La Ilustración en España
El Despotismo Ilustrado
El Despotismo Ilustrado fue un movimiento cultural e intelectual que definió el pensamiento del siglo XVIII, también conocido como el Siglo de las Luces. Se basó en:
- El culto a la razón para explicar la ciencia y organizar la sociedad.
- La búsqueda del progreso y el bienestar para conducir a la felicidad.
- La crítica del Antiguo Régimen, pero sin pretender liquidarlo, sino hacerlo más racional.
El pensamiento de los ilustrados dividió a la sociedad tradicional entre quienes la apoyaban y quienes la criticaban, principalmente los privilegiados.
La Ilustración en España
Llegó a España con cierto retraso. El reinado de Fernando VI (1746-1759) puede considerarse la etapa inicial. Las ideas se canalizaron inicialmente a través de grupos minoritarios como los novatores y los proyectistas.
En la primera mitad del siglo destacaron Benito Feijoo y Gregorio Mayans. En la segunda mitad, con Carlos III (1759-1788), entraron grandes intelectuales en el propio Gobierno, como Campomanes, Olavide o Jovellanos.
Destacaron en el sistema educativo, que se basaba en el pensamiento científico y la investigación. Chocó con los intereses de la Iglesia y los grupos dominantes. Hubo logros como la fundación de nuevas instituciones educativas.
Los ilustrados consideraban que las ideas nuevas debían impulsarse desde el poder y aparecieron diversas vías de difusión:
- Las academias
- Las sociedades económicas de amigos del país
- La prensa
El Despotismo Ilustrado: Principios Fundamentales
El Despotismo Ilustrado se basaba en dos principios fundamentales:
- Poner en práctica las reformas económicas defendidas por los ilustrados, pero manteniendo el absolutismo del poder del Rey.
- El ideal del Rey filósofo, asistido por ministros ilustrados que sabían lo que convenía a sus súbditos y podían reformar la sociedad para conseguir el progreso y la felicidad de su pueblo. Su lema era»todo para el pueblo, pero sin el puebl».
La Guerra de los Treinta Años y la Paz de Westfalia
La llegada de Carlos III al poder fue decisiva. En el exterior, el objetivo de Olivares era recuperar el prestigio de la monarquía. Para ello, se volvió a las guerras. Pero ahora la monarquía se encontraba con grandes inconvenientes:
- No tenía recursos.
- Llegaba menos oro de América, lo que le llevaba a aumentar los impuestos.
- Iba perdiendo efectivos militares por el descenso de población.
- Se encontraba con Inglaterra y Países Bajos, que tenían intereses coloniales.
En este contexto, España decidió participar en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), una guerra con un triple carácter:
- Religioso: Enfrentaba a católicos y protestantes.
- Político: Enfrentaba a los principados alemanes que querían la independencia y al emperador.
- Internacional: Intervinieron diversos Estados extranjeros (Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Francia y España).
Lo que realmente estaba en juego era el mantenimiento o la modificación del orden internacional, que hasta ahora estaba basado en la hegemonía en Europa de la Casa de Habsburgo.
España entró en la guerra en 1621 al producirse el fin de la Tregua de los Doce Años con Holanda y decidir Olivares no renovarla para apoyar a los austriacos. Aunque los Habsburgo consiguieron algunas victorias, como la de Breda, que inmortalizó Velázquez con la entrada de Francia, fueron derrotados, estableciéndose la Paz de Westfalia (1648).
Consecuencias de la Paz de Westfalia:
- Felipe IV reconoció la independencia de las Provincias Unidas (Holanda).
- Los Países Bajos católicos permanecieron dentro de los dominios hispanos.
- Los territorios alemanes se fraccionaron en una Confederación de Estados independientes.
- Se reconoció el culto protestante.
- Suecia y Francia ampliaron sus territorios.
- Austria se separó del imperio.
- Se estableció un nuevo equilibrio de poder en Europa que pasó por Francia, no por España.
- El papado quedó apartado de las decisiones de la política europea.
- El Estado sustituyó a otras instituciones como máxima autoridad en las relaciones internacionales.
Tras la Paz de Westfalia, España continuó la guerra en solitario con Francia. Cayó derrotada en las Dunas y se vio obligada a firmar la Paz de los Pirineos:
- España perdió el Rosellón y Cerdaña.
- También las plazas de Artois y las Gravelinas en Flandes.
- Se consolidó la hegemonía de Francia en Europa.
- Se ratificó la supremacía marítima de los ingleses y holandeses.