Crisis y caída de la Restauración: causas y consecuencias

¿Por qué entró en crisis el sistema de la Restauración?

Unas reformas insuficientes

Los gobiernos de Alfonso XIII trataron de llevar a cabo algunas medidas para regenerar el país. Desde el Partido Conservador, Antonio Maura puso en marcha ‘la revolución desde arriba’, con leves medidas de reforma fiscal y de regulación del derecho de huelga. Por su parte, el Partido Liberal de José Canalejas trató de reducir la influencia de la Iglesia en la vida pública y en la educación; introdujo las primeras leyes de protección social a los trabajadores, y permitió la creación de la Mancomunidad de Cataluña, un primer paso en la descentralización del Estado. Sin embargo, el caciquismo y la manipulación de los datos electorales continuaban debilitando el sistema, atacado también por acontecimientos como la Semana Trágica y el asesinato de Canalejas.

El fortalecimiento de la oposición

Los grupos de la oposición al sistema adquirieron un mayor protagonismo:

  • Los republicanos crearon la coalición Unión Republicana, que consiguió aumentar su fuerza electoral. Su líder, Alejandro Lerroux, tenía un discurso populista y extremista con el que consiguió muchos seguidores entre los obreros catalanes, y en 1908 fundó el Partido Republicano Radical.
  • El socialismo se afianzó en el País Vasco, Asturias y Madrid, y Pablo Iglesias logró acta de diputado en 1910. A principios de 1921, alcanzó los 58000 afiliados, pero ese mismo año los sectores más revolucionarios se escindieron y crearon el Partido Comunista de España (PCE).
  • Los nacionalismos consolidaron su ascenso electoral a través de la Lliga Regionalista en Cataluña, y del Partido Nacionalista Vasco en el País Vasco.

La revuelta de 1909: la Semana Trágica

En 1909, la oposición al reclutamiento de soldados ya licenciados para la Guerra de Marruecos desencadenó una revuelta popular en Barcelona, conocida como la Semana Trágica. El levantamiento supuso un estallido espontáneo, antimilitarista y anticlerical, resultado de todas las tensiones sociales acumuladas a lo largo de décadas. Fue aplastado por el ejército, y la represión resultó desproporcionada (fusilamiento del pedagogo y librepensador Ferrer Guardia). Los sucesos de 1909 fueron un duro golpe para el sistema político de la Restauración y los partidos dinásticos porque provocaron la repulsa de la opinión pública y la dimisión del presidente de gobierno, el conservador Antonio Maura. Ante esta situación, el rey encargó la formación de un nuevo gobierno a Canalejas, del Partido Liberal. Su asesinato por un anarquista en 1912 abrió un periodo de inestabilidad que condujo de nuevo a los conservadores al poder.

La crisis de 1917

El descontento volvió a estallar en 1917 en diversos ámbitos:

  • Las fuerzas políticas mostraban descontento ante la forma de gobernar del conservador Eduardo Dato, que clausuraba frecuentemente las Cortes y gobernaba por decreto-ley. Grupos de la oposición (Asamblea de Parlamentarios en Barcelona) exigieron la dimisión del gobierno y la convocatoria de Cortes constituyentes.
  • Algunos sectores del ejército protestaron contra el sistema de ascenso que favorecía a los militares que participaban en las campañas de Marruecos (africanistas). Algunos militares organizaron Juntas de Defensa y se enfrentaron a la política del gobierno.
  • Ante el empeoramiento de las condiciones de vida, como resultado del aumento de los precios, los sindicatos CNT y UGT convocaron una huelga general revolucionaria.

Aunque el gobierno consiguió reprimir las huelgas y pactar con militares y políticos, se evidenció una grave crisis del sistema de turno de partidos y la necesidad de una profunda renovación política.

La dictadura de Primo de Rivera.

