lograr la independencia.
La Guerra de Cuba y la Intervención Estadounidense
La primera Guerra de Cuba se inicia tras el Grito de Yara. Las Cortes republicanas en 1873 aprueban la abolición de la esclavitud. En 1878, con la Paz de Zanjón se pone fin a la guerra, con promesas que nunca fueron cumplidas. A la frustración acumulada se unió el respaldo norteamericano a los insurgentes. Los políticos estadounidenses eran partidarios de la independencia de Cuba.
En 1894 los liberales sacaron un proyecto de autonomía. En 1895 estalló una revuelta liderada por Antonio Maceo y José Martí, quienes en 1892 fundaron el Partido Revolucionario Cubano. El gobierno español envió al general Martínez Campos para que aplicase medidas de represión, más tarde se envía al general Weyler, quien recuperó el control del territorio y creó campos de concentración. Así que, a pesar de esta dura política represiva, la guerra continuó.
En 1897, tras el asesinato de Cánovas, Sagasta intentó otro proyecto de autonomía. Estados Unidos decidió intervenir. La opinión pública preparada por los periódicos estadounidenses presionaba a favor de la guerra. En 1898 el acorazado norteamericano Maine fue dinamitado, y se le atribuyó la responsabilidad a España. El gobierno estadounidense propuso la compra de la isla, pero el Senado y la Cámara de Representantes de los EE. UU. reunidos declararon la guerra a España.
En Filipinas la situación era crítica. Los norteamericanos se dirigieron a la isla para apoyar a los insurrectos. El desarrollo de las operaciones durante la guerra fue rápido. La superioridad técnica y material de los estadounidenses y la cercanía del objetivo eran apabullantes. Destrozaron la flota española. Se firma el Tratado de París, en el que España renuncia a la soberanía sobre Cuba, que sería ocupada más tarde por los EE. UU. Las islas de Puerto Rico y Guam pasaban a ser de soberanía estadounidense, mientras que Filipinas es comprada por los americanos. El imperio español quedaba así definitivamente desmantelado.
Consecuencias del Desastre del 98
El desastre supuso un auténtico aldabonazo en la conciencia de los españoles y arrastró una serie de importantes consecuencias.
Pérdidas Humanas y Materiales
En primer lugar, están las pérdidas humanas, debido a la guerra o a enfermedades infecciosas. Se le suman las escasas medidas sanitarias con las que contaba el ejército y el medio que los acompañaba, tropical y hostil. Las muertes y las enfermedades afectaron a los más pobres, todo esto se debe a que el régimen de la Restauración nunca elaboró una legislación de carácter social que aliviara la situación del proletariado.
Hay que añadirle también la desmoralización de un país, expresada a través de grandes autores que quedaron marcados por la generación del 98. Las pérdidas materiales fueron graves a largo plazo. Se perdían ingresos y mercados privilegiados. Pero la financiación de la guerra permitió el saneamiento de la Hacienda y que el estado estuviera en superávit. Se produjo una repatriación de capitales.
Crisis Política y Social
Surgieron críticas hacia el funcionamiento del sistema político, solo que aparecieron entre políticos e intelectuales. Entre ellos destacaban los Regeneracionistas. El Regeneracionismo fue un movimiento sin estructura que reflexionó sobre el sistema político, la corrupción de partidos, el sistema electoral y de gobierno. Uno de ellos era Joaquín Costa, para quien era esencial acabar con el caciquismo para recuperar la verdadera democracia. No quisieron organizar un sistema político.
En el ámbito político la crisis del 98 provocó el inicio de la crisis del sistema de la Restauración. En los partidos dinásticos hubo un relevo generacional, estos partidos ya no son tan sólidos y comienzan a aparecer escisiones internas provocadas por el excesivo personalismo de los líderes (Maurismo).
En Cataluña, el nacionalismo, que había sido un credo minoritario, alcanzó cotas inesperadas por los políticos de turno. La burguesía catalana acusaba a Madrid de no haber protegido sus intereses, así aparece la Liga y en 1907, Solidaritat Catalana, que tuvo un éxito electoral.
Tomó auge la oposición republicana y socialista. La conflictividad social crecía en las calles y se respondía con duras represiones. En 1906 se suspendían las garantías constitucionales, tras el asalto a Cu-Cut. Comenzó la guerra de Marruecos, debido al desprestigio militar tras la pérdida de las islas, y todo esto se convertía en la mecha que prendería en 1909 en Barcelona. Durante la Semana Trágica se inició la descomposición del régimen de la Restauración. El desastre del 98 no había hecho más que sacar a la luz las graves contradicciones e insuficiencias del régimen creado por Cánovas y que lograría sobrevivir a duras penas hasta 1923.