El texto se inscribe a fines de la primera etapa o Bienio reformador (1931-33) de la Segunda República. En las elecciones de junio de 1931 el triunfo de la izquierda había dejado anonadados a los partidos de la derecha tradicional, desacreditados por la aún reciente monarquía, divididos y todavía poco organizados. Las medidas reformadoras que el gobierno republicano-socialista había emprendido resultaban amenazadoras para los intereses de sus bases sociales (latifundistas, Iglesia y ejército). El fracaso de la sublevación del general Sanjurjo en agosto de 1932, impulsó a la derecha a organizarse para acceder al poder por medio de las elecciones. El resultado es la formación de un gran partido de masas católico: la CEDA, que conseguirá ganar las elecciones generales de noviembre de 1933. ‘El Debate’ era un prestigioso periódico dirigido desde 1911 por Ángel Herrera Oria fundador en 1909 de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas (ACNP), grupo de apostolado seglar. Desde sus páginas pretendía luchar contra el anticlericalismo y difundir la doctrina social de la Iglesia, según las ideas de León XIII. En abril de 1931 Herrera había impulsado la creación de un partido Acción Nacional – poco después llamada Popular-, con el apoyo del episcopado. Pero en las elecciones los católicos habían acudido divididos y el Bloque Agrario -como se denominaron los de Acción Popular- sólo obtuvo 26 escaños. ‘El Debate’ recibe con alborozo la formación de la CEDA, ya que ha contribuido a su nacimiento. El texto es público, destinado a la difusión general, y anónimo ya que ignoramos el nombre del periodista que lo redactó, pero conocemos su ideología.
Indique y explique la idea fundamental y las ideas secundarias.
La idea principal es la noticia de la constitución en Madrid en marzo de 1933 de la Confederación Española de Derechas Autónoma (CEDA), agrupación política que pretendía reunir a toda la oposición de derechas. La política anticlerical de la República llevó a la jerarquía eclesiástica, tradicional en su mayoría, a instigar la creación de la CEDA.
En el texto aparece parte de la alocución de su dirigente, Gil Robles, a sus entusiasmados seguidores. José Mª Gil Robles era un abogado procedente de Acción Católica que había sido elegido diputado en 1931 por el Bloque Agrario. En noviembre fue nombrado presidente de Acción Popular y más tarde de la CEDA.
Ideas secundarias: Gil Robles da cuenta de la integración en la CEDA de diversas tendencias: la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, los sindicatos católicos, la Derecha Regional Valenciana y la Confederación Católica Agraria.
Su estructura era federal, con una dirección centralizada en la persona de Gil Robles. Era el primer gran partido católico de masas en España, muy heterogéneo: terratenientes andaluces, pequeños y medianos propietarios levantinos y castellanos, clases medias urbanas, obreros, alta burguesía.
En su discurso, Gil Robles explica que van a seguir ‘la interpretación más fiel y avanzada de la doctrina social y política cristiana’, es decir, las encíclicas papales. Coloca a Dios de forma providencialista de su lado, interpretando que un católico tenía que ser forzosamente de derechas. Y afirma que su objetivo es ser el partido de derechas que ‘salve a la Patria, hoy en peligro’. La CEDA se empeñó en que el gobierno del bienio reformador era socialista (pese a que sólo había tres de los doce ministros del PSOE) y que el marxismo amenazaba con destruir a España. Se puede ver también un matiz de exaltación patriótica, frente a los nacionalismos, interpretados como separatismos.
El periodista informa del programa de la CEDA, recogido en sus Estatutos: defender la civilización cristiana, amenazada según ellos por la Constitución republicana de 1931 y otras medidas del gobierno republicano-socialista. Esto implica la necesidad de revisar la Constitución y derogar las leyes laicas (matrimonio civil, divorcio), fomentando la educación católica. Todo ello siguiendo directrices de la jerarquía católica (carta colectiva del Episcopado español de diciembre de 1931), muy molesta con estas medidas que hacen perder influencia a la Iglesia. Quieren volver a una sociedad tradicional donde el clero recupere su autoridad perdida. En el texto no se recogen otros puntos del programa de la CEDA como la paralización de la reforma agraria, la defensa de los intereses económicos agrarios, la reducción de las autonomías regionales y la limitación de la actividad sindical. En resumen, era un programa claramente conservador.
Gil Robles mantenía el principio de la accidentalidad respecto a las formas del Estado (monarquía o república). Acataba la legalidad republicana pero se mostraba ambiguo respecto al régimen, a fin de atraer a más votantes. Consideraba la democracia no un fin sino un medio de alcanzar el poder, según confesión propia. Era autoritario y partidario de un ejecutivo fuerte. La izquierda lo acusó de fascista aunque siempre lo negó.