La Segunda República Española: de la Esperanza al Desastre

Proclamación de la Segunda República, Gobierno provisional y Constitución de 1931

Sufragio femenino

Tras las elecciones municipales del 14 de abril de 1931 se proclamó la Segunda República. Alfonso XIII se exilió a Italia y se formó un gobierno provisional encabezado por el republicano moderado Niceto Alcalá-Zamora, nombrado presidente provisional de la República. También formaban parte del gobierno Miguel Maura, por los católicos moderados; Manuel Azaña, de Acción Republicana; Alejandro Lerroux del Partido Radical e Indalecio Prieto y Largo Caballero del PSOE.

Desde el principio, el Gobierno provisional tuvo que afrontar problemas que amenazaban su continuidad:

  • La alta jerarquía eclesiástica y los sectores monárquicos se mostraron muy hostiles a la República.
  • Se proclamó la República catalana independiente dentro de una Federación Ibérica por Francesc Maciá (ERC), aunque fue desautorizada por el gobierno.
  • Hubo actos violentos como el asalto a los talleres del periódico monárquico ABC y reacciones anticlericales con el incendio de iglesias y conventos.
  • La situación internacional era convulsa por la crisis económica de 1929 y el ascenso de los totalitarismos en Europa, tanto el fascismo y el nazismo como el comunismo.

No obstante, el 28 de junio se convocaron nuevas elecciones, pues el Gobierno provisional quería evitar ser acusado de falta de legitimidad al surgir de unas elecciones municipales. Fueron las elecciones más democráticas hasta entonces en la Historia de España, con un censo formados por varones de 23 años y una participación del 70%. La victoria fue para las fuerzas republicanas de izquierda: el PSOE, la fuerza más votada, obtuvo 279 escaños lo que representaba el 64% de los sufragios y, en segundo lugar, quedó el Partido Radical de Lerroux, partido que se fue moderando hacia posiciones centristas. En los días próximos se formó un gobierno presidido por Manuel Azaña y entre los ministros destacaban los socialistas Largo Caballero en Trabajo y Fernando de los Ríos en Justicia. En la presidencia de la República se mantuvo Niceto Alcalá-Zamora, lo que daba un signo de moderación y equilibrio. El nuevo gobierno se propuso transformar la sociedad española elaborando una nueva Constitución.

El 9 de diciembre se aprobó la nueva Constitución, cuyo contenido estaba condicionado por la mayoría parlamentaria que tenían las fuerzas de izquierda. España se constituía como Estado integral, aunque admitía que hubiese autonomía, y se estableció una marcada división de poderes:

  • El legislativo era ejercido por las Cortes, unicamerales, que adquirieron gran protagonismo como órgano de control del gobierno.
  • El poder ejecutivo lo compartían el Presidente del Gobierno (que controlaba el gobierno) y el Presidente de la República (cuyo papel era de moderador del sistema) y era elegido de forma indirecta, a través de las Cortes por un periodo de seis años, además de no poder ocupar el cargo militares, eclesiásticos o miembros de la familia real.
  • El judicial recaía en los tribunales independientes.

También, se creó un Tribunal de Garantías Constitucionales; se hizo una amplísima declaración de derechos y libertades, que reconocía, por primera vez, el derecho al divorcio; se estipuló el sufragio universal, incluyendo a las mujeres. Por otro lado, la propiedad privada quedaba subordinada a los intereses de la economía nacional, abriendo las puertas a posibles nacionalizaciones de empresas y propiedades; la enseñanza y la cultura se convertían en prioridad del Estado, que tenía la obligación de fomentarlas sin discriminación de tipo económico y reconocía la libertad de conciencia. Además, se estableció la separación entre Iglesia y Estado y se prohibieron a las órdenes religiosas ejercer enseñanzas.

La Segunda República significó un punto de inflexión en relación con la construcción de la ciudadanía política y civil para las mujeres y su presencia en el espacio público. El gran hito fue la aprobación del sufragio femenino, además de otras aportaciones como la implantación del matrimonio civil, la aprobación del divorcio y la igualdad de acceso a los puestos oficiales y a la educación. El camino para estos logros no fue fácil y resultó fundamental la aportación de mujeres como Clara Campoamor y Victoria Kent, que sentaron las bases para un debate crucial en las Cortes Constituyentes y, pese a su oposición en la defensa del sufragio universal, ambas tenían el mismo objetivo: la participación política de las mujeres. El 1 de octubre de 1931, se aprobó el artículo 36 de la Constitución, consagrando el sufragio universal para ambos sexos, en lo que representa un gran avance en la lucha por la igualdad. Las elecciones de 1933 marcaron un antes y un después, permitiendo a las mujeres ejercer por primera vez su derecho al voto. No obstante, la alegría y el simbolismo de este momento quedaron truncados por la Guerra Civil y la posterior dictadura franquista, que reprimió las libertades y derechos conquistados por la República.

El bienio reformista: reformas estructurales, realizaciones sociales y reacciones

El Bienio Reformista (junio de 1931 – septiembre de 1933) fue un periodo de la Segunda República en el que el gobierno presidido por Manuel Azaña se fijó como objetivo emprender reformas para transformar profundamente la sociedad española. Estas reformas comprendían muchos ámbitos de la sociedad.

