Discurso de Belarmino Tomás tras la Revolución de Asturias: Análisis y Contexto

Discurso de Belarmino Tomás tras la Revolución de Asturias

Nos hallamos ante un fragmento del discurso dado por Belarmino Tomás en el balcón del ayuntamiento de Sama de Langreo el 18 de octubre de 1934. El documento es una fuente histórica primaria de naturaleza política y carácter público, dirigido expresamente a todos los obreros y revolucionarios que tomaban parte en la revolución de Asturias.

El contexto histórico del documento se localiza durante la etapa del gobierno radical-cedista de la Segunda República (noviembre de 1933 – febrero de 1936), caracterizado por suspender y anular la mayoría de las reformas económicas y sociales del anterior gobierno de Azaña, situándose concretamente a finales de la revolución de Asturias que tuvo lugar entre el 5 y el 18 de octubre.
En el documento hallamos desarrolladas las siguientes ideas principales: la idea principal es informar a los participantes de la insurrección de las conversaciones mantenidas con el general al frente de las tropas gubernamentales, Eduardo López Ochoa, de cara a hacer efectiva la rendición y las condiciones en la que ésta debía realizarse habida cuenta de la derrota y fracaso del movimiento insurreccional.
En el segundo párrafo alude a la coalición de fuerzas integrantes de la Alianza Obrera (socialistas, comunistas y anarquistas), protagonistas de la insurrección. De acuerdo con la ideología de estas fuerzas, la insurrección tenía como objetivo derrocar al gobierno de la República al que consideraban al servicio del capitalismo, con el que lo identifican, y construir un régimen al servicio de la clase obrera.
También en el segundo párrafo se explican las causas que justifican la derrota de la insurrección. Si bien en el caso de Asturias no achaca la responsabilidad del fracaso a nadie, en lo que respecta al resto de España argumenta la falta de compromiso del resto de trabajadores, siendo duramente reprimida. Otro factor a tener en cuenta fue la falta de organización, coordinación y carencia de armas de los obreros del resto del país, cosa que no sucedía en Asturias. Por último, el recurso del Gobierno al Ejército, a cuyos medios humanos y materiales no podían oponerse, justificarían la derrota.
Finalmente, en el último párrafo, trata de animar y de calmar los ánimos de los presentes cuando afirma dado que muchos consideraban la rendición como un acto de traición. Al mismo tiempo denuncia los atropellos cometidos por las tropas del Ejército de África. Esta denuncia se utiliza como una razón más para firmar la paz, no dando así argumentos para semejante comportamiento. Belarmino informaba que López Ochoa daba garantías de que no se llevarían a cabo represalias, aspecto éste que el gobierno incumpliría posteriormente, a pesar de lo cual recomienda a todos los que han participado en la insurrección huir.

Causas de la Revolución de Octubre

Las elecciones de noviembre de 1933 dieron el triunfo a la CEDA que tenía una minoría mayoritaria no suficiente para formar gobierno, pero sin la que sería imposible gobernar. Le seguía el Partido Radical de Lerroux. El presidente de la República, Alcalá-Zamora, encargó a Lerroux formar gobierno en lugar de Gil Robles. Esta decisión se debía a la desconfianza hacia la CEDA, que no declaró su lealtad a la República y por sus tendencias poco democráticas y totalitarias.
El gobierno de Lerroux, sostenido por Gil Robles, alarmó a los republicanos de izquierdas e hizo que los socialistas, liderados por Largo Caballero, proclamaran en el Parlamento que desencadenarían una revolución si la CEDA entraba en el gobierno. La insurrección estaba prevista para septiembre pero se aplazó para el momento en que la CEDA entrara en el gobierno.
El detonante de la revolución fue la entrada en el gobierno de tres ministros de la CEDA. Los socialistas la justificaron alegando que era necesaria para impedir que Gil Robles destruyera la República, como ocurrió en 1933 en Alemania con Hitler o en Austria con Dollfus.

Desarrollo de la Revolución

La insurrección comenzó con una huelga general revolucionaria que fracasó en la mayor parte de España al fallar los planes de tomar los centros de poder en Madrid con la esperanza de que se sumaran sectores del ejército sometió los focos insurreccionales. La insurrección solo tuvo importancia en Madrid, Vizcaya, Barcelona y Asturias, pero en las tres primeras fue breve.
En Barcelona, Companys proclamó el Estado catalán dentro de la República Federal Española. El ejército dominó la situación y suspendió al gobierno autonómico que fue encarcelado.
El objetivo era la toma del poder por la clase obrera y establecer la dictadura del proletariado como ocurrió en la URSS.
En Asturias, entre el 5 y 18 de octubre se produjo una auténtica revolución social por la Alianza Obrera. La revolución partió de los centros mineros, controló las principales ciudades y se apoderó de la fábrica de armas de Trubia. Los mineros sustituyeron los ayuntamientos y organizaron comités de gobierno que organizaron sistemas de abastecimiento, sanidad y orden público.
El gobierno declaró el estado de guerra y otorgó la dirección de las operaciones a Franco que, junto al ejército regular, recurrió a la Legión, Regulares y Guardia Civil para restablecer el orden llevando a cabo una durísima represión.

Consecuencias de la Revolución de Asturias

Las consecuencias de la Revolución de Asturias fueron importantes. El balance de víctimas mortales se situó entre 1.000-2.000 insurrectos, mientras en las fuerzas gubernamentales fueron 300. Se asesinó a 30 religiosos. Se encarceló a más de 30.000 personas, muchas de las cuales fueron torturadas, y se dictaron 30 penas capitales de las que se ejecutaron dos.
Políticamente provocó una fuerte polarización y radicalización de posturas en la izquierda y en la derecha. La derecha formó el Bloque Nacional que pretendía una alternativa a la República en forma de una monarquía tradicional. En el ejército surgió la UME (Unión Militar Española) que pretendía derribar a la República.
La izquierda impulsó la creación del Frente Popular consistente en la unión electoral de los partidos de izquierda.
Tras la Revolución de Asturias, el gobierno revisó la legislación de la etapa social-azañista, anulando la mayoría de las reformas y amnistió a los implicados en la sanjurjada. Se aprobó la contrarreforma agraria, restableció la subvención al clero y se le permitió el ejercicio de la docencia, se redujo el presupuesto de educación y se anuló la legislación de protección laboral.
La patronal, que llevó a cabo su propia represión: bajó salarios, aumentó la jornada laboral, despidió a los obreros sindicados y a los que participaron en la huelga.
La autonomía de Cataluña quedó suspendida temporalmente y se paralizaron los proyectos de autonomía de otras regiones.

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