El Reinado de Isabel II y el Sexenio Revolucionario (1833-1874)

Isabel II: Las Regencias y las Guerras Carlistas

El reinado de Isabel II supuso la implantación del estado liberal centralista en España. El conflicto dinástico comenzó cuando Fernando VII publicó la Pragmática Sanción (1830), que derogó la Ley Sálica para que su hija Isabel pudiese sucederle. Sin embargo, Carlos Mª Isidro (hermano del rey) no aceptó este cambio, ya que perjudicaba sus derechos al trono. Entonces, Carlos se autoproclamó legítimo rey (Carlos V), lo que generó un conflicto dinástico y político: la Primera Guerra Carlista (1833-1840).

El estamento de Fernando VII dejó como sucesora a su hija Isabel, que tenía 3 años. Hasta su mayoría de edad, ocupó la regencia Mª Cristina (viuda de Fernando), quien designó a Cea Bermúdez como presidente del gobierno para intentar conseguir el apoyo de los liberales. Este prometió la amnistía para todos los liberales exiliados y encarcelados, reformó la Administración del Estado, promovió el centralismo y realizó la estructura provincial propuesta por Javier de Burgos en 1833. La guerra fue un conflicto civil con dos ideologías contrapuestas: liberalismo y absolutismo.

Bando Carlista

Participaron en el bando carlista los absolutistas más intransigentes, quienes:

  • Defendían la monarquía absoluta de origen divino.
  • Apoyaban una sociedad estamental.
  • Buscaban mantener los privilegios de la Iglesia y la Nobleza.
  • Consideraban la religión católica como base de la sociedad.
  • Querían el mantenimiento de los Fueros y leyes históricas.

Fueron apoyados por:

  • Regiones: País Vasco, Navarra y Cataluña.
  • Sectores sociales: Baja nobleza, bajo clero rural, mandos intermedios del Ejército y campesinos.
  • Países extranjeros: Prusia, Austria y Rusia.

Bando Isabelino

El bando isabelino estaba apoyado por los liberales moderados, quienes:

  • Mantenían la esperanza de promulgar una monarquía constitucional.

Recibieron el apoyo de:

  • Altas jerarquías de la Iglesia.
  • Altos mandos del ejército.
  • Administración del Estado.
  • Ciudadanos.
  • Países extranjeros: Francia, Gran Bretaña y Portugal.

Desarrollo de la Guerra

La guerra se desarrolló en tres etapas:

  1. Primera etapa (1833-1835): Destacó por la guerra de guerrillas, la guerra abierta y el levantamiento militar del Sitio de Bilbao (1835).
  2. Segunda etapa (1835-1837): Destacó la “Expedición Real” y la victoria del Puente de Luchana (1836) de los liberales.
  3. Tercera etapa (1837-1839): Destacó por la ofensiva isabelina dirigida por Espartero.

El fin de la guerra se firmó en 1839 con el Convenio de Vergara (entre Espartero y Maroto), por el que:

  • Los militares carlistas tenían derecho a integrarse en el ejército nacional o retirarse con pensión.
  • Se daría una ayuda a familias de muertos por la guerra.
  • El Parlamento debatiría la concesión o modificación de fueros.

Consecuencias de la Guerra

Durante el período que siguió a la guerra, España experimentó una devastación económica considerable y un cambio hacia el liberalismo, con un énfasis en la importancia militar. La regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840) marcó el inicio de este período, durante el cual se estableció un régimen parlamentario y constitucional. El Estatuto Real de 1834 otorgó a la corona un poder considerable, aunque no reconocía la soberanía nacional ni la división de poderes. Se establecieron Cortes bicamerales, pero con un papel limitado en la legislación, quedando la mayor parte del poder en manos del monarca.

La década de 1830 también vio la aprobación de la Constitución de 1837, producto de un consenso entre liberales moderados y progresistas. Esta constitución estableció principios como la soberanía nacional, la división de poderes y los derechos individuales, incluida la libertad de expresión y asociación. La corona conservaba un poder legislativo significativo, con la capacidad de convocar y disolver el Parlamento, además de delegar el poder ejecutivo en el Presidente del Gobierno y el Consejo de Ministros.

El Trienio Moderado (1840-1843) presenció las primeras elecciones bajo la nueva constitución, aunque con un sufragio muy restringido, lo que llevó al predominio de los liberales moderados. Se promulgaron leyes para fortalecer el gobierno central, como la»ley de Ayuntamiento» de 1840, que generó controversia y provocó revueltas por considerarse anticonstitucional.

