La Independencia de Cuba
Desde que Cristóbal Colón la descubriera en 1492, Cuba permaneció bajo dominio español durante siglos. Sin embargo, a finales del siglo XIX, el fervor independentista se extendió por la isla, desencadenando una serie de conflictos que culminaron con la independencia de Cuba.
Antecedentes
A principios del siglo XIX, mientras la mayor parte del imperio español en América Latina se independizaba, Cuba y Puerto Rico permanecieron bajo dominio español. Sin embargo, las ideas liberales y nacionalistas penetraron en la isla, sentando las bases para futuros movimientos independentistas.
En la década de 1820 y 1830 surgieron en Cuba sociedades secretas que abogaban por la autonomía e independencia. Estas sociedades, como los Soles y Rayos de Bolívar (1822) y la Legión del Águila Negra (1830), fueron perseguidas y finalmente desarticuladas por el gobierno español.
A pesar de la relativa calma, las ideas independentistas persistieron. Durante las décadas de 1830 a 1860, Cuba experimentó un período de prosperidad económica basado en el monocultivo de azúcar, la agricultura de exportación y el régimen esclavista. Sin embargo, esta prosperidad no logró acallar las voces que clamaban por la libertad.
La Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Diversos acontecimientos en España, como la Revolución Gloriosa de 1868, impulsaron a los cubanos a iniciar una rebelión. El 10 de octubre de 1868, Carlos Manuel de Céspedes, un rico terrateniente, proclamó el Grito de Yara, dando inicio a la Guerra de los Diez Años.
Céspedes, en su Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba, declaró la independencia de Cuba, liberó a sus esclavos y los invitó a unirse a la lucha. Esta guerra se caracterizó por una guerra de guerrillas constante que se extendió por toda la isla.
Tras una década de conflicto, la guerra terminó en 1878 con la Paz de Zanjón. Este tratado establecía una amnistía para los rebeldes, la abolición de la esclavitud y la promesa de reformas políticas. Sin embargo, no se logró la independencia y las tensiones persistieron.
La Guerra Chiquita (1879-1880)
La Paz de Zanjón no satisfizo a todos los independentistas cubanos. Algunos líderes, como Antonio Maceo, rechazaron el acuerdo y continuaron la lucha en la región oriental de la isla. Esta breve pero intensa etapa de la lucha por la independencia se conoce como la Guerra Chiquita. Sin embargo, la superioridad militar española obligó a los rebeldes a deponer las armas en 1880.
La Guerra de Cuba y la Intervención de Estados Unidos (1895-1898)
A pesar de las derrotas, el ideal independentista cubano se mantuvo vivo. En 1892, José Martí, poeta, escritor y líder intelectual, fundó el Partido Revolucionario Cubano en Nueva York con el objetivo de organizar una nueva guerra de independencia.
El 24 de febrero de 1895, estalló una nueva insurrección con el Grito de Baire. Martí, junto a Máximo Gómez, publicó el Manifiesto de Montecristi, donde declaraban que la guerra no era contra el pueblo español, sino contra el régimen colonial. La guerra se reanudó con la misma intensidad que la anterior, con los rebeldes empleando tácticas de guerrilla contra las tropas españolas.
La situación en Cuba se complicó con la intervención de Estados Unidos. Estados Unidos, con intereses económicos en la isla y motivado por la opinión pública a favor de la intervención, encontró un pretexto para entrar en guerra con España tras la explosión del acorazado USS Maine en el puerto de La Habana el 15 de febrero de 1898.
La Guerra Hispano-Estadounidense, que duró apenas unos meses, terminó con la derrota de España. El Tratado de París, firmado el 10 de diciembre de 1898, puso fin al dominio colonial español en América. Cuba obtuvo su independencia, pero su futuro estaría marcado por la influencia estadounidense.
Consecuencias del Desastre del 98