Análisis del Manifiesto de la Huelga General de 1917 en España

UGT-CNT 1917: El texto a comentar, fuente primaria de carácter político-social, fue escrito en Madrid en marzo de 1917 y está firmado por las dos centrales sindicales con más fuerza en esos años, la Unión General de Trabajadores (socialistas) y la Confederación Nacional de Trabajadores (anarcosindicalistas), a través de un denominado «comité de huelga».

El destinatario de dicho Manifiesto es, genéricamente, el conjunto de la nación española, y de modo particular, la clase trabajadora a la que se pide su adhesión a la huelga general, y al gobierno y parlamento a los que manifiestan sus quejas y reivindicaciones.

La idea principal que recoge el texto es el manifiesto de UGT y CNT en el que se impone una huelga general como arma más poderosa para solucionar las miserias de las clases populares. En el primer párrafo se comenta que a pesar de las advertencias y quejas de los sindicatos al gobierno, la miseria que sufre el proletariado es cada vez mayor, ocasionada por el paro y la subida de los precios.

Más adelante se expone la necesidad de unión de las dos fuerzas sindicalistas más importantes: CNT (anarquistas) y UGT (socialistas), donde se acuerda, debido a las precarias condiciones de vida de la clase trabajadora y viendo la nula actuación del gobierno para mejorarlas, se impone una huelga general para reivindicar sus derechos, procediéndose a adoptar todas aquellas medidas que se consideren adecuadas y necesarias para el éxito de la misma.

Contexto Histórico de la Huelga General de 1917

La huelga general de 1917, considerada por su carácter una huelga general revolucionaria, tuvo lugar en el contexto histórico de la Crisis de 1917, durante la monarquía de Alfonso XIII de Borbón y el gobierno de Eduardo Dato. Esta crisis de 1917 coincidió con una coyuntura internacional especialmente crítica, posiblemente uno de los más cruciales en toda la Historia.

La crisis española de 1917 hace referencia al conjunto de sucesos que tuvieron lugar en el verano de 1917, y en concreto a los tres desafíos simultáneos que hicieron peligrar al gobierno del conservador Eduardo Dato e incluso al mismo sistema de la Restauración Borbónica en España:

  • Un movimiento militar protagonizado por las Juntas de Defensa.
  • Un movimiento político concretado en la Asamblea de Parlamentarios celebrada en Barcelona y convocada por la Lliga Regionalista.
  • Un movimiento social que culminó con la huelga general revolucionaria de 1917, cuyo manifiesto es objeto de nuestro comentario.

Diferencias Ideológicas entre la UGT y la CNT

Es importante que señalemos que las diferencias ideológicas entre socialistas y anarquistas impidieron casi siempre una acción conjunta de las dos grandes centrales sindicales y la unión del movimiento obrero español y que, por tanto, estamos ante una situación excepcional. Lo que nos dice la Historia es que las relaciones entre estos dos sindicatos está llena de duros enfrentamientos a través de sus órganos de comunicación, boicots a las acciones del adversario y, en multitud de ocasiones, actitudes violentas.

La anarquista Confederación Nacional del Trabajo, desde Barcelona donde tenía su sede por tratarse de la capital económica de España, y que era una ciudad especialmente conflictiva, como se había demostrado en la Semana Trágica de 1909, venía defendiendo la posibilidad de convocar una huelga general para hacer frente al creciente deterioro de las condiciones de vida de las clases trabajadoras como consecuencia del impacto económico que estaba teniendo en España la Primera Guerra Mundial, a pesar de haberse mantenido neutral: inflación, crisis de subsistencias, deterioro de los salarios, aumento del paro…

