La Revolución Francesa: De la Asamblea Legislativa a la Convención
El Paso de la Asamblea Legislativa a la Convención
El rey Luis XVI intentó escapar de Francia para refugiarse en territorios controlados por Austria y regresar con un ejército extranjero para acabar con la Revolución. Sin embargo, fue detenido con su familia en Varennes. Este evento, junto con la crisis económica que se agravaba y la amenaza de guerra de las potencias absolutistas europeas (Austria y Prusia), llevó a la Asamblea Legislativa a declarar la guerra a Austria en 1792. Esta declaración, sin embargo, fue seguida de derrotas francesas que pusieron en peligro a París.
La cercanía de las tropas austriacas provocó una reacción popular contra el rey en París. Las masas, encabezadas por los sans-culottes (el sector más radical de la Revolución), asaltaron el Palacio de las Tullerías. La Asamblea Legislativa, en respuesta, suprimió la monarquía y convocó a elecciones para un nuevo parlamento, la Convención, esta vez por sufragio universal masculino. La Convención se encargó de redactar una nueva constitución.
Las Dos Fases de la Convención (1792-1795)
La Convención Girondina
La Convención declaró abolida la monarquía y proclamó la República Francesa. Dentro de la Convención, se enfrentaban tres facciones políticas: los girondinos (moderados), los jacobinos o montañeses (liderados por Robespierre, Marat y Danton), partidarios de una república democrática y cercanos a los sans-culottes, y la , que no se adscribía a ninguna de las dos posturas anteriores.
La rivalidad política se expresó principalmente entre jacobinos y girondinos. Un punto de conflicto fue el castigo que se debía aplicar al rey y su esposa, tras interceptarse cartas en las que transmitían información militar secreta a la coalición anti-francesa. Los jacobinos, que exigían su ejecución, se impusieron. La ejecución del rey en enero de 1793 llevó a la mayoría de las casas reales europeas a unirse a la guerra contra Francia en la llamada Primera Coalición (Prusia, Austria, Inglaterra y Holanda). Además, estalló una cruenta rebelión monárquica y católica en la región de La Vendée, y la tensión social aumentó por el alza del precio del pan.
Esta inestabilidad fue aprovechada por los jacobinos y los sans-culottes para llevar a cabo un golpe de estado organizado por Robespierre, que supuso el fin del gobierno girondino y el comienzo del periodo jacobino de la Convención.
La Convención Jacobina
Robespierre intentó legitimar la toma del poder por los jacobinos con una nueva constitución más radical, que incluía una Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano y la declaración de soberanía popular, pero que no llegó a entrar en vigor. Se tomaron medidas en beneficio de las clases populares, como la limitación de precios de productos básicos.
La República Conservadora (1794-1799)
La Convención Termidoriana (Julio 1794-Octubre 1795)
Tras el fin del gobierno de Robespierre, la burguesía moderada instauró un régimen político conservador. Se abolió la legislación aprobada por los jacobinos y se persiguió a estos y a los sans-culottes.
Se aprobó la Constitución del año III, de carácter conservador. Establecía dos cámaras (Consejo de los Ancianos y Consejo de los Quinientos), el sufragio censitario y un poder ejecutivo colegiado en un Directorio de cinco miembros. Con la entrada en vigor de la constitución, la Convención se disolvió en octubre de 1795.
El Directorio (Octubre 1795-Noviembre 1799)
El Directorio actuó con dureza contra las revueltas populares y contra los monárquicos. Esta situación reforzó el peso del ejército y facilitó el ascenso al poder del joven general Napoleón Bonaparte, cuyo prestigio se había forjado en las guerras contra las potencias absolutistas en Italia. En 1799, Napoleón dio un golpe de estado y estableció un gobierno colegiado formado por tres cónsules: Sieyès, Ducos y él mismo.
El Congreso de Viena
Entre 1814 y 1815 se celebró en Viena el Congreso de Viena, a instancias del canciller austriaco Metternich. Sus dos objetivos principales eran: aplicar los principios de legitimidad dinástica y crear un equilibrio estable entre las potencias europeas para evitar nuevas guerras.
El Congreso redefinió el mapa europeo:
- Se creó la Confederación Germánica.
- Prusia y Rusia se anexionaron territorios (Prusia ganó Renania y parte de Sajonia, mientras que Rusia se anexionó Polonia).
- Holanda incorporó el territorio de la actual Bélgica.
- Suecia obtuvo Finlandia y Noruega.
- Austria obtuvo el norte de Italia.
- Francia volvió a sus fronteras de 1790.
Para garantizar el orden establecido, se formó la Santa Alianza, integrada por Rusia, Prusia y Austria. Su objetivo era prevenir y reprimir cualquier movimiento revolucionario en Europa. Su primera intervención se produjo en España en 1823, cuando enviaron un ejército (los»Cien Mil Hijos de San Lui») para acabar con el régimen constitucional establecido en 1820 y devolver a Fernando VII sus poderes absolutos.
La Oleada Revolucionaria de 1848
La oleada revolucionaria de 1848 se caracterizó por una serie de levantamientos populares en toda Europa, motivados por el descontento con los gobiernos autoritarios, las desigualdades sociales y la crisis económica. Esta oleada tuvo elementos novedosos respecto a las anteriores:
- Mayor protagonismo de la clase obrera: Si bien las revoluciones anteriores habían sido lideradas principalmente por la burguesía, en 1848 la clase obrera tuvo un papel más activo, con demandas propias como la mejora de las condiciones laborales y el sufragio universal masculino.
- Importancia del nacionalismo: Las reivindicaciones nacionales cobraron fuerza, con movimientos que buscaban la unificación de países divididos (como Italia y Alemania) o la independencia de pueblos sometidos a imperios (como en el caso de Hungría).
- Difusión rápida y amplia: Gracias a los avances en las comunicaciones, las noticias de las revoluciones se difundieron rápidamente por toda Europa, inspirando levantamientos en diferentes países casi simultáneamente.
A pesar de su inicial éxito, las revoluciones de 1848 fueron finalmente reprimidas por las fuerzas conservadoras. Sin embargo, sentaron las bases para cambios políticos y sociales posteriores, como la extensión del sufragio y el desarrollo de los movimientos obreros y nacionalistas.