El problema de Marruecos

A principios del siglo XX, del antiguo Imperio colonial español solo quedaban algunos enclaves en el Norte de África. En la Conferencia de Algeciras de 1906 se acordó la creación de un Protectorado franco-español en Marruecos, y España obtuvo el control de la franja Norte, el Rif, rica en minerales. La ocupación del Rif encontró la oposición de los bereberes, y originó una guerra permanente. En 1909, los españoles fueron derrotados en el Barranco del Lobo y, en 1921, en Annual. La guerra no contaba con el respaldo de la sociedad, que rechazaba la movilización de soldados veteranos, y el interés de la Corona y ciertas empresas por mantenerse en Marruecos. Tras las derrotas, se abrió una investigación para depurar responsabilidades. Sus resultados formaron el Expediente Picasso, en el que algunos militares e incluso el Rey parecían implicados en escándalos de corrupción.

La crisis social (1919-1923)

Unida a la crisis de Marruecos existía una grave crisis social. En las zonas industriales, sobre todo en Cataluña, los trabajadores promovieron una serie de huelgas reivindicando mejoras salariales y laborales. Las protestas se extendieron también al campo, en especial en Andalucía (Trienio bolchevique). Las huelgas campesinas, que reclamaban el reparto de los latifundios, fueron duramente reprimidas por la Guardia Civil. El gobierno y las organizaciones patronales respaldaron la creación de sindicatos afines a sus intereses, y de grupos armados que ejercían la violencia contra dirigentes obreros, que también respondían violentamente (pistolerismo). Se llegó así a una guerra social. El propio presidente del gobierno, Eduardo Dato, fue asesinado por un anarquista en 1921.

El golpe de Estado militar

Ante la crisis generalizada y el temor a que el Expediente Picasso se debatiera en las Cortes, el general Primo de Rivera dirigió un golpe de Estado (1923). Contaba con el consentimiento del rey y el apoyo de la patronal y de algunos políticos conservadores. El golpe se presentó como una solución para poner fin a los movimientos de protesta y a la violencia en las calles.

La dictadura de Primo de Rivera

El régimen de Primo de Rivera suspendió la Constitución y disolvió las Cortes. Se prohibieron los partidos políticos y algunos sindicatos, como la CNT. El recorte de libertades alcanzó también a la prensa, la educación y los intelectuales contrarios a la dictadura. Además, se suprimió la Mancomunidad de Cataluña y se persiguió al nacionalismo catalán y vasco, prohibiendo el uso público de sus lenguas. Se creó un partido único, la Unión Patriótica, y un órgano legislativo, la Asamblea Nacional Consultiva, que no era elegida de forma democrática. Aprovechando la buena situación internacional, hubo un cierto crecimiento económico. Se llevaron a cabo numerosas obras públicas –en especial carreteras– y se pusieron en marcha monopolios como Telefónica y Campsa (refinado de petróleo). En 1925, el desembarco militar de Alhucemas (1925) acabó con el conflicto de Marruecos y estableció el control efectivo sobre el Protectorado.

La crisis de la dictadura (1930-1931)

Las repercusiones de la crisis económica mundial de 1929 empezaron a notarse en España, y el clima de oposición a la dictadura aumentó considerablemente. Falto de apoyos, tras la pérdida de confianza de Alfonso XIII, Primo de Rivera dimitió en enero de 1930. El rey nombró como jefe de gobierno al general Berenguer, que debía propiciar el retorno paulatino a la legalidad constitucional. Gran parte de la oposición firmó en agosto de 1930 el Pacto de San Sebastián, reivindicando unas elecciones democráticas y la instauración de una república. Poco tiempo después, Berenguer fue sustituido por otro militar, el almirante Aznar, quien convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931.

LA SEGUNDA REPÚBLICA.

LA PROCLAMACIÓN DE LA REPÚBLICA.

Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 fueron entendidas por la población como un plebiscito entre monarquía y república. La participación fue muy elevada y los resultados electorales señalaron una clara voluntad de cambio político: el triunfo republicano fue evidente en las grandes ciudades y en las regiones industriales, aunque los monárquicos obtuvieron un mayor número global de concejales. Ante estos resultados electorales y la proliferación de manifestaciones solicitando la proclamación de la república, Alfonso XIII suspendió la potestad real, abandonó el país y partió hacia el exilio. Dos días después, el 14 de abril de 1931 fue proclamada la segunda república española, y se formo un gobierno provisional con miembros de la coalición republicano-socialista, vencedora en las elecciones.