Un proceso similar experimentó la socialista Unión General de Trabajadores, de implantación más reducida que la CNT (sus núcleos fundamentales de apoyo se encontraban en Madrid y País Vasco), que en mayo de 1916 aprobó una resolución en favor de la convocatoria de una huelga general de protesta, en principio limitada a un día de duración. Así fue como comenzaron los contactos con la CNT que en su Asamblea de Valencia del mismo mes no sólo había aprobado la huelga general sino la colaboración con los socialistas. El resultado fue el histórico «Pacto de Zaragoza» firmado el 17 de julio de 1916 por ambas organizaciones del que surgió un comité conjunto integrado por miembros de CNT y UGT que organizaría la huelga de protesta para el 18 de diciembre. La huelga no sólo fue un completo éxito sino que además contó con el apoyo de las clases medias y una simpatía generalizada de todo el país.

Desarrollo y Fracaso de la Huelga

Tras el éxito de esta huelga y nula la respuesta del Gobierno, las dos organizaciones obreras acordaron promover la huelga indefinida, lo que hicieron público en el documento objeto de nuestro comentario, el Manifiesto conjunto del 27 de marzo de 1917. La respuesta del gobierno liberal fue suspender las garantías constitucionales y encarcelar a los firmantes del manifiesto, Julián Besteiro, Francisco Largo Caballero y Ángel Pestaña, entre otros.

Así pues, la nueva huelga general, esta vez indefinida, iba a tener un carácter revolucionario pues su objetivo ya no se limitaba a que el gobierno tomara medidas para paliar la crisis de subsistencias y la crisis de trabajo, sino que perseguía una transformación completa de la estructura política y económica del país.

A pesar de lo precipitado de la convocatoria, al comenzar la huelga se consiguieron paralizar las actividades en casi todas las grandes zonas industriales, urbanas y mineras pero sólo durante unos pocos días, a lo sumo una semana.

En las ciudades pequeñas y zonas rurales no tuvo apenas repercusión. Las comunicaciones ferroviarias, un sector clave, no se vieron alteradas por mucho tiempo. En Madrid, el 14 de agosto el Comité de Huelga fue detenido por la policía y un motín que se produjo en la cárcel Modelo fue reprimido con gran dureza, resultando muertos varios reclusos, entre ellos siete destacados militantes socialistas. Así fue como en pocos días la huelga fue controlada.

En Barcelona, en cambio, donde el protagonismo correspondió a la CNT, sólo después de varios días de lucha callejera y tiroteos se logró restablecer la normalidad. En Sabadell el ejército tuvo que recurrir a la artillería, que redujo a escombros las sedes de los trabajadores, para acabar con el movimiento. También hubo choques violentos y muertos y heridos en Alicante, Valencia, Guipúzcoa y Zaragoza.

El 18 de agosto el gobierno pudo proclamar que había restablecido el orden, pero aún le costó varios días más reducir el último reducto de la huelga revolucionaria que fueron las cuencas mineras asturianas, donde el ejército aplicó una represión de gran dureza. El balance oficial de la represión fueron 71 muertos, 37 de ellos en Cataluña, 200 heridos y 2.000 detenidos.

Conclusiones

De manera general, el fracaso de la huelga se suele asociar a la juventud e inexperiencia del movimiento obrero, a la falta de coordinación y dirección unificada (desconexión entre la UGT y la CNT) y a la ausencia de perspectivas políticas claras. A todo ello debemos sumar la no participación del campesinado, la brutal represión del Ejército (inesperada para los dirigentes sindicales que creían en un comportamiento «a la rusa») y el desentendimiento de los partidos republicanos y de la burguesía catalana. Pero lo que es evidente es que la huelga general de 1917 jugó un papel capital, marcó un antes y un después en la historia de la clase trabajadora española que hasta entonces no había jugado todavía un papel central. Tal como ha sido analizado por diversos historiadores, la crisis de 1917, fue claramente un punto de confluencia de las tensiones largamente acumuladas en la sociedad española. Su culminación en la huelga general revolucionaria, significó un viraje fundamental, tanto en lo que se concierne a las instituciones del estado como para el propio movimiento obrero.

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