Historia de España: Desde la Prehistoria hasta la Ilustración

1. Historia Antigua

1.2. Los pueblos prerromanos y las colonizaciones históricas

Diversos pueblos fueron apareciendo en la Península Ibérica a partir del año 1000 a.C., hasta la llegada de los romanos. Entre ellos, destacaron los fenicios, provenientes de la zona de Siria, quienes nos legaron el alfabeto. También fueron relevantes los griegos, originarios de la actual Grecia, quienes introdujeron la moneda y nuevos cultivos. Ambos pueblos se sintieron atraídos por la riqueza de materias primas y las rutas comerciales de la región, ejerciendo una notable influencia cultural. Mientras fenicios y griegos se asentaban en la zona mediterránea, en la región de Huelva se desarrolló el reino de Tartessos, una civilización avanzada de la que solo nos han llegado vestigios como sus tesoros y menciones bíblicas. Finalmente, cabe mencionar a los cartagineses, quienes se cree que conquistaron Tartessos y fundaron la actual Cartagena.

En cuanto a la división de la península en pueblos prerromanos, esta es una clasificación posterior que distingue entre la cultura celta en el norte y centro, la ibérica hacia el Mediterráneo y la celtíbera entre ambas. Esta etapa finalizaría con la romanización.

1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica

La romanización de la Península Ibérica se enmarca en el contexto de las guerras púnicas entre Roma y Cartago. Indignados por las acciones de los cartagineses en una de sus poblaciones, los romanos iniciaron la conquista alrededor del año 220 a.C. La resistencia fue especialmente fuerte en el norte, donde el propio emperador Augusto tuvo que intervenir en las Guerras Cántabras. Finalmente, Roma logró imponerse, dando inicio a la Pax Romana.

La romanización dejó una profunda huella en la península, influyendo en la religión, la minería, el lenguaje, la agricultura y el derecho romano, entre otros aspectos. Sin embargo, este vasto imperio llegó a su fin con las invasiones bárbaras del siglo V d.C., que marcaron el fin del dominio romano en la península en el año 409 d.C.

2. La Edad Media

1.4. El reino visigodo

En el año 409 d.C., una serie de invasiones bárbaras, protagonizadas por pueblos como los suevos, alanos y vándalos, pusieron fin al Imperio Romano en la península. Sin embargo, serían los visigodos, un pueblo ya romanizado, quienes acabarían adquiriendo mayor relevancia. Tras pactar con los romanos, fueron tomando el control de los territorios peninsulares. No obstante, la presión de los francos en la Galia obligó a los visigodos a trasladar su capital a Toledo. Con el tiempo, lograron consolidar su dominio e instauraron una monarquía absoluta, con estructuras de gobierno como los Concilios de Toledo y el Aula Regia. En esta época, la Iglesia y la nobleza visigoda y romana adquirieron gran poder. La economía se basaba en la agricultura y la ganadería, con un marcado carácter rural y escaso desarrollo comercial y artístico. El periodo visigodo llegó a su fin con la llegada del ejército musulmán en el siglo VIII, que derrotó a Rodrigo, el último rey visigodo.

2.1. Al-Ándalus: la conquista musulmana

En el año 711 d.C., con la Península Ibérica bajo dominio visigodo, se inició la conquista musulmana. La batalla de Guadalete, donde fue derrotado el rey Rodrigo, marcó el inicio de una rápida expansión que culminó en apenas tres años. La resistencia fue escasa, salvo en el norte, donde los francos lograron frenar el avance musulmán.

Durante los primeros años, la península funcionó como un emirato dependiente del califato omeya de Damasco. Sin embargo, la llegada de Abd al-Rahman I, huyendo de las persecuciones en Oriente, cambió el curso de la historia. En el año 756, Abd al-Rahman I se proclamó emir independiente, estableciendo la capital en Córdoba. Comenzaba así una época de esplendor para Al-Ándalus. En el año 929, Abd al-Rahman III, buscando consolidar su poder y romper los lazos de dependencia con el califato abasí de Bagdad, se proclamó califa, dando origen al Califato de Córdoba.

