En el siglo XIX, la economía española continuaba siendo principalmente agrícola, aunque hacia finales de siglo se produjo la llegada de la Revolución Industrial, aunque de forma tardía y limitada en comparación con otros países europeos. Esto se debió a varias razones:
Factores que Obstaculizaron la Revolución Industrial en España
- Atraso Agrícola: La economía agrícola estaba rezagada, lo que impedía generar beneficios o materias primas para un mercado interno. La falta de avances en la agricultura también evitaba la liberación de mano de obra para la industria.
- Inestabilidad Política: La inestabilidad política, marcada por conflictos como la Guerra de Independencia y las Guerras Carlistas, así como la pérdida de territorios en América, obstaculizaba el desarrollo industrial. A diferencia de países como Gran Bretaña, España carecía de un sistema parlamentario que facilitara las reformas necesarias para el desarrollo económico.
- Falta de Inversión: La falta de inversión nacional debido a la falta de iniciativa empresarial por parte de la burguesía y la nobleza. Aunque hubo intentos de desamortización para obtener capital, este dinero terminó siendo invertido en tierras en lugar de industria, con la excepción de la burguesía catalana.
- Escasez de Recursos: La escasez de materias primas tras la pérdida de las colonias, así como la falta de fuentes de energía y el atraso tecnológico, dificultaban y encarecían la producción industrial.
- Limitaciones del Mercado Interno: La deficiente red de comunicaciones y el escaso poder adquisitivo de la población limitaban el mercado interno.
Focos de Desarrollo Industrial
A pesar de estas limitaciones, se desarrollaron algunas industrias en áreas periféricas:
- Industria Textil: La industria textil del algodón en Cataluña, impulsada por la inversión en maquinaria inglesa y la política proteccionista del Estado.
- Industria Siderúrgica: La industria siderúrgica, que se desarrolló en el País Vasco y Asturias gracias a los yacimientos de hierro y carbón.
- Minería: La minería, con la explotación de minerales como plomo, hierro, cobre, mercurio y cinc, mayormente vendidos a empresas extranjeras.
Estos desarrollos industriales, tuvieron un impacto significativo en la economía española, la mayoría de las empresas estaban controladas por capital extranjero y su producción se destinaba principalmente a la exportación.
El Impacto del Ferrocarril en la España del Siglo XIX
En España, la construcción tardía de ferrocarriles estuvo vinculada a la Revolución Industrial. A mediados del siglo XIX, apenas había líneas ferroviarias, con las primeras conexiones entre puntos industriales o mineros y puertos, como Barcelona-Mataró, Madrid-Aranjuez y Gijón-Langreo.
Durante el Bienio Progresista se promulgó la Ley de Ferrocarriles en 1855, que incentivó la construcción con subvenciones, exención de aranceles a materiales importados y permitió la inversión extranjera.
Características de los Ferrocarriles Españoles
- Diseño Radial: La red tenía un diseño radial centrado en Madrid, lo que dificultaba las comunicaciones desde la periferia.
- Ancho de Vía: El ancho de vía era mayor que el europeo, lo que obstaculizaba la conexión con el continente.
- Financiación y Propiedad: La construcción fue financiada por el Estado y empresas privadas, con la condición de que las líneas pasaran a ser propiedad estatal después de 99 años, lo que llevó a usar materiales de baja calidad.
- Dependencia Extranjera: La industria española no se benefició mucho, ya que gran parte del material fue adquirido en el extranjero.
A pesar de esto, la construcción de ferrocarriles contribuyó a consolidar un mercado nacional, conectando diferentes áreas económicas y facilitando el transporte de alimentos, productos industriales y materias primas, especialmente hacia zonas portuarias para la exportación.
Factores del Lento Crecimiento Demográfico en la España del Siglo XIX
Durante el siglo XIX, la población española experimentó un crecimiento constante, aunque fue uno de los más bajos en comparación con otros países europeos. Esto se debió a altas tasas de natalidad y mortalidad, así como a eventos catastróficos como guerras, hambrunas y epidemias.
Las malas condiciones de vida, la falta de acceso a alimentos adecuados y la escasa atención médica contribuyeron a una alta mortalidad, especialmente entre los niños. A pesar de algunas mejoras en la agricultura e industria, la esperanza de vida siguió siendo baja, alcanzando solo los 34 años para el año 1900.
Hubo un pequeño movimiento de la población del campo a las ciudades, impulsado por la incipiente industria. Este éxodo rural y las migraciones internas influyeron en el proceso de urbanización, especialmente en zonas como el litoral, Madrid, Barcelona y el País Vasco. Además, se desarrolló una emigración hacia América, especialmente desde Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias.