Pacto de ostende


El Sexenio
Democrático

Tras la disolución de la Unión Liberal, volvió al poder el desgastado y desprestigiado partido moderado, grupo en que la reina se había apoyado. Los progresistas se retraen de la vida política porque estaban convencidos de que con unas elecciones amañadas el poder era inalcanzable por los medios legales y tampoco era probable que la corona les llamase a gobernar; sustituyen a sus líderes, apareciendo dos nuevas figuras: Sagasta, representante de la nueva generación, y el general Prim, vencedor en África y con fama de liberal obtenida en Méjico. Cobra importancia el partido radical demócrata.

Comienza el movimiento dirigido por unionistas, progresistas y demócratas para derribar a Isabel II: el Pacto de Ostende. Militares de prestigio se unen a la oposición isabelina (Prim, Serrano, Topete). A la crisis política mencionada se le añade una crisis económica (crisis agrícola de subsistencias y crisis financiera) que agudiza el descontento social de una masa popular que participa en la revolución. Juntas democráticas proclaman libertades fundamentales.Triunfa la Revolución de Septiembre, “la Gloriosa” (1868) nacida de este triple haz de factores políticos, sociales y económicos. El triunfo de la revolución hizo posible la reconducción del liberalismo y la aplicación de un amplio programa de reformas. Se pretende la regeneración política y social de España basada en el sufragio universal directo, que, por primera vez se aplica en España al elegir las Cortes Constituyentes, cuyos vencedores serán la coalición del gobierno: progresistas, seguidos de los unionistas y, por último, los demócratas. También obtiene representación el Partido Republicano Federal, que pone los cimientos sobre los que se construirían el Estado republicano.

Las Cortes promulgan la primera constitución democrática de España (1869), que hace de España una monarquía democrática, con su monarca sometido a la voluntad popular. Sus contenidos fundamentales: soberanía nacional, división de poderes, monarquía parlamentaria, derechos y libertades del ciudadano como: sufragio universal, libertad religiosa, libertad de expresión y derecho de asociación. Mientras, los carlistas recobran nuevas esperanzas tras el destronamiento de Isabel II. El movimiento obrero, favorecido por el derecho de asociación, crece y se decanta por un sistema político de república federal.

Tras la regencia unipersonal de Serrano y el gobierno de Prim que llevan a cabo una política reformista, España conoce una nueva experiencia: la monarquía democrática. En la oposición se hallan carlistas, alfonsinos y republicanos. Las guerras carlistas, la guerra de Cuba, problemas financieros y conflictos laborales hacen que el primer ensayo democrático sea una experiencia efímera. Prim era el único que tenía formado un proyecto de gobierno; su asesinato dejó huérfana a la monarquía.
Amadeo I, sin apoyo popular, con la opinión pública dividida y los dirigentes políticos que sustentan el trono divididos en radicales (Ruiz Zorilla) y constitucionales (Sagasta), abdica.

Comienza la experiencia de un nuevo sistema que aún no había tenido tiempo de desprestigiarse: la República, proclamada por republicanos y radicales, quienes desde el primer momento hicieron patente que carecían de un programa común (principalmente había desacuerdo entre un modelo de república federal o unionista), lo cual generó inestabilidad política. La I República contó con la oposición de los sectores conservadores, los carlistas y los alfonsinos. Bajo su primer presidente, Estanislao Figueras, se abolía la esclavitud en Puerto Rico y se suprimía el impopular e injusto sistema de quintas (servicio militar obligatorio). La República hubo de hacer frente a las tensiones sociales (campesinos sin tierra de Andalucía, reivindicaciones obreras), la guerra en Cuba y la guerra carlista.
Además España vivió un nuevo problema: el episodio de los cantonalismos -movimiento que conjuga la autonomía con la revolución social-, cuando los republicanos más intransigentes proclamaron el cantón. Ésta será la causa principal de la caída de Pi, curiosamente el partido más federalista, cuyo gabinete había llevado a cabo un ambicioso programa de reformas políticas y sociales: enseñanza gratuita, separación Iglesia y Estado y una legislación encaminada a resolver la cuestión social. En julio de 1873 se presentó un proyecto de constitución que presentaba por primera vez un modelo de Estado descentralizado. El giro a la derecha de Salmerón para restablecer el orden y lograr el reconocimiento de las potencias extranjeras se acentuó con Castelar. El llamamiento al orden y la colaboración incluso a los no republicanos es indicio de la inestabilidad política. El posibilismo de Castelar fue lo último que la Cortes rechazaron. La elección del quinto presidente fue interrumpido por el golpe de Pavía.

Cuando la República cayó, después de once meses de haberse implantado y cuatro presidentes, se habían ensayado todos los sistemas y todos habían fracasado. La misma burguesía que inició la etapa revolucionaria la cierra, apoyando la Restauración. Cánovas preparará la vuelta de los Borbones con el manifiesto de Sandhurst, modelo conciliador que perseguía el orden social y la estabilidad política, al dar cabida al máximo de posiciones y apartarse de los pronunciamientos, todo bajo un régimen conservador y católico, fundamentado en una soberanía compartida entre el rey y las Cortes. El golpe de Martínez Campos permitiría la llegada de Alfonso XII como nuevo rey.