2.2. Al-Ándalus: reinos de taifas y reino nazarí

Tras un periodo de expansión y prosperidad bajo el Califato de Córdoba, el territorio musulmán se fragmentó en pequeños reinos independientes conocidos como taifas. Esta división, originada por las luchas de poder internas, debilitó al poder musulmán en la península. A pesar de su riqueza cultural y económica, las taifas eran débiles militarmente, viéndose obligadas a pagar parias a los reinos cristianos del norte para evitar ser conquistadas.

Aprovechando la debilidad musulmana, los reinos cristianos de Navarra, León y Aragón se expandieron hacia el sur. La batalla de Navas de Tolosa (1212) marcó un punto de inflexión en la Reconquista, debilitando considerablemente el poder musulmán. Tras esta derrota, solo el reino nazarí de Granada, último reducto musulmán en la península, logró resistir hasta 1492, cuando fue conquistado por los Reyes Católicos.

3. La Edad Moderna

3.1. Los Reyes Católicos: unión dinástica e instituciones de gobierno

El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1469, tras la resolución del conflicto sucesorio con Juana la Beltraneja, marcó el inicio de una nueva etapa en la historia de España. Esta unión, conocida como unión dinástica, no supuso la unificación total de ambos reinos, que mantuvieron sus propias instituciones, leyes y moneda. Sin embargo, sentó las bases para la formación de la Monarquía Hispánica.

El reinado de los Reyes Católicos se caracterizó por la creación de nuevas instituciones, como la Santa Inquisición, la reforma de la Hacienda, la expulsión de los judíos (1492) y la conquista de Granada (1492). También impulsaron la unificación religiosa bajo el catolicismo y buscaron limitar el poder de la nobleza.

3.2. El significado de 1492: la Guerra de Granada y el descubrimiento de América

El año 1492 marcó un punto de inflexión en la historia de España y del mundo. Bajo el reinado de los Reyes Católicos, tuvieron lugar tres acontecimientos de gran trascendencia: la expulsión de los judíos, la conquista de Granada y el descubrimiento de América.

El descubrimiento de América, liderado por Cristóbal Colón, respondió a la necesidad de encontrar nuevas rutas comerciales con Oriente. Colón, convencido de la esfericidad de la tierra, propuso una ruta hacia Occidente que fue rechazada por Portugal pero aceptada por los Reyes Católicos. En 1492, Colón llegó a una isla del Caribe, creyendo haber llegado a las Indias. Este viaje marcó el inicio de la expansión española por América.

La conquista de Granada, último reducto musulmán en la península, puso fin a la Reconquista. La campaña militar se desarrolló en tres fases: una primera de guerrillas, una segunda de ocupación territorial y una tercera que aprovechó la debilidad interna del reino nazarí para lograr su conquista definitiva.

3.3. El Imperio de los Austrias: España bajo Carlos I

Con la llegada al trono de Carlos I en 1516, se inicia el periodo de la dinastía de los Austrias. Carlos I heredó un vasto imperio que incluía las Coronas de Castilla y Aragón, los territorios de la Casa de Austria (Austria, Países Bajos, Franco Condado), el reino de Nápoles, Sicilia, Cerdeña y las colonias americanas.

Su condición de rey extranjero generó tensiones internas, como las revueltas de las Comunidades (1520-1522) en Castilla y las Germanías (1519-1523) en Valencia, que fueron sofocadas. La política exterior de Carlos I estuvo marcada por la defensa del catolicismo frente a la expansión del protestantismo. Destacan las guerras contra Francia por el dominio del ducado de Milán y contra los príncipes alemanes protestantes en el Sacro Imperio Romano Germánico. La Paz de Augsburgo (1555) puso fin a este conflicto, reconociendo la libertad religiosa en el Imperio.

