La guerra civil fue el resultado de una serie de factores y conflictos internos que, en muchos casos, eran antiguos, pero que el régimen que trajo la República contribuyó a sacar a la luz y que provocaron la división en la sociedad española.
Factores que llevaron a la Guerra Civil
El problema de la tierra
La ley de reforma agraria no llegó a concluirse, muchos agricultores terminaron acercándose a partidos de ideología católica y conservadora. Por otro lado, los campesinos sin tierra y jornaleros vieron frustradas sus expectativas de conseguir un mayor reparto social y pronto se lanzaron a acciones violentas y movimientos insurreccionales.
El problema del ejército
La reforma que pone en marcha la Segunda República favoreció el choque de un sector de este con el gobierno.
La protesta social y el movimiento obrero
La Segunda República fue recibida desde los sectores populares con grandes esperanzas, pero se vieron frustrados a pesar de las reformas sociales que se pusieron en marcha por la situación de crisis económica internacional y aumento del paro y la inflación. La República sería abandonada por el PSOE y UGT, y rechazada por la CNT.
El problema religioso
La República, con su intento de secularización y modernización, abrió el problema.
El Golpe de Estado y el Estallido de la Guerra
A la República le salieron muchos enemigos, unos naturales y otros imprevistos. Acabar con la República se convirtió en el objetivo de un amplio sector de la población española. El golpe de muerte a la República se lo dieron desde dentro: un sector del ejército que rompió el juramento de fidelidad a dicho gobierno en julio del 36. Pero el golpe de estado fracasó por no lograr hacerse rápidamente con el poder debido a la división del ejército y de las fuerzas del orden. Parte de la población española se movilizó a favor o en contra. Este fracaso desencadenó la guerra civil, que surge como un conflicto interno, pero pronto se internacionalizaría, insertándose dentro del conflicto internacional de los años 30 entre fascismo y democracia, o entre fascismo y comunismo.
El 17 de julio del 36 se inició el golpe militar contra la República en Marruecos. Los dos días siguientes, guarniciones militares del resto de España se unieron al golpe de estado con el apoyo civil de falangistas y requetés. El general Franco, al mando del ejército de África, inició el paso de tropas a la península. El gobierno de la República tardó en reaccionar, lo que permitió que los sublevados se hicieran fuertes. La sublevación triunfó en la España interior.
Apoyos Sociales y Desarrollo de la Guerra
Los apoyos sociales del bando sublevado eran militares conservadores, monárquicos, grupos católicos, falangistas y carlistas, que pasaron a denominarse . El golpe fracasó en la periferia española y áreas industrializadas. Algunas ciudades se vieron envueltas en enfrentamientos armados entre los sublevados y las tropas leales, auxiliadas por milicias populares que defendían al gobierno. En este bando, los apoyos sociales procedían de las clases populares; muchos pertenecían a sindicatos y partidos de izquierda, denominados .
Durante la guerra, la situación política y social fue muy diferente en los dos bandos. En la zona nacional, el estado de la República desapareció, pero progresivamente se creará otro distinto, caracterizado por la concentración del poder, militarización, disciplina y el nacional-catolicismo. Se creó una Junta de Defensa Nacional por los militares participantes. La primera tarea fue el nombramiento del jefe del mando militar: Franco, por su avance con su ejército en África y las simpatías alemanas e italianas. Así que le nombraron Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Gobierno y del Estado en septiembre del 36.
Concentrados los poderes del estado, Franco se dispuso a organizarlo tomando iniciativas fundamentales: unió a diversos partidos en uno nuevo, FET de las JONS. Franco era jefe indiscutible del nuevo partido y se atribuía por ley la potestad legislativa y repartía las carteras entre distintas familias políticas. Este gobierno inició un lento proceso de institucionalización del nuevo estado: Fuero del Trabajo, Ley de Prensa, Ley de Enseñanza Media. Se suprimieron e ilegalizaron todos los partidos políticos y sindicatos del Frente Popular y se suprimió el derecho de reunión y asociación. Los únicos símbolos permitidos eran el falangista y el carlista.
La España republicana se caracterizó por todo lo contrario que la nacional, sobre todo en los primeros meses de guerra. En la zona republicana, se desencadenó una revolución social mientras el gobierno se limitaba a rectificar legalmente lo que los comités hacían de hecho. En el campo, tuvo lugar una ocupación masiva de fincas. En el gobierno de la República, se mantiene Azaña como presidente y jefe de gobierno (Giral). En septiembre del 36, se estableció un gobierno de unidad presidido por Caballero y ministros del PSOE, PCE, Izquierda Republicana y grupos nacionalistas vascos y catalanes. En noviembre, se incorporaron cuatro dirigentes anarquistas, entre ellos la primera mujer ministro, Federica Montseny.