El Sexenio


Democrático

Tras la disolución de la Unión Liberal, volvió al poder el desgastado y desprestigiado partido moderado, grupo en que la reina se había apoyado. Los progresistas se retraen de la vida política porque estaban convencidos de que con unas elecciones amañadas el poder era inalcanzable por los medios legales y tampoco era probable que la corona les llamase a gobernar; sustituyen a sus líderes, apareciendo dos nuevas figuras: Sagasta, representante de la nueva generación, y el general Prim, vencedor en África y con fama de liberal obtenida en Méjico. Cobra importancia el partido radical demócrata.

Comienza el movimiento dirigido por unionistas, progresistas y demócratas para derribar a Isabel II: el Pacto de Ostende. Militares de prestigio se unen a la oposición isabelina (Prim, Serrano, Topete). A la crisis política mencionada se le añade una crisis económica (crisis agrícola de subsistencias y crisis financiera) que agudiza el descontento social de una masa popular que participa en la revolución. Juntas democráticas proclaman libertades fundamentales.Triunfa la Revolución de Septiembre, “la Gloriosa” (1868) nacida de este triple haz de factores políticos, sociales y económicos. El triunfo de la revolución hizo posible la reconducción del liberalismo y la aplicación de un amplio programa de reformas. Se pretende la regeneración política y social de España basada en el sufragio universal directo, que, por primera vez se aplica en España al elegir las Cortes Constituyentes, cuyos vencedores serán la coalición del gobierno: progresistas, seguidos de los unionistas y, por último, los demócratas. También obtiene representación el Partido Republicano Federal, que pone los cimientos sobre los que se construirían el Estado republicano.

Las Cortes promulgan la primera constitución democrática de España (1869), que hace de España una monarquía democrática, con su monarca sometido a la voluntad popular. Sus contenidos fundamentales: soberanía nacional, división de poderes, monarquía parlamentaria, derechos y libertades del ciudadano como: sufragio universal, libertad religiosa, libertad de expresión y derecho de asociación. Mientras, los carlistas recobran nuevas esperanzas tras el destronamiento de Isabel II. El movimiento obrero, favorecido por el derecho de asociación, crece y se decanta por un sistema político de república federal.

Tras la regencia unipersonal de Serrano y el gobierno de Prim que llevan a cabo una política reformista, España



conoce una nueva experiencia: la monarquía democrática. En la oposición se hallan carlistas, alfonsinos y republicanos. Las guerras carlistas, la guerra de Cuba, problemas financieros y conflictos laborales hacen que el primer ensayo democrático sea una experiencia efímera. Prim era el único que tenía formado un proyecto de gobierno; su asesinato dejó huérfana a la monarquía. Amadeo I, sin apoyo popular, con la opinión pública dividida y los dirigentes políticos que sustentan el trono divididos en radicales (Ruiz Zorilla) y constitucionales (Sagasta), abdica.

Comienza la experiencia de un nuevo sistema que aún no había tenido tiempo de desprestigiarse: la República, proclamada por republicanos y radicales, quienes desde el primer momento hicieron patente que carecían de un programa común (principalmente había desacuerdo entre un modelo de república federal o unionista), lo cual generó inestabilidad política. La I República contó con la oposición de los sectores conservadores, los carlistas y los alfonsinos. Bajo su primer presidente, Estanislao Figueras, se abolía la esclavitud en Puerto Rico y se suprimía el impopular e injusto sistema de quintas (servicio militar obligatorio). La República hubo de hacer frente a las tensiones sociales (campesinos sin tierra de Andalucía, reivindicaciones obreras), la guerra en Cuba y la guerra carlista. Además España vivió un nuevo problema: el episodio de los cantonalismos -movimiento que conjuga la autonomía con la revolución social-, cuando los republicanos más intransigentes proclamaron el cantón. Ésta será la causa principal de la caída de Pi, curiosamente el partido más federalista, cuyo gabinete había llevado a cabo un ambicioso programa de reformas políticas y sociales: enseñanza gratuita, separación Iglesia y Estado y una legislación encaminada a resolver la cuestión social. En julio de 1873 se presentó un proyecto de constitución que presentaba por primera vez un modelo de Estado descentralizado. El giro a la derecha de Salmerón para restablecer el orden y lograr el reconocimiento de las potencias extranjeras se acentuó con Castelar. El llamamiento al orden y la colaboración incluso a los no republicanos es indicio de la inestabilidad política. El posibilismo de Castelar fue lo último que la Cortes rechazaron. La elección del quinto presidente fue interrumpido por el golpe de Pavía.

Cuando la República cayó, después de once meses de haberse implantado y cuatro presidentes, se habían ensayado todos los sistemas y todos habían fracasado. La misma burguesía que inició la etapa revolucionaria la cierra, apoyando la Restauración. Cánovas preparará la vuelta de los Borbones con el manifiesto de Sandhurst, modelo conciliador que perseguía el orden social y la estabilidad política, al dar cabida al máximo de posiciones y apartarse de los pronunciamientos, todo bajo un régimen conservador y católico, fundamentado en una soberanía compartida entre el rey y las Cortes. El golpe de Martínez Campos permitiría la llegada de Alfonso XII como nuevo rey.

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