Ámbito laboral

Se fijaron el 1 de mayo como festivo, un salario mínimo y la ampliación de los Jurados Mixtos para solucionar entre patronos y trabajadores. Se opusieron a ellas los terratenientes y los empresarios.

Ámbito educativo

Se proyectó una reforma educativa para acabar con el analfabetismo y el retraso cultural. Los esfuerzos se centraron en la educación primaria, básica, obligatoria y gratuita. Se crearon más de diez mil escuelas nuevas y se contrató a más de siete mil maestros, a los que se les mejoró el sueldo y se les otorgó la libertad de cátedra. A las órdenes religiosas se les prohibió el ejercicio de la enseñanza, lo que provocó que la Iglesia y los sectores conservadores se opusieran a la reforma. También, se crearon las Misiones Pedagógicas para acercar la educación y la cultura al medio rural.

Ámbito militar

Se buscaba modernizar el ejército y asegurar su fidelidad al régimen republicano, para lo que se colocó en las principales capitanías generales a mandos fieles a la República y se creó la Guardia de Asalto, una fuerza de orden público cuyo fin era contrarrestar el papel del ejército y de la Guardia Civil. Además, el propio Azaña asumió el Ministerio de Guerra e impulsó una ley para reducir el número de oficiales.

Reforma agraria

Sin embargo, la reforma de mayor magnitud fue la agraria, pues la economía del país seguía siendo fundamentalmente agraria y se debían de paliar varios problemas: las duras condiciones laborales de los jornales, la ancestral desigualdad en el reparto de la tierra, la estructura latifundista al sur del río Tajo y la falta de modernización y mecanización del campo, haciendo que los rendimientos fuesen bajísimos. Por ello, se aprobó en 1932 la ley de Reforma agraria, no obstante, la lentitud del proceso supuso una frustración para los campesinos, pues en 1933, las tierras expropiadas eran muy pocas e, impulsados por el movimiento anarquista, ocuparon las tierras ilegalmente, dando lugar a enfrentamientos directos con los propietarios.

Religión

Respecto a la religión, se redujo el poder y la influencia de la Iglesia, arrebatándole la enseñanza, ordenando la retirada de simbología religiosa de colegios y edificios públicos y disolviendo la orden jesuita.

Ámbito territorial

En el ámbito territorial, se formalizó el Estatuto de Cataluña, por el que se creaba un gobierno autónomo, la Generalitat, aunque con competencias muy limitadas. A esta se opuso toda la élite dirigente y el ejército, que veían peligrar la unidad nacional.

Oposición al gobierno reformista

Por otra parte, el gobierno reformista tuvo que hacer frente a una oposición tanto de las fuerzas de izquierda como las de derecha.

Derecha
  • Los monárquicos, agrupados en Renovación Española, fundada por José Calvo Sotelo, de corte ultraconservador, y en la Comunión Tradicionalista, de corte carlista.
  • Los conservadores, que querían establecer una República conservadora, fundando la coalición CEDA, dirigida por Gil Robles, cuya base ideológica era el conservadurismo: catolicismo, propiedad privada y unidad nacional.
  • Otros partidos derechistas eran la Falange Española, fundada por José Antonio Primo de Rivera, y las JONS, dirigido por Onésimo Redondo, entre otros, ambos de inspiración fascista.
Centro
  • El Partido Republicano Radical, liderado por Alejandro Lerroux, y que encontraba entres sus figuras más relevantes a Clara Campoamor. Sus posiciones populistas, nunca abandonadas, fueron dando paso a posiciones centristas que buscaban evitar cualquier exceso extremista por uno u otro lado.
Izquierda
  • Dentro del republicanismo de izquierda: la Acción Republicana de Manuel Azaña, que conectaba con los intereses de las clases medias urbanas y apostaba por el reformismo moderado.
  • En la izquierda obrera marxista: el PSOE junto con su sindicato UGT. Aunque su objetivo era la revolución social, aceptó participar en el gobierno de Azaña para forzar algunos cambios.
  • El Partido Comunista (PCE) fue un partido minoritario durante esta etapa.
  • Como oposición de izquierdas estaban los anarquistas, agrupados en la Federación Anarquista Ibérica (FAI) y su sindicato CNT. Participaron activamente en huelgas y en la ocupación de tierras. El suceso más grave ocurrió en la localidad gaditana de Casas Viejas, donde unos campesinos que habían ocupados tierras fueron duramente reprimidos por la Guardia de Asalto republicana, causando varios muertos.
Movimientos nacionalistas

Los movimientos nacionalistas apoyaron la llegada de la República y al gobierno de Azaña como medio de avanzar en la consecución de la autonomía política. Así, ERC dominó la escena catalana, consiguiendo el Estatuto de Autonomía en 1932.

Las maniobras políticas del Partido Radical de Lerroux para echar a los socialistas del poder tras los sucesos de Casas Viejas dieron sus frutos. Azaña dimitió en septiembre de 1933 y el presidente de la República disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre.