EL GOBIERNO PROVISIONAL Y LAS CORTES CONSTITUYENTES.

El nuevo gobierno puso en marcha varias reformas solicitadas por un amplio espectro de la población: legalidad de todos los partidos y sindicatos, amnistía general para presos políticos de la dictadura, creación de una Generalitat provisional para el gobierno de Cataluña y amplias leyes sociales que incluían la jornada de 8 horas, el salario mínimo y el seguro ante los accidentes de trabajo. La implantación de la República no estuvo exenta de problemas. Por un lado, la actitud hostil hacia el nuevo régimen de algunos sectores eclesiásticos provocó una oleada de anticlericalismo y en varias ciudades se quemaron iglesias. Por otro lado, algunos grupos anarquistas (sobre todo la CNT) presionaron al nuevo gobierno, llamando a la revolución social con una oleada de huelgas obreras y ocupaciones de tierras. En junio de 1931, se convocaron elecciones a Cortes Constituyentes, que dieron la mayoría a la coalición republicano-socialista. La primera gran tarea de las nuevas Cortes fue elaborar una Constitución, que fue aprobada en diciembre de ese mismo año.

La Constitución republicana de 1931

La nueva Constitución estableció las bases de una república democrática y de progreso, pero no tuvo el apoyo de los grupos conservadores que disentían en cuestiones sociales, religiosas y autonómicas. El texto establecía los siguientes principios: -España se definía como un Estado integral, con la posibilidad de establecer gobiernos autónomos. -Se instauró el sufragio universal masculino y femenino. -Se proclamó la aconfesionalidad del Estado, pero se respetaban todos los cultos y creencias. Se permitió el matrimonio civil y se implantó el divorcio. -Presentaba una declaración de derechos individuales y establecía amplias libertades públicas y privadas. Reconocía el derecho a la propiedad privada, aunque el gobierno podía expropiar bienes de utilidad social. -El poder legislativo residía en las Cortes, formadas por una sola Cámara; el poder ejecutivo estaba en manos del Consejo de Ministros y el Presidente de la República. Se asentaba la independencia del poder judicial. Una vez aprobada la Constitución, Niceto Alcalá Zamora, republicano católico y moderado, fue elegido presidente de la República, y Manuel Azaña, republicano de izquierdas, fue nombrado jefe de un gobierno integrado por republicanos, socialistas y nacionalistas. Se iniciaba la etapa del Bienio Reformista (1931-1933)

QUE REFORMAS EMPRENDIÓ LA REPÚBLICA.

La modernización del Estado

La Segunda República emprendió algunas reformas que desde hacía decenios estaban pendientes y eran indispensables para modernizar el país y asentar el régimen republicano.

En primer lugar, Manuel Azaña acometió la reforma del ejército, atrasado y con exceso de oficiales, para transformarlo en una institución eficiente y leal a la incipiente República.

Otra de las iniciativas que recogía la Constitución era la separación Iglesia-Estado. Las reformas querían disminuir la influencia de la Iglesia sobre la vida pública y la educación.

Asimismo, se puso en marcha el proceso de descentralización del Estado, recogido en la Constitución, que reconocía la existencia de unas nacionalidades históricas con lengua e identidad propias, y permitía elaborar estatutos de autonomía y establecer gobiernos autónomos.

LA REFORMA DEL EJÉRCITO.

  • Decretos entre abril y septiembre de 1931 (Ley de Retiro), que posibilitaron la jubilación de casi la mitad de los oficiales.
  • Cierre de la Academia Militar de Zaragoza donde se formaban los altos mandos, en general hostiles a la República.
  • Cambio de destino de los oficiales contrarios al nuevo régimen.
  • Creación de la Guardia de Asalto, nueva policía militarizada y leal a la República.

SEPARACIÓN IGLESIA-ESTADO.