La regencia de Espartero (1840-1843) se caracterizó por su autoritarismo, que incluyó la disolución del Parlamento y nuevas desamortizaciones de tierras de la Iglesia. Sin embargo, su gobierno enfrentó revueltas populares y militares que finalmente lo derrocaron en 1843. Isabel II fue declarada mayor de edad al cumplir 13 años al final de este período tumultuoso.

Isabel II: El Reinado Efectivo, los Grupos Políticos y las Constituciones

El reinado de Isabel II (1843-1868) se caracterizó por la imposibilidad de una alternancia pacífica en el gobierno de los dos partidos liberales, que utilizaban el ejército para dar golpes de Estado y cambiar el gobierno. Los grupos políticos de este periodo fueron:

  • Partido Moderado: Apoyado por la reina, su líder era el General Narváez. Defendían la soberanía compartida reina-cortes, un sufragio muy restringido, un estado confesional católico y derechos individuales limitados.
  • Partido Progresista: Liderado por Espartero, defendía la soberanía nacional, sufragio más amplio, libertad religiosa y amplios derechos individuales. Se dividía en demócratas y republicanos.
  • Unión Liberal: Creado en 1858 por O’Donnell con el objetivo de unificar todos los partidos con una política de centro y unidad nacional.

Década Moderada (1844-1854)

El reinado efectivo de Isabel II comenzó con la Década Moderada (1844-1854), tutelada por Narváez y los liberales moderados, que elaboraron una constitución conservadora que sustituye a la de 1837. Esta nueva Constitución de 1845:

  • Establecía la soberanía compartida Reina-Cortes.
  • Mantenía la confesionalidad católica del Estado.
  • Reconocía un amplio abanico de derechos.
  • Otorgaba a la corona el derecho a veto y a disolver las cortes.
  • Establecía un parlamento bicameral (senado, vitalicio y de designación real; y congreso, de sufragio muy restrictivo).

Además, se tomaron otras medidas conocidas como los Decretos de Narváez, en los que se aprobaba:

  • Una ley electoral (sufragio censitario por el que solo podía votar el 1% de la población).
  • Ley de imprenta (se exigían grandes cantidades de dinero para poder publicar, fuerte censura por parte del Estado).
  • Creación de la Guardia Civil en 1844 (garantizaba la seguridad de los propietarios de tierras en las zonas rurales).
  • Firma del Concordato de 1851 con el Papa de Roma (para resolver el conflicto de las desamortizaciones).
  • Medidas para afianzar el poder centralizado del Estado (elección de alcaldes por parte del gobierno o limitación de los privilegios forales).

La política centralizadora de Narváez y el fracaso de la boda entre Isabel y su primo Carlos VI provocó la segunda guerra carlista (1846-1849). Narváez perdió el apoyo de la reina y fue destituido por Bravo Murillo, que ejerció el poder de forma autoritaria y en 1853 es destituido por la acción de “la camarilla de la reina”, corruptos en busca del favor real.

Bienio Progresista (1854-1856)

En 1854, un grupo militar liderado por el General O’Donnell protagonizó el golpe de Vicalvarada contra»la camarilla de la rein» Isabel II. Se generaron revueltas en apoyo a los sublevados. O’Donnell y el General Serrano firmaron un manifiesto en Manzanares, respaldado por progresistas y demócratas, redactado por Cánovas del Castillo. Isabel II llamó al General Espartero para formar un gobierno progresista, el cual intentó implementar profundas reformas, incluyendo una nueva constitución y desamortizaciones.

Sin embargo, las reformas se llevaron a cabo en medio de una crisis económica, inflación y falta de apoyo de Isabel II. En 1856, los militares moderados retiraron su apoyo a Espartero, y la reina nombró a O’Donnell como jefe del gobierno. O’Donnell lideró la Unión Liberal, un proyecto para unir a progresistas y moderados en un partido de unificación nacional, centrándose en el desarrollo económico.

Gobierno de O’Donnell (1856-1863)

Durante su mandato (1856-1863), O’Donnell impulsó la construcción del ferrocarril, participó en campañas militares exteriores como la guerra de Marruecos y expediciones a México e Indochina. En 1863, dimitió debido a tensiones entre moderados y progresistas, y el fracaso del proyecto de la Unión Liberal.