El bienio de la CEDA y del Partido Radical. El Frente Popular: Desórdenes, violencia y conflictos

Los sucesos de Casas Viejas en enero de 1933, la grave crisis económica y la creciente conflictividad social restaron apoyo y prestigio al gobierno de Manuel Azaña, que dimitió en septiembre del mismo año. El Presidente de la República, Alcalá-Zamora, disolvió las Cortes y convocó elecciones para noviembre. Mientras los partidos de izquierda se presentaron de forma separada, los de derecha lo hicieron en la nueva formación política CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas), que resultó ser el partido más votado, seguido después por el Partido Radical y el PSOE. A pesar del triunfo de la CEDA, Alcalá-Zamora encargó la formación de gobierno a Alejandro Lerroux, del Partido Radical, de centro, para evitar provocar a las fuerzas de izquierdas. Los Radicales gobernaron en minoría, pero con el apoyo, externo en un principio, de la CEDA para dar estabilidad al gobierno. Comenzó entonces una etapa en la que el gobierno paralizó las reformas adoptadas de la etapa anterior: se paralizó la reforma agraria y se devolvieron tierras a sus antiguos propietarios; se promulgó una Ley de amnistía, que favoreció a los militares implicados en el fallido golpe de estado del general Sanjurjo en 1932 y se proyectó una reforma constitucional en 1935, dando a la Constitución de 1931 un giro conservador, anulando los artículos referentes a la religión, la enseñanza y los estatutos de autonomía, entre otros.

Sin embargo, la llegada de tres ministros de la CEDA del ala más conservadora al gobierno, el 4 de octubre de 1934, desencadenó la Revolución de 1934, pues las fuerzas de izquierda argumentaban que el nuevo gobierno se escoraría aún más hacia posiciones de derecha, cercanas al régimen totalitario de Hitler en Alemania. El clima político en gran parte de Europa y España era cada vez más violento, con la polarización de la sociedad y el 5 de octubre, la UGT convocó una huelga general y el PSOE, Esquerra Republicana de Cataluña y los anarquistas llevaron a cabo una insurrección. La huelga y la insurrección fracasaron en gran parte de España por la actuación del Ejército y la Guardia Civil, salvo en dos focos específicos:

  • En Cataluña, la huelga adquirió un carácter nacionalista y, el 6 de octubre, Lluís Companys, presidente de la Generalitat, proclamó el Estado Catalán, aunque apenas duró un día por la intervención del ejército, que suspendió la autonomía catalana.
  • En Asturias, donde socialistas, comunistas y anarquistas firmaron una alianza obrera con el fin de socializar los medios de producción, proclamando una Revolución Socialista, defendiéndola con las armas. El gobierno envió al ejército de Marruecos, la Legión y los Regulares al mando del general Franco, que reprimieron con extrema dureza la insurrección, dejando más de mil muertos, treinta mil detenidos y numerosas condenas a muerte ejecutando a diferentes líderes obreros.

Como consecuencia de la revolución, hubo un endurecimiento en la política del gobierno, aunque este cada vez era más complicado por las diferencias entre Lerroux y Gil Robles, líder de la CEDA. Además, el gobierno puso en puestos relevantes a mandos militares opuestos a la república como los generales Franco y Mola, lo que incomodó al Presidente de la República. Hacia el final gobierno destaca, en la derecha, la fusión de la Falange con las JONS (ideología fascista), la fundación del Bloque Nacional por José Calvo Sotelo y la creación de la Unión Militar Española. Por su parte, en la izquierda, se creó el Frente Popular, que agrupaba a republicanos de izquierda, socialistas y comunistas. Los escándalos de corrupción terminaron por desprestigiar al Partido Radical, Lerroux dimitió y Alcalá-Zamora disolvió elecciones y convocó nuevas elecciones para febrero de 1936, en la que obtuvo la mayoría absoluta el Frente Popular, con el 59% de los escaños. El primer gobierno se formó únicamente por republicanos, Manuel Azaña fue nombrada nuevamente Presidente del Gobierno y se reiniciaron las reformas de la primera etapa: se restauró el Estatuto de autonomía de Cataluña y de Lluís Companys como presidente de la Generalitat, se reactivó la reforma agraria de 1932 y se destituyó a Alcalá-Zamora como Presidente de la República, el 10 de mayo de 1936, sustituido por Azaña y el gobierno quedó en manos de Casares Quiroga, un estrecho colaborador de Quiroga. Sin embargo, el clima político era cada vez más hostil: los socialistas aspiraban a una revolución obrera, la derecha conspiraba y buscaba el apoyo del Ejército y la extrema derecha atentaba contra los líderes de izquierda. Desde marzo de 1936, un grupo de generales, dirigidos por Emilio Mola, empezaron a planear un golpe militar contra el gobierno del Frente Popular. El asesinato del líder de derechas José Calvo Sotelo, como represalia por el asesinato de José del Castillo, teniente de la Guardia de Asalto, por extremistas de derechas, fue el detonante y en la noche del 17 al 18 de julio se materializó la rebelión militar, comenzando así la Guerra Civil española.

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