  • Supresión del presupuesto público para el mantenimiento del clero.
  • Disminución de la influencia de las órdenes religiosas dedicadas a la enseñanza y disolución de la Compañía de Jesús.

REFORMA TERRITORIAL.

  • El primer territorio que se acogió a la prerrogativa autonómica fue Cataluña. Tras una Generalitat provisional en 1931, y pese a la oposición de las derechas en las Cortes, el Estatuto de Autonomía fue aprobado en 1932.
  • En el País Vasco empezó a redactarse un estatuto, que fue aprobado en 1936.
  • En Galicia, el inicio de la Guerra Civil frenó el proceso autonómico.

La reforma agraria

La República abordó el problema del latifundismo. En algunas zonas de España, sobre todo en Andalucía y Extremadura, existían cientos de miles de jornaleros sin tierras y en una situación de extrema miseria, mientras que la propiedad se concentraba en manos de unos centenares de propietarios. Una ley de 1932 decretó expropiables las grandes fincas que no se cultivaran, y permitió distribuirlas entre los campesinos sin tierras. Se creó el Instituto de Reforma Agraria (IRA) para indemnizar a los propietarios y facilitar el asentamiento a las familias campesinas. La Reforma agraria entre 1932 y 1934. Sin embargo, la escasez de recursos para indemnizar a los propietarios y los numerosos pleitos que estos interponían hicieron que la reforma fuera lenta y limitada.

La oposición al gobierno republicano-socialista

-El enfrentamiento con los afectados por las reformas, como los grandes propietarios agrarios, la jerarquía de la Iglesia católica, una parte del ejército y amplios sectores de las clases altas y medias-altas, que sentían amenazados sus privilegios. En 1932, aprovechando el descontento, el general Sanjurjo dio un golpe de Estado que fue frenado por el gobierno.

-La crítica de los sectores de izquierda, debida a la lentitud de algunas reformas, especialmente la reforma agraria, irritó a una parte de los jornaleros y obreros.

La UGT se radicalizó y ciertos núcleos anarquistas, sobre todo los vinculados a la FAI, apostaron directamente por la insurrección armada. Así, protagonizaron algunos levantamientos como los del Alto Llobregat (1932) y Casas Viejas (1933) que fueron duramente reprimidos por las fuerzas del orden público.


6.EL BIENIO CONSERVADOR Y EL FFRENTE POPULAR.

6.1EL BIENIO CONSERVADOR.

La represión de los sucesos de Casas Viejas generó críticas al gobierno y división en la coalición republicano-socialista. Miembros de la CNT y socialistas denunciaron el autoritarismo gubernamental, y la derecha acusó al gobierno de incapacidad para controlar las revueltas. Azaña dimitió como jefe del gobierno, y el presidente Alcalá Zamora convocó nuevas elecciones para el 18 de noviembre de 1933.

Los republicanos de izquierda se presentaron divididos a las elecciones, mientras los conservadores se unieron en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), liderada por Gil Robles. La victoria del centro-derecha (Partido Radical y CEDA) comportó la formación de un nuevo gobierno presidido por Lerroux, que paralizó buena parte del proceso reformista desarrollado en la etapa anterior.

En octubre de 1934, la entrada de ministros de la CEDA en el gobierno provocó un fuerte rechazo entre los partidos y sindicatos de izquierda. En Asturias, un movimiento insurreccional, impulsado por socialistas y comunistas, declaró la revolución social y ocupó la cuenca minera. En Cataluña, la Generalitat proclamó el Estado catalán dentro de la República federal española.Ambos movimientos fueron duramente reprimidos por el ejército, causando un gran número de víctimas y detenidos en Asturias. En Cataluña, el conflicto acabó con la suspensión del Estatuto y el encarcelamiento del gobierno. Después de estos sucesos de octubre de 1934, las diferencias entre el Partido Radical y la CEDA fueron en aumento. En 1935 algunos ministros radicales se vieron implicados en diversos escándalos de corrupción, y el presidente de la República convocó elecciones para febrero de 1936.