Crisis del Reinado de Isabel II (1863-1868)

Durante la crisis del reinado de Isabel II (1863-1868), los generales Narváez y O’Donnell se alternaron en la presidencia del gobierno de forma autoritaria, sin sufragio ni cortes. Se produjo una crisis económica que afectó a empresas ferroviarias y agrícolas, y surgió un movimiento obrero. En 1865, estudiantes se manifestaron contra el gobierno de Narváez, que respondió con represión. En 1866, sargentos se rebelaron en Madrid y el General Prim en Villarejo de Salvanés, desencadenando una fuerte represión organizada por el general Serrano, con detenciones y exilios.

El Sexenio Revolucionario: La Constitución de 1869 y la Primera República

El Sexenio Democrático (1868-1874) marcó el primer intento de instaurar una democracia basada en el sufragio masculino en España. Inició con la destitución de Isabel II y culminó con la proclamación de Alfonso XII como rey. Durante este periodo, se experimentaron diferentes formas de gobierno, incluyendo una regencia, una monarquía, una república y la restauración borbónica.

Revolución Gloriosa (1868)

El inicio del Sexenio se remonta a la»Revolución Glorios» de 1868, un pronunciamiento militar respaldado por la población. Isabel II perdió apoyos políticos, militares y sociales debido a su desprecio por la constitución, la falta de apoyo militar tras la muerte de O’Donnell, y la crisis económica y corrupción.

En 1866, diversos partidos políticos acordaron en el Pacto de Ostende destronar a Isabel II y convocar Cortes Constituyentes por sufragio masculino. La sublevación en Cádiz liderada por el almirante Topete y apoyada por Prim y Serrano, derrotó a los partidarios de Isabel II en la Batalla de Alcolea. El Gobierno Provisional formado tras estas victorias suprimió las Juntas Revolucionarias y convocó elecciones a Cortes Constituyentes.

Constitución de 1869

Se redactó la Constitución de 1869, considerada la primera democrática y liberal en España, estableciendo:

  • Una monarquía constitucional.
  • La soberanía nacional.
  • El sufragio universal masculino.
  • La ampliación de derechos ciudadanos.

La corona conservaba poderes, como el veto a las leyes, en un sistema bicameral.

Búsqueda de un Nuevo Rey

La búsqueda de un nuevo rey se centró en encontrar alguien aceptable internacionalmente y comprometido con la democracia y la monarquía constitucional, excluyendo a los Borbones y ganando el apoyo de Francia y el Reino Unido. Durante el proceso de selección de un nuevo monarca para España en 1870, se consideraron varios candidatos, incluyendo a figuras como el duque de Montpensier, el general Espartero, Leopoldo de Hohenzollern, Fernando Francisco de Portugal, el general Serrano, Alfonso de Borbón XII, Carlos de Borbón VII y Amadeo de Saboya. Finalmente, Amadeo I fue elegido por las Cortes el 16 de noviembre de 1870, aunque su reinado se vio marcado por dificultades desde el principio, incluido el asesinato de su principal apoyo, Prim. Enfrentó oposición de diversos sectores, como la Iglesia, la nobleza, los carlistas, los republicanos, el Movimiento Obrero revolucionario y los independentistas cubanos.

Primera República (1873-1874)

Tras la abdicación de Amadeo I en 1873, se proclamó la Primera República Española. Durante este breve periodo, se sucedieron cuatro presidentes: Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar.

Durante el gobierno de Pi y Margall se redactó la Constitución de 1873, que proponía una república federal. Sin embargo, no entró en vigor debido a la oposición de los federales intransigentes cantonalistas, quienes buscaban una autonomía similar a los cantones suizos. Esto desencadenó una insurrección generalizada. Ante la negativa de Pi y Margall a reprimir militarmente a los cantonalistas, Nicolás Salmerón asumió el liderazgo y envió al ejército para sofocar las sublevaciones. Tras su dimisión, Emilio Castelar asumió el poder, adoptando medidas conservadoras y autoritarias para enfrentar las guerras carlistas y otras rebeliones. La entrada del general Pavía en las Cortes en enero de 1874 disolvió el gobierno, estableciendo una dictadura liderada por Serrano, lo que marcó el fin de la Primera República y el inicio de la transición hacia la monarquía de Alfonso XII.

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