3.7. La guerra de los Treinta Años y la pérdida de la hegemonía española

La guerra de los Treinta Años (1618-1648) fue un conflicto religioso entre protestantes y católicos que involucró a las principales potencias europeas. España, bajo el reinado de Felipe IV, se vio arrastrada a la guerra en defensa del catolicismo y de sus intereses en Europa.

A pesar de algunos éxitos iniciales, la entrada en la guerra de Francia en 1635 cambió el curso del conflicto. La derrota española en la batalla de Rocroi (1643) marcó el declive militar español. La Paz de Westfalia (1648) puso fin a la guerra, suponiendo la pérdida de los Países Bajos, que lograron su independencia. La Paz de los Pirineos (1659), que selló la paz con Francia, supuso la pérdida de territorios en el norte de la península, confirmando la pérdida de la hegemonía española en Europa.

4. La Edad Contemporánea

4.2. La nueva Monarquía Borbónica: Los Decretos de Nueva Planta

Tras la Guerra de Sucesión Española (1701-1714), Felipe V, primer rey de la dinastía Borbón, instauró una monarquía absoluta en España. Con el objetivo de centralizar el poder y unificar el reino bajo un único modelo administrativo, Felipe V promulgó los Decretos de Nueva Planta (1707-1716). Estos decretos abolieron los fueros e instituciones propias de los reinos de la Corona de Aragón (Aragón, Valencia, Cataluña y Mallorca), imponiendo el modelo administrativo castellano.

La nueva organización territorial se basó en la división en provincias, gobernadas por un capitán general. Se crearon nuevas instituciones centralizadas, como los secretarios de Estado, y se reformó la Hacienda. Estas reformas, aunque limitadas por la propia naturaleza del sistema absolutista, sentaron las bases del Estado moderno en España.

4.3. La España del siglo XVIII: expansión y transformaciones económicas

El siglo XVIII fue una época de relativa paz y crecimiento económico para España. La pérdida de la hegemonía europea permitió un respiro en el gasto militar, mientras que el comercio colonial con América proporcionó importantes ingresos. Se impulsaron reformas en la agricultura, la industria y el comercio, con la creación de las Sociedades Económicas de Amigos del País.

En la agricultura, se intentó modernizar el sector y aumentar la productividad, aunque con escaso éxito debido a la pervivencia de estructuras arcaicas como la Mesta. La Ley Agraria de Jovellanos (1795) intentó introducir cambios, pero su impacto fue limitado. En Cataluña, la producción vinícola experimentó un importante auge.

La industria experimentó un moderado crecimiento, impulsado por la creación de manufacturas reales y el desarrollo de la construcción naval. En Cataluña, la industria textil, especialmente la producción de indianas, experimentó un notable desarrollo gracias a la inversión de la burguesía catalana y al comercio con América.

4.4. Ideas fundamentales de la Ilustración. El despotismo ilustrado: Carlos III

La Ilustración, movimiento intelectual que defendía la razón, la ciencia y el progreso, tuvo un impacto significativo en Europa durante el siglo XVIII. En España, la Ilustración se desarrolló con ciertas limitaciones debido al peso de la tradición y la resistencia de algunos sectores sociales. Sin embargo, las ideas ilustradas calaron en algunos sectores de la élite y la monarquía, dando lugar al despotismo ilustrado.

Carlos III (1759-1788) fue el máximo exponente del despotismo ilustrado en España. Influenciado por las ideas ilustradas, Carlos III impulsó una serie de reformas con el objetivo de modernizar el país y mejorar la vida de sus habitantes. Se rodeó de ministros ilustrados como Jovellanos y Campomanes, quienes impulsaron reformas en la economía, la educación y la religión. Se limitaron los privilegios de la Mesta, se fomentó la educación y se intentó reducir la influencia de la Iglesia con la expulsión de los jesuitas en 1767. A pesar de las limitaciones, el reinado de Carlos III supuso un periodo de progreso y modernización para España.

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