6.2 El Frente Popular (1936-1939)

Los partidos republicanos de izquierda concurrieron a las elecciones formando un Frente Popular. El sindicato anarquista CNT no propuso la abstención a sus afiliados como en ocasiones anteriores.  Los partidos de centro y de derecha se unieron en coalición en la mayoría de las provincias. Su programa era continuar la política contrarreformista del Bienio Conservador y modificar la Constitución. La victoria electoral correspondió por escaso margen al Frente Popular. El gobierno fue asumido por los republicanos de Azaña, quien se convirtió en presidente de la República mientras Santiago Casares Quiroga asumía la jefatura del gobierno. El Frente Popular puso de nuevo en marcha el programa de reformas iniciado en 1931, pero con mayor iniciativa y resolución política. Se aceleró la reforma agraria, se reinstauró la Generalitat de Cataluña y se reinició el proceso autonómico en el País Vasco y Galicia. Asimismo, a los militares sospechosos de preparar un golpe de Estado (Franco, Mola y Goded) se les dio un destino lejos de Madrid.

6.3Del Frente Popular a la Guerra Civil

El triunfo del Frente Popular fue mal recibido por los sectores más conservadores de la sociedad, que se oponían al proceso democratizador y reformista iniciado por las fuerzas republicanas en 1931. Al mismo tiempo, algunos sindicatos y grupos de izquierda defendieron la conveniencia de impulsar un proceso de revolución social.

En este contexto, los militares opuestos a la República (Emilio Mola, desde Navarra, Francisco Franco, desde Canarias, y José Sanjurjo, desde Portugal) establecieron contactos con grupos de extrema derecha (algunos monárquicos, tradicionalistas, falangistas) para organizar un golpe de Estado.

Las tensiones políticas desencadenaron un clima de enfrentamiento entre milicias de izquierdas y derechas. El 13 de julio fue asesinado el diputado monárquico José Calvo Sotelo, en represalia por la muerte del teniente José Castillo, militante socialista, abatido a tiros en Madrid.

Este clima de confrontación social sirvió de pretexto a las fuerzas contrarias a la República para acelerar sus planes golpistas. El levantamiento militar se inició el 17 de julio en el Norte de África (Melilla, Ceuta y Tetuán), y los días 18 y 19 se extendió a Canarias, Baleares y toda la Península.

La insurrección fracasó, sobre todo en las grandes ciudades y zonas industriales, gracias a la resistencia popular y de algunos cuerpos policiales, y a que un sector del ejército se mantuvo leal a la República.


7.LA GUERRA CIVIL.

7.1La República en guerra

En julio de 1936, el gobierno se vio desbordado ante el golpe militar. Azaña nombró jefe de gobierno a José Giral con la esperanza de que pudiera frenar la sublevación. Ante la negativa de los golpistas de finalizar la rebelión, Giral disolvió el ejército y dio armas a los partidos y sindicatos del Frente Popular, organizados en comités obreros.

Numerosos sindicalistas de la CNT-FAI y también de la UGT aprovecharon el momento para llevar a cabo un proceso revolucionario. Los comités obreros repartieron tierras, colectivizaron fábricas y ejercieron una fuerte represión sobre los sospechosos de simpatizar con los sublevados (detenciones, fusilamientos, quema de iglesias…).

En septiembre de 1936, el socialista Largo Caballero, el líder más aceptado por el conjunto de las fuerzas de izquierda, formó un gobierno de republicanos, socialistas, comunistas e incluso anarquistas. Se creó el Ejército Popular con ayuda soviética y se trató de poner fin a la represión ejercida de forma incontrolada por los comités.

Las derrotas militares aumentaron la división entre los partidos y sindicatos republicanos. El gobierno, con el apoyo de la mayoría de los partidos consideraba prioritario concentrarse en el esfuerzo militar para ganar la guerra, mientras que los grupos más radicales defendían la prioridad de profundizar en la revolución social.

Ante las propuestas gubernamentales de restringir el poder de los comités obreros, anarquistas y trotskistas del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), defensores de un proceso revolucionario radical, se enfrentaron al gobierno en mayo de 1937, pero fueron derrotados.

