El Directorio
El Directorio, nuevo sistema político instaurado en Francia poco antes de una sublevación realista, fue establecido gracias al mando del general Napoleón Bonaparte. En sus comienzos, coincidió con una etapa de crisis económica. Sin embargo, la situación mejoró gracias a las buenas cosechas y a la captura de botines de guerra.
En este contexto, el periodista y pensador Babeuf organizó una conspiración en 1796, conocida como la Conjura de los Iguales, que buscaba llevar al poder a una minoría para ejercer una dictadura temporal. El plan fue descubierto y Babeuf, detenido.
Los monárquicos, por su parte, intentaron recuperar el poder y obtuvieron un éxito inicial. No obstante, un golpe de estado los alejó del gobierno y fueron víctimas de una violenta represión. En las elecciones de 1798, la izquierda jacobina triunfó, pero el Directorio les impidió acceder al poder.
Golpe de Estado y el Consulado
Con la formación de la segunda coalición en 1799, se puso en marcha el golpe de estado de Brumario, liderado por Napoleón Bonaparte. Tras el golpe, se inició el Consulado, una dictadura militar que marcó el fin del ciclo revolucionario y abrió el camino para un nuevo orden: la sociedad contemporánea.
El Consulado estableció un turno en la jefatura del gobierno que permitió a Napoleón convertirse en Primer Cónsul. En 1801, firmó el Concordato con la Santa Sede y, al año siguiente, promulgó la Constitución del Año X, la cual lo convirtió en Cónsul Vitalicio. Napoleón también asumió el mando supremo de los ejércitos, obteniendo grandes triunfos militares, como la batalla de Marengo, que le permitieron expulsar a los austriacos de Italia.
En 1802, firmó la Paz de Amiens con Gran Bretaña. Sin embargo, los británicos reiniciaron la guerra, que se extendería por toda Europa durante los siguientes 12 años.
El Imperio Napoleónico
La Expansión Territorial
En 1804, Napoleón Bonaparte se proclamó Emperador de los Franceses. Durante los años siguientes, mantuvo el dominio sobre Europa continental, venciendo repetidas veces a prusianos, austriacos y rusos en batallas como la de Austerlitz. Napoleón colocó a familiares y generales en varios tronos europeos, pero nunca pudo vencer a la Marina Real Británica. En 1805, el almirante Nelson derrotó a la flota franco-española en la batalla de Trafalgar.
Napoleón declaró la guerra a Gran Bretaña y decretó el Bloqueo Continental, prohibiendo el comercio con los británicos. La medida no fue efectiva debido al contrabando y a la negativa de algunos países a cerrar sus puertos. Como castigo a Portugal por no acatar el bloqueo, Napoleón envió a su ejército a la Península Ibérica, donde impuso a su hermano como rey.
Los españoles desconfiaron de los franceses y el 2 de mayo de 1808 se produjo un levantamiento popular en Madrid. España y Portugal se enfrentaron a una guerra de desgaste contra las tropas napoleónicas.
En 1812, Napoleón cometió un grave error al invadir Rusia con un ejército de medio millón de hombres. No logró derrotar a Rusia ni a su clima. La coalición europea, aprovechando la situación, derrotó a Napoleón en la batalla de Leipzig. Meses después, los vencedores entraron en París. A pesar de la derrota, permitieron a Napoleón mantener el título de Emperador y lo exiliaron a la isla de Elba.
El Fin del Imperio
Con la derrota de Napoleón, Luis XVIII de Borbón asumió el trono francés. Sin embargo, las dificultades del nuevo gobierno hicieron que los franceses añoraran a Napoleón. En marzo de 1815, Napoleón escapó de Elba y desembarcó en Francia, donde fue recibido con aclamación. Comenzaba así el Imperio de los Cien Días.
Los estados europeos reunieron fuerzas bajo el mando del general Lord Wellington. La última y definitiva derrota de Napoleón tuvo lugar en la batalla de Waterloo en junio de 1815. Tras la batalla, fue exiliado a la isla de Santa Elena, donde murió en 1821.
Las Revoluciones de 1820
El primer gran desafío al sistema establecido en el Congreso de Viena se produjo en 1820 en España. Tras la guerra de independencia contra Napoleón, Fernando VII recuperó el trono y restauró el antiguo régimen absolutista.
España se convirtió en un modelo para los liberales que buscaban reformas en toda Europa. Se produjeron conspiraciones e intentos revolucionarios en Rusia, Portugal, Nápoles y Piamonte. Sin embargo, las monarquías intervinieron para defender el orden absolutista y las revoluciones liberales de 1820 fueron sofocadas.
Las Revoluciones de 1830
Una nueva oleada revolucionaria recorrió Europa en 1830:
- Bélgica: Logró la independencia de los Países Bajos y se constituyó como un estado liberal.
- Polonia: Rusia sofocó un levantamiento militar nacionalista y liberal.
- Italia: Los austriacos reprimieron las revueltas.
- Francia: La revolución triunfó en Francia, provocando la abdicación del rey Carlos X. Luis Felipe de Orleans subió al trono y aceptó una monarquía parlamentaria. Durante su reinado (1830-1848), se produjo un gran crecimiento económico, especialmente en la industria, que enriqueció a la burguesía. Sin embargo, las desigualdades sociales provocaron un nuevo estallido revolucionario en 1848.
Las Revoluciones de 1848
Las revoluciones de 1848, conocidas como la Primavera de los Pueblos, se caracterizaron por:
- Nacionalismo: Se manifestaron aspiraciones nacionales en diferentes partes de Europa.
- Reivindicaciones políticas y sociales: Se exigía libertad de asociación, sufragio universal masculino, derecho al trabajo y repúblicas democráticas.
- Ruptura entre burgueses y proletarios: El protagonismo del proletariado se reflejó en el Manifiesto Comunista, escrito por Marx y Engels, considerado el documento fundacional del movimiento obrero.
A pesar de los éxitos iniciales, las revoluciones de 1848 fueron finalmente sofocadas por la intervención militar de las monarquías.