El socialista Juan Negrín formó un gobierno en el que contó con el respaldo de los comunistas, cada vez más fuertes debido al apoyo soviético. Negrín planteó una propuesta de paz, los llamados Trece Puntos, que fue rechazada por Franco.

7.2Los sublevados: La creación de una dictadura

En la zona donde había triunfado el golpe militar, el ejército asumió el poder. Todos sus esfuerzos fueron dirigidos a lograr la victoria militar y a organizar un nuevo Estado de inspiración fascista, que anulara la legislación reformista de la República.

Tras algunos titubeos sobre a quién correspondía llevar la iniciativa, la Junta de Defensa Nacional -primera institución del nuevo Estado- nombró a Francisco Franco generalísimo y jefe de gobierno (tanto Sanjurjo como Mola murieron en accidentes de aviación).

En abril de 1937, Franco decretó la unificación de falangistas y tradicionalistas en un partido único (FET y de las JONS), y un año después se creó el primer gobierno en Burgos, capital provisional del nuevo Estado.

Las principales medidas políticas del nuevo gobierno fueron la prohibición de partidos y sindicatos, a excepción de FET y de las JONS, la supresión de la Constitución y de los estatutos de autonomía, la recuperación del catolicismo como religión oficial del Estado y la anulación de todas las reformas republicanas.

MILICIANOS: El término «miliciano» designa a las fuerzas civiles voluntarias que, organizadas por sindicatos o partidos, participaron en la guerra al lado de la República.

En el primer año, se mantuvieron al margen de la autoridad del propio gobierno y entraron en conflicto con algunas de las decisiones gubernamentales. En 1937, todas las milicias quedaron integradas en el Ejército Popular, a pesar de la resistencia anarquista.


8. LA GUERRA CIVIL: FASES MILITARES.

Agosto 1936 – marzo 1937: La Batalla de Madrid

Las tropas sublevadas avanzaron por Extremadura y Toledo, y se situaron a las puertas de Madrid en noviembre de 1936. Ante el temor de una inminente conquista de la capital, el gobierno republicano abandonó Madrid y se trasladó a Valencia.

En la Batalla de Madrid, las fuerzas republicanas (parte del ejército, milicias de voluntarios y miembros de las Brigadas Internacionales) resistieron el ataque. Los mandos sublevados intentaron sin éxito otras vías para entrar en la ciudad (Batallas del Jarama y Guadalajara), y Franco decidió abandonar el frente de Madrid y avanzar en otras regiones.

Abril 1937 – diciembre 1937: La Batalla del Norte

Entre abril y octubre de 1937 se libró la Batalla del Norte. Durante estos meses, el ejército franquista atacó las ciudades más importantes de la costa cantábrica. El 26 de abril de 1937, la Legión Cóndor alemana bombardeó y arrasó la ciudad de Gernika (Bizkaia), con un elevado número de víctimas civiles. El País Vasco y su producción minera e industrial cayó en manos de los sublevados.

Para intentar frenar la ofensiva franquista en el Norte, los republicanos contratacaron en Brunete (Madrid) y Belchite (Zaragoza), pero no pudieron impedir la caída de Cantabria (agosto de 1937) y Asturias (octubre de 1937)

Enero 1938 – abril 1939: De la Batalla del Ebro al fin de la guerra

En febrero de 1938, las tropas franquistas ocuparon definitivamente Teruel, avanzaron sobre Aragón y llegaron al Mediterráneo.

Para detener el avance de los insurrectos, el gobierno de la República concentró todas sus fuerzas en la Batalla del Ebro (julio-octubre de 1938), la más larga y dura de la Guerra Civil. Tras llevar la iniciativa, el ejército republicano tuvo que retroceder ante el avance franquista. Entre noviembre de 1938 y febrero de 1939, toda Cataluña fue ocupada por las tropas franquistas. Madrid y la zona centro, las únicas que resistían, fueron ocupadas entre febrero y marzo. El 1 de abril de 1939, un parte de guerra dio el conflicto por finalizada.

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